Virus del
Papiloma Humano (HPV) y Cáncer de Cuello Uterino
El cáncer de cérvix es
el segundo tumor más frecuente entre las mujeres a nivel
mundial, aunque su incidencia presenta importantes variaciones
según regiones. Así, en la mayor parte de países no
industrializados es uno de los tumores femeninos más frecuentes,
mientras que en los países desarrollados su incidencia es
claramente menor. Estas diferencias en los patrones de
afectación constituyeron el punto de partida de estudios
analíticos que pusieron en evidencia una relación causal con el
virus del papiloma humano (HPV). Así, son factores de
riesgo el comportamiento sexual de la mujer y su pareja y el
estatus socioeconómico, como indicadores de exposición a dicho
virus. Otros factores de riesgo de este tumor son el tabaquismo,
los anticonceptivos orales y ciertas deficiencias nutricionales,
aunque todavía no está claro si estos actúan independientemente
del HPV.
La infección por HPV
es la enfermedad de transmisión sexual (ETS) más común
actualmente. La infección sin síntomas del cuello uterino por
HPV se detecta en el 5 a 40% de las mujeres en edad
reproductiva. La asociación entre infección por HPV y cáncer del
cuello del útero es de alta magnitud, así las mujeres con esta
infección tienen un riesgo de 20 a 70 veces más con respecto a
aquellas que no lo tienen. Este riesgo es aún mayor que el de la
asociación entre tabaquismo y cáncer pulmonar, y es comparable
solamente a la asociación entre hepatitis B crónica y cáncer
hepático, relaciones causales que son indiscutibles.
Detección
temprana:
Si todas las mujeres
tuvieran exámenes de la pelvis y pruebas de Pap
(abreviatura de Papanicolaou) con regularidad, la mayoría de las
condiciones precancerosas se detectarían y tratarían antes de
que se volvieran cancerosas. De esa forma, se podría prevenir la
mayoría de los cánceres invasores.
La prueba de
Papanicolaou es una prueba sencilla, sin dolor, para detectar
células anormales en el cuello del útero o en su alrededor.
Una prueba de Pap se
puede hacer en el consultorio del médico o en un centro de
salud. Se usa una espátula de madera y un cepillo pequeño para
recoger una muestra de células del cuello del útero y de la
parte superior de la vagina. Las células se colocan en un
portaobjetos de vidrio que se envía al laboratorio médico para
su examen.
La Sociedad
Americana del Cáncer recomienda las siguientes guías para
la detección temprana:
-
Todas las mujeres
deben comenzar las pruebas de detección del cáncer del
cuello uterino tres años después de haber comenzado las
relaciones sexuales, pero no más tarde de los 21 años de
edad.
-
La prueba del
Papanicolaou se debe realizar anualmente. Si se utiliza la
prueba nueva del Pap, conocida como citología líquida, ésta
debe hacerse cada dos años.
-
A partir de los 30
años de edad, las mujeres que hayan tenido tres pruebas
consecutivas con resultados normales pueden hacerse las
pruebas cada dos a tres años.
-
Las mujeres de 70
años o más, que hayan tenido tres o más pruebas del Pap
consecutivas con resultados normales, y que no hayan tenido
ninguna prueba con resultados anormales en los 10 años
previos, pueden dejar de hacerse las pruebas de detección
del cáncer de cuello uterino.
-
Las mujeres que se
hayan sometido a una histerectomía total (extirpación del
útero y del cuello uterino) también pueden dejar de hacerse
las pruebas de detección del cáncer de cuello uterino.
Prevención:
La monogamia mutua (tener relaciones
sexuales sólo con una pareja) y la abstinencia de relaciones
sexuales previene su transmisión. La utilización de
preservativos contribuye también a prevenir la transmisión de
este virus.
No se dispone de tratamiento para la
infección por el HPV, pero las verrugas que este virus provoca
se tratan con diversas técnicas médicas. Las personas infectadas
deben informar a sus parejas antes de mantener relaciones
sexuales y en caso de presentar verrugas evitar las relaciones
hasta su tratamiento.
En cuanto a la
vacunación, la edad ideal sería entre los 10 y los 12 años;
antes del primer contacto sexual, que en el 70% de los
adolescentes se produce a los 15 años. Se ha comprobado, además,
que cuanto más joven se administre la vacuna más capacidad
inmunogénica tiene. La vacunación se debería realizar al mismo
tiempo en ambos sexos.
La vacuna pentavalente
ha sido fabricada mediante el ensamblaje, por ingeniería
genética de las VLP (partículas semejantes a virus), por lo que
no son contagiosas y actúan frente a los tipos de HPV que
producen la patología más importante. Se estima que cuando esta
vacuna se utilice en forma masiva (falta su aprobación
definitiva por las autoridades sanitarias), se reduciría la
incidencia de infección por HPV y obviamente se observaría una
disminución del cáncer de cérvix, lo que supondría sin dudas un
gran avance sanitario.
“Es sumamente
importante que todas las mujeres, especialmente aquellas en
período reproductiva realicen su consulta regular, no menos de
una vez por año, a su Ginecólogo o médico de cabecera, quien
seguramente le aconsejará realizar la prueba de Papanicolau,
método totalmente efectivo para la prevención del cáncer de
cuello de útero”
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