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Esta sección presenta temas de interés en la prevención de patologías prevalentes destinados a publico general.

Se encuentra a cargo del Dr. Gastón Chiganer

 


Dr. Gastón Chiganer

gchiga@hotmail.com

 
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Hipertensión Arterial (HTA)

 

La más antigua versión escrita sobre la circulación de la sangre proviene de China. En el Nei Ching (2600 AC), Canon de Medicina editado por el Emperador Huang Ti se expresa: "Toda la sangre está bajo el control del corazón". "La corriente fluye en un círculo continuo y nunca se detiene". Estos conceptos fueron intuidos por medio de la observación y del razonamiento, pues en aquella época estaba proscrita la disección del cuerpo. El examen del pulso fue la técnica diagnóstica más usada en la antigua China. El médico palpaba el pulso del paciente en ambas arterias radiales y lo comparaba con su propio pulso. Comprobaba y anotaba a continuación los hallazgos del examen que pudieran tener influencia en la alteración de la onda pulsátil. La inspección visual constituía el procedimiento más extendido.

 

Debió transcurrir mucho tiempo, para que el Reverendo Sthephen Hales (1677-1761) recomenzara los estudios sobre la onda de presión. Corría el año 1733, cuando el sacerdote, fisiólogo y botánico inglés se atrevió a recoger una muestra de sangre de la carótida de un caballo, utilizando una caña pequeña unida a un tubo fino de vidrio sostenido verticalmente. Su conclusión tras el extraño experimento fue establecer la relación existente entre la presión arterial y la presión atmosférica. Por extraño que parezca, este descubrimiento fundamental no alcanzó repercusión alguna en círculos médicos durante más de un siglo.

 

Los primeros avances serios sobre la presión arterial humana se produjeron en 1847, cuando Carl Ludwig se valió de un quimógrafo de creación propia cuyos catéteres se insertaban directamente en la arteria.

En 1896, Scipione Riva-Rocci, médico asistente del Hospital de Turín, perfecciona la técnica de registro mediante una bolsa de goma inflada con aire, envuelta en un manguito inextensible conectado a una columna de mercurio. El manguito rodeaba el brazo en su porción proximal y la presión se registraba por palpación: la sistólica coincidía con la aparición del latido y la diastólica con su brusco descenso.

En 1905, Nicolai Korotkoff, un pionero en cirugía vascular graduado en la Universidad de Moscú, resuelve aplicar sus pericias acústicas a las técnicas, aún rudimentarias, de medición de la presión arterial. Una arteria ocluida no emite ruidos y el primer tono débil, que corresponde al paso inicial de sangre bajo el manguito, señala la presión sistólica o máxima. Si se descomprime gradualmente el manguito, llega un momento en que desaparecen los sonidos, lo que indica el libre paso de sangre por debajo de éste y corresponde a la presión diastólica o mínima. El manómetro de mercurio sigue siendo hasta hoy el patrón de medida más utilizado para el registro de la presión arterial.

La presión arterial (PA) es la presión necesaria para hacer circular un suministro de sangre adecuado a través de las arterias a todas las partes del cuerpo.

 

 

La hipertensión arterial es definida como la presión arterial sistólica (PAS) de 140 mm de Hg o más (se tiene en cuenta la primera aparición de los ruidos), y/o una presión arterial diastólica (PAD) de 90 mm de Hg o más (se tiene en cuenta la desaparición de los ruidos). Esta definición es aplicable a adultos. En los niños están definidas según su edad, otras cifras de presión arterial.

 

Esta enfermedad asintomática y peligrosa representa el factor de riesgo más importante de derrame cerebral y uno de los tres mayores de enfermedad coronaria.

En la Argentina, la hipertensión tiene una prevalencia de entre el 25 y el 30% en la población adulta. Sin embargo, sólo el 55% de estas personas sabe que es hipertenso y de este grupo, solamente una pequeña porción de entre el 6 y el 13%, está tratada y con la presión controlada.

 

El diagnóstico de hipertensión arterial se hace cuando el promedio de dos o más mediciones de la presión diastólica en al menos dos visitas subsecuentes es 90 mm Hg o más, o cuando el promedio de múltiples lecturas de la presión sistólica en dos o más visitas subsecuentes es consistentemente mayor de 140 mm Hg. Popularmente estas cifras de presión se conocen como 14 y 9.

La PA está determinada por dos factores principales entre muchos otros. La cantidad de sangre que circula, y el calibre de las arterias por las que circula. En general, cuanto más volumen de sangre circulante y cuanto menor es el diámetro por el que circula ese volumen, mayor es la PA.

Los riñones controlan el volumen de agua circulante y la cantidad de sal que contiene el cuerpo. Estos dos hechos tienen efectos directos en la PA. Cuanta más sal hay en el cuerpo, más agua se retiene en la circulación, y más puede aumentar la PA, lo cual a su vez puede aumentar la tendencia de las arterias a hacerse más estrechas.  Otros factores que influyen sobre la PA son el sistema nervioso, los propios vasos sanguíneos (en particular, las arterias más pequeñas, llamadas arteriolas) y una serie de hormonas.

Las primeras consecuencias de la hipertensión la sufren las arterias que se endurecen a medida que soportan la presión alta de forma continua, se hacen más gruesas y tortuosas, pudiendo verse dificultado al paso de sangre a su través. Esto se conoce con el nombre de arteriosclerosis.

La HTA puede ocurrir sin una causa previa conocida (HTA esencial) o como resultado de alguna otra enfermedad (HTA secundaria). En la mayor parte de los casos, la causa de la HTA es desconocida.

 

En la hipertensión esencial no se han descrito todavía sus causas especificas, aunque se ha relacionado con una serie de factores que suelen estar presentes en la mayoría de estos sujetos. Conviene separar, aquellos relacionados con la herencia, sexo, edad y raza y por tanto poco modificables, de aquellos otros que se podrían cambiar al variar los hábitos, ambiente, y costumbre de las personas, como: la obesidad, el consumo de sodio, el consumo excesivo de alcohol, el uso de anticonceptivos orales y un estilo de vida muy sedentario.

 

 

Herencia: De padres a hijos se trasmite una tendencia o predisposición a desarrollar cifras elevadas de tensión arterial. Se desconoce su mecanismo exacto, pero la experiencia acumulada demuestra que cuando una persona tiene un progenitor (o ambos) hipertensos, las posibilidades de desarrollar hipertensión son el doble que las de otras personas con ambos padres sin problemas de hipertensión.

 

Sexo: Los hombres tienen más predisposición a desarrollar hipertensión arterial que las mujeres hasta que éstas llegan a la edad de la menopausia, a partir de la cual la frecuencia en ambos sexos se iguala. Esto es así porque la naturaleza ha dotado a la mujer mientras se encuentra en edad fértil con unas hormonas protectoras que son los estrógenos y por ello tiene menos riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, las mujeres jóvenes tienen un especial riesgo cuando toman píldoras anticonceptivas.

 

Edad y raza: La edad es otro factor, por desgracia no modificable, que va a influir sobre las cifras de presión arterial, de manera que tanto la presión arterial sistólica o máxima como la diastólica o mínima aumentan con la edad y lógicamente se encuentra un mayor número de hipertensos en los grupos de más edad. En cuanto a la raza, únicamente señalar que los individuos de raza negra tienen el doble de posibilidades de desarrollar hipertensión que los de raza blanca además de tener un peor pronóstico.

 

Sobrepeso: Hay que partir del hecho de que un individuo con sobrepeso esta más expuesto a tener más alta la presión arterial que un individuo con peso normal.

A medida que se aumenta de peso se eleva la tensión arterial y esto es mucho más evidente en los menores de 40 años y en las mujeres. La frecuencia de hipertensión arterial entre los obesos, a cualquier edad que se considere, es entre dos y tres veces superior a la de los individuos de la  misma edad que estén en su peso ideal.

Por lo general, la hipertensión arterial no produce síntomas. El corazón, cerebro y riñones pueden soportar un aumento en presión por mucho tiempo sin que se produzcan molestias en el cuerpo. Por eso se llama “el asesino silencioso” – porque es posible padecer esta condición por años sin percibir síntomas. Pero sin duda alguna, la presión arterial alta perjudica la salud y debe tratarse.

 

Para saber si se sufre de hipertensión es necesario consultar al médico. Debe realizarse un examen médico general que incluya una evaluación de los antecedentes familiares. El médico tomará varias lecturas de presión arterial  y realizará algunos estudios de rutina. Puede también utilizar un aparato denominado «oftalmoscopio» para examinar los vasos sanguíneos de los ojos y determinar si ha habido algún engrosamiento, estrechamiento o ruptura, lo cual podría ser un indicio de presión arterial alta. También utiliza un estetoscopio para escuchar el sonido del corazón y del flujo sanguíneo por las arterias. Entre otros estudios complementarios se realizan una radiografía de tórax y un electrocardiograma.

 

El tratamiento de la hipertensión arterial se base en los siguientes puntos:

·         Llevar una alimentación baja en grasas y sal.

  • Reducir el peso excesivo.

  • Comenzar un programa de ejercicio físico regular.

  • Aprender a controlar el estrés.

  • Dejar de fumar.

  • Moderar o suprimir el consumo de alcohol

  • Si estos cambios no ayudan a controlar la presión arterial dentro de 3 a 6 meses, la enfermedad puede tratarse con medicamentos.

 

 

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