Influenza (Gripe)
Breve reseña histórica:
La
gripe es una de las enfermedades más antiguas que se conocen.
Hacia el año 412 a.C., Hipócrates definió por primera vez la
enfermedad y desde la primera pandemia de gripe en 1580 se han
producido 31 pandemias causadas por esta enfermedad, tres de las
cuales en el siglo XX. En 1918 y
1919, se la conoció como gripe española y afectó a un quinto de
la población mundial, provocando 21 millones de muertes en menos
de un año. Recién en 1933 fue aislado el virus y más tarde, en
la década del ´50, se desarrolló la primera vacuna. A pesar de
ello, en 1947, 1957/58 (gripe asiática), 1968/70 (gripe de Hong
Kong), y en 1977, se produjeron pandemias.
La denominación del virus y de
la enfermedad parece tener su origen en el siglo XV en Italia.
Por ese entonces se produjo una epidemia de esta enfermedad y el
papa Benedicto XIV la atribuyó a una influencia de las
estrellas.
Anualmente, entre el 5
y 15% de la población mundial se ve afectada, pero en las
comunidades cerradas puede alcanzar hasta el 60%.
La
Gripe es una enfermedad vírica del tracto respiratorio causada
por el virus de la influenza (virus RNA). Se distinguen tres
tipos de virus de la gripe: A, B y C. Los virus de los tipos A
y B son responsables de las epidemias que ocurren casi cada
invierno y que causan elevadas tasas de hospitalización y
muerte.
El virus tipo C suele
causar una enfermedad respiratoria moderada e incluso, a veces,
asintomática y generalmente no produce epidemias por lo cual su
impacto sobre la salud pública es menor.
El virus tiene una
gran capacidad de mutación (combinación de genes de diferentes
virus), con lo cual cambia algunas de sus características, de
tal manera que la cepa de virus circulante una temporada puede
ser diferente a la de la temporada anterior. Esta gran capacidad
de mutación es muy difícil de controlar, por lo cual la gripe no
se puede erradicar.
Desde el punto de
vista clínico, el virus
influenza produce una enfermedad que comúnmente se conoce como
gripe.
El virus pasa
fácilmente de una persona a otra a través del aire por las
gotitas y pequeñas partículas eliminadas cuando los individuos
afectados tosen o estornudan. La transmisión también puede ser a
través
de
las manos, elementos inanimados u otro contacto personal.
El periodo de
incubación de la enfermedad antes de la aparición de los
síntomas es de 18-72 horas. La mayor parte de las personas
infectadas desarrollan la enfermedad durante 6-10 días.
Generalmente la gripe
aparece de forma repentina con los siguientes síntomas:
•
Fiebre alta (39-40
ºC) que aparece de forma súbita y persiste 3 o 4 días.
•
Fatiga y debilidad
importantes que pueden prolongarse durante 2 o 3 semanas.
•
Dolor de cabeza
intenso.
•
El dolor en
músculos y articulaciones puede ser importante.
•
Tos intensa y
algunas veces estornudos.
•
Dolor de garganta.
•
Lagrimeo ocular.
•
Congestión nasal.
La mayoría de las
personas se recuperan en 1-2 semanas sin requerir ningún
tratamiento médico.
En los niños,
ancianos y personas con otra patología de base (personas mayores
de 65 años, pacientes con enfermedad crónica respiratoria,
cardíaca o renal, diabéticos o pacientes inmunodeprimidos), la
gripe puede llegar a ser una enfermedad seria y producir
complicaciones severas de la enfermedad de base, neumonía y
muerte.
La vacunación es la
principal medida para prevenir la gripe y sus complicaciones y
para reducir el impacto de las epidemias.
La misma está indicada
para la profilaxis de la gripe, particularmente en grupos de
alto riesgo.
La vacuna es más
eficaz si la exposición a la infección sucede dentro del mes
posterior a la vacunación y es raramente eficaz después de
transcurrido un año.
Existen ciertas
recomendaciones en cuanto a la vacunación, que incluyen:
•
Personas
65 o más años de edad
•
Ingresados en
residencias de ancianos o en otros centros que prestan
asistencia a enfermos crónicos de cualquier edad.
•
Niños/as y adultos
con enfermedades crónicas cardiovasculares o pulmonares,
incluyendo niños con asma.
•
Niños/as y adultos
que hayan precisado seguimiento médico periódico u
hospitalización en el año precedente, por enfermedades
metabólicas crónicas (incluyendo diabetes mellitus),
insuficiencia renal, hemoglobinopatías o inmunosupresión
(incluyendo la originada por fármacos).
·
Niños/as y
adolescentes (de 6 meses a 18 años), que estén en tratamiento
prolongado con aspirina, por la posibilidad de desarrollar un
síndrome de Reye ( Síndrome potencialmente grave, en menores de
16 años, ocasionado por la interacción de enfermedades virales y
la ingestión de aspirina) tras la gripe.
También se
aconseja a grupos que puedan transmitir el virus a pacientes con
alto riesgo de complicaciones:
•
Médicos/as,
enfermeros/as y otro personal intra-extrahospitalario, que
atiendan a personas de alto riesgo (ancianos, transplantados,
personas con SIDA)
•
Personal empleado
en asilos o en centros de cuidados de crónicos que tienen
contacto directo con los residentes.
•
Personas que
proporcionen cuidados domiciliarios a pacientes de alto riesgo.
•
Convivientes en el
hogar, incluidos niños/as, de personas de alto riesgo.
Además está
recomendada en personas entre 50-64 años de edad porque éste
grupo tiene una alta prevalencia de personas con condiciones de
alto riesgo.
Recuerde siempre la
importancia de consultar a su médico y sobre todo ante
alguna de las siguientes situaciones:
•
Si aparece
dificultad para respirar
•
Si no cesa la
tos luego de 15 días
•
Si está
incluido en algún grupo de riesgo |