/  Rosario - Santa Fe - Argentina

 
 
     

 


 

DR. ANTONIO MONTERO

C.O.N.I.C.E.T
ENFERMEDADES TROPICALES
HOSPITAL CENTENARIO.

 

 
 

 

Entrevista al Dr. Antonio Montero.

 

¿A qué llamamos enfermedades tropicales  y cuáles son las principales que el  médico  clínico debe tener en cuenta?

 

La designación ¨enfermedades tropicales¨ tiene en sus orígenes una connotación colonialista e incluso peyorativa: Claramente hacía referencia a aquellas enfermedades exóticas, propias de las latitudes tropicales, que prevalecían en las zonas remotas y empobrecidas de las posesiones europeas de ultramar.

Además de su interés científico, la Medicina Tropical del siglo XIX y XX tenía también claros intereses militares y estratégicos: Baste con recordar que durante la guerra de Cuba, por ejemplo, la fiebre amarilla causó más bajas entre las tropas norteamericanas que las balas del ejército español.

En las postrimerías del siglo XX se llegó a considerar a la medicina tropical y a la infectología en general como un área fósil de la medicina, ante la creencia prevalente de que las enfermedades transmisibles serían pronto erradicadas de la faz de la tierra, o fácilmente controladas mediante el uso de antibióticos.

La naturaleza sin embargo tenía otro plan, y fue así como pronto se puso en evidencia la faz siempre cambiante de las enfermedades infecciosas, incluyendo naturalmente a aquellas consideradas patrimonio de la medicina tropical: La colonización de nuevos espacios, la destrucción de ecosistemas y la exposición de un número creciente de humanos a nuevos hábitats pronto ocasionó la aparición de nuevas epidemias, o la reaparición de enfermedades ya controladas.

La aparición de la epidemia de SIDA, a fines de los ´70 parece marcar el punto de inflexión. El surgimiento de esta enfermedad, seguido pronto de la aparición de alarmantes epidemias como las del SARS, Nipah, Hendra, Ebola, Chikungunya y Marburgo, así como la re-emergencia del dengue y la fiebre amarilla en el mundo subdesarrollado, y la extensión del Chagas como problema sanitario de los países ¨desarrollados¨ demostraron sin duda y de modo dramático la perenne vigencia de la infectología y de la Medicina Tropical. 

En la actualidad se acepta que la Medicina Tropical constituye un área de especialización multidisciplinaria dedicada al estudio de las enfermedades transmisibles específicas de las regiones tropicales, o que proliferan como consecuencia de la falta de sanitación o de la degradación de las condiciones higiénicas de las regiones templadas.

Las enfermedades emergentes, a su vez, son aquellas enfermedades infecciosas que aparecen en una población a la que antes no afectaban.

Enfermedades re-emergentes son aquéllas que ya existían, pero que  aumentan rápidamente en incidencia y/o en distribución geográfica. El síndrome pulmonar por hantavirus, la hepatitis C y el síndrome urémico hemolítico por E. coli enteropatógena son ejemplos recientes de enfermedades emergentes. La tuberculosis, el dengue, el cólera, la fiebre amarilla o la leptospirosis son ejemplos de enfermedades re-emergentes que están reapareciendo después de haber sido controladas durante mucho tiempo. En un sentido amplio de la palabra, la aparición de cepas hospitalarias multirresistentes constituye también un ejemplo de enfermedad emergente.

 

 

 

 ¿La prevalencia en nuestro medio, por qué factores está determinada?

 

No hay que confundir incidencia y prevalencia.

La incidencia se define como el número de casos nuevos que se desarrollan en una población durante un período de tiempo determinado. En las enfermedades infecciosas dependen de muchos factores, pero principalmente de la magnitud de la población sensible, de la proporción de la población sensible que se expone a la enfermedad, y de la proporción de los expuestos que desarrollan la enfermedad. La prevalencia en cambio se refiere a la proporción de individuos de una población que padecen una enfermedad en un momento o periodo de tiempo determinado.

La prevalencia depende de la incidencia y de la duración de la enfermedad: Enfermedades con poca incidencia, pero con tendencia a la cronicidad mostraran una mayor prevalencia que enfermedades con mayor incidencia pero de evolución muy corta. Por lo tanto, los cambios de prevalencia de un momento a otro pueden ser resultado de cambios en la incidencia, cambios en la duración de la enfermedad o ambos.

 

 

Tengo entendido que se está gestando un proyecto para el abordaje y manejo de las mismas en nuestro Hospital, ¿qué importancia le  merece este tópico y que posibilidades hay de que se lleve a cabo?

 

La Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario ha creado el Centro de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes, el cual dirijo en los aspectos científicos junto con la infectóloga Gilda Tamagno, quien es la co-directora para los aspectos médicos. El Centro tiene por objetivo la adquisición, conservación y transmisión de conocimientos relacionados a nuestra esfera de interés, mediante investigación y docencia de pre y post-grado, y ofrece su colaboración a otras instituciones científicas, académicas y gubernamentales.

Esta iniciativa de las actuales autoridades es muy meritoria si se tiene en cuenta que mientras en todo el mundo existe un creciente interés y alarma por la reaparición de enfermedades emergentes y nuevas enfermedades tropicales, en nuestro país sólo existen centros dedicados al estudio de estas patologías en Buenos Aires y en el Nordeste Argentino.

El Centro comienza sus actividades con la organización de un Curso 2008 de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes, y mediante la realización de actividades de investigación conjuntas con la 1ª Cátedra de Clínica Médica y con el Servicio de Clínica Médica dependiente de la misma.

También existe en proyecto la propuesta de creación de un servicio público de Medicina del Viajero, destinado no sólo a la asistencia de turistas, sino al servicio de las poblaciones de migrantes internos, inmigrantes y trabajadores golondrinas o aquellos que por sus actividades específicas (mineros, forestales, silvicultores, cazadores, pescadores, navegantes, petroleros, geólogos) se vean expuestos transitoriamente a ecosistemas hostiles y potencialmente infecciosos.

Esta propuesta surge de la íntima convicción de que la medicina del viajero no puede limitar su accionar al turismo, sino que debe atender a un real problema sanitario creado por la interrelación entre migraciones, exposición laboral a ecosistemas de riesgo y el regreso al medio urbano con el consiguiente riesgo de importar infecciones tropicales o exóticas.

Esta iniciativa ha surgido por inquietud de la infectóloga Patricia Lesnaberes, quien participa de la dirección ejecutiva del Centro de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes, y procura crear conciencia en las autoridades sanitarias acerca de la existencia de un verdadero vacío asistencial al respecto. 

 

 

Cómo miembro del CONICET, ¿qué mensaje o consejo le gustaría dejar a los médicos interesados en hacer investigación científica y técnica en nuestro medio?

 

Desde lo vocacional, la investigación científica es una actividad extremadamente gratificante,  con un alto contenido lúdico y un razonable nivel de reconocimiento social, pero que requiere una inversión enorme en términos de tiempo, tesón y desapego por las recompensas materiales.

Desde lo puramente práctico, quien desee dedicar su carrera a la investigación científica debe poseer necesariamente un fuerte llamado vocacional. Es importante entender que la decisión debe tomarse muy tempranamente en la vida, durante la etapa de estudiante, de ser posible, y que un promedio alto (superior a ocho) facilita notablemente la obtención de becas. En nuestro país, contra lo que parecen predicar día a día las voces derrotistas, existe un enorme aparato de ciencia y técnica en las más diversas áreas. El organismo más conocido, y tal vez el principal es el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet), que ofrece una Carrera del Investigador Científico con estabilidad y permanencia en la misma. Se accede a esta carrera mediante un concurso de oposición y antecedentes que se convoca anualmente y para el cual es prácticamente indispensable contar con un título de Doctor. Existen también becas doctorales que permiten realizar un doctorado en los años inmediatos tras la graduación, siendo indispensable para acceder a ellas tener menos de 28 años –o menos de 32 si se ha realizado una residencia médica-, un promedio elevado en la carrera y estar inscripto en una carrera de doctorado.

Nuestra Universidad cuenta también con una Carrera del Investigador Científico que pertenece al Consejo de Investigaciones (CIUNR), pero el ingreso a esta carrera lamentablemente no ha sido convocado desde 1993.


 

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