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Ricardo Iacub es Psicólogo, Psicoanalista, Docente de grado en Psicología de la Tercera Edad y Vejez, Facultad de Psicología, UBA, Docente de Posgrado en Psicogerontología Clínica y Social, Facultad de Psicología, UBA, Autor del libro "Amour et sexualite dans la vieillesse", Ed. Flamarion, París, Autor de "Proyectar la vida (el desafío de los mayores)", Manantial, Buenos Aires, Autor de “Erótica y Vejez (Perspectivas de Occidente)”, Paidós, Buenos Aires.

 

 
 

 

Entrevista sobre ancianidad a Ricardo Iacub por Jorgelina Presta y Paula Imhoff

 

1- Sigmund Freud decía que la psique corona el funcionamiento del organismo: ¿Crees que en la tercera edad hay una relación entre las enfermedades y el pensamiento de quienes se sienten enfermos  por atravesar esta etapa de la vida?


La relación que Freud planteó entre el cuerpo y la psique fue variando a lo largo del tiempo. Podríamos decir que esa psique fue cobrando autonomía en la medida que la energía psíquica o libido fue desprendiéndose de un enfoque fuertemente biológico y cuantitativo, propio de las lecturas de la segunda mitad del siglo XIX.

Lamentablemente la lectura de Freud sobre la vejez no varió demasiado y quedó preso del enfoque biológico y cuantitativo, tema que desarrollo en profundidad en mi libro Erótica y Vejez. Perspectivas de Occidente.

Ahora sí a tu pregunta, en principio hay diversas formas de relaciones:

La primera de ellas es la forma neurótica a través de la cual el cuerpo cobra un valor de objeto de cuidados debido a que se lo percibe como un constante enfermo, podríamos decir que la hipocondría se vuelve un rasgo que da forma a este tipo de relación que puede perturbar la posición subjetiva de los viejos. Sin olvidar que esta posición, muchas veces, y tenemos suficiente evidencia para decirlo, es una respuesta al desapego que realiza el sujeto de sus objetos de interés o amor o de perderse a si mismo como objeto de deseo.

En segunda instancia tenemos una lectura del fenómeno fuertemente social, ya que la nuestra es una sociedad que nos condena al padecimiento corporal en la medida que hizo de este un objeto de culto y fetiche, donde más que usarlo y disponerlo se nos llama a cuidarlo para que perdure, sea bello, sano, etc. Lo cual aparece con especial rigor para los viejos.

Por último tenemos que señalar que el cuerpo biológico puede afectar al pensamiento ya sea por ciertos deterioros demenciales, o en trastornos donde el dolor puede cronificarse o producir malestares que generen diversos niveles de discapacidad.

 
 

2-¿Por qué el imaginario de la vejez en el mundo occidental está ligado a la inactividad, a una suerte de entrada a un callejón oscuro?


No creo que esta sea una respuesta demasiado amplia al interior de nuestra cultura. La idea de la inactividad podemos notarla en Roma, donde se acusaba a los viejos de perezosos, aunque básicamente está ligada a la jubilación, la que por otro lado no es tan antigua. Pensemos que este tiempo de inactividad socialmente sostenida aparece en el siglo XIX, aunque recién hacia mediados del siglo XX se convierte en una política universal en algunos países, entre ellos el nuestro.

Es cierto que las condiciones físicas pueden llevar a que algunas actividades se limiten, de hecho muchos consideran que la jubilación es en parte una respuesta a un tipo de trabajo industrializado que requería mucha fuerza y rapidez que lo volvía poco apto para los viejos.

Creo que el tema más complejo es como se reemplaza la ética del trabajo por una del ocio. Para muchos el no tener la obligación de ir a trabajar es muy difícil de reemplazar por otras actividades, y muchas veces lo que es irremplazable es el mero sentido de la obligación y la disciplina que el trabajo implica.
 

 

3-¿Se relaciona esto con la idea de que la muerte está más cerca?


Es indudable que la muerte es un parámetro en la vida aunque siempre se encuentra matizado por las dimensiones culturales vigentes. El problema es cuando la jubilación u otras formas sociales que describen a la vejez la tornan en una muerte social.

Creo que la jubilación o la vejez pueden ser momentos de despliegue vital, tal como lo testimonia muchísima gente que desarrolla proyectos y pone el deseo en el juego de su vida hasta el último momento.

Los existencialistas veían la muerte como un acicate para la vida ya que al plantearnos la brevedad, nos empujan a la acción, la que de otra manera podría devenir en una letanía sin momentos precisos tal como la describió Borges en su cuento “Los inmortales”.

 

4-¿Qué tipo de vejez estamos teniendo?


Creo que como siempre hay vejeces, aunque es importante señalar que la actual, o la que nos impacta como distinta frente a un modelo tradicional, es la perspectiva posmoderna. Ésta se define por una borrosa diferenciación entre las edades. Es decir no tenemos referencias claras acerca de cómo es y qué hace un adulto mayor a diferencia de un adulto joven.

La lectura de la modernidad dividía más claramente como se vestía, qué actitudes sociales debía mostrar, etc. Es decir la edad era un marco de referencia cultural mucho más cierto que en la actualidad.

Meyrowitz dice que no sólo tenemos una sociedad unisex sino también uniage, es decir una edad. Las segmentaciones no deseadas aparecen como discriminadoras y la perspectiva de la vejez como cierre y retiro es cuestionada y criticada.

Las tendencias actuales son fuertemente optimistas y tienen una visión sobre la edad muy cercana a la de una minoría que reclama derechos frente a una sociedad discriminatoria.

También tenemos un fenómeno generacional. Los nuevos mayores son una cohorte que ha transitado otras épocas más libertarias por cierto, como fueron los 60 y los 70 y que profundizarán este sesgo posmoderno al que nos referíamos.
 

 

5-¿Cuál sería el ideal  y cómo podemos llegar a él?
 

Es difícil hablar de un ideal sin caer en estereotipos, aunque tampoco sea tan fácil deshacerse de ellos.  Indudablemente el estar activos y con cierta integración comunitaria facilita el desarrollo personal, mejora la autoestima y facilita la construcción de relaciones sociales que suelen implicar proyectos, encuentros, salidas, etc.

Es necesario aclarar que para que un individuo pueda hallar su espacio donde encontrar intereses, deseos, afectos suele ser necesario un anclaje en el otro, es decir redes sociales, familia, amigos, grupos. Donde la persona interactúe con el otro y donde sea posible que pasen cosas. La vida de muchos mayores se encuentra tan despoblada de personas relevantes que difícilmente puedan hallar alternativas.
 

 

6- ¿Qué cuestiones tiene que tener en cuenta una persona que ingresa en la tercera edad para ejercer una adultez placentera y feliz?

 

Cada día que pasa pienso que resulta necesario modificar la cultura del envejecimiento y que esta es una tarea de todos. No resulta fácil escapar de los condicionamientos que nos llevan a temer, negar y en algunos casos odiar la vejez. No es sencillo encontrar ideales positivos en esta etapa y creo que somos responsables como sociedad de construirlos.

Las vidas placenteras y felices en la vejez de todas maneras se dan y esto es lo que se llama “la paradoja del bienestar”, es decir, a pesar de todo lo negativo que se expresa la gente se las arregla para vivir bastante bien.

De todas maneras es importante atender ciertas condiciones socioeconómicas asociadas a mejores jubilaciones, libertad para elegir la jubilación, una mayor cultura del ocio que nos lleve a vivirlo de maneras más elegidas y creativas y fundamentalmente seguir sosteniendo la llama del erotismo, es decir una conexión con nuestros gustos e intereses.


 


 

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