Entrevista al Dr. Roberto Miguel
Cataldi Amatriain en oportunidad de la publicación
de su libro: “Educación Médica – ciencia, técnica y
arte”
Setiembre de 2008. Por Jorgelina Presta
¿Cómo y cuándo nació la idea de escribir “Educación Médica”?
Ya en 1993 publiqué “Hacia una nueva Educación
Médica”, y allí, hace 15 años planteaba temas que
hoy están en el candelero y que algunos expertos
parecen descubrir ahora. Mi metodología de trabajo
intelectual se remonta sistemáticamente a las
fuentes históricas, no en vano pertenezco a la
Escuela de Humanidades Médica de Madrid del Profesor
Pedro Laín Entralgo, para mí el mayor tratadista de
Historia de la Medicina del Siglo XX, y, ese
conocimiento suelo entrecruzarlo con las
observaciones y experiencias actuales. Por otra
parte, hace casi 30 años tuve un fuerte estímulo con
el Profesor Francisco Vilardell, entonces director
de Docencia del Ministerio de Salud de España y
presidente de la Organización Mundial de
Gastroenterología, a quien dedico este nuevo
trabajo.
Me resultaron muy enriquecedores todos los capítulos, pero en
particular: “La educación en valores”, “La
interdisciplinariedad”, y “Entre ser un buen médico
y un médico bueno”. ¿Cuál fue el capítulo que más le
agradó escribir o se sintió más identificado y por
qué?
No puedo decirle qué capítulo escribí con mayor
agrado o con el que más me identifico. Escribo desde
muy joven. Antes de graduarme de médico ya tenía una
vocación enciclopédica (tan criticada en nuestros
días) y una cultura humanística en plena formación
(el problema de las dos culturas). No hay duda que
este bagaje me ha ayudado mucho. Creo que la
educación en valores se ha convertido en un eslogan,
pues, en la práctica constituye una de las grandes
falencias. Los valores se viven, no se declaman como
hacen los políticos. Si el profesor no encarna los
valores es muy difícil que pueda trasmitirlos a sus
alumnos. Mi maestro de clínica, el Profesor Bernardo
Manzino, dio clases en el hospital durante 10 años
los domingos a las 10 de la mañana a todos aquellos
que estuviesen interesados… La interdisciplinariedad
es otro eslogan, ya que muchos la proclaman y no la
entienden, ni siquiera tienen la perspectiva
epistemológica de ella. Entre ser un buen médico o
un médico bueno nos remite al dilema de Shakespeare,
quien sin duda conocía muy bien la condición humana,
mucho antes que Malraux u Ortega y Gasset. Para mí
el hombre es una unidad, y esa dicotomía si se
plasma forma parte de las anomalías.
Considero a este libro una herramienta de gran valor
formativo para médicos, y especialmente para médicos
docentes. ¿Qué mensaje le gustaría dejar a los
lectores y a los colegas que visitan nuestro sitio
web?
Así como no cualquiera puede convertirse en
concertista de piano, piloto espacial o nadador de
fondo capaz de cruzar a nado el Canal de la Mancha,
con la Medicina sucede algo análogo. No cualquiera
puede ser médico. Aquí vocación y aptitud son dos
constantes insoslayables. Es necesario hablarle con
honestidad a la juventud. No creo que la inmensa
masa crítica que hoy estudia la carrera de médico
sea consciente de esto, o piense que con el título
en mano comenzará otra larga y esforzada etapa
formativa. No todos pueden desarrollar una mirada
clínica escrutadora, no todos tienen sentido común,
no todos disponen de habilidades innatas para
ciertos menesteres, no todos tienen vocación de
servicio… Yo tengo 36 años de médico, y día a día
continúo alimentando mi romance con la profesión, si
algún día se agota, lo mejor que puedo hacer por los
pacientes y también por los alumnos es dedicarme a
otra cosa que me brinde felicidad. La Medicina no es
un hobby, lo que no significa que uno no pueda
alimentar otras vocaciones, pero nuestra profesión
es muy absorbente. Siempre admiré la narrativa de
Antón Chéjov, quien era un médico práctico y
escritor comprometido nada menos que en la Rusia de
los Zares; él decía que cuando por las noches se
cansaba de su esposa (la medicina) se refugiaba en
su amante (la narrativa). La práctica asistencial y
la docencia médica deben articularse, no se puede
enseñar medicina si no se asisten diariamente a los
enfermos. Uno tiene que estar muy compenetrado con
lo que hace, de lo contrario cae en la iatrogenia.
Muchas gracias por su cordial atención Dr. Roberto
Cataldi Amatriain.
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