/  Rosario - Santa Fe - Argentina

 
 
     

 


 



Dra. Elisabetta Pagliarulo

Profesora de Historia egresada del Instituto Superior Nuestra Señora de la Misericordia de Rosario. Licenciada en Historia y Profesora de Enseñanza Superior y Universitaria en Historia, egresada de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario. UNR
Licenciada en Ciencias de la Educación egresada de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario. UNR
Doctora en Historia de la Universidad del Salvador en Buenos Aires
Profesora Titular, por concurso de antecedentes y oposición, de Historia del Arte, en el Profesorado de Castellano, Literatura y Latín del Instituto de Enseñanza Superior “Olga Cossettini” de Rosario, desde 10 de noviembre de 1983, continúa.
Profesora Titular de la Cátedra de Ciencias Sociales y su Didáctica, en el Profesorado de Educación Primaria (hoy de E.G.B. 1 y 2) en La Escuela Superior en Lenguas Vivas Normal Nº1, “Dr. Nicolás Avellaneda” de Rosario, desde abril de 1982, continua.
Profesora titular de Política e Historia y la Educación Argentina, en el Profesorado de Italiano,  en la Dante Alighieri de Rosario.
Profesora titular de Organización y Gestión Educativa, en el Profesorado de Italiano,  en la Dante Alighieri de Rosario.
Profesora de Metodología y Práctica de la Enseñanza, (Taller de Docencia IV) en el Profesorado de Historia y Educación Cívica, en el Instituto de Enseñanza Superior “Olga Cossettini” de Rosario, desde abril de 1991, continúa.
Profesora titular de la Cátedra de Metodología de la Investigación y Seminario, en el Profesorado de Educación Primaria (hoy de E.G.B. 1 y 2) en La Escuela Superior en Lenguas Vivas Normal Nº1, “Dr. Nicolás Avellaneda” de Rosario, desde abril de 1982, continúa.
Integrante del Banco de Tutores de proyectos de investigación educativa. Designación por la Disposición Nº 010/02 y Nº 029/03 de la Dirección Provincial de Educación Superior, Perfeccionamiento Docente, Programación y Diseño Curricular, a parir del 14 de mayo de 2003, continúa.
Investigador Referente
del Proyecto de investigación “La Gestión Educativa en el Tercer Ciclo de las escuelas con E.G.B. completa. Una mirada desde sus actores” desde junio de 2004, continúa.
Miembro Titular del Tribunal Examinador de la Tesis Doctoral
del Dr. Daniel Alejandro Capano, Facultad de Filosofía, Historia y Letras de la Universidad del Salvador, con sede en Buenos Aires. Resolución Decanal Nº 148/2005.

Ha dictado numerosas cursos, conferencias y seminarios sobre temas de su especialidad

 

 

 
 

 

Entrevista  a la Dra. Elisabetta Pagliarulo realizada por la Dra. Jorgelina Presta

 

Tema: Efectos terapéuticos de la escritura y de los cuentos con final feliz.

 

 

A pesar de lo familiar que nos resulta la palabra cuento, ¿Podría definir qué es para usted un cuento?

Un cuento es una auténtica forma literaria, con  una estructura propia, es una narración  corta que tiene la función de enumerar hechos que construyen una historia, es decir, tiene un planteo introductorio, un desarrollo y un cierre. Esta es una definición fría y formalista; en realidad, para mí un cuento es la posibilidad humana de expresar sentimientos y emociones, mediante metáforas, imágenes sensitivas, fantasía, imaginación, belleza, creatividad. Sus objetivos subyacentes son: recordar, difundir, compartir, comunicar, incentivar, jugar, dar afecto, porque tomarse el tiempo de contar, ya sea como creador o como relator es una forma de dar-se.

Además, contar  es una necesidad del ser humano, es decir, la narratividad es parte constitutiva de la estructura de su pensamiento, lo testimonia la antigüedad de su origen y la continuidad de sus producciones.

 

A partir de sus palabras puede inferirse como sinónimos cuento y narratividad. Sería esclarecedor establecer una diferenciación entre ambos conceptos.

Es verdad, el cuento constituye una estructura formal preestablecida, es decir un género literario. Algunos cuentos se han transformado en universales en la medida que se repiten de generación en generación, son cerrados en cuanto a su final, son clásicos en porque pretenden dejar una enseñanza, una moraleja, o un valor, ejemplos típicos de ellos son los cuentos de hadas. Siguiendo la evolución histórica, se comenzaron a escribir cuentos que abordan situaciones o casos particulares y que juegan dentro de un marco definido, generalmente tienen un final abierto.

La narratividad es la capacidad y la acción de contar, relatar secuencialmente, en todo caso, la narración se puede considerar como el arte de elaborar textos, cuya originalidad y  creatividad los hacen únicos y muchas veces se identifican con el perfil de su autor.

El cuento oral o escrito siempre implica la narratividad.

 

Queda claro qué es un cuento y su relación con la narratividad, pero, ¿Para qué sirve un cuento?

“El uso de los cuentos sirve: para el desarrollo de la creatividad, de la inteligencia, de las emociones, para estimular el lenguaje, el humor, para crecer, para discriminar fantasía de realidad, para aprender a dar y a recibir, para el desarrollo del arte, para sublimar, para jugar, para aprender a enfrentar conflictos, en fin, para desarrollar una identidad armónica” (Bruder, M. 2000). Todas estas funciones reconocidas del cuento pueden aplicarse no sólo al lector y a su receptor, es también importante escribir cuentos, especialmente si se convierten en autobiográficos, porque siempre proporcionan el placer de una válvula de escape de las presiones o traumas, en la mayoría de los casos inconscientes.  

 

¿Qué efectos terapéuticos produce escribir y por qué?

La narración oral y mucho más la escrita logra poner afuera, objetivar una situación traumática y de ese modo se promueven dos instancias: la primera, identificar los hechos inhibidos, ignorados del subconsciente, que se ponen en evidencia en el sujeto mediante sus efectos patógenos y segundo, poder hablar de ellos, esto implica dar respuestas de tipo cognitivas, en otras palabras, se logra racionalizar los traumas, y de este modo modificar la carga afectiva que conllevan,  dando lugar a una reorganización de los aspectos del problema.

Entonces la ecuación podría enunciarse así: a mayor inhibición de los traumas, mayores posibilidades de generar respuestas patológicas (mentales y/o físicas) y viceversa.

“El escribir evita que el estrés y la agresión acaparen la vida” (Bruder, M. 2004) Además, esta mediación permite que la enfermedad de un sujeto se manifieste y tenga algún sentido para los demás.

Muchas obras literarias, musicales, pictóricas, etcétera han tenido como punto de partida a un hecho que marcó un hito, un antes y un después en el transcurrir de una vida. Los traumas son las consecuencias de pérdidas de seres queridos, cambios afectivos, separaciones, problemas laborales, enfermedades crónicas, cirugías, guerras, inmigraciones, etcétera. No todos los que atraviesan por las situaciones mencionadas desembocan en traumas, depende de la incapacidad del sujeto de responder resilientemente, de su historia personal, de su personalidad, de su entorno social y afectivo y de los mediadores que utilice.

 

¿Qué son los cuentos terapéuticos?

“Se entiende  por cuento terapéutico a todo cuento escrito por un sujeto a partir de la situación traumática más dolorosa que haya vivido y cuyo conflicto concluye con final “feliz” o positivo; es decir que la situación traumática vivida en el pasado se resuelve positivamente en el cuento” (Bruder, 2004)

En todo cuento abierto, particular, cuya escritura se ve compelida por la presión que ejerce la situación traumática, los personajes son los diferentes aspectos del yo que están desplazados, expuestos como en una película, sueño o fotografía, de este modo el que cuenta no es el yo psicológico sino el yo narrativo. En este corrimiento, la observación del caso se hace más objetiva y menos dolorosa, al tener un final positivo se produce una identificación, con el personaje que logró terminar con el sufrimiento. De este modo se produce una reorganización psíquica, resultado de un proceso cognitivo y racional.

 

¿Ha vivido personalmente la experiencia de escribir un cuento terapéutico?

Si, no se olvide que soy inmigrante y que mi llegada a la Argentina se produce a una edad en que ya se han inscripto en el subconsciente muchos rasgos simbólicos, pertenecientes a una cultura y a una lengua determinada.

Escribí varios cuentos que narran los recuerdos de la infancia, pero pude hacerlo luego de mi decisión consciente de adoptar la nueva patria como propia y de una auto-aceptación como tal.

 

¿Cómo aplicar esta metodología o recurso?

Mi experiencia al respecto mayoritariamente se inscribe en el ámbito de la educación, específicamente en mi función de tutora. A través de los relatos de los alumnos, no sólo los conocemos mejor, también aliviamos sus traumas, porque comienzan a conocerse y, por lo tanto, aumenta su autoestima; podemos orientar a los otros decentes, y en especial a los padres, para ayudar a estos niños y jóvenes que sufren, muchas veces sin identificar su origen.

James Pennebaker, 1990; 1995; 2004; Arciero, G. 2004, entre otros, han aplicado e investigado los efectos de la escritura emocional o expresiva. (Publicados en Hojas Informativas de los Psicólogos de las Palmas, Nº 89, julio de 2006), ellos reconocen su importancia y también sus limitaciones. De hecho, es un recurso cuyos resultados son inferidos y considerados en un determinado momentos, merecerían mayor seguimiento y complementariedad con otros instrumentos de medición del bienestar psico-afectivo y emocional. Constituye un recurso más, disponible en manos de los psicólogos, los médicos clínicos, los docentes y los padres para poyar la evolución de los sujetos que presentan síntomas mentales, físicos o de interrelación social desajustada.

 

¿Qué sugerencias les haría a los médicos clínicos sobre el uso de la escritura terapéutica?

El gran secreto es inducir al enfermo a contar, narrar todo lo que pueda y en diferentes instancias; y la segunda condición que el médico esté dispuesto a escuchar intencionalmente (relatos orales y/o escritos).

También es muy útil que el médico pueda contarle a los enfermos casos parecidos a los suyos, que tuvieron una resolución positiva o aceptable, tratando de destacar, de enfatizar, los aspectos positivos que presentan a pesar de la enfermedad. La actitud del médico debería promocionar la autoestima del enfermo, con sus dolencias y sus limitaciones, quien llegaría a aceptar su situación si el entorno afectivo lo ayuda a sublimar sus sufrimientos.

La batería de procedimientos que se pueden implementar es amplia y diversificada, lo cual sugiere la selección para cada caso, su aplicación y la evaluación-acción para su ajuste permanente.


 

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