Entrevista a la Dra. Elisabetta Pagliarulo
realizada por la Dra. Jorgelina Presta
Tema: Efectos terapéuticos de la escritura y de los
cuentos con final feliz.
A pesar de lo familiar que nos resulta la palabra
cuento, ¿Podría definir qué es para usted un cuento?
Un cuento
es una auténtica forma literaria, con una
estructura propia, es una narración corta que tiene
la función de enumerar hechos que construyen una
historia, es decir, tiene un planteo introductorio,
un desarrollo y un cierre. Esta es una definición
fría y formalista; en realidad, para mí un cuento es
la posibilidad humana de expresar sentimientos y
emociones, mediante metáforas, imágenes sensitivas,
fantasía, imaginación, belleza, creatividad. Sus
objetivos subyacentes son: recordar, difundir,
compartir, comunicar, incentivar, jugar, dar afecto,
porque tomarse el tiempo de contar, ya sea como
creador o como relator es una forma de dar-se.
Además,
contar es una necesidad del ser humano, es decir,
la narratividad es parte constitutiva de la
estructura de su pensamiento, lo testimonia la
antigüedad de su origen y la continuidad de sus
producciones.
A partir de sus palabras puede inferirse como
sinónimos cuento y narratividad. Sería esclarecedor
establecer una diferenciación entre ambos conceptos.
Es verdad,
el cuento constituye una estructura formal
preestablecida, es decir un género literario.
Algunos cuentos se han transformado en universales
en la medida que se repiten de generación en
generación, son cerrados en cuanto a su final, son
clásicos en porque pretenden dejar una enseñanza,
una moraleja, o un valor, ejemplos típicos de ellos
son los cuentos de hadas. Siguiendo la evolución
histórica, se comenzaron a escribir cuentos que
abordan situaciones o casos particulares y que
juegan dentro de un marco definido, generalmente
tienen un final abierto.
La
narratividad es la capacidad y la acción de contar,
relatar secuencialmente, en todo caso, la narración
se puede considerar como el arte de elaborar textos,
cuya originalidad y creatividad los hacen únicos y
muchas veces se identifican con el perfil de su
autor.
El cuento
oral o escrito siempre implica la narratividad.
Queda claro qué es un cuento y su relación con la
narratividad, pero, ¿Para qué sirve un cuento?
“El uso de los
cuentos sirve: para el desarrollo de la creatividad,
de la inteligencia, de las emociones, para estimular
el lenguaje, el humor, para crecer, para discriminar
fantasía de realidad, para aprender a dar y a
recibir, para el desarrollo del arte, para sublimar,
para jugar, para aprender a enfrentar conflictos, en
fin, para desarrollar una identidad armónica” (Bruder,
M. 2000). Todas estas funciones reconocidas del
cuento pueden aplicarse no sólo al lector y a su
receptor, es también importante escribir cuentos,
especialmente si se convierten en autobiográficos,
porque siempre proporcionan el placer de una válvula
de escape de las presiones o traumas, en la mayoría
de los casos inconscientes.
¿Qué efectos terapéuticos produce escribir y por
qué?
La narración oral y
mucho más la escrita logra poner afuera, objetivar
una situación traumática y de ese modo se promueven
dos instancias: la primera, identificar los hechos
inhibidos, ignorados del subconsciente, que se ponen
en evidencia en el sujeto mediante sus efectos
patógenos y segundo, poder hablar de ellos, esto
implica dar respuestas de tipo cognitivas, en otras
palabras, se logra racionalizar los traumas, y de
este modo modificar la carga afectiva que
conllevan, dando lugar a una reorganización de los
aspectos del problema.
Entonces la
ecuación podría enunciarse así: a mayor inhibición
de los traumas, mayores posibilidades de generar
respuestas patológicas (mentales y/o físicas) y
viceversa.
“El escribir evita
que el estrés y la agresión acaparen la vida” (Bruder,
M. 2004) Además, esta mediación permite que la
enfermedad de un sujeto se manifieste y tenga algún
sentido para los demás.
Muchas
obras literarias, musicales, pictóricas, etcétera
han tenido como punto de partida a un hecho que
marcó un hito, un antes y un después en el
transcurrir de una vida. Los traumas son las
consecuencias de pérdidas de seres queridos, cambios
afectivos, separaciones, problemas laborales,
enfermedades crónicas, cirugías, guerras,
inmigraciones, etcétera. No todos los que atraviesan
por las situaciones mencionadas desembocan en
traumas, depende de la incapacidad del sujeto de
responder resilientemente, de su historia personal,
de su personalidad, de su entorno social y afectivo
y de los mediadores que utilice.
¿Qué son los cuentos terapéuticos?
“Se
entiende por cuento terapéutico a todo cuento
escrito por un sujeto a partir de la situación
traumática más dolorosa que haya vivido y cuyo
conflicto concluye con final “feliz” o positivo; es
decir que la situación traumática vivida en el
pasado se resuelve positivamente en el cuento” (Bruder,
2004)
En todo
cuento abierto, particular, cuya escritura se ve
compelida por la presión que ejerce la situación
traumática, los personajes son los diferentes
aspectos del yo que están desplazados, expuestos
como en una película, sueño o fotografía, de este
modo el que cuenta no es el yo psicológico sino el
yo narrativo. En este corrimiento, la observación
del caso se hace más objetiva y menos dolorosa, al
tener un final positivo se produce una
identificación, con el personaje que logró terminar
con el sufrimiento. De este modo se produce una
reorganización psíquica, resultado de un proceso
cognitivo y racional.
¿Ha vivido personalmente la experiencia de escribir
un cuento terapéutico?
Si, no se
olvide que soy inmigrante y que mi llegada a la
Argentina se produce a una edad en que ya se han
inscripto en el subconsciente muchos rasgos
simbólicos, pertenecientes a una cultura y a una
lengua determinada.
Escribí
varios cuentos que narran los recuerdos de la
infancia, pero pude hacerlo luego de mi decisión
consciente de adoptar la nueva patria como propia y
de una auto-aceptación como tal.
¿Cómo aplicar esta metodología o recurso?
Mi experiencia al
respecto mayoritariamente se inscribe en el ámbito
de la educación, específicamente en mi función de
tutora. A través de los relatos de los alumnos, no
sólo los conocemos mejor, también aliviamos sus
traumas, porque comienzan a conocerse y, por lo
tanto, aumenta su autoestima; podemos orientar a los
otros decentes, y en especial a los padres, para
ayudar a estos niños y jóvenes que sufren, muchas
veces sin identificar su origen.
James Pennebaker,
1990; 1995; 2004; Arciero, G. 2004, entre otros, han
aplicado e investigado los efectos de la escritura
emocional o expresiva. (Publicados en Hojas
Informativas de los Psicólogos de las Palmas, Nº 89,
julio de 2006), ellos reconocen su importancia y
también sus limitaciones. De hecho, es un recurso
cuyos resultados son inferidos y considerados en un
determinado momentos, merecerían mayor seguimiento y
complementariedad con otros instrumentos de medición
del bienestar psico-afectivo y emocional. Constituye
un recurso más, disponible en manos de los
psicólogos, los médicos clínicos, los docentes y los
padres para poyar la evolución de los sujetos que
presentan síntomas mentales, físicos o de
interrelación social desajustada.
¿Qué sugerencias les haría a los médicos clínicos
sobre el uso de la escritura terapéutica?
El gran secreto es
inducir al enfermo a contar, narrar todo lo que
pueda y en diferentes instancias; y la segunda
condición que el médico esté dispuesto a escuchar
intencionalmente (relatos orales y/o escritos).
También es muy útil
que el médico pueda contarle a los enfermos casos
parecidos a los suyos, que tuvieron una resolución
positiva o aceptable, tratando de destacar, de
enfatizar, los aspectos positivos que presentan a
pesar de la enfermedad. La actitud del médico
debería promocionar la autoestima del enfermo, con
sus dolencias y sus limitaciones, quien llegaría a
aceptar su situación si el entorno afectivo lo ayuda
a sublimar sus sufrimientos.
La batería
de procedimientos que se pueden implementar es
amplia y diversificada, lo cual sugiere la selección
para cada caso, su aplicación y la evaluación-acción
para su ajuste permanente. |