/  Rosario - Santa Fe - Argentina

 
 
     

 


 


Dr. Carlos Alberto Yelín

 

·       Medico: 1964

·       Jefe de trabajos Prácticos. 1966

·       Jefe de Clínica Sala 12 Hosp. Centenario.1968.

·       Doctor en Medicina 1970

·       Prof. Adj. Clínica Médica 1972

·       Sub-Director Académico Carrera del Doctorado 2001.

 

 

 
 

 

Entrevista al Dr. Carlos Alberto Yelín:”Por qué somos clínicos los clínicos?”

 

Dr Yelín, ¿Qué lo motivó a escribir el artículo publicado en INTRAMED (agosto2010)”¿Por qué somos clínicos los clínicos?”

 

Tal como lo describo en la nota, siempre me asombró, percibir la desazón, y la perplejidad de los ocasionales interlocutores, cuando luego de ser identificado como médico, e interrogado acerca de la especialidad, les contestaba simplemente “clínico”.  Era como si quedaran desorientados, inhibidos para continuar la conversación. Jamás, a fuerza de ser sincero, me felicitaron por la elección. Nadie, cualquiera fuese la extracción social, o el nivel educativo, me alentó por la elección. Y ya pasaron 47 años. Además, siempre percibía, en ese fortuito interlocutor, una especie de desencanto, o desconcierto que se resumía en la frase que  traducía en su mirada:….”pobre, se tuvo que quedar en clínico”…Por el contrario, y entendiendo plenamente el significado de nuestra actividad,  cambiaban su apreciación, quienes identificaban el buen resultado que habían logrado al consultarnos. O sea, luego de una extensa recorrida por especialistas, encontraban la clave de su problema con una simple pero prolija entrevista, y con un resultado exitoso fruto de una visión ampliada e integradora de su problema.

Pero eso es el análisis del disparador. En el artículo reflexiono sobre el  encanto de la complejidad, sobre los logros de la semiología. Recalco nuestra tendencia a ser cautos y criteriosos en la solicitud de los estudios complementarios, además de nuestra natural predisposición a respetar las inquietudes del paciente, y comprender la problemática psico-social que lo acompaña.

 

 

¿Cómo surgió en ud. la elección de esta maravillosa especialidad?

 

En la etapa del inicio de la carrera, (1957), éramos pocos los ingresantes. Teníamos ocasión en el ciclo clínico, de, por ejemplo, atender 6 partos, ayudar en 20 cirugías, tener 18 pacientes a nuestra exclusiva dedicación en el practicanato, o hacer trabajos prácticos en grupos de solo 4 en Semiología, Medicina Interna, o Clínica Médica. Era como “palpar” todo, y sentir a flor de piel las preferencias. El “ñato”, Profesor Juan Martínez, titular de Clínica Médica, jugó un importante papel en mi decisión.  Me encantaba su modo de ser, el trato con el paciente, el placer que experimentaba al lado de la cama del enfermo, el preferir siempre estar en la trinchera y no subido a los estrados de la sapiencia. La dedicación era el perfil fundamental de su quehacer medico. Describo con amplitud, mi vinculo con él, en un artículo del N° 73 del año 2007, páginas 92-94, de la Revista Médica de Rosario. Aunque nuestra especialidad puede ser denominada maravillosa, me atrevo, respetuosamente, a preferir describirla como, encantadora, apasionante, humana, con el agregado de su amplitud extensa pero atrapante. Cuando uno dice “maravillosa”, adjetiva una actividad que casi no tiene perfiles conflictivos.  Y a los internistas  nos toca vivir, demasiado solitariamente, los misterios de los pacientes. Sufrir en soledad la decisión de suspender la anticoagulación en un anciano que tiene episodios de fibrilación auricular, pero que sangró varias veces con un RIN de 1.8, que no lo protege demasiado. Conmovernos por el llanto de un paciente que no quiere intervenirse, pero si por sus argumentos decidimos apoyarlo, quizá comprometemos el futuro evolutivo de la enfermedad. Aceptar con frustración y tristeza, la decisión de quienes deciden someterse a experimentar medicinas alternativas absurdas, en la que no creemos y con las cuales tampoco comulgamos. Y como éstos, son innumerables los ejemplos que dejan un sabor a desesperanza, y que le restan maravilla a nuestra actividad.

 

 

¿Cómo cree que podríamos enseñarle a la población general que la clínica médica es una especialidad, y que es fundamental que cada individuo tenga su clínico, su médico de cabecera?

 

Tengo la impresión que más que “enseñarle”  lo útiles que eventualmente podemos ser en la facilitación de la tarea médica, debiéramos demostrarle con los resultados, nuestra importancia fundamental. En un segundo artículo, también publicado en Intramed, el 4 de Abril de 2011, reflexiono sobre la clínica y la especialidad de medicina interna. Creo que la pregunta sobre el “médico de cabecera” es muy pertinente, pero no estoy muy convencido con referencia a la denominación. En ocasiones, los pacientes suelen ser muy claros y usan con perfecta justedad la denominación. Dicen, “no pienso hacerme ningún estudio sin consultar antes con mi médico de cabecera…” Y están refiriéndose a su médico clínico. En ése artículo me planteo las dudas sobre esa cuestión sobre todo, en lo referido a los malos ejemplos de algunos sistemas de salud, en los que el médico de cabecera es un derivador. Es el caso entre nosotros en la atención de jubilados. Me gusta hablar mejor como el médico consejero, orientador, confiable en cualquier instancia, y a quien se puede consultar de cualquier tema de la Medicina. Hace muchos años, que mi principal fuente de recomendación, no es ni mi prestigio, ni mis títulos, ni otro profesional, sino la recomendación de los propios pacientes que resolvieron sus dificultades, con una consulta abarcativa. Quizá, ésa sea la respuesta. Sepamos aclarar al paciente sus dudas y angustia no resuelta, y hablarán por nosotros.

 

 

¿Cómo debería ser el vínculo que se genera entre el clínico y el paciente?

 

Crear un vínculo fuerte con el paciente, constituye el recurso terapéutico más poderoso. Para ello, aparte de la amplitud de nuestro conocimiento, deberemos aportar una fuerte dosis de cultura humanística. Eso nos permite conseguir resortes de contacto que perpetúan la relación entre el paciente y nosotros. Para ello debiéramos conocer sus inquietudes, y sus entusiasmos. Sin pretensiones freudianas, sólo formarnos una idea aproximada de lo que espera de su salud, cuánto puede hacer por ella, y cuánto le importa cuidarla. La franqueza en el trato, la transparencia en la conducta, el evitar que las decisiones sean exclusivamente nuestras, y por el contrario predominantemente aportadas por ellos, modela un vinculo que no se rompe, aún en circunstancias eventuales y esperables, como ocurre en el error diagnóstico  o en la conducta terapéutica inapropiada.

 

 

Con respecto al examen físico, además de ser un importante método diagnóstico, ¿Qué importancia tiene en la relación médico-paciente? ¿Es terapéutico?

 

El enojo más habitual, que expresan los pacientes sobre la tarea de un médico precedente es ”no me tocó”. Es algo que nunca disculpan ni justifican. Si tuviese que encontrar las razones de mi buen desempeño profesional, diría que es una trilogía: 1° Vinculo, 2° una buena “escucha, y 3° un examen prolijo.

Debo ser sincero. Para ello, se necesita un tiempo de consulta, que trato de ofrecer, por no haber podido continuar dentro del sistema de obras sociales y prepagas, dado que  me obligaban a reducir el tiempo de consulta .Generar una actitud de rechazo a esa forma de limitación tuvo como consecuencia mi salida  del sistema. La droga que más he utilizado en la vida profesional, es la “droga-médico”, y esa sí que es maravillosa, de tolerancia perfecta, sin efectos adversos, y con resultados inesperados por lo exitosos, por quienes la utilizamos.

 

 

¿Cómo cree que podríamos revalorizar el rol del CLÍNICO?

 

Es difícil que, en una etapa de resonante y mediático éxito en las investigaciones realizadas por superespecialistas,  el público en general piense demasiado en nosotros. Es raro que un periodista divulgador de temas médicos consulte a un médico clínico. Uno de cada 10 pacientes de un consultorio nuestro viene por cefalea. Jamás se le ocurriría a un medio gráfico, radial, o televisivo, consultarnos a nosotros por la solución o el enfoque de la problemática del dolor de cabeza. Alguna vez, hace un par de años, tuve una larga entrevista televisiva, sobre la importancia del clínico en la sociedad. Nunca me enteré de alguna otra. Recuerdo que el plan de estudio que me tocó cursar, estaba cimentado en la semiología, (un año), la medicina interna, (un año), y clínica médica, (dos años),y que fue modificado en forma intempestiva, por  un cambio curricular que convenía a los titulares, para así enseñar cardiología, respiratorio, reumatología, y las demás, especialidades, en los años académicos subsiguientes, (duró 30 años). Ninguno de los clínicos a cargo de las cátedras, alzaron la voz de protesta. Ninguna otra escuela de medicina tenía, ni tiene un plan similar, de aprendizaje por especialidades. Lo menciono, como ejemplo de que si no nos ocupamos los clínicos de revalorizar la importancia de nuestra especialidad, menos se ocuparán los demás. En el año 76, luego de promover un cambio curricular para el retorno de la semiología y las materias clínicas, fui dado de baja por el proceso militar, al adjudicarme tener una actitud democrática con los estudiantes y pretender generar una modificación pedagógica, presente en la mayoría de las escuelas de Medicina del país, y del exterior, en ese momento y en la actualidad.

 

 

¿Cuál es su función en el doctorado, podría explicarnos la importancia del mismo en el médico?

 

Me encargo fundamentalmente, de la actividad académica. La organización de los cursos del Módulo I, que incluyen: Epistemología, Bioética, Metodología de la investigación, y Transferencia del conocimiento

Dirijo y dicto el curso de Taller de Tesis. Además, analizo y evalúo, los proyectos de tesis para el ingreso de los postulantes a la carrera. La tesis, que configura la tarea final, y la expresión que resume la comprensión que el  doctorando desarrolló al realizar los cursos, es un trabajo científico, como los que hacemos en nuestra trayectoria profesional, con algunos perfiles que lo identifican. Debe ser original, y un aporte trascendente para la información científica. La actividad Universitaria incluye aparte de la formación de profesionales, la atención de los pacientes en los hospitales universitarios y la creación de  conocimientos. Resumiendo diría que quien puede conformar una tesis exitosa, ha desarrollado las aptitudes necesarias, para hacer cualquier estudio o trabajo científico, cumpliendo todas las exigencias que cualquier revista o foro científico pueda pretender.

 

 

¿Cuáles son los pasos a seguir para aquel médico, que habiendo terminado su especialidad, quiera comenzar con el mismo?

 

Como se trata de un posgrado, hay reglamentaciones a las que atenerse pero, lo fundamental, es elaborar un proyecto de tesis, que sea adecuado. Ello incluye, 1° la factibilidad de su concreción, 2° partir de una hipótesis que intente responder a una pregunta que el interesado se formuló, 3° tener alguna trayectoria en el tema, 4° elegir un director  de tesis, (que debe ser doctor), que pueda colaborar dinámicamente en la formulación, 5° saber que la hipótesis propuesta puede ser falsada, y con ello obtener un logro mayor que la simple corroboración del proyecto. Finalmente entender que constituirá un hito trascendental en toda su trayectoria profesional, para adquirir el máximo título académico.

 

   

Muchas gracias Dr. Yelín por concedernos esta nota, y felicitaciones por su artículo (INTRAMED- 24-08-10), recomiendo a todos la lectura del mismo.

Dra. J. Presta.

 


 

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