Entrevista al
Dr. Carlos Alberto Yelín:”Por qué somos clínicos los
clínicos?”
Dr Yelín, ¿Qué lo motivó a escribir el artículo
publicado en INTRAMED (agosto2010)”¿Por qué somos
clínicos los clínicos?”
Tal como lo describo en la nota, siempre me asombró,
percibir la desazón, y la perplejidad de los
ocasionales interlocutores, cuando luego de ser
identificado como médico, e interrogado acerca de la
especialidad, les contestaba simplemente “clínico”.
Era como si quedaran desorientados, inhibidos para
continuar la conversación. Jamás, a fuerza de ser
sincero, me felicitaron por la elección. Nadie,
cualquiera fuese la extracción social, o el nivel
educativo, me alentó por la elección. Y ya pasaron
47 años. Además, siempre percibía, en ese fortuito
interlocutor, una especie de desencanto, o
desconcierto que se resumía en la frase que
traducía en su mirada:….”pobre, se tuvo que quedar
en clínico”…Por el contrario, y entendiendo
plenamente el significado de nuestra actividad,
cambiaban su apreciación, quienes identificaban el
buen resultado que habían logrado al consultarnos. O
sea, luego de una extensa recorrida por
especialistas, encontraban la clave de su problema
con una simple pero prolija entrevista, y con un
resultado exitoso fruto de una visión ampliada e
integradora de su problema.
Pero eso es el análisis del disparador. En el
artículo reflexiono sobre el encanto de la
complejidad, sobre los logros de la semiología.
Recalco nuestra tendencia a ser cautos y criteriosos
en la solicitud de los estudios complementarios,
además de nuestra natural predisposición a respetar
las inquietudes del paciente, y comprender la
problemática psico-social que lo acompaña.
¿Cómo surgió en ud. la elección de esta maravillosa
especialidad?
En la etapa del inicio de la carrera, (1957), éramos
pocos los ingresantes. Teníamos ocasión en el ciclo
clínico, de, por ejemplo, atender 6 partos, ayudar
en 20 cirugías, tener 18 pacientes a nuestra
exclusiva dedicación en el practicanato, o hacer
trabajos prácticos en grupos de solo 4 en
Semiología, Medicina Interna, o Clínica Médica. Era
como “palpar” todo, y sentir a flor de piel las
preferencias. El “ñato”, Profesor Juan Martínez,
titular de Clínica Médica, jugó un importante papel
en mi decisión. Me encantaba su modo de ser, el
trato con el paciente, el placer que experimentaba
al lado de la cama del enfermo, el preferir siempre
estar en la trinchera y no subido a los estrados de
la sapiencia. La dedicación era el perfil
fundamental de su quehacer medico. Describo con
amplitud, mi vinculo con él, en un artículo del N°
73 del año 2007, páginas 92-94, de la Revista Médica
de Rosario. Aunque nuestra especialidad puede ser
denominada maravillosa, me atrevo, respetuosamente,
a preferir describirla como, encantadora,
apasionante, humana, con el agregado de su amplitud
extensa pero atrapante. Cuando uno dice
“maravillosa”, adjetiva una actividad que casi no
tiene perfiles conflictivos. Y a los internistas
nos toca vivir, demasiado solitariamente, los
misterios de los pacientes. Sufrir en soledad la
decisión de suspender la anticoagulación en un
anciano que tiene episodios de fibrilación
auricular, pero que sangró varias veces con un RIN
de 1.8, que no lo protege demasiado. Conmovernos por
el llanto de un paciente que no quiere intervenirse,
pero si por sus argumentos decidimos apoyarlo, quizá
comprometemos el futuro evolutivo de la enfermedad.
Aceptar con frustración y tristeza, la decisión de
quienes deciden someterse a experimentar medicinas
alternativas absurdas, en la que no creemos y con
las cuales tampoco comulgamos. Y como éstos, son
innumerables los ejemplos que dejan un sabor a
desesperanza, y que le restan maravilla a nuestra
actividad.
¿Cómo cree que podríamos enseñarle a la población
general que la clínica médica es una especialidad, y
que es fundamental que cada individuo tenga su
clínico, su médico de cabecera?
Tengo la impresión que más que “enseñarle” lo
útiles que eventualmente podemos ser en la
facilitación de la tarea médica, debiéramos
demostrarle con los resultados, nuestra importancia
fundamental. En un segundo artículo, también
publicado en Intramed, el 4 de Abril de 2011,
reflexiono sobre la clínica y la especialidad de
medicina interna. Creo que la pregunta sobre el
“médico de cabecera” es muy pertinente, pero no
estoy muy convencido con referencia a la
denominación. En ocasiones, los pacientes suelen ser
muy claros y usan con perfecta justedad la
denominación. Dicen, “no pienso hacerme ningún
estudio sin consultar antes con mi médico de
cabecera…” Y están refiriéndose a su médico clínico.
En ése artículo me planteo las dudas sobre esa
cuestión sobre todo, en lo referido a los malos
ejemplos de algunos sistemas de salud, en los que el
médico de cabecera es un derivador. Es el caso entre
nosotros en la atención de jubilados. Me gusta
hablar mejor como el médico consejero, orientador,
confiable en cualquier instancia, y a quien se puede
consultar de cualquier tema de la Medicina. Hace
muchos años, que mi principal fuente de
recomendación, no es ni mi prestigio, ni mis
títulos, ni otro profesional, sino la recomendación
de los propios pacientes que resolvieron sus
dificultades, con una consulta abarcativa. Quizá,
ésa sea la respuesta. Sepamos aclarar al paciente
sus dudas y angustia no resuelta, y hablarán por
nosotros.
¿Cómo debería ser el vínculo que se genera entre el
clínico y el paciente?
Crear un vínculo fuerte con el paciente, constituye
el recurso terapéutico más poderoso. Para ello,
aparte de la amplitud de nuestro conocimiento,
deberemos aportar una fuerte dosis de cultura
humanística. Eso nos permite conseguir resortes de
contacto que perpetúan la relación entre el paciente
y nosotros. Para ello debiéramos conocer sus
inquietudes, y sus entusiasmos. Sin pretensiones
freudianas, sólo formarnos una idea aproximada de lo
que espera de su salud, cuánto puede hacer por ella,
y cuánto le importa cuidarla. La franqueza en el
trato, la transparencia en la conducta, el evitar
que las decisiones sean exclusivamente nuestras, y
por el contrario predominantemente aportadas por
ellos, modela un vinculo que no se rompe, aún en
circunstancias eventuales y esperables, como ocurre
en el error diagnóstico o en la conducta
terapéutica inapropiada.
Con respecto al examen físico, además de ser un
importante método diagnóstico, ¿Qué importancia
tiene en la relación médico-paciente? ¿Es
terapéutico?
El enojo más habitual, que expresan los pacientes
sobre la tarea de un médico precedente es ”no me
tocó”. Es algo que nunca disculpan ni justifican. Si
tuviese que encontrar las razones de mi buen
desempeño profesional, diría que es una trilogía: 1°
Vinculo, 2° una buena “escucha, y 3° un examen
prolijo.
Debo ser sincero. Para ello, se necesita un tiempo
de consulta, que trato de ofrecer, por no haber
podido continuar dentro del sistema de obras
sociales y prepagas, dado que me obligaban a
reducir el tiempo de consulta .Generar una actitud
de rechazo a esa forma de limitación tuvo como
consecuencia mi salida del sistema. La droga que
más he utilizado en la vida profesional, es la
“droga-médico”, y esa sí que es maravillosa, de
tolerancia perfecta, sin efectos adversos, y con
resultados inesperados por lo exitosos, por quienes
la utilizamos.
¿Cómo cree que podríamos revalorizar el rol del
CLÍNICO?
Es difícil que, en una etapa de resonante y
mediático éxito en las investigaciones realizadas
por superespecialistas, el público en general
piense demasiado en nosotros. Es raro que un
periodista divulgador de temas médicos consulte a un
médico clínico. Uno de cada 10 pacientes de un
consultorio nuestro viene por cefalea. Jamás se le
ocurriría a un medio gráfico, radial, o televisivo,
consultarnos a nosotros por la solución o el enfoque
de la problemática del dolor de cabeza. Alguna vez,
hace un par de años, tuve una larga entrevista
televisiva, sobre la importancia del clínico en la
sociedad. Nunca me enteré de alguna otra. Recuerdo
que el plan de estudio que me tocó cursar, estaba
cimentado en la semiología, (un año), la medicina
interna, (un año), y clínica médica, (dos años),y
que fue modificado en forma intempestiva, por un
cambio curricular que convenía a los titulares, para
así enseñar cardiología, respiratorio, reumatología,
y las demás, especialidades, en los años académicos
subsiguientes, (duró 30 años). Ninguno de los
clínicos a cargo de las cátedras, alzaron la voz de
protesta. Ninguna otra escuela de medicina tenía, ni
tiene un plan similar, de aprendizaje por
especialidades. Lo menciono, como ejemplo de que si
no nos ocupamos los clínicos de revalorizar la
importancia de nuestra especialidad, menos se
ocuparán los demás. En el año 76, luego de promover
un cambio curricular para el retorno de la
semiología y las materias clínicas, fui dado de baja
por el proceso militar, al adjudicarme tener una
actitud democrática con los estudiantes y pretender
generar una modificación pedagógica, presente en la
mayoría de las escuelas de Medicina del país, y del
exterior, en ese momento y en la actualidad.
¿Cuál es su función en el doctorado, podría
explicarnos la importancia del mismo en el médico?
Me encargo fundamentalmente, de la actividad
académica. La organización de los cursos del Módulo
I, que incluyen: Epistemología, Bioética,
Metodología de la investigación, y Transferencia del
conocimiento
Dirijo y dicto el curso de Taller de Tesis. Además,
analizo y evalúo, los proyectos de tesis para el
ingreso de los postulantes a la carrera. La tesis,
que configura la tarea final, y la expresión que
resume la comprensión que el doctorando desarrolló
al realizar los cursos, es un trabajo científico,
como los que hacemos en nuestra trayectoria
profesional, con algunos perfiles que lo
identifican. Debe ser original, y un aporte
trascendente para la información científica. La
actividad Universitaria incluye aparte de la
formación de profesionales, la atención de los
pacientes en los hospitales universitarios y la
creación de conocimientos. Resumiendo diría que
quien puede conformar una tesis exitosa, ha
desarrollado las aptitudes necesarias, para hacer
cualquier estudio o trabajo científico, cumpliendo
todas las exigencias que cualquier revista o foro
científico pueda pretender.
¿Cuáles son los pasos a seguir para aquel médico,
que habiendo terminado su especialidad, quiera
comenzar con el mismo?
Como se trata de un posgrado, hay reglamentaciones a
las que atenerse pero, lo fundamental, es elaborar
un proyecto de tesis, que sea adecuado. Ello
incluye, 1° la factibilidad de su concreción, 2°
partir de una hipótesis que intente responder a una
pregunta que el interesado se formuló, 3° tener
alguna trayectoria en el tema, 4° elegir un
director de tesis, (que debe ser doctor), que pueda
colaborar dinámicamente en la formulación, 5° saber
que la hipótesis propuesta puede ser falsada, y con
ello obtener un logro mayor que la simple
corroboración del proyecto. Finalmente entender que
constituirá un hito trascendental en toda su
trayectoria profesional, para adquirir el máximo
título académico.
Muchas gracias Dr. Yelín por concedernos esta nota,
y felicitaciones por su artículo (INTRAMED-
24-08-10), recomiendo a todos la lectura del mismo.
Dra. J. Presta.
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