Introducción
La problemática que acarrea la aparición de fiebre en un
paciente con lupus eritematoso sistémico (LES) es
compleja y a menudo requiere de un enfoque
interdisciplinario entre el internista y otras
especialidades de la Medicina Interna.
La fiebre constituye un motivo de consulta frecuente en el
paciente lúpico. Por ejemplo, en un estudio de J.
Rojas-Serrano (1), la fiebre abarcaba el 14,4% de
180 consultas de pacientes con lupus a una unidad de
emergencias; siendo la causa individual más frecuente,
seguida por otras como artralgias, dolor abdominal,
síntomas respiratorios, dolor torácico, etc. Otra serie
(2) observó la presencia de fiebre en el 16,6% de
1.000 pacientes lúpicos durante un período de
seguimiento de 10 años. Para confirmar la aseveración de
que la fiebre es frecuente en los pacientes con LES,
podemos mencionar los trabajos de A. Rodríguez García
(3) y E. L. Dobois (4) que observaron la presencia
de fiebre en más del 80% de los pacientes lúpicos en
algún momento de su enfermedad. Al detectarse fiebre en
un paciente con LES los dos principales diagnósticos
sospechados son la presencia de una infección o bien,
que la fiebre sea secundaria a actividad del lupus.
Mucho menos frecuentemente, la fiebre se debe a algún
evento trombótico, especialmente en pacientes con LES y
síndrome antifosfolipídico o a un efecto colateral de la
medicación.