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Dr. Roberto F. Gallo


 

 

Polimedicación en el Adulto Mayor.


 

El envejecimiento de la población mundial es un indicador de la mejora de la salud en el mundo según la Organización Mundial de la Salud; sin embargo, estas ventajas van acompañadas de desafíos sanitarios para este nuevo siglo. Entre ellos, la prestación de servicios de salud eficaces, siendo crucial el de atención primaria a nivel comunitario para las personas de edad.

Los principales problemas de salud que afectan a las personas mayores se deben a enfermedades crónicas no transmisibles. En la actualidad, las principales causas de muerte son las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades pulmonares crónicas, mientras que las causas más comunes de discapacidad son el déficit visual, la demencia, la pérdida auditiva y la artrosis. Ese cambio demográfico tiene diversas consecuencias para la salud pública. El aumento de la esperanza de vida de la población y el amplio arsenal farmacoterapéutico existente en la actualidad como consecuencia de los avances en investigación en salud, han promovido un mayor uso de fármacos en adultos mayores. Prescribir medicación es cada vez más difícil y complejo. El riesgo inherente de las reacciones adversas e interacciones ha aumentado debido a la complejidad farmacológica de las drogas modernas, el envejecimiento de la población y la creciente polifarmacia o a la sobremedicación.

Aunque el término polimedicación ha evolucionado con el tiempo y se usa con frecuencia con varios significados en diferentes situaciones, la definición básica es cuando se prescriben o se toman más medicamentos de los que son clínicamente apropiados1 . El número específico de medicamentos no es en sí mismo indicativo de polimedicación, ya que todos los medicamentos pueden ser clínicamente necesarios y apropiados para el paciente; sin embargo, a medida que aumenta el número de medicamentos prescriptos, también lo hace la posibilidad de polimedicación.

Un fármaco se considera adecuado o apropiado si existen evidencias claras que apoyan su uso en una indicación determinada, es bien tolerado en la mayoría de los pacientes y su relación costo/efectividad es favorable.

Se consideran prescripciones potencialmente inapropiadas aquellas cuyo beneficio clínico es inferior al riesgo de sufrir efectos adversos, tanto por la utilización de los 2 fármacos con mayor frecuencia o duración de la indicada según la ficha técnica, como por presentar un elevado riesgo de interacciones medicamento-medicamento o medicamentoenfermedad, así como cuando se trata de fármacos duplicados con el mismo mecanismo de acción.

La prescripción inapropiada de medicación depende de factores asociados al paciente, al prescriptor y al sistema sanitario. Las necesidades clínicas del paciente deben ser el primer determinante en la toma de decisiones sobre la prescripción, por lo que se deben promover terapias basadas en la evidencia y que minimicen el uso de fármacos no necesarios, de evidencia cuestionable2 .

ENVEJECIMIENTO Y FARMACOLOGÍA

Farmacodinamia

Los estudios sobre las modificaciones fármacodinámicas en el anciano, han demostrado que los receptores sufren modificaciones tanto en su número como en su sensibilidad y la respuesta celular, así como otras modificaciones en el sistema nervioso central, periférico y autónomo en algunas de las enfermedades que afectan a estas edades, modificando la respuesta a determinados medicamentos. Así, se observó que por alteración de los receptores, hay una mayor sensibilidad a fármacos que actúan sobre el SNC como sedantes, benzodiacepinas (midazolam, diazepam) y analgésicos potentes (opiáceos); una menor cantidad de receptores betaadrenérgicos y menor síntesis de AMPc, provocan una menor respuesta a fármacos estimuladores y bloqueantes de estos receptores. También se ha observado que la aterosclerosis en los ancianos induce una respuesta hemostática menor, así como la disminución de los factores de la coagulación y aumento de fragilidad capilar, acrecientan el riesgo de hemorragia tras la administración de fármacos anticoagulantes. La disfunción del sistema nervioso autónomo provoca hipotensión ortostática, disfunción intestinal, disfunción vesical, alteración de la termorregulación (hipertermia con neurolépticos), disfunción cognitiva, alteración de la estabilidad postural (caídas con sedantes), intolerancia a la glucosa e inmunodeficiencia. Las consecuencias de estos trastornos exponen al anciano a síncope y caídas con fármacos como los antihipertensivos, los neurolépticos y antidepresivos tricíclicos. Retención urinaria y constipación son comunes con medicamentos que tienen propiedades anticolinérgicas.

Farmacocinética

La farmacocinética estudia la absorción, distribución, metabolismo y excreción de los medicamentos. Todos estos procesos están alterados en mayor o menor medida en el anciano. La absorción enteral de un fármaco está determinada por su solubilidad, la dosis, el flujo sanguíneo y la motilidad gastrointestinal. A partir de los 65 años, se producen cambios morfológicos y fisiológicos que pueden modificar la absorción de un medicamento, tales como: aumento del pH gástrico, retraso en la velocidad de vaciamiento gástrico, disminución del flujo sanguíneo esplácnico, disminución de la motilidad intestinal y de la superficie de absorción. La mayoría de los fármacos se absorben a través de difusión pasiva y es mínimamente afectada por el envejecimiento, pero los procesos que sí se pueden trastocarse son los relacionados con el transporte activo y por ende, la biodisponibilidad.

En relación a la distribución, una vez que el fármaco se ha absorbido, se vehiculiza a todo el organismo por vía sanguínea desde el lugar de ingreso al líquido extravascular, de modo reversible (distribución) o irreversible (eliminación). Con el envejecimiento se producen cambios que afectan a la distribución de los fármacos como modificaciones de la composición corporal: aumento del tejido adiposo, disminución de la masa muscular, disminución del agua corporal total, disminución del agua extracelular, disminución de la albúmina entre otros. La disminución del peso corporal, del agua, de la albúmina, del flujo sanguíneo de los órganos, del rendimiento cardíaco y aumento de los depósitos grasos, pueden dar lugar a que fármacos liposolubles (lipofílicos) como la lidocaína y las benzodiacepinas tengan un volumen de distribución aumentado y se acumulen en mayor proporción en el tejido graso. Por el contrario fármacos hidrosolubles (hidrofílicos) como el paracetamol, tienen menor volumen de distribución.

El metabolismo o biotransformación, se define como los cambios que se producen en las moléculas de los fármacos mediante la acción de sistemas enzimáticos que se encuentran localizados en distintos lugares del organismo, principalmente el hígado. En el anciano se producen una serie de cambios fisiológicos que pueden modificar el metabolismo farmacológico, tales como la disminución del flujo sanguíneo hepático, disminución de la masa hepática por menor número de hepatocitos funcionantes y disminución de la capacidad metabólica hepática. Esta disminución es variable de un medicamento a otro y de 4 un individuo a otro, determinando una mayor vida media de algunas drogas en el organismo, por enlentecimiento de su metabolismo. Los cambios producidos por la edad pueden perjudicar a la fase I del metabolismo (oxidación, reducción e hidrólisis), que son mediadas por las enzimas monooxigenasa del citocromo P450 y sus cinco isoenzimas; mientras que la fase II (glucoronización, acetilación y sulfación) se verá menos afectada. El metabolismo reducido de fase I provoca depuración corporal total reducida y mayor semivida para fármacos como diazepam, piroxicam, teofilina y quinidina. Las reducciones del flujo sanguíneo hepático pueden reducir la depuración de fármacos como los antidepresivos tricíclicos, la lidocaína, los opioides y el propranolol

Con relación a la excreción, la vía más importante de eliminación de los fármacos es la renal. Es a este nivel donde se producen los efectos más notables de la edad sobre la farmacocinética de los medicamentos. Las modificaciones fisiológicas que se producen en los ancianos y que podrían afectar a la eliminación renal de los fármacos, incluyen: disminución del flujo sanguíneo renal, disminución de la filtración glomerular y disminución de la capacidad de secreción tubular renal. La disminución de la filtración glomerular y la función tubular renales, es el principal factor que modifica la semivida plasmática de un gran número de fármacos. Este hecho, no es tan importante en fármacos que presentan un margen terapéutico amplio como penicilinas y cefalosporinas, en las que valores plasmáticos elevados pueden carecer de importancia clínica en el anciano, pero es de vital importancia en aquellos fármacos que se eliminan fundamentalmente por vía renal y que presentan un estrecho margen, entre el terapéutico y el tóxico, como la digoxina3 .

MEDICACION INAPROPIADA

Criterios de Beers

Los adultos mayores presentan en forma acrecentada efectos no deseados e inesperados de la medicación. Caídas, fracturas de cadera, delirio y reacciones alérgicas ocupan los primeros lugares de la lista de eventos adversos por drogas prevenibles. Aproximadamente una de cada tres personas mayores que toman al menos cinco medicamentos, experimentará un evento adverso a drogas cada año y cerca de dos tercios de estos pacientes requerirán atención médica. Más del 90% de estas reacciones son predecibles y alrededor del 30% son prevenibles. Aunque las reacciones adversas a los medicamentos tienden a ser inesperados 5 en personas más jóvenes, muchas reacciones en los adultos mayores son exageraciones de efectos fisiológicos esperados de las drogas.

El hecho de que las drogas afectan a los adultos mayores de manera diferente, ha sido evidente desde hace décadas y el trabajo en geriatría ha pasado de consideraciones teóricas a recomendaciones específicas. En 1991, Beers4,5 desarrolló criterios explícitos para determinar el uso de medicamentos potencialmente inapropiados en los ancianos. Originariamente, estos criterios fueron diseñados para detectar prescripción inapropiada en residencias de ancianos de Estados Unidos y estaban constituidos esencialmente por una lista de 30 fármacos que debían ser evitados. Los criterios de Beers fueron posteriormente modificados con objeto de facilitar su uso en personas que viven en la comunidad, siendo actualizados por Fick DM y colaboradores en 20036 ; para finalmente en 2012 un consenso de expertos de la Sociedad Americana de Geriatría7 realizó una nueva actualización de los criterios de Beers para el uso de medicamentos potencialmente inapropiados en los adultos mayores que deben ser generalmente evitados; identificando medicamentos de alta severidad, en base al riesgo de aparición de eventos adversos en combinación con la significación clínica de los mismos y etiquetando a ciertos medicamentos como potencialmente inapropiados, ya sea para las personas mayores en general o para personas de edad avanzada con condiciones médicas específicas8 .

Criterios STOPP/START

El impacto de los problemas relacionados con medicamentos y reacciones adversas en la población anciana, ha llevado a desarrollar criterios que pretendieron reducir los mismos, siendo uno de los más difundidos los criterios de Beers. Sin embargo, su uso es controvertido porque muchos de los fármacos incluidos no están claramente contraindicados y son utilizados en la práctica habitual. Para corregir este problema se publicaron nuevos criterios llamados STOPP/START. Esta nueva herramienta de detección de recetas que incorpora criterios de medicamentos potencialmente inapropiados llamada, Screening Tool of Older Person's Prescriptions (STOPP) y Screening Tool to Alert doctors to Right Treatment (START); son herramientas de detección de prescripción de recetas para persona mayores (STOPP) y para alertar a los médicos para el tratamiento adecuado (START)9 . Es un procedimiento de evaluación válido, confiable y completo que permite 6 al médico prescriptor valorar los medicamentos de un paciente adulto mayor, en el contexto de sus diagnósticos concurrentes. Su desarrollo clínico se realizó en Irlanda, siendo asumido por la European Union of Geriatric Medicine Society. Estos criterios, organizados por sistemas fisiológicos, recogen los errores más comunes de tratamiento y omisión en la prescripción y son fáciles de relacionar con los diagnósticos activos y la lista de fármacos que aparecen en las historias clínicas informatizadas de los pacientes. Constan, en realidad, de dos grupos de criterios: los STOPP (por la palabra inglesa ‘‘detener'') y los START (por ‘‘empezar''). Para permitir su difusión y su investigación en nuestro idioma, Delgado Silveira E y colaboradores10 presentan en detalle la versión en español de este nuevo instrumento de detección de prescripción potencialmente inadecuada.

Dos aspectos merecen un comentario especial: las dosis de algunos fármacos y la definición de insuficiencia renal. El panel de expertos que redactó los criterios STOPP/START acordó que en la mayoría de los pacientes mayores, la dosis estándar de mantenimiento de digoxina no debería exceder de 0.125 mg/día, debido a que la filtración glomerular desciende con la edad, aumentando el riesgo de toxicidad. La dosis de mantenimiento de ácido acetilsalicílico no debería exceder de 150 mg/día, debido a la falta de beneficios añadidos y al mayor riesgo de hemorragias a dosis mayores. El panel de expertos también coincidió en que el indicador bioquímico de insuficiencia renal fuera una creatinina sérica superior a 1.69 mg/dL o una tasa de filtrado glomerular inferior a 50 ml/min.

INTERACCIONES MEDICAMENTOSAS MÁS FRECUENTES

Los pacientes adultos mayores tienen tres características principales que los diferencian de otros grupos etario: polipatología, polifarmacia y cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento que alteran la farmacocinética y farmacodinamia de los medicamentos. Estos tres factores hacen que la interacción medicamentosa (interacción fármaco-fármaco) se manifieste con mayor frecuencia y severidad en este grupo etario, formando actualmente parte de las reacciones adversas a medicamentos en el adulto mayor. El uso adecuado de los fármacos y la monitorización estrecha de éstos son esenciales en la prevención de las reacciones adversas medicamentosas producidas por las interacciones farmacológicas. 7 En el análisis matemático, si un paciente está tomando 5 medicamentos, existe la probabilidad de 50% de una interacción clínicamente importante y cuando son 7 los fármacos por paciente, la posibilidad se incrementa al 100%; 20% de ellos podrían ser con manifestaciones de reacciones adversas severas. Las interacciones medicamentosas son causantes de alrededor del 5% de todas las hospitalizaciones atribuidas a fármacos.

Como muestra se puede mencionar que tan sólo 5 clases de fármacos pueden presentar interacciones tipo C (posibles cambios en el efecto terapéutico o con efectos adversos, pero que puede evitarse con ajuste de dosis de forma individual), siendo ellos los diuréticos, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, digitálicos, antiinflamatorios no esteroideos y anticoagulantes, ampliamente utilizados. Así, la warfarina interactúa con AINEs, sulfas, quinolonas, macrólidos, aumentando el riesgo de hemorragia digestiva alta; inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina con espironolactona o suplementos de potasio puede provocar hiperkalemia; digoxina asociada con amiodarona, verapamilo, diuréticos y AINEs puede inducir intoxicación digitálica11 .

Otro grupo de fármacos comúnmente recetados en el adulto mayor con potencial efecto anticolinérgico12 (Tabla 1) puede producir o exacerbar alteraciones frecuentes en el anciano a nivel periférico, como constipación, retención urinaria, taquicardia, visión borrosa o a nivel central con alteraciones cognitivas, de atención y memoria. Dicho efecto es un predictor fuerte de discapacidad y deterioro cognitivo, por lo que deben identificarse precozmente aquellos medicamentos con dicho efecto para garantizar la máxima seguridad. Las puntuaciones de la escala de riesgo anticolinérgico más altas se asocian con aumento estadísticamente significativo de la posibilidad de efectos adversos anticolinérgicos en pacientes de mayor edad.

Las estrategias de prevención de reacciones adversas causadas por interacciones medicamentosas, incluyen la identificación de pacientes en riesgo, categorizar y reconocer los tipos de interacción medicamentosa, teniendo muy en cuenta los de tipo C y D. Cuando se va a agregar algún fármaco, hacerlo en lo posible a dosis graduales; y cuando, se trate de fármacos nuevos en el mercado farmacéutico, se debe estar atento a las comunicaciones de reportes que alerten acerca de interacciones desconocidas hasta ese momento.

Una de las estrategias para tomar en cuenta es la de tener en mente sólo las principales y más frecuentes interacciones en el adulto mayor. El objetivo de la lista de las 10 interacciones farmacológicas más comunes en geriatría es la de convertirse en un instrumento útil para recordar que cuando estemos frente a un paciente anticoagulado con warfarina, hipertensos en tratamiento con inhibidores ECA, pacientes con insuficiencia cardíaca medicados con digoxina o paciente con patología osteoarticular deben ser tomados muy en cuenta para prevenir una interacción medicamentosa. En la tabla 2 se describen las interacciones más frecuentes en adultos mayores que deben ser evitadas

EVITAR EL USO EXCESIVO DE MEDICAMENTOS

Polifarmacia y sobredosis

El término polifarmacia se ha utilizado para describir el número creciente de medicamentos relacionados de manera similar a un número cada vez mayor de problemas 9 médicos. La polifarmacia, por otro lado, denota un uso inadecuado de múltiples medicamentos. No existe una definición comúnmente aceptada para el umbral en el que la polimedicina de un paciente se convierte en polifarmacia. Más del 40 por ciento de los adultos ambulatorios mayores de 65 años utilizan al menos cinco medicamentos por semana, y un 12 por ciento el uso de al menos 10 medicamentos por semana. Aumentar el número de medicamentos también aumenta el riesgo de interacciones farmacológicas y eventos adversos de la droga. Las advertencias sobre los medicamentos del paciente deben hacerse en su evaluación inicial y con cualquier cambio de medicación.

Una manera fácil de realizar la revisión de la medicación es el de la bolsa marrón (“brown bag”), en el que se les pide a los pacientes llevar todos sus medicamentos inclusive hierbas a cada visita, para que el médico pueda ver exactamente lo que está tomando. Este tipo de intervención puede conducir a la interrupción de al menos una medicina en el 20 por ciento de los pacientes y un cambio en la medicación en alrededor del 30 por ciento de los pacientes. Se debe tener especial atención con los pacientes que toman medicamentos psicotrópicos o más de cuatro medicamentos ya que se puede ayudar a prevenir las caídas en pacientes de edad avanzada.

Algunas preguntas pueden ser útiles al momento de decidir qué medicamentos suspender durante una revisión de la medicación: ¿La indicación para la que se recetó originalmente el medicamento sigue presente?; ¿Necesita el paciente tomar ese fármaco o tiene alguna utilidad? ¿Existen duplicaciones en la terapia con medicamentos (es decir, de la misma clase)?; ¿Son posibles simplificaciones?; ¿El régimen incluye medicamentos recetados para una reacción adversa?, Si es así, ¿se puede retirar el fármaco original?; ¿Es probable que la actual dosis sea tóxica debido a la edad y el estado renal del paciente?; ¿Existen interacciones significativas entre drogas en la enfermedad presente? Existen diversos motivos por los que un paciente puede recibir un fármaco inapropiado, como utilizarlo a modo de placebo, otorgarle a un fármaco indicaciones que no posee, como utilizar ansiolíticos en el tratamiento continuo de la hipertensión arterial. Mantener de forma indefinida un medicamento una vez finalizado el tiempo estimado para un tratamiento correcto resulta iatrogénico. No es infrecuente que los especialistas que han prescrito el medicamento no vuelvan a evaluar al paciente y el médico de Atención Primaria no retire el tratamiento.

Otra forma de evitar los efectos adversos de la droga es explorar las opciones de tratamiento no farmacológico. Por ejemplo, el uso de la terapia física y el ejercicio para las quejas del aparato locomotor es eficaz y mucho menos tóxica que el uso crónico de drogas antiinflamatorias no esteroideas. Derivar a un paciente a un centro especializado puede ayudar con la depresión, e incluso permitir la evitación de los medicamentos antidepresivos. Las técnicas de relajación y terapia conductual cognitiva son eficaces en el control de la ansiedad y pueden tomar el lugar de ansiolíticos. La modificación de estilo de vida puede ayudar a algunos pacientes con la presión arterial y el colesterol elevado, prescindiendo la necesidad de antihipertensivos y estatinas.

CONCLUSIONES

El amplio arsenal fármacoterapéutico existente, unido al aumento de la esperanza de vida de la población, han originado un mayor uso de fármacos en pacientes mayores. No obstante, la prescripción de medicamentos en esta población es compleja, planteándose problemas específicos que es necesario evitar, utilizando los medicamentos de manera más racional. Desde hace unos años se está promoviendo la utilización de herramientas de detección de prescripciones potencialmente inapropiadas, lo que puede ser de gran utilidad en la práctica clínica para optimizar la seguridad de la farmacoterapia. Es innegable que cualquier técnica que recuerde al médico la necesidad de racionalizar la terapia es buena para optimizar la calidad del tratamiento y disminuir los efectos secundarios, pero nada puede suplir una buena anamnesis que encuadre las condiciones físicas y mentales que tiene el paciente para poder prescribir apropiadamente, algo difícil en la práctica médica presente, porque resulta más fácil prescribir (económicamente en tiempo) que hablar con él enfermo.

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