8º Entrega
Enfermedad cerebrovascular
Responde:
|
Dr. Damián Carlson
•
Docente estable de la
Carrera de Postgrado de Clínica Médica – UNR
•
Tutor de Residentes de
Clínica Médica – Hospital Provincial del Centenario
•
Coordinador de 1° módulo
anual de la Carrera de Postgrado de Clínica Médica – UNR
•
Responsable de Centro
Formador de la Carrera de Postgrado de Clínica Médica – UNR |
¿Que niveles de presión arterial (PA) se pretenden alcanzar en las
primeras horas de un accidente cerebrovascular (ACV)
hemorrágico, y frente a uno isquémico?
El
tratamiento antihipertensivo reduce la recurrencia de los
accidentes cerebrovasculares. Sin embargo su utilización en
la etapa aguda no se recomienda en la mayor parte de los
casos.
A pesar de
ser una situación frecuente no existen ensayos clínicos
diseñados que aporten evidencias para el mejor manejo de
esta situación. Una revisión sistemática de estudios que
analizan el efecto de disminuir o aumentar la presión
arterial en personas con ACV, realizado por el grupo
Cochrane, concluyó que no existen suficientes evidencias
para evaluar el efecto de la alteración de la PA en el
pronóstico.
Las
recomendaciones actuales surgen del consenso de expertos y
aconsejan evitar el tratamiento de la hipertensión aguda,
excepto en aquellos pacientes que presenten: encefalopatía
hipertensiva, disección aórtica, insuficiencia renal aguda,
edema agudo de pulmón, infarto agudo de miocardio (IAM) o
hipertensión severa. Respecto a este último punto el
tratamiento se aplica ante una presión sistólica > 220 mmHg
o diastólica > de 120 mmHg en el ACV isquémico. El objetivo
terapéutico es lograr una reducción de un 10-15% de la PA y
evitar hacerlo en forma brusca.
En pacientes
con ACV hemorrágico o sometidos a tratamiento trombolítico
debería evitarse una PA > de 180/110 mmHg.
Ante un accidente cerebrovascular isquémico en un paciente hipertenso
medicado con antihipertensivos. ¿Cuál sería la conducta a
tomar con respecto a estos últimos, especialmente en el caso
de los beta-bloqueantes?
Ochenta por
ciento de los pacientes con ACV se encuentran hipertensos y
60% están recibiendo tratamiento, por lo que esta pregunta
se plantea frecuentemente en la práctica. Nuevamente no
existen evidencias para avalar una conducta. Es común
observar que la PA desciende progresivamente sin tratamiento
(especialmente si se controla el dolor, la agitación y la
retención vesical), aún en pacientes con HTA previa. Por lo
que suspender el tratamiento y controlar periódicamente la
PA, reservando la medicación para aquellos casos en que la
HTA supere los límites aconsejables, es una práctica
comúnmente adoptada.
Respecto a
los beta-bloqueantes, se debe tener en cuenta que muchos
pacientes padecen simultáneamente cardiopatía isquémica y
que su suspensión brusca puede precipitar su agravamiento.
Asimismo la retirada brusca de los mismos, en pacientes con
HTA, puede desencadenar un aumento de las cifras tensionales,
por lo que en estos casos es recomendable reducir la dosis
progresivamente siempre que no existan
contraindicaciones.
¿Cuáles son las indicaciones de
anticoagulación en agudo en accidente cerebrovascular isquémico?
El uso de anticoagulantes en la etapa aguda del ACV no esta
avalado por la evidencia disponible. Las guías más
importantes no recomiendan su uso ya que sus beneficios, en
términos de prevención de recurrencias o menor incapacidad
no están demostrados y se ven contrarrestados por un riesgo
mayor de transformación hemorrágica.
Sin embargo algunos expertos consideran que en algunas
situaciones su uso podría ser de utilidad. Estas incluyen:
ACV en progresión, cardioembólico y originado en estenosis
de grandes arterias endocraneales
ACV originado en grandes arterias:
El TOAST fue el mayor estudio publicado hasta la fecha donde
se utilizó heparina de bajo peso molecular comparada con
placebo. Incluyó 1.281 pacientes dentro de las 24 hs. de
iniciado el ACV. No pudo demostrar beneficios,
excepto en el subgrupo de ateroesclerosis de grandes
arterias donde mejoró los resultados a los 3 meses (OR:
1,77, IC: 1,04-303). Estos hallazgos aún deben ser validados
en otros trabajos.
Cardioembólico:
En un meta-análisis reciente (Paciaroni.
Stroke.
2007),
donde se analizó a 4.624 pacientes con ACV agudo
cardioembólico, el uso de anticoagulantes dentro de las 48
hs no logró reducir la mortalidad ni la incapacidad.
ACV en progresión:
La progresión de un ACV manifestada a través de un
agravamiento del estado neurológico se produce entre un 21 a
50% de los casos. No existen trabajos que demuestren que los
anticoagulantes pueden mejorar esta situación.
En conclusión, aún en los subgrupos analizados, la evidencia
no favorece al uso de anticoagulantes y su administración en
casos individuales se basa “más en la esperanza que en la
experiencia”.
¿En un paciente con accidente cerebrovascular isquémico e indicación de
anticoagulación por otra patología de base, por ejemplo una
fibrilación auricular (FA) crónica, cuánto tiempo se debería
aguardar para iniciar la anticoagulación? ¿Aconseja una
nueva tomografía previo a la anticoagulación?
El ACV
embólico representa el 20% de los ACV. La fibrilación
auricular no valvular es la causa más frecuente de
cardioembolismo y se asocia a un riesgo 5 veces mayor de ACV.
Los pacientes que padecieron un ACV y presentan una FA deben
recibir profilaxis secundaria con anticoagulantes. El punto
es cuándo iniciarla:
Responder a
esta pregunta requiere tomar en consideración los riesgos y
los beneficios de una anticoagulación precoz.
El objetivo
principal para usar antitrombóticos en la etapa aguda de un
ACV es la prevención de recurrencias. Sin embargo la
magnitud exacta de este riesgo no se conoce. La fuente para
obtener esta información surge de la rama que utiliza
placebo en los trabajos randomizados. Analizado globalmente
el riesgo de recurrencia no sería mayor a 0,3-0,5% día, pero
este riesgo no es uniforme entre los diferentes subtipos de
ACV. Es mayor en los cardioembólicos, en IAM reciente de
pared anterior, o en pacientes con trombos intracavitarios
detectados por ecografía, por lo que se requieren mayores
estudios para definir estas situaciones.
En el otro
extremo de la balanza se encuentra el riesgo de
transformación hemorrágica (TH). Existen 2 tipos principales
de TH:
Infarto hemorrágico
que aparece como un área petequial no confluente limitada a la región del
territorio arterial isquémico. Se presenta con una
frecuencia del 6 al 30%, generalmente no tiene ninguna
relevancia clínica.
Hematoma intraparenquimatoso:
colección densa y homogénea de sangre asociada a efecto de
masa y deterioro clínico. Se presenta con una frecuencia
menor (1,5 a 7,8%).
Varios
reportes observacionales dan cuenta del bajo riesgo de
deterioro clínico de pacientes con infarto hemorrágico y que
reciben anticoagulantes, en contraposición a la mayor tasa
de complicaciones que presentan los pacientes con hematoma
intraparenquimatoso.
El riesgo de
complicaciones hemorrágicas es mayor en infartos de gran
tamaño (valorados por la clínica y las imágenes) y/o en
pacientes con hipertensión arterial mal controlada.
El momento
óptimo para iniciar la anticoagulación debe ser
individualizado en cada paciente. Es razonable comenzar una
vez que el paciente este estable (médica y neurológicamente),
y luego de repetir una TAC que excluya complicaciones
hemorrágicas (en particular hematoma) o infartos de gran
tamaño. En estos casos los tiempos son arbitrarios pero es
recomendable demorar el inicio de la anticoagulación oral
entre 2 y 3 semanas. En cambio, en pacientes sin deterioro y
con infartos pequeños (por ejemplo: lacunares) puede
iniciarse más tempranamente.
En pacientes con fibrilación auricular, anticoagulados que presentan un
ACV isquémico, ¿se suspende la anticoagulación?
Nuevamente no existe un nivel de evidencia que permita
formular recomendaciones seguras. Es probable que la
suspensión de los anticoagulantes, por pocas semanas, no se
asocie a un riesgo mayor de recurrencias. En un estudio
observacional (Thang. Arch
Neurol. 2000)
se reportó que la tasa de recurrencias, dentro de los 30
días de suspendidos los anticoagulantes orales, era de 3% en
pacientes con FA y válvulas protésicas mecánicas.
Es
recomendable suspender inicialmente la anticoagulación para
observar la evolución del cuadro, realizar una TAC de
control y reiniciar la anticoagulación según las
consideraciones expresadas en la pregunta anterior.
¿Cuál sería a su criterio el mejor protocolo extrahospitalario para el
manejo de un paciente con ACV en curso, con respecto al plan
de hidratación parenteral y farmacológico, teniendo en
cuenta los escasos recursos disponibles en ambulancia y la
imposibilidad de definir isquémico de hemorrágico en ese
ámbito, más allá de la anamnesis?
Los objetivos principales del médico que asiste a un
paciente con ACV en un domicilio son: 1) reconocimiento del
ACV, 2) control de la ventilación, oxigenación y
circulación, y 3) traslado inmediato.
El reconocimiento del ACV en el domicilio puede verse
dificultado por la incapacidad del paciente o los
convivientes para aportar datos. La presencia de alguno de
los siguientes hallazgos del examen físico, especialmente si
son de instalación reciente, tiene una alta sensibilidad
para diagnosticar un ACV:
·
Parálisis
facial
·
Incapacidad
para sostener un brazo
·
Alteración
del habla
Las siguientes intervenciones son recomendables para el
traslado del paciente
1-
Traslado inmediato a un centro con disponibilidad
permanente de TAC. Alertar previamente al hospital. |
5-
Controlar signos vitales |
2-
Asegurar vía aérea permeable, ventilación y
oxigenación (chequear con oximetría de pulso) |
6-
Medición de glucemia. En caso de hipoglicemia,
corregir |
3-
Colocar en decúbito lateral izquierdo en presencia
de vómitos (Descartar previamente traumatismo
cervical) |
7-
Realizar examen neurológico rápido (Glasgow,
alteración del habla, fuerza de los miembros) |
4 –
Colocar vía endovenosa. Mantener permeabilidad con
solución salina 0,9% |
8-
No descender la PA, excepto diastólica > 140 mmHg.
No utilizar nifedipina sublingual |
¿En el ACV isquémico, la dosis antiagregante de aspirina puede ser la
mínima (81 mg) desde el primer día?
La aspirina utilizada en dosis media (160-300 mg/día) e
iniciada en la fase aguda de un ACV isquémico produce un
efecto pequeño pero estadísticamente significativo en
términos de reducción de mortalidad o incapacidad (previene
13 muertes/incapacidad por cada 1.000 pacientes tratados).
Se utiliza en dosis de 300 mg preferentemente luego de una
TAC de cráneo que descarte hemorragia. En caso de no tener
disponibilidad de TAC y ante la sospecha de isquemia algunos
expertos también recomiendan su uso. Es interesante el
reporte de numerosos pacientes con hemorragia intracraneana
que recibieron aspirina antes de la TAC, sin mostrar
complicaciones ulteriores.
Al momento del alta el paciente puede ser externado con una
dosis de mantenimiento de 75 a 150 mg/día.
¿Las estatinas se deben administrar a todo paciente con ACV?
Las estatinas reducen la incidencia de ACV en
aproximadamente un 30% cuando son utilizadas como profilaxis
secundaria, a través de un probable efecto estabilizador de
la placa ateroesclerótica y antitrombótico. Adicionalmente
se ha demostrado que reducen el tamaño del infarto en
experimentos animales. Se postulan efectos neuroprotectores
mediados por una preservación de la función endotelial,
efectos antiinflamatorios y antioxidantes.
Si bien son necesarios estudios controlados para validar
esta posibilidad se ha reportado que aquellos pacientes que
ya estaban tomando estatinas en el momento del ACV presentan
una menor mortalidad y riesgo de deterioro durante la
hospitalización.
Actualmente no es posible recomendar su uso rutinario pero
es posible que en el futuro este tipo de drogas sean
utilizadas tempranamente en pacientes con ACV.
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