9º Entrega
Neutropenia febril
Responde:
|
Dr. Roberto Parodi
• Docente
de Grado y Postgrado de Clínica Médica – UNR
•
Instructor de residentes de Clínica Médica.Hospital Provincial del
Centenario. Rosario
|
¿Qué
utilidad tendría la TAC de tórax de alta resolución en la
evaluación de pacientes neutropénicos febriles, y en quiénes
de ellos estaría indicada?
En general, la realización de una TAC de tórax de alta
resolución no es una práctica de rutina en la evaluación
inicial de los pacientes neutropénicos febriles. En un
estudio publicado hace algunos años procedente de la
Universidad Johannes Gutenberg de Mainz (Alemania), se
observó que en cerca del 60% de pacientes con neutropenia y
fiebre persistente sin foco se detectaba imágenes
compatibles con foco infeccioso pulmonar, aún en ausencia de
síntomas respiratorios y de alteraciones radiográficas. En
este mismo estudio la TAC de alta resolución tuvo una
sensibilidad del 87% y una especificidad del 57% con un
valor predictivo negativo del 88% (1). Recordar que por la
condición especial de estos pacientes con bajos recuentos de
neutrófilos, habitualmente no producen consolidaciones
pulmonares e infiltrados radiográficos típicos de una
neumonía (2).
Ahora bien, ¿la detección de focos respiratorios ocultos
cambiaría el tratamiento, la duración del mismo, el
pronóstico, los días de internación, disminuiría
morbimortalidad?; esos resultados no están analizados,
estimo que por el momento no podemos recomendar por falta de
evidencia, y a su vez, no impresiona poseer una relación
costo/beneficio adecuada la realización rutinaria de este
estudio. Sugiero limitarla a casos seleccionados. Así, por
ejemplo, tendría su principal aplicación en aquellos
pacientes con neutropenias profundas y prolongadas con
persistencia de fiebre sin un foco clínico ni microbiológico
demostrado, con deterioro del estado del paciente y en quien
no se espera una pronta recuperación de la neutropenia,
especialmente en pacientes con transplante de médula ósea,
donde la incidencia de infecciones respiratorias,
particularmente micóticas aumenta marcadamente. Otras
posibles indicaciones podrían ser, en caso de evidenciarse
síntomas respiratorios o semiología respiratoria patológica,
sin anormalidades radiográficas; o en presencia de un cuadro
clínico desproporcionado a los escasos hallazgos
radiológicos; también tendría lugar en pacientes con
neumonía demostrada por radiografía y que no están
respondiendo al plan terapéutico instaurado (3) (4).
Estas son sólo sugerencias basadas en la experiencia del
Servicio y opiniones de expertos, no existe indicaciones
basadas en la evidencia que especifiquen en que situaciones
realizar este estudio.
¿La
utilización de ceftazidima como monoterapia tiene alguna
ventaja en relación al tratamiento combinado de dicha droga
con amikacina como tratamiento empírico inicial?
En primer lugar es necesario dejar en claro que no existe un
esquema específico, ni una droga o combinación de drogas
específicas, ni un período de tratamiento específico que
pueda ser aplicado inequívocamente a todos los pacientes
neutropénicos febriles (2). Además es sumamente importante
conocer los patrones de resistencia microbiológica de la
institución donde se encuentra el paciente (5).
En cuanto a ceftazidima como monoterapia existen varios estudios
que demostraron un menor índice de respuesta clínica y un
mayor requerimiento de vancomicina cuando se lo compara con
otros esquemas de monodrogas (6) (7) (8). Además,
se observa una incidencia creciente de
gérmenes resistentes, así B-lactamasas de espectro extendido
y beta-lactamasas de tipo 1 han reducido la utilidad de la
ceftazidima para monoterapia (9) (10) (11).
Las ventajas de la terapia de combinación son los efectos
sinérgicos potenciales contra algunos bacilos Gram negativo
y la mínima emergencia de cepas resistentes a drogas durante
el tratamiento. Las desventajas están dadas principalmente
por aumento de la toxicidad (nefrotoxicidad, ototoxicidad) y
la falta de actividad de las combinaciones como ceftazidima
más aminoglucósido contra algunas bacterias Gram positiva
(2).
Estimo
que existe evidencia suficiente para desaconsejar el uso de
ceftazidima como monoterapia en el tratamiento empírico
inicial de pacientes neutropénicos febriles.
¿Cuáles
serían los pacientes neutropénicos febriles candidatos a
tratamiento con G-CSF (Factor estimulante de colonia de
granulocitos), y qué opina del uso rutinario del mismo?
El factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF =
sigla en ingles) como el filgrastim y el factor estimulante
de colonias de granulocitos-macrófagos (GM-CSF = sigla en
ingles) como el sargramostin, demostraron en estudios
randomizados de pacientes neutropénicos febriles que pueden
acortar la duración de la neutropenia, pero no han reducido
significativamente otras medidas de morbilidad, como
duración de la fiebre, uso de antimicrobianos o costos de
manejo del episodio neutropénico febril,
y lo más importante no existen estudios que hayan demostrado
reducción de la mortalidad relacionada a la infección, tanto
en aquellos que utilizaron esta droga como profilaxis en el
período neutropénico afebril (12) como los estudios donde se
administró ya con la presencia de fiebre (13) (14).
El uso de G-CSF es un tema de controversia, en general se
desconseja su uso rutinario, y se recomienda limitar su
administración a casos seleccionados (15). Es de notar que
en la práctica existe un uso extendido de este medicamento,
más allá de las indicaciones precisas, así
observó un estudio de vigilancia realizado entre oncólogos
en Estados Unidos, y existen varios estudios que analizan la
relación costo/beneficioso de su uso con resultados
contradictorios, muchos de los cuales recomiendan su
utilización en forma rutinaria (16) (17) (18).
Podrían estar indicados, en pacientes con un retraso
prolongado en la recuperación hematológica y que presentan
condiciones que pueden agravar el cuadro clínico; como
neumonías, episodios de hipotensión, celulitis severa,
sinusitis severa, micosis sistémica, falla multiorgánica por
sepsis (5). Su uso, también podría considerarse, para
pacientes que permanecen severamente neutropénicos con
infecciones documentadas que no responden al tratamiento
antibiótico apropiado (5).
Igualmente un interesante estudio replantea el uso de G-CSF y
se encamina
a identificar factores de riesgo (edad, comorbilidades, tipo
de quimioterapia, etcétera) que puedan predecir que
pacientes se sitúan en alto riesgo para desarrollar
neutropenia y complicaciones asociadas a la neutropenia; y
de esta manera, utilizar selectivamente estrategias
preventivas, como el uso de factores estimulantes de
colonias, con una mejor relación costo-efectividad (19).
¿Cuándo
estaría indicada la utilización de voriconazol en un
paciente neutropénico febril? ¿Puede sumarse al tratamiento
antibiótico empírico inicial o se la administra cuando no se
han detectados focos clínicos ni documentación
microbiológica?
El
tratamiento antimicótico empírico se indica en casos de
fiebre persistente, habitualmente luego de 5 a 7 días, y en
donde no se espera una recuperación rápida de los
neutrófilos, ya que las micosis profundas serían responsable
entre el 30% al 45% de los casos de fiebre persistente en
pacientes neutropénicos febriles en tratamiento con
antibióticos de amplio espectro (5) (20). Es decir que no se
incorpora en el esquema antimicrobiano empírico inicial,
salvo en pacientes con antecedentes de micosis profunda o
sistémica durante un episodio previo de neutropenia o con
evidencias clínicas, serológicas o microbiológicas de
micosis (2).
Tradicionalmente, el antimicótico utilizado es anfotericina
B, a pesar de su eficacia es una droga con efectos
indeseables y dificultades para la administración, ya que
requiere de vía endovenosa, provoca hipopotasemia,
hipomagnesemia, reacciones adversas durante la infusión
(fiebre, escalofríos, temblores, hipoxia) y nefrototoxicidad
severa. Si bien la nefrotoxicidad, se ve disminuida con el
uso de formas liposomales de anfotericina, este efecto
indeseable no desaparece con esta fórmula (2).
En los
últimos años, la introducción de nuevos agentes
antimicóticos, triazoles como posiconazol, voriconazol y
ravuconazol,
y equinocandinas (caspofungina
micafungina y anidulafungina) han ampliado las opciones para
el tratamiento antifúngico en pacientes neutropénicos
febriles.
En lo que
respecta al uso de voriconazol, sin duda debe utilizarse en
caso de Aspergilosis invasiva, donde demostró clara
superioridad con respecto a la anfotericina, incluyendo
mejorías en la sobrevida (21). En cuanto a su uso empírico,
un
estudio en 837 pacientes neutropénicos con fiebre persitente
comparó voriconazol con anfotericina liposomal concluyendo
que el voriconazol constituye una alternativa efectiva en
este tipo de pacientes (22).
Con similar diseño se realizaron estudios comparando
anfotericina liposomal versus casponfungina, en pacientes
neutropénicos con fiebre persistente, que demuestran similar
eficacia y con mejor tolerancia (23) (24). Este agente
antifúngico actúa inhibiendo
la
síntesis del 1,3-b-D-glucano
de la pared del hongo (25).
Igualmente se requieren más estudios para asumir como
tratamiento de primera elección a estos nuevos antimicóticos
en el manejo empírico de los pacientes neutropénicos con
fiebre persistente, los resultados son promisorios y con
mejor perfil de efectos adversos, pero no se puede
desconocer el alto costo de los mismos
(25).
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