¿Tiene esta mujer Osteoporosis?
Does this woman have osteoporosis?
Green AD, Colón-Emeric CS, Bastian L, Drake MT, Lyles
KW.
JAMA.
2004 Dec 15;292(23):2890-900
La
osteoporosis es una enfermedad frecuente.
Aproximadamente la mitad de las mujeres postmenopaúsicas
y cerca del 15% de los hombres blancos mayores de 50
años tendrán una fractura relacionada con osteoporosis a
lo largo de su vida; alrededor del 15% de estas
fracturas ocurrirán en la cadera. El dolor, la pérdida
de independencia, las alteraciones en la deambulación,
la depresión y la necesidad de asistencia domiciliaria
son secuelas frecuentes.
El US
Preventive Service Task Force (USPSTF) recomienda
realizar screening en todas las mujeres mayores de 65
años, y en las menores que presenten factores de riesgo.
El examen físico puede ayudar a los médicos en la
prevención de osteoporosis identificando aquellos
sujetos con mayor riesgo de padecer la enfermedad, de
modo de poder actuar en consecuencia. Al mismo tiempo,
contribuiría a identificar pacientes con fracturas
vertebrales ocultas; aproximadamente 2/3 de las
fracturas vertebrales son silentes, sin embargo se
asocian a un incremento de 2 a 3 veces en el riesgo de
futuras fracturas. La National Osteoporosis Fundation
sugiere que las pacientes con fracturas vertebrales sean
tratadas sin importar su Densidad Mineral Ósea (DMO).
La
Osteoporosis es un desorden metabólico óseo
caracterizado por compromiso de la microarquitectura del
hueso, una disminución de la masa ósea y aumento del
riesgo de fracturas. En esta revisión los autores
emplearon la definición de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) para establecer el diagnóstico de
Osteoporosis, basándose en los valores de DMO. Así, los
huesos normales tienen una DMO de -1 DE o menor; entre
-1 y -2,5 DE se define osteopenia, y menos de -2,5 DE
caracterizan a la osteoporosis. Por su parte las
fracturas vertebrales son deformidades ocasionadas por
compresión, las cuales reducen 20% o más el alto de una
vértebra visto por un método de imágenes. Según el
porcentaje de reducción de altura, las mismas se
clasifican en grados: I, 20% a 24%; II, 25% a 39%; III,
40% o más. Las características clínicas que incrementan
la probabilidad pre-test de Osteoporosis o fracturas
vertebrales son: edad, bajo nivel de actividad física,
historia familiar de osteoporosis y fracturas,
hipogonadismo (en hombres) y exposición a
glucocorticoides y alcohol.
La
fisiopatología de la enfermedad se relaciona con el
examen físico en varios aspectos: las fuerzas mecánicas
ejercidas sobre el hueso estimulan la formación y el
aumento de masa ósea a través del estímulo de los
osteoblastos. Así, el aumento del peso y de la masa
muscular son inversamente proporcionales al riesgo de
osteoporosis. Las fibras de colágeno tipo I son un
constituyente fundamental del hueso y la piel, el cual
se reduce con la edad. Se ha postulado que el espesor
del pliegue cutáneo medido sobre el dorso de la mano,
preferentemente sobre el pliegue longitudinal del 4°
metacarpiano, podría ser un indicador del contenido
colágeno del hueso. De modo similar, la pérdida de
piezas dentarias estaría influenciada por la calidad del
hueso alveolar mandibular, y sería un marcador sencillo
del estado óseo en el resto del esqueleto. La pérdida de
estatura resultado de las fracturas vertebrales puede
ser medido a lo largo del tiempo, o comparándolo con la
estatura máxima recordada por el paciente. Varios
trabajos han demostrado buena a excelente correlación
entre la estatura recordada por los pacientes y la
consignada en los registros médicos. Las fracturas
vertebrales afectan la estatura pero no la extensión de
los brazos; por tanto, la diferencia entre la estatura y
el largo de brazos podría detectar fracturas vertebrales
ocultas. Este índice se calcula restando la estatura de
la persona en centímetros, al largo máximo de brazos
medido con estos colocados a 90° respecto del tronco; en
dicha posición se toma la distancia entre la punta de
los dedos medios, mientras los brazos se encuentran
completamente extendidos y las palmas miran hacia
adelante. La cifosis torácica, llamada por algunos
“joroba de viuda”, puede deberse a fracturas vertebrales
por compresión anterior. La cifosis puede medirse
clínicamente mediante una regla curva o, de modo más
práctico, estableciendo la distancia del occipucio a la
pared. Para esto la persona debe pararse derecha, con la
espalda y los talones apoyados contra la pared; para una
correcta posición de la cabeza debe trazarse una línea
imaginaria que pase por los bordes laterales de los ojos
y se proyecte hacia el borde superior del pabellón
auricular, siendo este “plano” paralelo al piso. Por su
parte, las fracturas lumbares disminuyen la distancia
entre las costillas y la pelvis, la cual se mide con los
dedos del examinador. La distancia costo-pélvica es el
número entero más próximo de dedos que puede
introducirse entre las mencionadas estructuras.
La
concordancia interobservador de las mediciones
realizadas no fue comunicada en los artículos
analizados, con lo cual no pudo ser calculada. A su vez
debe advertirse que la mayoría de los pacientes
incluidos en los trabajos fueron mujeres de 65 años o
mayores con lo cual la extrapolación de los datos
obtenidos a otras poblaciones conlleva implícito el
riesgo de errores, los cuales son difíciles de estimar.
Respecto de la estatura, se ha postulado que la pérdida
de 3 o 4 cm sobre la máxima altura alcanzada podría ser
de utilidad como predictor de osteoporosis. Sin embargo
los resultados de los estudios no han sido concluyentes.
Tampoco demostró utilidad el cálculo de la diferencia
entre la estatura y el largo de brazos para predecir ni
para descartar esta sospecha clínica. Esto es válido
tanto cuando se empleó como punto de corte 5 ó 3 cm.
De
acuerdo a estudios de cohorte, un peso menor a 70 kg
sería uno de los mayores factores de riesgo para
predecir osteoporosis. A su vez, cuanto menor es el peso
de la mujer, menos sensible pero más específico se
vuelve este parámetro. Así, reuniendo datos de los
trabajos analizados, los autores concluyen que un peso
menor a 59 kg sería un interesante punto de corte para
detectar pacientes con necesidad de mayores estudios.
Sin embargo, el solo hecho de poseer un peso mayor a
dicho kilaje no sería suficiente para descartar la
posibilidad de osteoporosis.
La
presencia de cifosis es comunicada en esta revisión como
un indicador específico pero poco sensible de
osteoporosis, pero no está claro si una estimación
clínica de esto, sin contar con elementos sofisticados,
tendrían algún valor. Por su parte, el auto-reporte por
parte del paciente de la presencia de una “joroba”
dorsal se correlacionaría con la presencia de
osteoporosis de cadera (LR+ de 3,0), aunque la ausencia
de esto carecería de utilidad (LR- de 0,85).
Una
distancia entre el occipucio y la pared mayor a 7 cm
sería un fuerte predictor positivo de fracturas
torácicas (no informándose el LR de este hallazgo).
Parece más útil y práctico establecer que la
imposibilidad de tocar la pared con la parte posterior
de la cabeza, estando en posición erecta y apoyado sobre
la misma (pared) tendría un LR+ para fracturas
vertebrales de 4,6. Otro indicador que resultó de
utilidad fue una distancia entre las costillas y la
cadera de dos traveses de dedo o menos, lo cual tuvo un
LR+ calculado de 3,8 y un LR- de 0,6 para fracturas
lumbares. Ajustar estos resultados según la estatura del
paciente no demostró variaciones, con lo cual los
autores concluyen que es innecesario. A su vez, el LR+
para fracturas lumbares en mujeres cuando la distancia
costilla-cadera fue de 0 y 4 dedos varió de 11,5 a 0,1,
respectivamente. Por tanto, a menor distancia entre las
costillas y la cadera mayor valor tendría el hallazgo.
Un
recuento de dientes menor a 20 piezas sería también un
dato a favor en la estimación del riesgo de
osteoporosis; lamentablemente los distintos trabajos han
empleado diferentes puntos de corte, con lo cual no es
posible calcular su verdadero valor. Sin embargo algunos
expertos plantean que la presencia de menos de 20 piezas
dentales justificaría la realización de nuevas
determinaciones. Por último, si bien la medición del
pliegue cutáneo medido en el dorso de la mano es una
práctica sencilla, no parece tener utilidad en la
predicción de osteoporosis.
Conclusiones
-
Ningún hallazgo físico aislado es suficiente para
establecer indefectiblemente el diagnóstico de
osteoporosis; en lo que a fracturas vertebrales
respecta, si bien tampoco puede realizarse un
diagnóstico de certeza, su valor es mayor.
- Las
maniobras que demostraron utilidad clínica en predecir
osteoporosis o fracturas vertebrales son: peso corporal
menor a 51 Kg, imposibilidad de tocar la pared con el
occipucio estando parado apoyado sobre ésta, un recuento
bajo de dientes, el auto reporte de poseer una “joroba”
dorsal y la distancia existente entre las costillas y la
pelvis.
- Estos
hallazgos permitirían detectar el grupo de mujeres con
un riesgo incrementado de osteoporosis o fracturas
vertebrales, en el cual un screening temprano sería
conveniente.
- Si
bien los datos provienen de estudios en mujeres, el
aumento de la expectativa de vida justifica que
actualmente también los hombres deban ser incluidos en
los futuros trabajos, de modo de poder validar los
factores de riesgos y las recomendaciones en este grupo.
Comentario
Dr.
Sebastián García Zamora
La prevención debería ser el eje fundamental
de nuestra práctica. Si bien esto es aplicable a casi
cualquier ámbito, son las patologías más frecuentes y
aquellas cuya presentación es oligo o asintomática donde
se logran los mayores provechos. En el caso de la
osteoporosis ambas características se hallan presentes,
y su alto impacto, tanto personal como social,
justifican que todo aquel que trate con pacientes
mayores deba mantenerse alerta respecto de esta
posibilidad (1,2). Las fracturas son el principal
determinante de la morbimortalidad de esta enfermedad;
por este motivo, junto a la preocupación por esta
entidad en sí misma, debemos esforzarnos por prevenir
las caídas en la población vulnerable (3).
Hay una serie de factores de riesgo que se
asocian a menor DMO y, por tanto, a mayor riesgo de
fracturas; esto se complementa con los hallazgos del
examen físico en un intento por detectar los sujetos con
mayor riesgo, y poder actuar en consecuencia. Los
factores de riesgo fundamentales para el desarrollo de
Osteoporosis son (1,4):
•
Historia personal de fracturas y/o antecedentes de
fractura en familiares de 1° grado
•
Enfermedades asociadas
•
Menopausia precoz (< 40 años) o quirúrgica (< 45 años)
•
Carencia de estrógenos en la premenopausia
•
Delgadez (IMC < 20 kg/m2) o trastornos en la conducta
alimentaria
•
Ingesta de corticoides (tratamiento sistémico más de 3
meses con dosis entre 5 y 7.5 mg de prednisona o
equivalente por día) u otras drogas (anticonvulsivantes,
heparina)
•
Tabaquismo (> 10 cigarrillos diarios)
•
Trasplante de órganos
•
Amenorrea primaria o secundaria
•
Inmovilización prolongada
• Bajo
consumo de calcio
Todos estos datos, la práctica totalidad de
los cuales pueden obtenerse simplemente mediante la
confección de una completa Historia Clínica, son
fundamentales ya que influyen en la decisión de realizar
una Densitometría Ósea (1,4). Sus indicaciones actuales
son:
-
Mujeres mayores de 65 años, y mujeres menores de 65 años
con presencia de por lo menos un factor de riesgo
-
Adultos con una fractura por fragilidad, y adultos con
enfermedades o condiciones asociadas a baja masa ósea o
pérdida ósea (ej. cáncer de próstata en tratamiento,
hipertiroidismo)
-
Hombres mayores de 70 años
- En
todo paciente que necesite ser tratado.
-
También es conveniente hacerlo en el paciente en
tratamiento para controlar resultados, con mediciones
periódicas dependiendo del caso
Sin
lugar a dudas la visión integral del paciente y la
prevención primaria de la enfermedad –es decir, antes de
que ésta ocurra– son grandes desafíos de la Medicina;
sin embargo, esto trae aparejados beneficios que exceden
con creces los obtenidos mediante el mero tratamiento de
la patología ya establecida. La osteoporosis es una de
las entidades que nos enfrentan a este reto; es nuestro
deber tratar de esforzarnos a diario por brindar una
mejor atención a nuestros pacientes.
Referencias
1-
Schurman L, Bagur A, Claus-Hermberg H, Messina OD,
Negri A, Sánchez A. Guía para diagnóstico,
prevención y tratamiento de la osteoporosis. Rev Arg
Osteol 6(3):27-42, 2007.
2-
Montero J, Filippini F. Módulo 22: “Osteoporosis en
el Anciano”. 1° Curso Anual de Geriatría a Distancia
“La Salud en la Tercera Edad”. Organizado por la
Primera Cátedra de Clínica Médica y Terapeútica de
la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad
Nacional de Rosario.
3-
Rodríguez MS, Filippini F. Módulo 4: “Caídas en el
paciente anciano”. 1er. Curso Anual de Geriatría a
Distancia “La Salud en la Tercera Edad”. Organizado
por la Primera Cátedra de Clínica Médica y
Terapéutica de la Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad Nacional de Rosario.
4- Lim LS, Hoeksema LJ, Sherin K; ACPM Prevention
Practice Committee. Screening for Osteoporosis in
the Adult U.S. Population: ACPM Position Statement
on Preventive Practice.
Am J Prev Med 36:366-75, 2009.
Comentario 2
Dr. Ariel Sánchez
Consultor en Osteología. Ex-Presidente de la Asociación
Argentina de Osteología y Metabolismo Mineral. Centro de
Endocrinología, Rosario.
La osteoporosis es un riesgo desde el punto de vista de
la salud pública, que involucra a mujeres y varones
mayores de 50 años. Las fracturas son la consecuencia
más seria de la osteoporosis. Aproximadamente 40% de
mujeres blancas y 13% de hombres de 50 y más años de
edad sufren por lo menos una fractura osteoporótica
clínica en la cadera, la muñeca o la columna vertebral a
lo largo de su vida1. Además de la morbilidad
y la mortalidad, la osteoporosis y las fracturas por
fragilidad se asocian a un costo significativo en
relación a internaciones, cirugía, rehabilitación,
cuidados a largo plazo, incapacidad y muerte prematura.
Los gastos en salud atribuibles a las fracturas
osteoporóticas en los EE. UU. rondan los 14 mil
millones de dólares2. A medida que crece la
expectativa de vida aumenta la población añosa, proclive
a fracturarse, y resulta cierto que el peso financiero y
sanitario de la osteoporosis aumentará en el futuro en
todo el mundo.
La población argentina crecerá un 13% para 2050, pero la
población mayor de 50 años, es decir, la población
susceptible, crecerá un 20%. Por otro lado, está cayendo
la tasa de fertilidad: mientras que actualmente el
número promedio de hijos por cada mujer es de 2.3, caerá
a 2.0 dentro de 20 años, y a 1.8 dentro de 50 años3.
Esto implica que para 2050 el número de personas
económicamente activas no será suficiente para subsidiar
los sistemas de salud y de retiro. En consecuencia, es
razonable asumir que la osteoporosis será una pesada
carga para la Argentina en los años venideros.
Considerando la efectividad de los tratamientos anti-osteoporóticos
para reducir la tasa de fracturas en pacientes
diagnosticados con la enfermedad,4 resulta
importante cualquier esfuerzo para identificar los
sujetos en riesgo de osteoporosis.
Algunos estudios argentinos que analizaron la densidad
mineral ósea en dos sitios anatómicos axiales –columna
lumbar y cuello femoral– con
absorciometría
dual de rayos X
(DXA) revelaron que de cada cuatro mujeres mayores de 50
años una es normal, dos tienen osteopenia, y una tiene
osteoporosis5, de acuerdo a los criterios de
la Organización Mundial de la Salud.
Hacia 2025 la población estimada de mujeres mayores de
50 años será de 7.3 millones, de las cuales 3.3 millones
tendrán osteopenia; para 2050 las proyecciones son 11 y
5.24 millones6, respectivamente; el número de
mujeres con osteoporosis puede estimarse en 1.65 y 2.62
millones. Aunque la tasa de fracturas por fragilidad es
más alta en pacientes con osteoporosis, el número
absoluto de fracturas es mayor en pacientes osteopénicos7-9.
Si bien la densitometría ósea es el
“estándar dorado” para el diagnóstico de osteoporosis
(aunque está lejos de ser un método perfecto), como hay
limitaciones geográficas y económicas para aplicarlo en
gran escala como sistema de cribaje, es importantísimo
que los médicos de atención primaria y los clínicos
sepan detectar los pacientes en riesgo de presentar baja
masa ósea o que tienen riesgo incrementado de sufrir
fracturas.
El estudio epidemiológico LAVOS comprobó que 16% de
mujeres argentinas de 50 ó más años de edad tienen por
lo menos un aplastamiento vertebral dorsolumbar10.
Y se sabe que una fractura vertebral predispone a
nuevas, y también a fracturas no vertebrales. En nuestro
país la tasa media anual de fracturas de cadera, de
acuerdo a siete estudios publicados, es de 488/100.000
habitantes mayores de 50 años, con una relación
mujer:varón de 2.6:1. Así, más de 34.000
fracturas de cadera ocurren cada año en la población
mayor, lo que representa, en promedio, 90 de estas
fracturas por día11.
El artículo acá comentado da pautas
fundamentales para orientar la anamnesis y el examen
físico en la dirección correcta. Como las fracturas son
una consecuencia frecuente de las caídas, algunos
elementos más deben considerarse: en el interrogatorio
siempre se debe preguntar si el paciente ha sufrido
caídas en el último año, y cuántas veces se cayó. En
algunos nomogramas de cálculo de riesgo futuro de
fracturas a 5 ó a 10 años, se considera el número de
caídas en los últimos 12 meses12.Por otra
parte, la detección de una cifosis dorsal marcada es un
factor de riesgo de futuras caídas y eventuales
fracturas.
En un estudio de casi un millar de pacientes de atención
primaria concurrentes a un consultorio del distrito
Centro de Rosario,
un
tercio de la población estudiada reportó caídas (23% de
los varones y 37% de las mujeres). Los episodios de
caídas aumentaron significativamente con la edad en
ambos sexos. En mujeres se observó un aumento de caídas
reiteradas a partir de los 60 años, y en varones a
partir de los 80. Con respecto a las causas de caídas,
46% fue por tropiezo, 26% por pérdida de equilibrio, 17%
por resbalón; la pérdida de equilibrio fue más frecuente
en las mujeres que en los varones. Del total de
episodios, 5% correspondió a personas
institucionalizadas, y 95% a pacientes habitando en sus
domicilios. El 65% no produjo lesiones, pero 13% de las
caídas generaron fracturas. Al aplicar el análisis de
regresión logística, el
antecedente de caída se encontró asociado positivamente
con presencia de cifosis y antecedentes de fractura, y
negativamente con el índice de masa corporal.13
Una manera sencilla de evaluar
la
fuerza y coordinación neuromuscular del paciente en el
consultorio es hacerlo
levantar de la silla 5 veces, en rápida sucesión, sin
ayudarse con las manos (esta tarea debería completarse
en menos 12 segundos). Además, hacerlo caminar en
tandem: el talón de un pie pegando con la punta del
otro pie (debería poder hacerlo sin problemas durante 10
segundos). Si se detecta un déficit, puede indicarse un
plan apropiado de ejercicios físicos destinados a
mejorar la fuerza muscular y la coordinación. También
conviene revisar la medicación y adecuar las dosis de
hipotensores y sedantes o hipnóticos.
Referencias
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osteoporotic fractures. En: Primer on the
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editor principal). Washington DC: American Society
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2005-2025. J Bone Miner Res 2007; 22:465-75.
3.
CELADE. América Latina: Población por años
calendario y edades simples 1995-2005.
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4.
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5.
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H, Messina OD, Negri A, Sánchez A. Guías Argentinas
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Osteoporosis 2007. Actual Osteol 2007;
3:117-36; y Rev Arg Osteol 2007; 6(3):27-42
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Nacional de Estadística y Censos (INDEC):
www.indec.gob.ar
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Siris E,
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Bone mineral density thresholds for pharmacological
intervention to prevent fractures.
Arch Intern Med
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Wainwright SA, Marshall LM,
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Osteoporotic Fractures Research Group. Hip fracture
in women without osteoporosis. J Clin Endocrinol
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9.
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Osteoporotic Fractures in Men (MrOS) Research Group.
Rate and circumstances of clinical vertebral
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Vertebral Osteoporosis Study (LAVOS).
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