¿Tiene este paciente sinusitis?
Does this patient have sinusitis? Diagnosing acute
sinusitis by history and physical examination.
Williams JW Jr, Simel DL.
JAMA. 1993; 270(10):1242-6.
La lista de diagnósticos diferenciales en pacientes con
congestión nasal es larga; sin embargo un puñado de
ellas es responsable de la mayoría de las causas de este
cuadro. Estas condiciones pueden dividirse en aquellas
que ocasionan inflamación de la región nasal (rinitis),
y aquellas donde la inflamación máxima se da a nivel de
los senos (sinusitis). Las causas más frecuentes de
rinitis son las infecciones virales, la reacción frente
a alergenos y la inestabilidad vasomotora, como la
secundaria al empleo excesivo de medicación
vasoconstrictora local. Las rinitis suelen responder
adecuadamente a los antihistamínicos y a los esteroides
o descongestivos nasales; en cambio las sinusitis pueden
requerir del empleo de antibióticos para su resolución.
La sinusitis también puede presentarse como infección
oculta, asociándose en ocasiones a exacerbación asmática
o cefalea crónica.
El “gold estándar” para el diagnóstico de sinusitis es
la punción aspiración y cultivo de senos paranasales. Su
uso es particularmente apropiado para guiar la elección
de antibióticos en casos de sinusitis complicada o
refractaria. Sin embargo, en la práctica cotidiana las
radiografías son de simple acceso y podrían ser
consideradas como una referencia pragmática.
Aunque los pacientes suelen dar descripciones bastante
vagas respecto de sus síntomas, debemos tratar de
recabar todos aquellos datos que incrementen la
probabilidad de padecer sinusitis, como ser: fiebre,
malestar, tos, congestión nasal, dolor en los dientes de
la arcada dentaria superior, descarga nasal purulenta,
pobre mejoría con descongestivos y cefalea o dolor
facial exacerbado al inclinarse hacia adelante.
Ha habido muy pocos intentos por analizar la precisión
de la evaluación clínica en el diagnóstico de sinusitis.
Una maniobra clásicamente descripta para este fin es la
palpación de senos paranasales. Ella se realiza
ejerciendo presión con los pulgares sobre los senos
maxilares y frontales, buscando despertar dolor sobre
los mismos; adicionalmente se puede evaluar la
sensibilidad de los dientes maxilares con un baja
lenguas. Esto último es de gran utilidad ya que 5% a 10%
de las sinusitis maxilares son secundarias a una
infección de la raíz dental. Por otra parte debemos
tener presente que los senos etmoidales y esfenoidales
no pueden ser evaluados de forma adecuada mediante el
examen físico.
En esta revisión se citan solo tres trabajos que
analizaron la utilidad del examen clínico para el
diagnóstico de esta patología; uno de ellos encontró que
6 síntomas fueron significativamente más frecuentes
entre sujetos con anormalidades radiográficas: el
antecedente de infección de vías aéreas superiores,
cualquier tipo de secreción nasal -sea esta purulenta o
no-, dolor a la masticación, malestar general, tos e
hiposmia. Sin embargo ninguno de ellos fue específico de
modo aislado. Un segundo estudio realizado por los
autores de la presente encontró que la secreción nasal
“coloreada”, la tos y los estornudos fueron los síntomas
más sensibles -alrededor de 70%-, pese a adolecer de
adecuada especificidad; en cambio el dolor en los
dientes maxilares fue muy específico según esta serie
-93%-, pero con una sensibilidad de tan solo 11%. Por
otro lado una serie hallazgos tradicionalmente asumidos
como predictores negativos de sinusitis, como la
presencia de dolor de gargantas, prurito ocular y los
síntomas constitucionales no fueron útiles para esto. Un
tercer trabajo, metodológicamente más cuestionable,
encontró que el antecedente de un resfrío, el dolor al
inclinar la cabeza hacia adelante y una rinorrea
purulenta fueron los síntomas con mayor sensibilidad.
Aquí nuevamente la presencia de dolor dental tuvo alta
especificidad -83%-. Por otro lado la palpación de los
puntos sinusales tuvo baja sensibilidad y especificidad
en estos trabajos (48% a 50% y 62% a 65%
respectivamente). El valor de otros signos, como el
color de la mucosa nasal y la percusión de los dientes
no ha sido adecuadamente estudiado.
La realización de una rinoscopia se ha descripto
clásicamente como un examen de gran valor; para
efectuarla debe dirigirse el espéculo del rinoscopio
hacia atrás y afuera, evitando el tabique nasal. Deben
observarse las características de la mucosa, prestando
especial atención a la presencia de pólipos,
desviaciones u otras estructuras sobre el tabique nasal,
ya que los mismos contribuyen a la obstrucción nasal y
favorecen las sinusitis recurrentes. La observación de
secreción purulenta drenando por el meato medio es un
muy buen predictor de sinusitis maxilar; sin embargo
esto no siempre es sencillo de observar, y muchas veces
se necesita la aplicación de alguna sustancia vasoactiva
para ello.
La transiluminación de senos paranasales fue descripta
por Voltolini en 1899; a partir de allí ha sido la
maniobra más estudiada y, al mismo tiempo, la más
controvertida respecto de su valor para el diagnóstico
de sinusitis. La transiluminación del seno maxilar puede
realizarse mediante dos formas: la más difundida
consiste en colocar una fuente de luz intensa sobre el
borde infraorbitario, evaluando la transmisión de luz
sobre el paladar duro. Este examen debe realizarse en un
cuarto completamente oscuro; lógicamente, si el paciente
utilizara prótesis dentales, estas deben ser removidas
previamente. Los expertos suelen clasificar los
hallazgos en: opaco, si no se transmite nada de luz;
pálido, cuando la transmisión de luz es reducida, o
normal. Alternativamente se puede colocar la linterna en
la boca del paciente, logrando un contacto estrecho
entre la luz y el paladar, y evaluando la transmisión de
la luz a través del seno maxilar. Como ventajas esta
variante permite comparar ambos senos; sin embargo exige
la esterilización del instrumental entre pacientes.
La técnica para el examen del seno frontal es más
simple; se coloca la luz debajo del borde supraorbitario,
y a continuación se observa cómo se proyecta la misma en
el seno. Pero debido a que normalmente este seno se
desarrolla de modo asimétrico, la interpretación de los
resultados de esta prueba puede ser dificultosa. Así,
estas variantes anatómicas normales pueden llevar a un
diagnóstico falso de sinusitis.
Mientras algunos investigadores consideran a la
transiluminación como de incomparable valor, otros
sugieren descartar esta práctica por completo. En el
trabajo realizado por los autores, este procedimiento
tuvo muy bajo rédito como método aislado, tanto para
diagnosticar sinusitis como para descartarla. En un
segundo estudio citado, con aproximadamente la mitad de
pacientes, este método fue altamente útil tanto para
confirmar como para descartar sinusitis. Para tratar de
explicar esto los autores plantearon que, no sólo hubo
diferencias respecto a la selección de pacientes, sino
que además en el segundo trabajo el procedimiento fue
realizado por otorrinolaringólogos. Así pues, parecería
que la transiluminación sería de mayor utilidad cuando
es realizada por sujetos con mayor entrenamiento.
Un estudio que incluyó 111 pacientes evaluó la
concordancia interobservador -mediante el test Kappa- en
la evaluación de pacientes con sospecha de sinusitis. La
correlación fue alta para la mayoría de los aspectos
evaluados en el interrogatorio; en cambio en el examen
físico el acuerdo fue moderadamente alto sólo para la
valoración de los puntos sinusales. Por su parte la
transiluminación de senos paranasales tuvo baja
concordancia entre observadores.
De este modo la evidencia disponible hasta el momento
sugiere que no habría ningún signo ni síntoma aislado
que permita suponer fehacientemente la presencia o
ausencia de sinusitis. Debido a esto los autores de la
revisión emplearon un modelo de regresión logística para
tratar de identificar aquellos datos de mayor
relevancia, analizando el valor de cada uno de ellos. De
este modo 3 síntomas y 2 signos fueron predictores
independientes que aumentaron la probabilidad de este
diagnóstico de modo significativo: el dolor de dientes
maxilares (LR+ 2.5), la secreción nasal purulenta (LR+
2.1), una pobre respuesta a descongestivos (LR+ 2.1),
una transiluminación anormal (LR+ 1.6) y una historia de
descarga nasal coloreada (LR + 1.5). Si ninguno de estos
hallazgos se encontrara presente, el diagnóstico podría
ser descartado con adecuada confianza (LR 0.1); por el
contrario la presencia de 4 o todos ellos aumentaría
considerablemente la probabilidad de este diagnóstico
(LR+ 6.4). Otro estudio realizó también un análisis
estadístico del valor de diferentes hallazgos y encontró
que una rinorrea purulenta, el dolor unilateral de un
seno y la presencia de pus en la cavidad nasal
incrementaron de forma estadísticamente significativa la
probabilidad de sinusitis. Lamentablemente en este
último trabajo el dolor a la palpación de los dientes
maxilares, la respuesta a los descongestivos y la
transiluminación no fueron analizados.
Es interesante señalar que, en el trabajo de los
autores, la impresión general del médico de que el
paciente padecía una sinusitis tuvo un LR+ de 4.7,
mientras que la sospecha de que este diagnóstico era muy
improbable tuvo un LR de 0.4. Cuando la sospecha fue
intermedia, el valor de ésta fue poco útil, con un LR+
de tan solo 1.4. Debemos advertir que el trabajo antes
mencionado fue realizado solamente en sujetos de sexo
masculino. Si bien cabría suponer que esto no debería
representar un sesgo, es un dato que no puede
desconocerse.
Conclusiones
- El dolor de dientes maxilares, la secreción nasal
purulenta, una pobre respuesta a descongestivos, una
transiluminación anormal y una historia de descarga
nasal coloreada son los hallazgos clínicos más
relevantes para el diagnóstico de sinusitis, de acuerdo
a esta revisión.
- La ausencia de todos ellos permitiría descartar con
cierta confianza el diagnóstico de sinusitis, mientras
que si 4 o todos se encuentran presentes la probabilidad
de este diagnóstico se incrementa considerablemente.
- De acuerdo a un solo trabajo, la impresión general del
médico sería bastante precisa, tanto para confirmar como
para descartar esta hipótesis.
- Debido a la alta prevalencia de esta patología, sería
interesante contar con más estudios al respecto, a fin
de delinear más adecuadamente el valor del examen
clínico.
Comentario
Los cuadros de vías aéreas superiores sin duda encabezan
los motivos de consulta más frecuentes a médicos de
distintas especialidades, al tiempo que plantean a todos
ellos el gran desafío de decidir qué pacientes deberán
recibir antibioticoterapia. La etiología de la práctica
totalidad de ellas es viral, al punto que varios
expertos sugieren que no más del 2% de los pacientes con
una infección de este tipo tendrá una sobreinfección
bacteriana. Pese a esto, más del 80% de los adultos que
consultan por ello reciben antibióticos, según algunas
series (1).
En el caso concreto de las sinusitis esta diferenciación
no es sencilla, ya que no contamos con métodos
complementarios útiles y fácilmente accesibles para
ello. Si bien clásicamente las radiografías han sido
propuestas como de valor para arribar al diagnóstico,
distintos trabajos demostraron que tanto su sensibilidad
como su especificidad serían inferiores al 80% (1,2,3);
por tanto existe actualmente acuerdo casi unánime en las
guías de diferentes sociedades en que las mismas no
constituirían un estudio de rutina en paciente con esta
presunción clínica (2-5). Otros estudios de imágenes
tampoco juegan un rol en el estudio inicial de pacientes
con sospecha de sinusitis, ya sea debido a que su valor
estaría limitado al operador que lo realiza, como en el
caso de la ecografía, o debido al costo que representa,
como en el caso de la Tomografía Computada. Hay ciertos
casos en que un estudio de imágenes es mandatario; en
esta situación la tomografía sería de elección ya que
permite caracterizar mejor tanto a los senos como a las
estructuras lindantes a ellos, y su contenido. Sin
embargo tampoco este método ha logrado orientar con
adecuado margen de certeza la etiología viral o
bacteriana de una sinusitis. Por tanto la indicación de
estudios por imágenes frente a la sospecha de un cuadro
de rinosinusitis se basaría actualmente en tres puntos
fundamentales: primero, cuando se desee descartar esta
posibilidad, si la sospecha clínica no fuera muy
elevada, a fin de evitar la indicación de antibióticos
empíricamente (1); segundo, si se sospecharan factores
anatómicos que puedan jugar algún rol en la mala
evolución de estos cuadros y/o en la repetición de los
mismos (1-4,6-8). Y por último, en caso de que se
presuma una posible complicación relacionada con la
sinusitis (1-4,6-8).
Las principales complicaciones de las sinusitis son su
extensión, mayormente hacia cavidad intracraneal y/o
intraocular. Los signos que deben alertarnos respecto a
estas posibilidades, y que por tanto nos obligarían a la
realización de un estudio de imágenes, son: alteraciones
en la visión -ya sea diplopía o ceguera-, ptosis,
quemosis, proptosis, anormalidades en los movimientos
oculares o en la respuesta pupilar, edema o tumefacción
periorbitaria, fiebre alta, dolor severo y
desproporcionado al esperado, empeoramiento de la
cefalea, hipoestesias en la región, y la presencia de
signos meníngeos o alteración en el estado de
consciencia (1-3,7,8). Como se mencionó, la falta de
respuesta a un tratamiento adecuado es otra indicación,
como así también la presencia de más de 3 episodios en
un año (7) -lo cual constituye en realidad una sinusitis
aguda recurrente- (1).
Un trabajo reciente encontró que hasta un 87% de los
pacientes con resfriado común que fueron evaluados y a
los cuales se les realizó una TAC de senos presentaban
afectación de los mismos según dicho método (3). Esto
enfatiza la necesidad de jerarquizar la evaluación
clínica, interpretando los estudios complementarios de
acuerdo a la situación del paciente en particular.
A la luz de lo expuesto es indudable que para el
diagnóstico de sinusitis el examen clínico es
fundamental. Sin embargo, nos encontramos frente a dos
problemas: en primer lugar, la evidencia respecto al
valor de la clínica es limitada, al igual que con muchos
otros de los aspectos semiológicos clásicamente
descriptos. Pero por otro lado en este caso particular,
varios de los trabajos realizados han empleado a la
radiografía de senos como “gold standar" frente a la
cual se comparaban los otros signos y síntomas. Esto no
es un dato menor, ya que hoy sabemos que dicho método
adolece de sensibilidad y especificidad adecuadas para
tal fin.
Frente a esto las guías y expertos internacionales
acuerdan (1-9) en que debe sospecharse el origen
bacteriano de una sinusitis cuando los síntomas duren 7
o más días y se acompañen de alguno de los siguientes:
- descarga nasal
purulenta
- dolor facial o
maxilar, especialmente cuando es unilateral
- empeoramiento de
los síntomas luego de una mejoría inicial
De estos, el empeoramiento de los síntomas luego de una
mejoría inicial sería el signo de mayor valor (1-3).
Debe tenerse presente, empero, que lo antes
expuesto se aplica a pacientes inmunocompetentes y
ambulatorios. Tanto el diagnóstico como el tratamiento
de la sinusitis en situaciones especiales es un tema
aparte, que excede el propósito de la presente.
Suele suponerse que el uso irracional de
antibióticos ocurre principalmente a nivel de unidades
de terapia intensiva, frente a gérmenes multiresistentes
y en situaciones críticas. Sin embargo el mayor empleo
de estos fármacos y, sobre todo, el uso inadecuado de
los mismos suele radicar principalmente en el
tratamiento de infecciones cotidianas, como los cuadros
de vías aéreas superiores. Por tanto es deber de todos
preocuparnos por realizar una terapéutica adecuada a
cada situación particular.
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