Este paciente con cefalea ¿tiene
migraña o necesita neuroimágenes?
Does this patient with headache have a migraine or need
neuroimaging? Detsky ME, McDonald DR, Baerlocher MO,
Tomlinson GA, McCrory DC, Booth CM.
JAMA. 2006 Sep 13;296(10):1274-83.
La cefalea es una entidad tan frecuente que se ha
postulado que un 99% de las mujeres y un 94% de los
hombres sufrirán algún episodio a lo largo de su vida.
Algunos pacientes tienen episodios con frecuencia
suficiente como para diagnosticarlos de una cefalea
primaria. Las más frecuentes son la cefalea tensional
(CT), la migraña (MI) y la cefalea tipo en racimos o
“cluster” (CR), con una prevalencia aproximada de 38,3%,
6% a 17% y 0,4%, respectivamente. Sin embargo, la enorme
variedad de entidades y subtipos de cefaleas hace que no
sea fácil la realización de un diagnóstico correcto en
muchas ocasiones. La cefalea puede también ser el primer
síntoma en situaciones clínicas tan graves como tumores
en el sistema nervioso central (SNC), abscesos
cerebrales u otras infecciones (meningitis), aneurismas
y hemorragias, por lo que es mandatario no sólo un
diagnóstico preciso sino también precoz. La cefalea
puede suponer un importante conflicto diagnóstico ya que
si bien las cefaleas primarias, léase benignas, son las
más frecuentes, la gravedad de muchas otras cefaleas
“secundarias” hace necesario no pasar por alto ninguna
de estas opciones diagnósticas.
Diversas características de la cefalea detectadas
mediante el interrogatorio permiten inclinar la balanza
diagnóstica en varias ocasiones. Un meta-análisis
identificó 4 variables que ayudan a distinguir entre una
MI y CT; estas son: nauseas (LR+ 19, IC95% 15-25; LR-
0.19, IC95% 0.18-0.20), fotofobia (LR+ 5.8, IC95%
5.1-6.6; LR- 0.24, IC95% 0.23-0.26), fonofobia (LR+ 5.2,
IC95% 4.5-5.9; LR- 0.38, IC95% 0.36-0.40), y
exacerbación de la misma con el ejercicio (LR+ 3.7,
IC95% 3.4-4; LR- 0.24, IC95% 0.23-0.26). Otro trabajo
propuso 5 características, las cuales permitirían
distinguir una cefalea como probable MI; estas fueron:
cefalea pulsátil, duración entre 4 y 72 hs, carácter
unilateral, presencia de nauseas o vómitos y el carácter
incapacitante de la misma (entendiendo por esto aquella
cefalea que interrumpa las actividades de la vida diaria
del sujeto). La presencia de 4 o las 5 características
tuvo un LR+ de 24 (IC95% 1.5-388) para un diagnóstico
probable de MI, y un LR+ de 5.8 (IC95% 2.7-12) para
confirmar el diagnóstico de esta entidad. Con 3
criterios el LR+ fue de 3.5 (IC95% 1.3-9.2) para un
diagnóstico probable de MI, mientras que para un
diagnóstico confirmado no alcanzó valor estadístico
(debido a que el LR+ calculado fue de 1.0). Por último
la presencia de 1 o 2 criterios tuvo un LR- de 0.41
(IC95% 0.32-0.52) en el caso de un diagnóstico probable,
y un LR- de 0.45 (IC95% 0.30-0.66) para un diagnóstico
seguro. Los autores de la presente revisión
establecieron una mnemotecnia para recordar estas 5
características, llamándola POUNDing (P,
pulsatilidad; O, horas de duración; U, unilateralidad;
N, nauseas o vómitos; y D, discapacidad ocasionada por
la cefalea).
Debemos recordar que los LR, o “multiplicadores de
chance”, son tanto más útiles mientras más se alejan de
la unidad (es decir, de 1) ya sea incrementando como
disminuyendo su valor. Así, un LR+ de 5 o mayor, y un
LR- de 0.2 o menor son, en la práctica, indicadores de
que el método analizado es muy bueno. Y un LR+ de 10 o
mayor, al igual que un LR- de 0.1 o menor serían
indicadores de que la prueba analizada es excelente para
el fin que se la propone.1
Respecto a la necesidad de los métodos por imágenes del
SNC, los autores clasificaron los trabajos disponibles
de acuerdo a las características clínicas que originaron
la solicitud de dicho examen complementario. En un
trabajo que reunió 1876 pacientes con cefalea crónica
y a los cuales se les realizó una tomografía axial
computada (TAC) o una resonancia magnética (RMI)
encontraron anormalidades imagenológicas en 1,2% (IC95%
0.77-1.8) de los casos. Otro trabajo que incluyó 69
pacientes con cefalea tipo MI, la cual comenzó luego de
los 40 años -la edad promedio fue de casi 52 años sin
otro “signo de alarma” (ver comentario), no encontró
hallazgos de relevancia al realizarles una neuroimagen.
En cambio un trabajo con 100 pacientes que analizó
sujetos con cefalea de reciente comienzo o con
cambios recientes en la cefalea habitual, en un
período menor a 12 meses, encontró alteraciones en el
32% de de estos sujetos (IC95% 24-42). Por último, dos
trabajos que analizaron pacientes con cefalea “en
estallido” en busca de hemorragia subaracnoidea
encontraron anormalidades en los estudios de imágenes en
43% de los casos (IC95% 20-68). Debe recordarse que es
la punción lumbar y no las imágenes, la técnica
considerada como método diagnóstico de referencia para
esta entidad.
Al correlacionar los hallazgos anormales en los estudios
de imágenes con las características clínicas del
paciente hubo una serie de manifestaciones que
incrementaron la probabilidad de esto: cefalea tipo
“cluster” LR+ 11 (IC95% 2.2-52), anormalidades en el
examen físico neurológico LR+ 5.3 (IC95% 2.4-12),
cefalea que no pueden ser definidas claramente como un
desorden primario por el médico que las evalúa LR+ 3.8
(IC95% 2-7.1), cefalea con aura LR+ 3.2 (IC95% 1.6-6.6),
cefalea agravada por la maniobra de valsalva o el
ejercicio LR+ 2.3 (IC95% 1.4-3.8) y la presencia de
cefalea con vómitos LR+1.8 (IC95% 1.2-2.6). Por su
parte, los hallazgos que predijeron negativamente el
hallazgo de anormalidades fueron: examen neurológico
normal LR- 0.71 (IC95% 0.60-0.85), falta de agravamiento
de la cefalea con la maniobra de valsalva LR- 0.7 (IC95%
0.56-0.88), ausencia de vómitos LR- 0.47 (IC95%
0.29-0.76) y la presencia de cefalea con características
definidas de un origen primario LR- 0.66 (IC95%
0.44-0.97).
Puntos importantes
- El diagnóstico de MI, cuando es precedida de aura
visual “clásica” (en general escotomas centelleantes que
se mueven o pasar por el campo visual, los cuales luego
desaparecen y son seguidos del comienzo de cefalea)
suele ser relativamente sencillo. Cuando esto no ocurre,
su diagnóstico puede ser más dificultoso.
- No hay un único signo ni síntoma que aisladamente
pueda confirmar o descartar el diagnóstico de MI; por
ello, la combinación de ellos es fundamental. Las
características resumidas en la mnemotecnia “POUNDing”
ha demostrado tener buena utilidad.
- La prevalencia de patología intracranial en sujetos
con cefalea varía ampliamente dependiendo de la
presentación del cuadro -en los trabajos analizados, de
1% en cefaleas crónicas a 43% en casos descriptos como
“en estallido”-.
- De todos los hallazgos analizados, la presencia de
alguna alteración en el examen físico neurológico es el
de mayor valor para guiar la solicitud de neuroimágenes
en pacientes con cefalea, tanto de reciente
instauración, como en aquellas de larga evolución.
Comentario
La cefalea es una entidad tan frecuente como
apasionante, la cual suponen un gran desafío para el
médico tratante debido a sus variadas causas. Si bien
contamos con guías detalladas al respecto2,
la enormidad de entidades descriptas, sumado a la
posibilidad de que coexistan más de una de ellas, hacen
que el diagnostico etiológico resulte muchas veces
dificultoso. A su vez, algunas etiologías suponen tal
gravedad que un diagnóstico erróneo puede marcar un
pronóstico ominoso para el paciente con cefalea. Debido
a esto se ha enfatizado en la presencia de signos de
alarma o “red flags” los cuales deben alertarnos
respecto a la posibilidad de que el origen de la cefalea
no sea un trastorno primario/benigno.
La fiebre es, sin duda, uno de los signos de alarma que
más preocupan.3,4 La meningitis debe siempre
ser tenida en cuenta en pacientes con cefalea de
reciente comienzo, o con características distintas a la
habitual, en los cuales el origen de este síntoma no
esté claro o que presenten concomitantemente una
infección de vías aéreas superiores, aún si el
antecedente de fiebre no estuviese claro. Al respecto,
un trabajo postuló que la acentuación de la cefalea al
sacudir la cabeza lateralmente sería el signo más
sensible que se correlacionaría con pleocitosis en el
líquido cefalorraquídeo.5 Si bien los autores
hallaron que en sujetos jóvenes con migraña este signo
podría estar presente, en el contexto de un cuadro
febril sería sugestivo de infección meníngea. Pese a
esto, muy pocos trabajos posteriores analizaron esta
maniobra.
El inicio reciente de cefalea en pacientes mayores de 50
años, en sujetos con infección por el virus de la
inmunodeficiencia adquirida (VIH) o en aquellos con
diagnóstico previo de cáncer, son otras circunstancias
que deberían hacernos sospechar un origen secundario de
la cefalea, en este caso posiblemente debido a lesión
ocupante de espacio a nivel central.4,6 Entre
los pacientes mayores de 50 años una entidad que debe
recordarse también es la arteritis de la temporal. Este
cuadro suele cursar con VES muy aumentada, aunque se ha
descripto que incluso valores apenas por encima de 20 mm
no deberían hacernos desestimar este diagnóstico7,
especialmente debido a la importancia de un tratamiento
adecuado en la prevención de las complicaciones de esta
patología.
Otros signos de alarma en pacientes que consultan por
cefalea son: inicio brusco de la misma; cefalea asociada
a ejercicio o maniobra de valsalva; cambios respecto al
patrón habitual de cefalea; signos meníngeos o de
afectación sistémica -como por ejemplo la presencia de
rash, convulsiones, alteraciones del comportamiento o
confusión-; la presencia de papiledema o signos
neurológicos focales; la presencia de cefaleas
posteriores a un traumatismo; una cefalea que despierta
al paciente durante la noche y la presencia de vómitos
junto a la cefalea4,8.
Dos entidades que por su gravedad deben tenerse también
presentes cuando se evalúan a pacientes con cefalea son
el glaucoma de ángulo estrecho y la neuritis óptica. En
el primero de ellos suele haber alteraciones de la
visión, midriasis, ojo rojo, nauseas y vómitos además de
cefalea; en el segundo, las alteraciones visuales no se
acompañan de alteraciones oculares, pero la cefalea
suele ser orbitaria.
Si bien la MI constituye una entidad benigna, su
presentación en crisis muchas veces plantea el
diagnóstico diferencial con causas secundarias. Para
ello Pryse-Phillips y col9 propusieron un
algoritmo atractivo, el cual postularon que permitiría
un tamizaje (“screening”) rápido y sencillo
respecto a la probabilidad de que un sujeto padezca
migraña, con una sensibilidad del 86% y un valor
predictivo positivo del 96%. El mismo consistiría en
tres preguntas: la presencia de cefalea diaria, la
unilateralidad de la cefalea y la discapacidad
ocasionada por la misma. Si la primera de las preguntas
fuera negativa, y la segunda y/o la tercera fueran
positivas, existiría una gran probabilidad de que el
cuadro se trate de una migraña.
Por último, una entidad que merece un comentario
especial es la hemorragia subaracnoidea (HSA). Ésta,
junto a la meningitis, son quizá los paradigmas de los
cuadros cataclísmicos en los que un diagnóstico rápido y
preciso signan el pronóstico del paciente. Al respecto
debemos tener presente, por un lado, que un estudio de
imágenes negativo no descarta esta entidad (HSA grado
Fisher I) y que, en casos no aclarados, la realización
de una punción lumbar es mandataria.10 Por
otro, si bien clásicamente este cuadro se describe con
una cefalea “en trueno o estallido”, hasta en un 50% de
los casos puede requerir de minutos para llegar a su
acmé11. Un dato de importancia sería la
descripción como “la peor cefalea de su vida”, lo cual
en una serie estuvo presente en casi el 80% de los
sujetos.11 En este mismo trabajo se evidenció
que en más de la mitad de los casos no había alteración
del estado de conciencia. Un trabajo reciente12
postuló una serie de características que predecirían
fuertemente una HSA: edad mayor de 40 años, que el
paciente sea traído en ambulancia, rigidez o dolor de
nuca, comienzo durante ejercicio, vómitos, alteración
del estado de conciencia presenciado por testigos y la
presencia de hipertensión. Según estos autores, en
ausencia de una historia típica y sin la presencia de
estas características podría descartarse la sospecha de
HSA con razonable confianza.
Resulta casi imposible abarcar todas las posibles
etiologías de cefaleas en un abordaje práctico. Por ello
suele jerarquizarse las entidades más frecuentes y las
que mayor gravedad representan. Y éstas no solo pueden
ser vistas en el ámbito de la urgencia sino que, por el
contrario, pueden presentarse también en consultas
ambulatorias. Por otro lado, y más allá de las
implicancias económicas que puede representar un empleo
desmedido de los métodos complementarios, algunas de las
entidades más graves pueden pasar inadvertidas con
ellos. Esto jerarquiza, como en tantas otras entidades,
la necesidad de una anamnesis y un examen físico
exhaustivos y rigurosos, ya que son ellos los que
guiarán el estudio y abordaje de cada paciente
particular.
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Literatura Científica Seleccionada en Medicina Interna:
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Publicado en:
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