Declaración científica de la AHA para el manejo de las
manifestaciones graves de la enfermedad tromboembólica
venosa
Circulation –
Volumen 123; 21 de Marzo, 2011.
Dr. Javier Montero.
Departamento de
Medicina Interna. Hospital Povisa, Vigo, España. Ex Jefe
de Residentes de Clínica Médica, Hospital Provincial del
Centenario, Rosario, Argentina.
La enfermedad
tromboembólica venosa (ETV), que incluye a la trombosis
venosa profunda (TVP) y tromboembolismo pulmonar (TEP),
es una patología común, frecuentemente subdignosticada,
y que se asocia a una alta morbimortalidad en sus formas
de presentación más graves: TEP masivo, TEP submasivo y
trombosis venosa femoro-ileal. Justamente en éstas
situaciones es donde aún no hay un consenso en los
conceptos, si bien desde hace tiempo se habla de la
importancia del deterioro hemodinámico para dividir las
aguas y tomar decisiones terapéuticas más agresivas como
la terapia trombolítica.
La Declaración
Científica del 21 de marzo de la American Heart
Association propone definiciones concretas y
recomendaciones sobre el manejo de estas situaciones
clínicas graves de la ETV a partir de una revisión
exhaustiva de la bibliografía. Resumimos los aspectos
más destacados:
·
Inicialmente proponen definiciones
para homogeneizar conceptos sobre TEP y TVFI. Estas son:
Ø
TEP masivo: TEP agudo asociado a hipotensión
sostenida (definida como aquella PA sistólica < 90 mmHg
por la menos 15 minutos o que requiere soporte
inotrópico no asociado a otra causa como arritmia,
sepsis, insuficiencia cardíaca izquierda), ausencia de
pulso o bradicardia extrema persistente (< 40 lat/min
con signos y síntomas de shock)”.
Ø
TEP submasivo: TEP agudo sin hipotensión pero
asociado a disfunción de ventrículo derecho (DVD) o
necrosis miocárdica (NM)”. DVD hace referencia a la
presencia de al menos uno de los siguientes signos: 1)
dilatación de VD o disfunción sistólica por
ecocardiografía; 2) dilatación de VD por tomografía
computada (cuando se realiza TC multicorte); 3)
elevación de Péptido Natriurético Cerebral (BNP > 90 pg/ml);
4) elevación de pro-BNP (>500 pg/ml); o 5) cambios
electrocardiográficos de sobrecarga derecha (nuevo
bloqueo de rama derecho completo o incompleto, elevación
o descenso del ST o inversión de la onda T en derivadas
anteroseptal). Por su parte, NM es definida como: 1)
aumento de troponina I (TI >0,4 ng/ml); o 2) elevación
de troponina T (TT >0,1 ng/ml).
Ø
TEP de bajo riesgo: TEP agudo que no cumplen los
criterios de masivo ni submasivo.
·
Posteriormente, hacen referencia a
reconocer las tres situaciones clínicas en las que deben
plantearse el tratamiento trombolítico con alteplase,
además de la anticoagulación prolongada. Estos son: 1)
fallo hemodinámico definido como “hipotensión o índice
de shock (frecuencia cardíaca/tensión arterial
sistólica) > 1, durante más de 15 minutos”; 2) fallo
respiratorio definido como “ desaturación por oximetría
de pulso < 95% respirando al aire libre (FiO2 21%), o
juicio clínico de aparente distrés respiratorio”; 3)
evidencia de injuria severa de VD por ecocardiografía (hipoquinesia
global de VD o presión sistólica de VD > 40 mmHg) y/o
bioquímica (troponinas por encima del valor superior,
BNP > 100 ng/dl, pro-BNP 900 pg/ml).
·
En base a estas situaciones, sugieren
el algoritmo terapéutico:
Ø
Si existe inestabilidad hemodinámica el paciente debe
recibir alteplase (100 mg en 2 horas) si no existen
contraindicaciones (recomendación Clase IIa, Evidencia
B).
Ø
Si no existe hipotensión, iniciar heparina e investigar
la existencia TEP submasivo con signos clínicos de
pronóstico adverso, que son: desarrollo de nueva
inestabilidad hemodinámica, empeoramiento respiratorio,
disfunción VD severa o BNP > 100 ng/dl, pro-BNP 900 pg/ml,
o NM mayor (troponinas por encima del valor superior)
(Recomendación Clase IIb, Evidencia C).
Ø
En pacientes que no presenten estos contextos clínicos (TEP
de bajo riesgo) o presenten TEP submasivo sin
empeoramiento clínico una vez ingresado, mínima
disfunción VD y/o datos bioquímicos de NM mínimos, no se
recomienda el tratamiento con alteplase (Recomendación
Clase III, evidencia B).
·
Los candidatos a trombolíticos, y que
tienen contraindicaciones para su utilización, deberían
ser subsidiarios de embolectomía (EMB) endovascular por
catéter o quirúrgica. La EMB debería considerarse
también en caso de persistencia de inestabilidad
hemodinámica luego de la perfusión del alteplase.
·
En pacientes con TEP confirmado y que
tienen contraindicada la anticoagulación (por sangrado
activo o cirugía reciente, por ejemplo), es indicación
de colocar un filtro en vena cava inferior. Una vez
superada la contraindicación, se iniciará la
anticoagulación por el tiempo prescripto (3 o 6 meses).
·
La anticoagulación debe iniciarse con
heparina, fraccionada a no, a dosis terapéuticas. Luego
para el tratamiento a largo plazo, de utilizarse
warfarina. Estos deben superponerse al menos 5 días y
hasta que el INR se mantenga mayor a 2 por 24 horas. No
hay recomendaciones para el acenocumarol, pero pueden
seguirse lineamientos similares recordando sus conceptos
farmacocinéticos.
·
Por último, propone que aquellos
pacientes con TVIF con manifestaciones clínicas graves
(cerúlea dolens, por ejemplo), debe realizarse terapia
trombolítica local con catéter multiperforado además de
la anticoagulación prolongada.
Este “estatuto
científico” me parece primordial para que los médicos
hablemos el mismo idioma y conozcamos el nivel actual de
la evidencia en esta enfermedad. Queda claro que la
clínica sigue siendo muy útil para discernir que los
pacientes “en la gama de los grises” (pacientes con TEP
submasivo), se pueden beneficiar del tratamiento
trombolítico además de recibir anticoagulación
prolongada. El artículo textualmente comenta en un
pasaje “en estos casos, el juicio a la cabecera del
enfermo sigue siendo fundamental para la decisión
terapéutica”. A su vez, no puedo dejar de pensar que
bien me suena esta frase en un universo
médico-científico cada vez más matemático.
Jaff MR, Mc Murtry MS, Archer SL, et al. Management of
massive and submassive pulmonary embolism, iliofemoral
deep vein thrombosis, and chronic thromboembolic
pulmonary hypertension. Circulation. 2011;123:00-00.
DOI: 10.1161/CIR.0b013e318214914f.
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