¿Tiene este paciente una colecistitis aguda?
Trowbridge RL, Rutkowski NK, Shojania KG. Does this
patient have acute cholecystitis?
JAMA. 2003 Jan 1;289(1):80-6.
Comentario: Sebastián
García Zamora. Residente de Clínica Médica del Hospital
Provincial del Centenario. Rosario. Argentina
De modo simple podríamos definir a la colecistitis como
una “inflamación de la vesícula”, si bien constituye un
síndrome que abarca desde la colelitiasis sintomática,
con ataques agudos de dolor (cólico biliar) que se
resuelven en horas, hasta cuadros donde los cólicos
biliares se sostienen en el tiempo, siendo acompañado de
fiebre y signos marcados de inflamación o colestasis al
laboratorio. La inflamación de la vesícula sin la
existencia de cálculos es posible y típicamente ocurre
en pacientes críticos, por lo cual se comprende que
suela asociarse a mayor morbimortalidad.
La colecistitis aguda representa el 3-9% de los ingresos
hospitalarios por dolor abdominal. Si bien la mayor
parte de los dolores abdominales en hemiabdomen superior
obedecerán a causas benignas, como dispepsia o
gastroenteritis, la posibilidad de este diagnóstico
obliga a un examen minucioso.
Algunos autores han planteado que el término “cólico
biliar” es erróneo debido a que la obstrucción biliar
produce un dolor sostenido y no de tipo paroxístico.
Además, se ha señalado que los pacientes experimentan
dolor en la región epigástrica tan frecuentemente como a
nivel de hipocondrio derecho, hecho que debe ser tenido
en cuenta a la hora de interrogar a los pacientes.
Asimismo el antecedente de intolerancia a alimentos
ricos en grasa también suele ponernos sobre la pista de
un problema vesicular.
Los dos signos semiológicos más relacionados con
alteraciones de la vesícula son el de Murphy y el de
Courvoiser. El último consiste en palpar una vesícula
aumentada de tamaño, no dolorosa, en un paciente con
ictericia. Courvoiser observó que la dilatación de este
órgano ocurría más frecuentemente cuando la obstrucción
tenía como causa una neoplasia, en lugar de etiologías
benignas. Si bien esto es real, no debe ser tomado como
regla, en tanto que este signo puede estar presente en
otras circunstancias. Por su parte, el signo de Murphy
se obtiene palpando con los pulgares debajo del reborde
costal derecho, en su unión con el borde externo del
músculo recto anterior. Se solicita al sujeto que
realice una inspiración profunda, y el signo se
considera positivo cuando despierta dolor e interrumpe
la respiración.
Otro dato semiológico “clásico” pero menos difundido de
colecistitis es el Signo de Boas. Originalmente se
describió como la presencia de hiperestesia en la región
posterior, desde unos pocos centímetros a la derecha y
por fuera de las vértebras dorsales 10ª a 12ª y hasta la
línea axilar posterior homolateral. Fuentes recientes
han descripto a este signo como el hallazgo de
hiperestesia al mínimo contacto, en el cuadrante
superior derecho o en la zona infraescapular. Un estudio
comunicó que 7% de los pacientes que iban a someterse a
colecistectomía presentaron hiperestesias en las
regiones antes descriptas, pero ninguno exhibió un signo
de Boas positivo en su forma clásica. Ningún otro
estudio hallado por los autores analizó el valor de este
signo en ninguna de sus dos variedades.
De acuerdo a los trabajos analizados, ningún hallazgo
clínico ni de laboratorio tiene el suficiente valor para
descartar por sí mismo la posibilidad de que el paciente
padezca una colecistitis. Una posible excepción es el
dolor en el cuadrante superior derecho del abdomen; si
bien la ausencia de este hallazgo tendría un LR 0.4, el
intervalo de confianza (IC) calculado abarca a la
unidad, relativizando por tanto su utilidad (1). Debe
recordarse también que los ancianos son particularmente
propensos a presentarse con cuadros sin un claro dolor o
disconfort en dicha localización.
De modo similar, ningún signo, síntoma ni hallazgo de
laboratorio tuvo un LR+ de suficiente valor para
realizar el diagnóstico de colecistitis aisladamente. De
hecho, el único hallazgo cuyo LR calculado fue superior
a 2 fue el signo de Murphy, aunque su intervalo de
confianza calculado en esta revisión incluyó la unidad
lo cual disminuye claramente su valor (LR+ 2.8 IC95%
0.8-8.6 y LR- 0.5 IC95% 0.2-1). Pese a ello, los autores
aclaran que dicho signo es plausible de ser afectado por
sesgos en su verificación y postulan que su verdadero
valor podría ser superior al encontrado.
Un problema a la hora de calcular el valor de los
distintos hallazgos es que los sujetos con
sintomatología típica suelen ser sometidos a nuevos
estudios antes de ser intervenido quirúrgicamente, no
ocurriendo lo mismo con aquellos de presentación
atípica, los cuales frecuentemente son excluidos de los
estudios. Esto genera una potencial sobreestimación de
la sensibilidad y subestimación de la especificidad de
los parámetros estudiados. Otro sesgo potencial lo
constituye la elevada proporción de sujetos con
colecistitis en los trabajos, lo cual supera ampliamente
a la real incidencia de la patología.
Los parámetros clínicos analizados por la mayoría de los
trabajos, y sugestivos de colecistitis fueron: anorexia,
nauseas, vómitos, fiebre, signo de Murphy, defensa o
rigidez abdominal, presencia de descompresión y dolor en
el cuadrante superior derecho del abdomen. En cuanto al
laboratorio, la elevación de las transaminasas, la
fosfatasa alcalina, la bilirrubina y la leucocitosis
fueron los parámetros más uniformemente evaluados.
Ante el relativamente escaso valor de las maniobras y
determinaciones analíticas, algunos trabajos estudiaron
la utilidad de combinar estos hallazgos. Los más
estudiados fueron la combinación de fiebre y
leucocitosis, no mejorando la sensibilidad ni
especificidad de las mismas, lo que sugiere que estos
dos test no funcionan como pruebas independientes, por
lo cual no varía sustancialmente su valor al combinarse.
Respecto a las imágenes, la ecografía es el método más
empleado ante la sospecha de colecistitis; meta-análisis
han establecido una sensibilidad y especificidad
aproximadas para el método del 88%, y 80%
respectivamente. Para detectar litiasis vesicular, la
sensibilidad del método fue comparable pero con una
especificidad considerablemente mayor (cercana al 99%).
Por su parte, la tomografía tiene un menor rédito
diagnóstico para la exploración de la vía biliar.
Cuando se analizó la concordancia entre el diagnóstico
clínico preoperatorio de colecistitis y la confirmación
al realizarse la laparotomía, hubo una elevada
correlación. Así es lícito pensar que la probabilidad
post-test generada en base a la clínica y a los métodos
complementarios es alta, planteando los autores de esta
revisión que superaría el 60%. Ello significa que, si
bien aisladamente ningún hallazgo fue de valor, la
ponderación global de los mismos aunado al juicio
clínico y la experiencia son de utilidad. Sería
interesante contar con estudios que analicen las
combinaciones de los hallazgos al examen físico y de
laboratorio con el objetivo de jerarquizar aquellos con
mayor rédito diagnóstico.
Puntos importantes
1.
No existe ningún hallazgo clínico ni de laboratorio que
aisladamente prediga o descarte la posibilidad de una
colecistitis.
2.
Si bien no se ha podido calcular los LR pertinentes ante
las combinaciones de hallazgos, este proceso permitiría
arribar a una adecuada probabilidad post-test que
justifique la realización de métodos de imágenes y/o una
intervención quirúrgica.
3.
Ante una sospecha fundada de colecistitis, la ecografía
es el método complementario de elección.
Comentario
El dolor abdominal es un motivo de consulta harto
frecuente, tanto a nivel ambulatorio como en servicios
de guardia, invistiendo generalmente un desafío
diagnóstico para el médico tratante (2,3). Habitualmente
es necesario diferenciar inicialmente si la resolución
del cuadro requerirá de una intervención quirúrgica, sin
olvidar que en ocasiones el dolor abdominal puede ser
referido, como sería el caso de cetoacidosis diabética,
porfiria, neumonía e incluso infarto agudo de miocardio.
Así es crucial evaluar inicialmente la estabilidad
hemodinámica del sujeto, descartando causas graves que
puedan poner en riesgo inminente la vida del paciente.
Tanto la edad como el sexo son datos de valor a la hora
de orientar las posibles etiologías del cuadro (2-4).
Una práctica no estudiada en los trabajos analizados
pero que merece consideración a la hora de evaluar
pacientes con dolor abdominal, es la observación del
cuadro durante un tiempo prudencial, antes de establecer
un diagnóstico respecto del mismo. Es conveniente
resistir la tentación de intentar definir todos los
cuadros de forma inmediata. Frecuentemente el paso de
algunas horas es el mejor elemento para arribar al
diagnóstico correcto de un paciente, siempre que las
condiciones clínicas del mismo lo permitan.
La colecistitis es un diagnóstico frecuentemente
sopesado entre pacientes con dolor abdominal en
hemiabdomen superior (5-6), si bien su incidencia suele
ser menor a la de otras patologías, como la dispepsia,
gastritis y apendicitis. Su frecuencia varía dependiendo
de cuan seleccionados se encuentren los pacientes de
cada serie, aunque habitualmente representan no más del
10% de todos los dolores abdominales. Algunos trabajos
posteriores a esta revisión (7-9) intentaron desarrollar
reglas que ayuden a predecir la factibilidad de este
diagnóstico. Si bien los distintos autores analizaron
diferentes variables como predictores de colecistitis,
la leucocitosis, el signo de Murphy, la taquicardia, una
edad mayor a 45 años, el sexo femenino y elevación de la
bilirrubina total, las transaminasas y la fosfatasa
alcalina alcanzaron valor en los estudios antes
mencionados. En un trabajo el sexo masculino fue
predictor de necesidad de colecistectomía de
urgencia(8).
Sí hubo uniformidad respecto del valor preponderante de
la ecografía como método complementario (5,7-10), la
cual permitiría una elevada certeza en el diagnóstico
clínico de colecistitis. Otra ventaja de la ecografía
sería su rapidez y accesibilidad, habiéndose encontrado
que médicos no especialistas en diagnóstico por
imágenes, pero con adecuado entrenamiento, podrían
lograr una adecuada concordancia respecto a los
diagnósticos efectuados por especialistas (10).
Debido a lo frecuente de las consultas por dolor
abdominal y a la elevada prevalencia de litiasis
vesiculares incluso asintomáticas, pese a las ventajas
que posee la ecografía como método complementario
resulta imperioso evaluar críticamente cada caso antes
de prescribir un estudio por imágenes. Una anamnesis
minuciosa y un adecuado examen físico, sumados a la
interpretación juiciosa y mensurada de determinaciones
de laboratorio permitirán discernir con aceptable
seguridad qué pacientes requerirán de estudios por
imágenes. El análisis y la reevaluación del razonamiento
clínico empleado una vez obtenidos los resultados de los
nuevos estudios o procedimientos efectuados serán los
elementos que permitirán perfeccionar nuestra práctica
cotidiana.
Referencias
1) García Zamora S. Definición de Conceptos. Literatura
Científica Seleccionada en Medicina Interna: Análisis
Racional – De la Literatura a la Práctica Cotidiana. Vol
1. Mayo de 2009. Disponible en:
http://www.clinica-unr.org/Gacetilla/01/Sup_01_Analisis_Art_01.htm
2) Montero J. Dolor Abdominal. En: Parodi R. Chiganer G.
Sosa J. Greca A. Guardia Médica: enfoque práctico de
urgencias y emergencias. Editorial Corpus. Rosario 2008.
3) Argente H, Álvarez M. Semiología Médica.
Fisiopatología, semiotecnia y propedéutica. Editorial
Médica Panamericana. 1º Edición, Buenos Aires,
Argentina; 2005.
4) McGee, S. Evidence-Based Physical Diagnosis.
2º Edición. Editorial Elsevier.
5) Cartwright SL, Knudson MP. Evaluation of acute
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1916). Clin Med Res. 2005 May;3(2):110-2.
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and laboratory variables with ultrasound findings in
right upper quadrant abdominal pain. South Med J. 2005
Feb;98(2):155-61.
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P, Mason RJ. Prediction of patients with acute
cholecystitis requiring emergent cholecystectomy: a
simple score.
Gastroenterol Res Pract. 2010;2010:901739.
9) Navarro Fernández JA, Tárraga López PJ, Rodríguez
Montes JA, López Cara MA.
Validity of tests performed to diagnose acute abdominal
pain in patients admitted at an emergency department.
Rev Esp Enferm Dig. 2009 Sep;101(9):610-8.
10) Scruggs W, Fox JC, Potts B, Zlidenny A, McDonough J,
Anderson CL, Larson J, Barajas G, Langdorf MI. Accuracy
of ED Bedside Ultrasound for Identification of
gallstones: retrospective analysis of 575 studies.
West J Emerg Med. 2008
Jan;9(1):1-5.
Nota: Los likelihood ratio (LR) o “multiplicadores de
chance”, son indicadores que expresan el valor de un
determinado método para aumentar o disminuir la
probabilidad de un diagnóstico, cuando están presentes o
ausentes. Son tanto más útiles mientras más se alejan de
la unidad (es decir, de 1) ya sea incrementando como
disminuyendo su valor. Así, un LR+ de 5 o mayor, y un
LR- de 0.2 o menor son, en la práctica, indicadores de
que el método analizado es muy bueno. Y un LR+ de 10 o
mayor, al igual que un LR- de 0.1 o menor serían
indicadores de que la prueba analizada es excelente para
el fin que se la propone. Sin embargo, es pertinente
aclarar que son multiplicadores de chance, como lo
indica su traducción, lo cual significa que no pueden
aplicarse directamente a la probabilidad de algo. En
lenguaje simple podemos decir que si la probabilidad de
que un sujeto padezca una determinada patología es del
10%; se le aplica un test cualesquiera sea, con un LR+
de 5, y este es positivo, si bien su probabilidad se ha
incrementado considerablemente, ésta definitivamente no
es 50%.
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