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Management of severe hyperkalemia  

Crit Care Med 2008 Vol. 36, No 12

 

 


La hiperkalemia es frecuente en pacientes hospitalizados y puede asociarse a malos resultados. Se desconoce la prevalencia e impacto clínico en el paciente crítico. Sin embargo, no hay dudas de que la hiperkalemia severa puede ser fatal.

 

El tratamiento adecuado depende de entender la  fisiología subyacente.

El radio concentración de K+ extracelular/ concentración de K+ intracelular determina en gran medida el potencial de membrana de reposo de la célula que a su vez regula la función de los tejidos excitables. Entonces, no resulta sorprendente que la concentración plasmática de K+  se mantenga normalmente dentro de límites muy estrechos. Esta ajustada regulación se logra con dos sistemas cooperativos:

·          Sistema que protege de los cambios a corto plazo del K+ plasmático, regulando el balance interno, es decir el equilibrio del K+ a través de la membrana celular. A este nivel intervienen la insulina, y catecolaminas y en menor medida el balance ácido-base, la tonicidad plasmática y muchos otros factores.

·          Sistema que gobierna la homeostasis del K+ a largo plazo regulando el balance externo, es decir la relación entre la ingesta y la eliminación de K+.

En individuos con función renal normal, el 95% de la carga diaria de K+ se elimina en el riñón y el restante en el intestino. Es por esto que el balance externo se mantiene mayormente modulando la eliminación renal de K+.

Casi todo el K+ excretado por los riñones proviene del K+ secretado en la nefrona distal. Y prácticamente toda la regulación de la excreción de K+ tiene lugar en esta  parte de la nefrona bajo la influencia de dos factores:

1)       la velocidad de flujo del fluido luminal y la entrega de solutos (Cl y Na)

2)       la acción de la aldosterona.

La secreción de K+ es directamente proporcional a velocidad de flujo y a la entrega de solutos a la luz de la nefrona distal y a los niveles circulantes de aldosterona.

Esto explica, por ejemplo, por qué el uso de diuréticos que actúan en sitios proximales a la secreción de K+ (de asa y tiazidas) a menudo se acompaña de hipokalemia. Y por qué la hiperkalemia se presenta en la IRA y en los estados de déficit de mineralocorticoides y con el uso de drogas que interfieren con el eje renina-angiotensina-aldosterona.

 

Manifestaciones clínicas de la hiperkalemia

 

Cardíacas: la hiperpotasemia despolariza la membrana celular, enlentece la conducción ventricular y acorta la duración del potencial de acción. Estos cambios llevan al clásico patrón electrocardiográfico que incluye (en orden frecuente de aparición):

ü       ondas T picudas

ü       ensanchamiento del QRS

ü       pérdida de la onda P

ü       Fibrilación ventricular (FV) o asistolia

Estos cambios electrocardiográficos pueden modificarse por gran cantidad de factores tales como el pH del líquido extracelular, la concentración de calcio y de sodio y la velocidad de elevación del K+ en el plasma.

La sensibilidad del ECG para revelar hiperkalemia es bastante baja aumentando algo en relación a la severidad de la misma. Pero pueden coexistir  ECG normal aún con hiperpotasemia extrema y puede la FV aparecer como la primera manifestación electrocardiográfica de esa condición (la explicación para estas situaciones no son contundentes pero podría relacionarse con la elevación muy lenta del  K+ plasmático).

Dada la baja sensibilidad del ECG, los cambios en éste no deben ser considerados necesarios para el tratamiento de emergencia de la hiperkalemia severa.

 

Neuromusculares: parestesias y debilidad progresiva hasta la parálisis fláccida que respeta el diafragma. Los reflejos tendinosos profundos están disminuidos o ausentes. Los nervios craneanos raramente están comprometidos y los cambios sensoriales son mínimos.

 

Metabólicos: la hiperpotasemia disminuye la amoniogénesis renal lo que lleva a una leve acidosis metabólica hiperclorémica. Puede limitar la capacidad renal de excretar una carga ácida  y dificultar la corrección de la acidosis metabólica.

 

Mortalidad: los pacientes hospitalizados con hiperkalemia tienen una mayor mortalidad que aquellos sin hiperkalemia pero la alta prevalencia de insuficiencia renal coexistente en esta población es una variable que confunde e impide atribuir el aumento de la mortalidad a la hiperkalemia en sí misma.

 

Tratamiento de la hiperkalemia severa

En general, el tratamiento inicial de la hiperkalemia severa es independiente de la causa del disturbio mientras que el tratamiento racional de la hiperkalemia crónica depende del conocimiento de su patogénesis.

Considerando  que la hiperkalemia constituye una emergencia, varios puntos deben ser tenidos en cuenta:

1)       Los efectos electrofisiológicos de la hiperkalemia son directamente proporcionales tanto al valor absoluto del K+ en plasma  como a la velocidad de instalación de la hiperpotasemia.

2)       Los trastornos metabólicos coexistentes pueden aminorar (hipernatremia, hipercalcemia, alcalemia) o exacerbar (hiponatremia, hipocalcemia, acidemia) las consecuencias electrofisiológicas de la hiperkalemia.

3)       A pesar de que las manifestaciones electrofisiológicas de la hiperkalemia son generalmente progresivos y proporcionales al K+ plasmático, la FV puede ser el primer hallazgo, y a la inversa, la hiperkalemia extrema puede acompañarse de ECG normal. Con esto en mente, se deduce que ni el ECG aislado ni el nivel plasmático de K+ por sí solo son  parámetros adecuados de la urgencia de la hiperkalemia  y es en cambio  el contexto clínico completo del paciente lo que debe considerarse.

 

Dado que el tratamiento de la hiperkalemia aguda es seguro si se lo aplica adecuadamente y que la hiperkalemia  es potencial e impredeciblemente letal, es prudente iniciar medidas con un nivel de K+ no muy alto.

La mayoría de los pacientes manifiesta cambios electrocardiográficos con K+ plasmático mayores de 6.7 mEql/l, por lo tanto:

 

La hiperkalemia debería tratarse como una emergencia con:

·          K+ plasmático > 6.5 mEql/l ó

·          Cambios ECG de hiperkalemia sin importar el nivel de K+

La terapia de la hiperkalemia aguda o severa está dirigida a prevenir o aminorar sus efectos electrofisiológicos deletéreos sobre el miocardio. Los objetivos del tratamiento, en orden cronológico son los siguientes:

1)       antagonizar el efecto del K+ sobre las membranas celulares excitables

2)       redistribuir el K+ extracelular llevándolo al interior de las células.

3)       aumentar la eliminación del K+ del organismo.

 

 

Antagonismo del efecto sobre las membranas

 

Calcio: antagoniza directamente el efecto de la hiperkalemia sobre el miocardio sin disminuir la concentración de K+ plasmático. Disminuye el umbral del potencial de acción de los miocitos cardíacos, reestableciendo así el gradiente normal con el potencial de membrana en reposo que se distorsiona con la hiperkalemia. Es beneficioso incluso en pacientes normocalcémicos. El calcio inyectable se encuentra disponible como sales de cloruro o gluconato, siendo ésta última la preferida por ser menos probable que ocasione necrosis tisular si se extravasa. La dosis recomendada es de 10 ml en i.v 10 minutos. El inicio de acción es de menos de 3 min. Se debe monitorizar el ECG en forma continua. Se puede repetir la dosis a los 5 min si no hay mejoría del ECG o si se deteriora después de una mejoría inicial. El efecto dura 30-60 min y durante este tiempo deben implementarse medidas tendientes a disminuir el K+ plasmático. Existen reportes de muerte súbita con la administración de calcio i.v. en pacientes recibiendo glucósidos digitálicos por lo que se recomienda una vigilancia extrema en pacientes en los que se sospechan niveles tóxicos de digitálicos.

 

Solución salina hipertónica: revierte los cambios electrocardiográficos de la hiperkalemia en pacientes con hiponatremia. Este efecto parece deberse más a un cambio en las propiedades eléctricas de los miocitos cardíacos que a una reducción del K+ plasmático.

Aún no se ha establecido si la solución hipertónica es efectiva en pacientes eunatrémicos, hasta que este punto sea esclarecido, la solución salina al 3% se le suministrará sólo a los pacientes hiponatrémicos con hiperkalemia vigilando los riesgos de la sobrecarga de volumen.

 

 

Redistribución del K+  hacia el interior de las células

 

Insulina: disminuye en forma confiable el K+ plasmático en pacientes con insuficiencia renal en etapa terminal. Activa la Na-K+ ATPasa, aparentemente reclutando los componentes de la bomba intracelular hacia la membrana plasmática. Una dosis i.v. de 10 unidades de insulina regular en bolo administrada conjuntamente con un bolo de 25 gr de glucosa (10 U insulina corriente + 50 ml dextrosa al 50%) en pacientes anéfricos disminuye el K+ plasmático en aproximadamente 0.6 mEql/l. El inicio de acción es antes de los 15 min y el efecto máximo se alcanza a los 30-60 min. Después del bolo inicial se debe iniciar una infusión de dextrosa dado que la dosis única de 25 g es insuficiente para prevenir la hipoglucemia a los 60 min.

En voluntarios normales se demostró que la infusión  continua de insulina disminuye el K+ plasmático en los  primeros 90 min elevándose después, por lo que no sería conveniente esta forma de administración .

En pacientes hiperglucémicos la insulina puede administrarse sin glucosa, es más, la causa de la hiperkalemia en estos casos puede ser la hiperglucemia per se.

No se recomienda la administración de glucosado hipertónico sin insulina para el tratamiento de la hiperkalemia por dos razones:

1) Es poco probable que los niveles endógenos de insulina alcancen el rango necesario para lograr efecto terapéutico

2) Existe riesgo de exacerbar la hiperkalemia al inducir hipertonicidad.

 

Beta agonistas: la administración de albuterol i.v. (0.5 mg en 15 min) a pacientes con insuficiencia renal, logra una disminución significativa del K+ plasmático (aprox 1 mmol/l) que es máxima a los 30-60 min. La administración de altas dosis de albuterol nebulizado a estos mismos pacientes tiene un efecto similar: el K+ plasmático disminuye 0.6 mmol/l después de la inhalación de 10 mg de albuterol y aproximadamente 1 mEql/l después de inhalar 20 mg. Esta dosis es al menos 4 veces mayor que la utilizada habitualmente para obtener broncodilatación. La acción se inicia a los 30 min y persiste por aproximadamente 2 horas.

El efecto del albuterol es aditivo al de la insulina: la combinación de las dos drogas logra un descenso del K+ plasmático de 1.2 mEql/l a los 60 min.

Recientemente se demostró que la terbutalina sucutánea (7 ug/kg) disminuye el K+ plasmático en 1.3 mEql/l a los 60 min en pacientes en HD seleccionados.

El efecto indeseable más frecuente del albuterol nebulizado o la terbutalina es la taquicardia leve.

Los pacientes tratados  con beta bloqueantes no selectivos es poco probabable que respondan al albuterol . Es más, hasta un 40% de pacientes aunque no tomen beta bloqueantes son resistentes al efecto hipokalémico del albuterol. El mecanismo de esta resistencia es desconocido y no hay datos que permitan predecir cuáles pacientes van a responder y cuáles no. Por esta razón, los b-agonistas nunca deben usarse como tratamiento único en la hiperkalemia severa.

 

Bicarbonato: durante la década pasada, se ha arraigado en la práctica médica  la administración  en bolo de bicarbonato en el tratamiento de emergencia de la hiperkalemia. Contradictoriamente, los estudios que supuestamente avalan esta práctica usaban infusiones prolongadas de bicarbonato (4 a 6 hs). Ahora está claramente demostrado que las infusiones rápidas de bicarbonato no reducen el K+ plasmático en pacientes renales en hemodiálisis, implicando que no causa desplazamiento de K+ al interior de las células .

La infusión en 60 min de bicarbonato isotónico o hipertónico en pacientes en hemodialisis (HD), no tiene efecto sobre el K+ plasmático  a pesar de un aumento sustancial de la concentración de bicarbonato sérico. Solamente después de una infusión de 4 hs hubo una pequeña pero significativa disminución del K+ plasmático (0.6 mEql/l).

 Aún existen controversias acerca de si el bicarbonato facilita la acción de la insulina para captar K+ hacia las células  (resultados de estudios contradictorios).

Con lo expresado anteriormente, no se intenta erradicar el uso de bicarbonato del tratamiento de emergencia de la hiperkalemia, sino más bien aclarar que el mecanismo de acción (ver más adelante) y los tiempos de administración son diferentes a los estipulados clásicamente.

 

 

Eliminación de K+ del organismo

 

Excreción renal: la hiperkalemia ocurre más frecuentemente en pacientes con insuficiencia renal. Sin embargo, la eliminación de K+ por esta vía puede ser aumentada aún en sujetos con deterioro importante de la función del riñón incrementando la entrega de solutos a la nefrona distal, el sitio donde se secreta el K+. Estudios usando acetazolamida mostraron que la entrega de bicarbonato a esta parte de la nefrona tiene un particular efecto kaliurético. Sería poco sabio administrar acetazolamida sola a la mayoría de los pacientes con hiperkalemia, dado que ésta tiende a presentarse con importante acidosis metabólica que podría exacerbarse con la droga. Pero una infusión de bicarbonato de sodio administrada en 4 a 6 hs a la velocidad diseñada para alcalinizar la orina, puede incrementar la excreción renal de K+ y es recomendable especialmente en pacientes con acidosis metabólica. El riesgo de sobrecarga de volumen puede ser mitigado con el uso concomitante de diuréticos de asa que además acentuarán el efecto kaliurético.

Los diuréticos de asa solos o acompañados de tiazidas inducen kaliuresis y son doblemente beneficiosos en el paciente sobrecargado de volumen. Pero debe evitarse la contracción de volumen dado que esto llevaría a una caída del flujo luminal en la nefrona distal con la consecuente disminución de excreción de K+.

 

Resinas de intercambio: el poliestireno sulfonato de sodio (SPS), es una resina de intercambio catiónico que se prepara con sodio pero que tiene una mucho mayor afinidad por el K+. En la luz del intestino intercambia el sodio por el K+ seccretado. La mayor parte de este proceso ocurre en el colon, el principal secretor de K+ del intestino.

Cada gramo de resina une aproximadamente 0.65 mEql/l de potasio in vivo, pero este efecto es muy variable e impredecible. Las resinas causan constipación por lo que deben administrarse con un catártico. Pueden darse por boca o en enemas de retención, pero la vía oral cuando está disponible es preferible porque asegura una mayor permanencia en la luz del intestino.

Existen dos puntos que preocupan con el uso de las resinas en la hiperkalemia urgente:

1)       Efecto lento. Cuando se dan por via oral (VO), el inicio de acción es al menos a las 2 hs y  el máximo efecto se logra a las 6 hs o más. Con la enema de retención el efecto es más rápido pero de menor magnitud. En un estudio reciente en pacientes normokalémicos en HD, la administración de 30 gr de SPS con catártico no mostró ningún efecto sobre el K+ plasmático durante las 12 hs siguientes. Más aún, algunos estudios mostraron muy poco beneficio comparado con sorbitol solo.

2)       Posible toxicidad. Existen numerosos casos reportados de pacientes que sufrieron necrosis intestinal con el SPS diluido en sorbitol para enema o con la administración VO. Un estudio restrospectivo estimó en 1,8% la prevalencia de necrosis colónica entre pacientes post operatorios que recibieron SPS.

El lento inicio de acción y las, aunque infrecuentes, serias complicaciones tóxicas, hacen a las resinas de intercambio una opción pobre para el tratamiento de urgencia de la hiperkalemia.

 

Diálisis: la HD es el método de elección para remover el K+ del organismo. El K+ plasmático desciende alrededor de 1 mmo/lt en los primeros 60 min de HD y un total de 2 mEql/l en 180 min después de lo cual alcanza un plateau. Siempre ocurre un rebote post diálisis cuya magnitud es proporcional al K+ plasmático pre diálisis. Es controvertido si la HD por hiperkalemia severa puede precipitar arritmias ventriculares severas pero estos pacientes deben tener monitoreo ECG permanente.

La velocidad de remoción de K+ con la diálisis peritoneal es mucho menor que con la hemodiálisis. Incluso gran parte del descenso del K+ plasmático con la diálisis peritoneal parece deberse más a traslocación al interior de las células inducido por la carga de glucosa del baño de diálisis  que a  remoción fuera del organismo. Esta modalidad debe usarse en pacientes en diálisis peritoneal previa con hiperkalemia leve.

 

CONCLUSION

La hiperkalemia es uno de los pocos trastornos electrolíticos potencialmente letal. Su tratamiento racional ha evolucionado como resultado del mejor entendimiento de la homeostasis del potasio. El tratamiento secuencial aún persiste. El gluconato de calcio es el preferido para revertir inmediatamente los efectos electrofisiológicos adversos de la hiperkalemia, aunque la solución salina hipertónica puede usarse en casos selectos. La insulina es el agente más confiable para traslocar K+ a las células, pero los beta-agonistas proveen efecto beneficioso adicional hasta en un 60% de los pacientes. La terbutalina puede ser de alguna utilidad pero no ha sido probada en pacientes con enfermedad cardíaca. Los beta-agonistas no deben usarse sin insulina para este propósito  porque un 40 % no responden. El bicarbonato de sodio parece ser inefectivo para introducir K+ a las células. Es más probable que sea útil, especialmente administrado con un diurético de asa en incrementar la excreción urinaria de K+ en pacientes con algo de función renal remanente, aunque su uso para este propósito no ha sido sistemáticamente evaluado. Las resinas de intercambio tienen un lento inicio de acción y una eficacia cuestionable, además del riesgo de necrosis intestinal. La hemodiálisis sigue siendo la herramienta más confiable y efectiva para remover K+ del organismo en pacientes con insuficiencia renal.

 

Dra. Mariela Fumale

Especialista en Clínica Médica y Terapia Intensiva

Ex residente Clínica Médica – Hospital Provincial del Centenario - Rosario

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