Discusión del
caso clínico
Dra. Silvina M. Lema
Se presenta el caso de una
paciente mujer, mayor de 50 años, con antecedente de una
neoplasia genital (carcinoma de endometrio), tratado con
cirugía, braquiterapia y radioterapia, con presencia de
lesiones isquémicas a nivel digital, que llega a nuestra
institución medicada con medroxiprogesterona, como
tratamiento adyuvante, acenocumarol y prednisona. A esto
se agrega como dato relevante que en el laboratorio
inmunológico los anticuerpos anticardiolipinas Ig G (aCL)
resultaron positivos a títulos altos, (mayor a 80 UGPL).
Como dato guía para comenzar a discutir este caso tendré
en cuenta las lesiones isquémicas digitales.
Existen numerosas causas: vasculitis sistémicas (panarteritis
nudosa, crioglobulinemia y por hipersensibilidad), lupus
eritematoso sistémico (LES), síndrome antifosfolípidos
(SAF), esclerodermia, ateroesclerosis, enfermedad por
embolia de colesterol, drogas, neoplasias, enfermedades
infecciosas y trombofilias.
Teniendo en cuenta la lista de problemas enumerada al
comienzo, el primer interrogante que aparece es si
estamos frente a un SAF, cuadro clínico
caracterizado por trombosis, abortos recurrentes y la
presencia persistente de anticuerpos antifosfolipídicos.
Reconocido actualmente como una causa mayor de
hipercoagulabilidad adquirida, puede presentarse como
una entidad clínica independiente (SAF primario), o
asociada a otras patologías (SAF secundario), como
enfermedades del tejido conectivo (especialmente LES),
neoplasias, infecciones, etc. Nuestra paciente no tiene
evidencia de enfermedades de tejido conectivo, presenta
una TC que no muestra imágenes de recidiva de su
neoplasia y no presenta clínica de proceso infeccioso.
Por lo todos estos motivos, podríamos estar frente a la
presencia de un SAF primario.
Sin embargo, de acuerdo al Consenso Internacional sobre
Criterios de Clasificación Preliminares para el SAF de
Octubre de 1998, en Sapporo, Japón, no puedo afirmar que
nuestra paciente tenga un SAF ya que no tengo
confirmación por métodos diagnósticos de imágenes ni
tampoco por anatomía patológica de trombosis arterial y
además sólo tengo una determinación de anticuerpos
anticardiolipinas. Igualmente es un diagnóstico
tentador.
Ahora bien, de lo que si tenemos evidencia es de la
presencia de anticuerpos antifosfolípidos (AAF). Los
mismos son un grupo heterogéneo de inmunoglobulinas que
se unen a fosfolípidos o a proteínas plasmáticas que
tienen afinidad por superficies fosfolipídicas y
contribuyen a la formación de trombos actuando en
distintos sitios de la coagulación, pero no sólo están
presentes en el SAF, sino que también pueden acompañar a
muchos otros procesos como infecciones (VIH, VHC, CMV),
trastornos linfoproliferativos, uso de fármacos (clorpromazina,
fenitoína, hidralacina, procainamida, tías idas, anti-TNFa),
etc.
Entonces me pregunto: ¿cuál es la prevalencia e
incidencia de estos anticuerpos?
Múltiples estudios realizados
hasta el presente demostraron una baja presencia de los
AAF en individuos normales, siendo el rango entre el 1 a
5%. Debido a que los eventos trombóticos son más comunes
en las personas mayores, es importante conocer su
prevalencia en este grupo de individuos. Juby y col.
demostraron que son mas comunes en personas mayores con
enfermedades crónicas que en individuos mayores
normales. Sin embargo, los datos hasta el presente son
controvertidos.
Otra pregunta que me hago: ¿qué relación tienen con
los procesos neoplásicos?
A partir del descubrimiento de los aCL se publicaron
varios reportes de casos que demuestran la asociación
entre estos autoanticuerpos y los eventos trombóticos
vasculares en pacientes con una variedad de condiciones
malignas, incluyendo tumores sólidos, enfermedades
linfoproliferativas y hematológicas malignas. Sin
embargo, la prevalencia de los AAF en las enfermedades
malignas fue reportada como muy variable. Así, un
estudio controlado realizado por Zuckerman y col, evaluó
la prevalencia de aCL en pacientes con enfermedad
maligna y demostró su presencia en el 22% de los
pacientes con cáncer y sólo en el 3% del grupo control
de sujetos sanos. Armas y col en otro estudio controlado
confirma una mayor prevalencia.
Por otro lado, diversos estudios han analizado la
prevalencia de procesos neoplásicos en pacientes con AAF.
En 1988, Jude y col. Describen una serie de pacientes
con AL positivo un total de 17 pacientes con
antecedentes de neoplasia, tanto sólidas (mama, útero,
ovario, lengua o labio),como hematológicas. Y un estudio
prospectivo francés evaluó en 1994, 72 pacientes con aCL,
detectando neoplasia en 14 (9 con neoplasia activa y los
otros 5 en remisión). La mayoría con edades superiores a
los 50 años y, la mitad de ello, de 75. Sin embargo, sin
un grupo control, es difícil valorar la relación de
estas neoplasias con los AAF, ya que podrían reflejar la
incidencia habitual de neoplasia que se observa en la
población general a esta edad.
Esto demuestra que en los procesos neoplásicos no
resulta infrecuente la detección de AAF, (aCL o AL).
Aunque existen pocos estudios que analicen la
prevalencia de AAF en pacientes con neoplasias sólidas,
todos muestran una frecuencia elevada de AAF aunque con
una escasa traducción trombótica. Lo que si se ha
analizado más es la relación con neoplasias
hematológicas donde la prevalencia es elevada, de hasta
un 40%, y una correlación de los títulos de AAF respecto
de la evolución y la respuesta al tratamiento de los
procesos hematológicos. Por lo que podríamos decir que
los AAF presentes en neoplasias sólidas pueden ser causa
de eventos trombóticos, y que es necesaria la búsqueda
de neoplasia en aquellos pacientes con SAFP.
Otras causas de isquemia digital pueden ser las
vasculitis, las cuales son un grupo de procesos que
se caracterizan por la presencia de inflamación de la
pared de los vasos sanguíneos, que puede asociarse a
necrosis de la pared vascular. La afectación difusa
inflamatoria vascular determina la aparición de
sintomatología general y el desarrollo de
manifestaciones orgánicas locales como consecuencia de
la isquemia por oclusión del vaso.
El compromiso vasculítico de la piel puede constituir un
hecho aislado, o formar parte de la gran variedad de
órganos afectados por las vasculitis de vasos de pequeño
y mediano calibre. Nuestra paciente presenta hasta ahora
lesiones localizadas en piel sin evidencia de afectación
de otros órganos. Justamente, la vasculitis por
hipersensibilidad es una de las formas más frecuente de
vasculitis, engloban un amplio grupo de síndromes en
donde la inflamación de los vasos está mediada por
inmunocomplejos, puede afectar a todas las edades y
muestra predominio por las mujeres. Las lesiones en piel
pueden ser púrpuras palpables, que son las más
características, pero también se pueden presentar con
gangrena, lívedo reticularis, úlceras. Se diagnostica
por biopsia donde se encuentra como hallazgo proceso
morfológico denominado leucocitoclasia. Nuestra
paciente, por tener el antecedente de neoplasia y de
ingesta de drogas, la vasculitis por hipersensibilidad
puede ser la entidad que más se acerca al diagnóstico,
sin embargo para hablar de vasculitis por
hipersensibilidad, el antecedente de ingesta de drogas
es de 1 a 3 semanas previas a la aparición de la lesión
y, en este caso, hace 2 años aproximadamente que toma la
medroxiprogesterona en tanto que el acenocumarol y la
prednisona fueron indicadas después de la aparición de
las lesiones. Por otro lado en este momento se encuentra
libre de enfermedad neoplásica por lo que pondría en
dudas este diagnóstico.
Un interrogante que surge es si las vasculitis pueden
ser la forma de presentación de un síndrome
paraneoplásico. Estas entidades están descriptas con
mayor frecuencia en procesos linfoproliferativos.
Existen reportes de casos donde la relación del tiempo
entre la aparición de la vasculitis y el diagnóstico de
cáncer, evidencia que la primera es una condición
paraneoplásica. En un reporte de 15 pacientes se observó
la resolución de la vasculitis luego del tratamiento
efectivo del tumor y su recurrencia con la reaparición
del proceso maligno. En 1996 se reportó un caso de
isquemia digital en una paciente con cáncer de ovario de
65 años de edad. En la revisión que se realizó,
observaron que este tipo de asociación es rara y en este
caso en particular, concluyeron que representaba un
síndrome paraneoplásico. Por lo que se propone la
sospecha de enfermedad maligna en todo paciente adulto,
mayor con isquemia digital aguda o empeoramiento agudo
de fenómeno de Raynaud previamente estable, cuando
existe gangrena sin evidencia de embolización; o
antecedentes familiares o personales de historia de
fenómeno de Raynaud, Enfermedad vascular o de tejido
conectivo, o hiperlipidemia.
Con respecto a las drogas como causa de isquemia
digital, nuestra paciente venia realizando:
medroxiprogesterona (MAP). Este es un progestágeno que
se utiliza como tratamiento adyuvante y paliativo del
cáncer inoperable, recurrente y metastático de útero. Su
poder trombótico se estima que es bajo, sin embargo como
efectos adversos están descriptos la tromboflebitis, el
tromboembolismo pulmonar, el embolismo de retina y
accidentes cerebrovasculares.
En un estudio realizado en
Japón, en 1988, se comparó los efectos en los mecanismos
de coagulación en pacientes post-menopaúsicas tratadas
con MAP y otro grupo con tamoxifeno. Las pacientes
tratadas con MAP tuvieron mayor anormalidad en los
parámetros de coagulación, provocando un estado de
hipercoagulabilidad. Por lo que podríamos estar también
ante otro posible diagnóstico, sin embargo estos son
reportes aislados.
Continuando con el análisis no puedo dejar de nombrar a
las trombofilias condiciones en las cuales existe
una tendencia o predisposición a las trombosis. Pueden
ser de causa hereditaria: factor V de Leiden
(resistencia a la proteína C de activa), mutación en le
gen de la protrombina, déficit de la proteína C y S,
déficit de antitrombina III y,más raros: disfrinogenemia,
aumento de la actividad del factor VIII; o adquiridas:
neoplasias, catéteres venosos centrales, cirugías
(especialmente ortopédica), traumatismos, inmovilización
y reposo prolongado, insuficiencia cardiaca congestiva,
aumento de estrógenos: embarazo/anticonceptivos orales/
terapia de reemplazo hormonal, tamoxifeno
hiperhomocisteinemia y síndrome antifosfolipídico;
mielodisplasias (trombocitosis esencial/ policitemia
vera); síndrome nefrótico, enfermedad inflamatoria
intestinal, hiperviscosidad (macroglobulinemia de
Waldenström, mieloma múltiple, policitemia vera, marcada
leucocitosis en leucemias agudas), anemia falciforme,
hemoglobinuria paroxística nocturna. Muchas de las
causas adquiridas ya fueron discutidas al comienzo. Con
respecto a las hereditarias, en nuestra paciente la
sospecha es baja ya que el primer episodio lo presenta
después de los 50 años y no tiene historia familiar de
enfermedad tromboembólica por lo que las considero un
diagnóstico alejado.
Por último, otras causas de embolia periférica son las
endocarditis infecciosas pero nuestra paciente no
presentó fiebre. Entre otras causas menos frecuentes
encontramos los mixomas auriculares, las miocardiopatía,
el infarto agudo de miocardio, los aneurismas
ventriculares, los cuales podríamos puedo descartarlos
ya que tiene un ecocardiograma normal y la clínica no es
compatible. Las fibrilaciones auriculares paroxísticas
son otra causa de embolismo, que tal vez nunca pudimos
documentar en nuestro paciente.
La aterosclerosis es la causa más frecuente de estenosis
y obstrucción de las arterias de mediano y gran tamaño.
Nuestra paciente no presenta ningún factor de riesgo
cardiovascular, (hipertensión, diabetes, hiperlipidemia,
tabaquismo), por lo que estos dos diagnósticos, si bien
no los descarto, los considero poco probables.
Para concluir, existen dos situaciones a resolver:
Primero, en cuanto al diagnóstico, creo que la biopsia
es fundamental para resolver este punto, sin embargo me
pregunto si después de tanto tiempo de tratamiento con
corticoides y de la evolución, el resultado de la misma
sea concluyente o si influya en su análisis. Mientras
tanto, en cuanto a las conductas a seguir, propongo:
realizar un fondo de ojo, seguimiento y control de su
enfermedad neoplásica y repetir en 12 semanas nuevamente
las anticardiolipinas. Con respecto al tratamiento;
disminuir la dosis de corticoides ya que las lesiones
avanzaron a pesar del aumento de la dosis (a 1 mg/kg), y
continuar con el tratamiento anticoagulante manteniendo
un RIN moderado (2 a 3) y un monitoreo estricto por los
efectos adversos de la misma ya presentados (hemorragia
digestiva alta).
Bibliografía:
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