Discusión del
caso clínico
Dra. Victoria Ferretti
Se discute el caso de un paciente varón, de 45 años, que
como antecedente es hipertenso en tratamiento con
atenolol y enalapril, dislipémico en tratamiento con
atorvastatina; presentó 3 años previos un evento
isquémico cardíaco, interpretado como angina de pecho.
Presenta de 3 semanas de evolución fiebre y odinofagia,
para lo cual realizó tratamiento en forma reglada con
aminopenicilinas y dipirona durante dos semanas,
agregando posteriormente un exantema generalizado. Al
examen físico se constatan adenopatías cervicales e
inguinales y petequias en miembros inferiores y en el
laboratorio anemia, leucocitosis con neutrofilia y
eosinofilia, insuficiencia renal, acidosis metabólica,
VES acelerada y elevación de LDH. Evoluciona
posteriormente con sepsis, insuficiencia respiratoria,
interpretada ésta última cómo secundaria a edema agudo
de pulmón, con derrame pleural y pericárdico por
tomografía. A su vez, por ecocardiograma se constató
dilatación de cavidades derechas y de aurícula
izquierda, con leve insuficiencia mitral.
Nos encontramos entonces ante un paciente con un
síndrome mononucleosiforme, con fiebre, adenopatías y
exantema. De esta forma, debemos plantearnos causas
infecciosas, inmunológicas, neoplásicas y otras,
incluyendo dentro de éstas últimas, las drogas.
Dentro de las causas infecciosas, teniendo en cuenta el
antecedente de odinofagia, debemos considerar en primer
lugar las causas bacterianas; el germen más
frecuentemente involucrado es el streptococco pyogenes y
secundariamente el viridans, siendo el resto de las
bacterias improbables en nuestro paciente como causantes
de su patología. Dentro de los virus, se considerará el
VEB y el síndrome agudo por VIH; y dentro de los
parásitos, sólo una mención a la toxoplasmosis y a la
enfermedad de chagas, que debido a que la serología para
ambas enfermedades es negativa quedarían descartadas. Al
referirnos a las causas neoplásicas debemos hacer
mención al linfoma, y dentro de las colagenopatías a la
enfermedad de Still.
Comenzaremos entonces con las causas bacterianas. El
streptococco pyogenes es capaz de producir múltiples
infecciones. En cuanto a la faringoamigdalitis,
constituye el 90% de las causas bacterianas de la misma,
afecta principalmente a niños y adolescentes, pero puede
afectar a adultos. Se caracteriza por cursar con
odinofagia, fiebre, adenopatías cervicales, malestar
general, remitiendo los síntomas dentro de la semana de
iniciados. El uso de antibióticos está indicado para
acortar el tiempo de evolución y prevenir tanto las
complicaciones supurativas como la fiebre reumática. El
diagnóstico se realiza mediante el aislamiento del
germen en el hisopado de fauces. Las complicaciones, hoy
en día, son muy poco frecuentes, pudiendo ser tanto
localizadas como sistémicas. Dentro de las
complicaciones localizadas, tenemos el absceso
paraamigdalino o retrofaríngeo, la linfadenitis
supurada, la tromboflebitis supurada de la vena yugular
interna, la sinusitis, otitis media, fascitis necrosante;
y dentro de las sistémicas la meningitis, neumonía,
bacteriemia, endocarditis infecciosa y shock. Debido a
que no tenemos evidencia por laringoscopia ni por
tomografía de colecciones a nivel de cabeza y cuello, y
debido a que nuestro paciente no presenta clínica de
meningitis ni de neumonía, haré hincapié principalmente
en la bacteriemia, endocarditis infecciosa y en el shock
tóxico.
La bacteriemia por streptococco pyogenes es muy rara
como evento secundario a una faringitis por el mismo
germen (0,3%), pero está descripto que hasta en muchos
casos de bacteriemia no se conoce la puerta de entrada
del microorganismo. Existen factores de riesgo para el
desarrollo de la misma, como ser estados de
inmunodepresión, uso de corticoides, cirugías o
traumatismos previos, neoplasias o enfermedad cardíaca
previa.
En cuanto al streptococco viridans, constituye parte de
la flora normal de la orofaringe. Raramente es causa de
faringitis; siendo más frecuente la producción de
abscesos dentarios, paraamigdalinos, cerebrales o
hepáticos. Sin embargo, en pacientes inmunodeprimidos, o
en tratamiento con quimioterápicos, neutropénicos, o en
pacientes con lesiones a nivel de la orofaringe como ser
mucositis o faringitis por otro microorganismo, pueden
producirse episodios de bacteriemia transitoria de
streptococco viridans, predisponiendo de esta forma a
una de sus complicaciones que es la endocarditis
infecciosa.
La endocarditis infecciosa puede ser aguda, subaguda o
crónica. Se debe a la proliferación de microorganismos a
nivel del endocardio, con la consiguiente formación de
vegetaciones. Los gérmenes frecuentemente implicados en
su desarrollo son el stafilococco aureus, streptococcos
del grupo no A (viridans), enterococco, bacilos gram
negativos, bacilos de crecimiento lento como los del
grupo HACEK, y en ocasiones por cándida. Está descripto
que en el 15% de los casos puede cursar con hemocultivos
negativos, pudiendo estar ésto en relación con el uso
previo de antibióticos. El cuadro clínico consta de
fiebre con escalofríos, anorexia, pérdida de peso,
mialgias, soplo cardíaco, petequias o lesiones cutáneas
(nódulos de Osler, lesiones de Janeway, manchas de
Roth), manifestaciones neurológicas, acropaquias,
esplenomegalia, anemia, leucocitosis, hematuria, VES
acelerada, FR positivo a título bajo e
hipocomplementemia. Para su diagnóstico, teniendo en
cuenta los criterios de Duke, se deben cumplir tanto
criterios mayores como menores. Dentro de los criterios
mayores, se debe tener aislamiento del microorganismo
responsable en los hemocultivos y evidencia de
afectación endocárdica, ya sea mediante la aparición de
un soplo nuevo o la exacerbación de un soplo previo; o
bien mediante la observación por ecocardiograma de
vegetaciones. En éste punto se debe tener presente que
la sensibilidad del ecocardiograma transtorácico es del
65% en comparación con la sensibilidad del
ecocardiograma transesofágico, que es mayor al 90%.
Nuestro paciente tiene un ecocardiograma transtorácico
que no muestra vegetaciones, pero no descarta la
existencia de las mismas. Dentro de los criterio
menores, nuestro paciente presentaba fiebre prolongada y
cardiopatía predisponente (insuficiencia mitral y
cardiopatía isquémica). Los datos a favor para pensar en
una endocarditis infecciosa son la persistencia de la
fiebre, el antecedente de insuficiencia mitral, de
anorexia y pérdida de peso, las petequias, anemia,
leucocitosis, VES acelerada y FR aumentado a título
bajo; los datos en contra para ésta entidad serían la
ausencia de soplo, los hemocultivos negativos y el
ecocardiograma transtorácico negativo para vegetaciones,
datos que no la descartan; por lo tanto considero que el
diagnóstico de endocarditis infecciosa es probable en
nuestro paciente.
En cuanto al shock tóxico por streptococco pyogenes, se
encuentra en relación a invasión severa por este
microorganismo. Es muy raro que se presente en forma
secundaria a una faringitis, pero en el 45% de los casos
no se conoce la puerta de entrada del germen. Se
caracteriza por el inicio agudo de shock y falla
multiorgánica y estaría mediado por exotoxinas del
streptococco, principalmente la exotoxina A, que
actuaría como superantígeno promoviendo un estado pro
inflamatorio mediante la activación de las interleucinas
1 y 6 y del factor de necrosis tumoral. Este trastorno
alcanza una mortalidad del 30%. Para arribar al
diagnóstico es necesario contar con el aislamiento del
germen, ya sea de localizaciones normalmente estériles
(sangre, LCR, pleural, peritoneal, biopsia de tejido,
herida quirúrgica), o bien de localizaciones no
estériles (faringe, esputo, vagina, lesión cutánea
superficial). Existen factores de riesgo para el
desarrollo de éste síndrome, dentro de los cuales se
encuentran las cirugías previas, traumatismos, las
infecciones virales previas y el uso previo de AINES. En
cuanto a este punto y teniendo en cuenta que nuestro
paciente consumió AINES en forma reglada durante varios
días previo a la internación, está descripto que los
mismos podrían llevar a un retraso en el diagnóstico de
la patología primaria del paciente en cuestión, en éste
caso la faringitis, lo cuál condicionaría que la
infección se torne severa, con el consecuente riesgo de
shock tóxico. Clínicamente cursa con fiebre,
hipotensión, insuficiencia renal, confusión o coma,
exantema en raras ocasiones, leucocitosis con
neutrofilia y granulaciones tóxicas, hipoalbuminemia,
hipocalcemia, acidosis metabólica. Pueden existir
infiltrados pulmonares difusos (en ausencia de
insuficiencia cardiaca), derrame pleural o peritoneal,
secundarios a aumento de la permeabilidad capilar por
hipoalbuminemia. Un dato en contra, es que la mayoría de
las veces se constata bacteriemia, que no es el caso de
nuestro paciente.
Ahora bien, teniendo en cuenta que el paciente había
recibido antibióticos previamente durante más de dos
semanas, surge el interrogante de por qué presentaría
shock tóxico. Existen varias causas de falla del
tratamiento antibiótico:
·
Edad
(más frecuente a menor edad)
·
Días
de enfermedad previo al inicio de ATB
·
Formulación deficiente de ATB
·
Falta
de adhesión
·
Exposición repetida al germen
·
Supresión de la inmunidad
·
Co –
patógenos
·
Alteración de la ecología microbiana
Recordemos que nuestro paciente comienza a ingerir los
antibióticos tres días después de iniciados los
síntomas.
A favor de ésta entidad tenemos el estado de sepsis en
relación a la suspensión de los antibióticos, la
leucocitosis con neutrofilia y granulaciones tóxicas,
insuficiencia renal, hipoalbuminemia, hipocalcemia,
derrame pleural, probablemente el exantema y el consumo
previo de AINES. En contra, el tiempo de evolución en
relación al inicio del cuadro, la rareza en forma
secundaria a faringitis, el uso de antibióticos
previamente y la falta de aislamiento del germen
responsable. Sin embargo, considero que es un
diagnóstico que no puede descartarse al momento.
Y al hablar de shock tóxico y del compromiso
hemodinámica, surgen varios interrogantes. ¿Habrá
presentado el paciente un síndrome de respuesta
inflamatoria sistémica que lo lleva a un estado de
sepsis y posteriormente a shock séptico? O bien la
hipovolemia, mediante la respuesta adrenérgico –
suprarrenal lo lleva a un shock hipovolémico. Considero
que éstos dos mecanismos pudieron haber actuado en forma
separada o bien que halla ocurrido una superposición de
ambos, siendo éste último a mi modo de ver el más
probable.
Otra entidad que considero importante nombrar es la
tromboflebitis supurada de la vena yugular interna o
síndrome de Lemierre, que fue descripta en el año 1936
por el autor que le dio su nombre. Este cuadro se
desarrolla en adultos jóvenes con antecedente de
faringoamigdalitis, sinusitis, infecciones dentarias o
mastoiditis, que como complicación presentan invasión de
la vena yugular interna por invasión del espacio
perifaríngeo. Los gérmenes frecuentemente implicados en
este trastorno son principalmente especies de
fusobacterium y también el streptococco B hemolítico y
bacilos Gram negativos. Se presenta con dolor a la
movilización del cuello o de la lengua. Cuando se
afectan los músculos de la masticación se ha descripto
trismos y cefalea. Puede asociarse a falla multiorgánica
secundaria a diseminación hematógena a distancia. Cabe
remarcar que la respuesta a aminopenicilinas y a
clindamicina, que son antibióticos que había recibido
nuestro paciente es muy buena. Considero que el uso de
antibiótico previo y la falta de evidencia tomográfica
de afección de la vena yugular interna alejan este
diagnóstico.
Y al hablar de síndrome mononucleosiforme, no podemos
dejar de nombrar a la mononucleosis infecciosa. Sabemos
que es producida por el virus de Epstein Barr, que es
trasmitida por secreciones bucales, siendo el 90% de los
individuos que lo transmiten asintomáticos. Se
caracteriza por cursar con fiebre, faringitis y
adenopatías. Las faringitis y las adenopatías suelen
predominar las primeras dos semanas de la enfermedad;
mientras que la fiebre puede persistir más de un mes.
Está bien descripto la aparición de un exantema
morbiliforme, similar al presentado por nuestro
paciente, en relación a la ingesta de aminopenicilinas.
En el laboratorio suele encontrarse leucocitosis con
linfocitosis, dentro de los cuales más del 10% son
linfocitos atípicos. Puede encontrarse trombocitopenia y
neutropenia de bajo grado y alteraciones de la función
hepática, que no presentaba nuestro paciente. Las
complicaciones son variadas, pero considero importante
remarcar que hasta el 10% suele complicarse con
faringitis estreptocóccica. Para su diagnóstico se
requieren pruebas serológicas, para la detección de
anticuerpos heterófilos (Monotest) y de los anticuerpos
IgM contra el antígeno de la cápside viral (VCA).
Nuestro paciente presenta ambos tests negativos. A favor
de mononucleosis infecciosa presenta fundamentalmente el
cuadro clínico del inicio de la enfermedad; y en contra
la ausencia de linfocitosis, la presencia de
granulaciones tóxicas, que sugeriría infección
bacteriana, la ausencia de esplenomegalia y
fundamentalmente las serologías negativas. Por lo tanto
considero que es un diagnóstico alejado como entidad
única, pero no puede descartarse una sobreinfección
bacteriana.
Ante todo síndrome mononucleosiforme, debe plantearse
dentro de los diagnósticos diferenciales al síndrome
agudo por VIH. El mismo se manifiesta en el 50 – 70% de
los pacientes, dentro de las 3 a 6 semanas de adquirida
la enfermedad, pudiendo cursar con fiebre, faringitis y
adenopatías. Esta forma clínica es más frecuente en
aquéllos pacientes que han contraído la enfermedad por
vía sexual. Los síntomas suelen persistir por varias
semanas y se han descripto casos de infecciones
oportunistas. Hasta en un 10% de los casos puede
evolucionar a formas fulminantes. La existencia de
leucocitosis con granulaciones tóxicas y la VES
acelerada no podrían ser explicadas fácilmente por esta
entidad, teniendo en cuenta a su vez que el ELISA es
negativo. De todas maneras no podría descartarse hasta
obtener una segunda serología en 6 meses.
Habiendo planteado las posibles causas infecciosas, me
pregunto si todas las alteraciones que presenta nuestro
paciente pueden ser explicadas por un proceso
infeccioso, o bien por la suma de una posible toxicidad
inducida por drogas. De esta forma, sabemos que estuvo
expuesto a aminopeniilinas y dipirona. Dentro de las
reacciones adversas a estas drogas, las mismas son
variadas, pero las más frecuentes son las reacciones
cutáneas, y dentro de éstas el 85% lo conforman las
reacciones morbiliformes. A su vez, los beta lactámicos
pueden producir alteraciones hematológicas como anemia
hemolítica y eosinofilia. Se describen también
reacciones gastrointestinales, hepáticas y del SNC, que
no padece nuestro paciente. También la dipirona puede
producir reacciones morbiliformes.
Entramos así a hablar de eritrodermia, que es la
coloración rojiza de la piel, localizada preferentemente
a nivel del tronco o en las zonas de presión. En
ocasiones éstas lesiones pueden descamar y exudar
líquido. Las causas son variadas, pero la más frecuente
de ellas es la exposición a drogas, y dentro de las
drogas, los más frecuentes son los beta lactámicos. La
eritrodermia suele ponerse de manifiesto dentro de la
primera semana de exposición al fármaco en cuestión,
aunque con las penicilinas se ha visto que la reacción
puede presentarse hasta dos semanas después de la
exposición, pudiendo persistir hasta dos semanas después
de la suspensión de la droga. La toxicidad por drogas
podría explicar la eritrodermia, la anemia, más aún si
ésta fuera hemolítica, la eosinofilia y la LDH
aumentada. Y teniendo en cuenta que estas alteraciones
normalizaron con la suspensión de las drogas, considero
que la toxicidad por fármacos es un diagnóstico
probable.
En el contexto de un paciente con adenopatías, fiebre,
exantema, pérdida de peso, LDH aumentada y anemia,
debemos plantearnos dentro de los diagnósticos
diferenciales al linfoma. Existe una variedad que es el
linfoma cutáneo de células T o micosis fungoide, que
suele afectar a hombres de alrededor de 60 años, que
presentan historia de eccema o dermatitis atópica. Suele
presentarse como lesiones cutáneas de tipo máculas, que
evolucionan a placas, y posteriormente a nódulos
cutáneos. Una variedad dentro de la micosis fungoide es
el síndrome de Sezary, cuya afección cutánea es del tipo
de la eritrodermia. De todos modos, teniendo en cuenta
las características de las adenopatías de nuestro
paciente, que eran pequeñas, dolorosas, móviles, y que
disminuyeron de tamaño con el uso de antibióticos; como
así también disminuyó el exantema y desapareció la
fiebre, considero que el diagnóstico de linfoma es
alejado por el momento, aunque no puede descartarse sin
una biopsia ganglionar en el caso de persistir las
adenopatías.
Y al considerar la fiebre prolongada, no debemos dejar
de incluír en la discusión al síndrome de Still del
adulto, que corresponde al 6% de las causa de fiebre
prolongada sin foco claro en adultos. Suele presentarse
en pacientes con historia de poliartralgias, siendo ésta
una condición casi sine qua non de la enfermedad. A su
vez se manifiesta con fiebre, rash evanescente,
odinofagia, adenopatías, anemia, leucocitosis,
eosinofilia, VES acelerada. Teniendo en cuenta que
nuestro paciente no tiene historia de poliartralgias y
debido a la evolución aguda y severa del cuadro,
considero que éste es un diagnóstico alejado.
Como conclusión, considero que estamos ante un proceso
infeccioso, de probable etiología bacteriana, que no
tendremos la posibilidad de ponerle un título ni
sabremos probablemente qué germen fue el involucrado,
sumado a la toxicidad inducida por drogas. Por lo tanto
sugiero como conducta:
-
Desde el punto de vista infectológico continuar
con los mismos antibióticos, debido a la buena respuesta
del paciente, hasta completar por lo menos diez días de
tratamiento. En caso de recurrencia de la fiebre re
cultivar. Realizar un ecocardiograma transesofágico, la
biopsia ganglionar en un segundo plano, y repetir la
serología para VIH en 6 meses
-
Desde el punto de vista de la toxicidad,
proscribir los betalactámicos y la dipirona y un
seguimiento hematológico, con estudio de la anemia hasta
normalizar los parámetros hematimétricos.
-
Administrar enalapril, debido a la presencia de
proteinuria.
-
Programar a posteriori una coronariografía
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