/  Rosario - Santa Fe - Argentina

 
 
     
 

 

Seminario central del
4 de septiembre
de 2008

 

Varón de 25 años, con cefalea, vómitos y desorientación temporoespacial

 

Presenta:

Dr. Juan Pablo Escalante

Discute:

Dra. María Victoria Ferreti

Coordina:

Prof. Dr. Alcides Greca



 

     
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Discusión del caso clínico

Dra. María Victoria Ferreti
 

Se discute el caso de un paciente varón, joven, que como antecedente fue intervenido quirúrgicamente en el año 2004 por un astrocitoma cerebral de bajo grado. Se interna actualmente en nuestro hospital por una masa ocupante de espacio (MOE) a nivel de sistema nervioso central (SNC). Se realiza una resección subtotal de la misma. Agrega en el post-operatorio fiebre, asociada a hipoglucorraquia y encontrándose en los métodos por imágenes una colección subgaleal y un refuerzo patológico a nivel de la lodge quirúrgica.

Considero que son dos los principales problemas a plantearnos: por un lado la MOE a nivel de SNC, definir si se trata de una recidiva del astrocitoma cerebral, o bien de otra MOE, que parecería más alejado. Y otro problema  sería el síndrome febril post-quirúrgico, para lo cual se planteará principalmente la meningitis post-neuroquirúrgica y el absceso cerebral.

En cuanto a los tumores intracraneales primarios, existen múltiples clasificaciones en la actualidad. La más utilizada es la de la Organización Mundial de la Salud. Los tumores intracraneales más frecuentes en inmunocompetentes son los gliomas. Los gliomas están constituidos por los astrocitomas, oligodendrogliomas y los ependimomas. Y los tumores que le siguen en frecuencia son los meningiomas, razón por la cual también serán brevemente desarrollados.

De todos modos, debemos destacar que los tumores más frecuentes a nivel de SNC son las metástasis. Se han encontrado metástasis en el 25% de las necropsias de pacientes fallecidos por cáncer de otro sitio, principalmente pulmón, mama y piel.

En cuánto al linfoma primario de SNC para algunos autores no constituye un linfoma intracraneal primario propiamente dicho, debido a que los linfocitos B que le dan origen no constituirían células primarias de SNC.

Nuestro paciente no presentaba manifestaciones clínicas, ni de laboratorio ni por imágenes de afección de otro órgano de la economía, por lo que estas entidades quedarían alejadas.

Dentro de las manifestaciones clínicas de los tumores de SNC, lo más frecuente es la presencia de un foco motor neurológico subagudo, de semanas a meses, secundario a la compresión de las vías motoras o sensitivas o de los centros correspondientes. Puede haber convulsiones, debido a alteración a nivel de los circuitos corticales, sin depender del tamaño de la masa tumoral. La cefalea también es frecuente y sería secundaria a hipertensión endocraneana o bien a compresión de estructuras sensibles al dolor. Pueden ocurrir trastornos de la marcha o alteraciones de la personalidad en aquéllos tumores que asientan en el lóbulo frontal. Más raramente el foco neurológico es de instalación aguda, donde se plantea el diagnóstico diferencial con accidente cerebrovascular. Esto se debería a sangrado dentro del tumor, y es más frecuente de observar en los astrocitomas de alto grado, en los coriocarcinomas metastásicos y en el melanoma.

Los gliomas constituyen el 80% de las neoplasias intracraneales. El astrocitoma constituye la entidad más frecuente dentro de éstos. Dependiendo del grado de malignidad surgen 4 grados, siendo los de grado I y II de bajo grado de malignidad y los de grado III y IV de alto grado. Esta gradación guarda relación con los signos histológicos de malignidad que son el grado de mitosis, de atipía nuclear y citoplasmática, de necrosis, de proliferación endotelial y de hipercelularidad.

El grado I (pilocítico) y el grado II (difuso) son los más frecuentes.

El astrocitoma pilocítico suele presentarse en la infancia y afectar preferentemente cerebelo, suele ser quístico y bien delimitado y tiende a curar con la resección completa.

El astrocitoma fibrilar, que sería una variante del grado II, suele recurrir con fenotipos más agresivos, a pesar de la resección completa, siendo ésta una de las características más importantes de este grupo de tumores.

De esta manera, los astrocitomas de bajo grado de malignidad suelen asentar en cualquier sitio del encéfalo, afectando los hemisferios cerebrales entre la tercer y cuarta décadas. Son de crecimiento lento, avasculares como todos los gliomas, forman cavidades o pseudoquistes y pueden calcificarse. El LCR suele ser hipocelular, encontrándose sólo hiperproteinorraquia y en ocasiones aumento de la presión de apertura. Se caracterizan por presentar gran edema perilesional, por lo cual tienden a colapsar el tercer ventrículo o los laterales. Tienen una sobrevida de 5 años y pueden evolucionar a un glioma maligno.

Los astrocitomas de alto grado son al astrocitoma anaplásico y el glioblastoma multiforme, que suelen presentarse a edades más avanzadas, entre la quinta y sexta décadas. Pueden presentarse en forma esporádica o encontrarse asociados a síndromes genéticos como la neurofibromatosis y el síndrome de Turcot. Pueden afectar la sustancia blanca. Se caracterizan por ser microscópicamente infiltrativos, de modo tal que una resección macroscópica total, por lo general es subtotal debido a la infiltración microscópica perilesional. El riesgo es la gliomatosis cerebral, que es la diseminación del tumor en todo el SNC. En la RMI se observa refuerzo irregular post contraste EV, edema perilesional, efecto de masa y herniaciones, como presentaba nuestro paciente.

Estos tumores pueden presentarse en forma primaria, o bien ser secundarios a la transformación de un astrocitoma de bajo grado de malignidad, siendo llamados en estos casos glioblastomas secundarios. En estos casos, la proliferación de células malignas se llevaría a cabo adyacente al tumor de bajo grado, por lo cual muchas veces si la biopsia de la lesión no es representativa, puede arribarse a errores histopatológicos debido a la presencia de ambos tipos de células.

Como tratamiento se debe realizar la resección quirúrgica, seguida la mayoría de las veces por radioterapia.

En los casos de recurrencia, puede realizarse una nueva resección, o bien quimioterapia, aunque esta terapéutica suele ser controvertida.

Considero que a favor de un astrocitoma de alto grado de malignidad tenemos la edad, el antecedente de un astrocitoma de bajo grado de malignidad, el LCR acelular y las imágenes compatibles, sumado al hecho de que son los tumores más frecuentes en inmunocompetentes. Por lo tanto es un diagnóstico probable en nuestro paciente.

Los oligodendrogliomas constituyen el 20% de las neoplasias intracraneales. Tiene una localización supratentorial y mejor sobrevida que los astrocitomas. Macroscópicamente son difíciles de diferenciar de éstos, y tienen mejor respuesta a la quimio y radioterapia.

Los meningiomas son los tumores que le siguen en frecuencia a los gliomas, afectan preferentemente a mujeres, generalmente son benignos y rara vez invaden cerebro. Suelen asentar sobre la duramadre, a nivel de la convexidad del cráneo. Son grises y bien circunscriptos. Adyacente a los mismos puede haber reacción osteoblástica o erosión ósea, pueden calcificarse y a diferencia de los astrocitomas son vascularizados. La resección total tiende a ser curativa y en los casos de recurrencia se realiza radioterapia.

Debido al antecedente del astrocitoma en nuestro paciente, y a las características tanto macroscópicas como de imágenes, considero que tanto el oligodendroglioma como el meningioma son diagnósticos que no pueden descartarse, pero parecen alejados.

Abordando el segundo problema, el síndrome febril post-neuroquirúrgico, debemos plantear las posibles entidades infecciosas capaces de complicar el período posterior a la neurocirugía, que son la infección de la herida quirúrgica, el absceso, ventriculitis y meningitis. Estas entidades pueden presentarse hasta dentro de los 30 días posteriores a la neurocirugía.  En nuestro paciente plantearemos la meningitis post-neuroquirúrgica y el absceso cerebral.

En cuanto a la meningitis post-neuroquirúrgica, la misma complica el 4 – 25% de las neurocirugías. Existen factores de riesgo como ser cirugías prolongadas, pérdidas de LCR, resecciones tumorales, principalmente de gliomas, abordajes transesfenoidales, infecciones a nivel de otro sitio.

Las manifestaciones clínicas no difieren de las descriptas para la meningitis no neuroquirúrgica, pero el síntoma más constante es la fiebre, que está presente en más del 95% de los casos, y generalmente es mayor a 39°C. La misma puede persistir a pesar del tratamiento antibiótico más allá del séptimo día en más del 70% de los casos. La mortalidad es del 80%.

En muchas ocasiones, las manifestaciones clínicas obligan a plantear el diagnóstico diferencial con la meningitis aséptica, que es la inflamación propia de las meninges como consecuencia de la cirugía misma o por el sangrado producido durante la misma. Clínicamente suele ocasionar cefalea, confusión y meningismo, siendo indispensable en estos casos la realización de una punción lumbar para descartar infección.

Los factores de riesgo para adquirir meningitis post-neuroquirúrgica son las cirugías prolongadas, las cirugías por trauma o las resecciones tumorales y la edad avanzada. Clínicamente suelen cursar con fiebre alta, convulsiones y foco neurológico.

La meningitis aséptica se presenta dentro de las primeras 48horas de la neurocirugía, complicando preferentemente las cirugías de fosa posterior. Son más frecuentes en niños.

Para arribar al diagnóstico de meningitis post-neuroquirúrgica es indispensable analizar el LCR. Dentro de las características cito – físico – químicas, la proteinorraquia posee baja sensibilidad y especificidad. En cuanto a la pleocitosis, existe un valor de corte por debajo del cual es raro que exista meningitis, el mismo es de 750 elem/mm3 (especificidad 90% y sensibilidad 70%). El nivel de glucorraquia por debajo de 10mg/dl es sugestivo de meningitis, de manera que si es mayor a ese valor, alejaría el diagnóstico (sensibilidad 80%). En cuanto a la microbiología, la tinción de Gram presenta baja sensibilidad, siendo necesario para el diagnóstico el aislamiento del microorganismo, pero los cultivos son negativos en el 70% de los casos, y más aún si el paciente venía recibiendo antibióticos previamente. Lo más sensible y específico para el diagnóstico de meningitis post- neuroquirúrgica es el nivel de lactato en LCR. El mismo es un índice del metabolismo anaerobio a nivel del SNC, producto de la proliferación bacteriana y de la inflamación con el consiguiente edema y gliosis. El valor normal es de hasta 4mmol/l y se encontraría elevado dentro de los  4 días de iniciada la meningitis. Su valor radica también en que sus niveles no guardan relación con el nivel de glóbulos rojos presentes en el LCR, que en estos pacientes suele estar elevado. La elevación del mismo a más de 4 mmol/l presenta una sensibilidad del 88% y una especificidad del 98%. Y otro índice de valor para el diagnóstico es la relación entre la glucosa a nivel del LCR y la glucosa plasmática. Esta relación es normal hasta un valor de 0,4. De todos modos, el diagnóstico definitivo se realiza con el aislamiento del microorganismo en el LCR.

Los gérmenes más frecuentemente implicados son los bacilos Gram negativos, principalmente Pseudomona y E. Coli  y dentro de los cocos Gram positivos el más frecuente es el S. Aureus. Por lo tanto en forma empírica uno de los esquemas antibióticos más utilizados en la actualidad es la asociación de vancomicina y cefepime o una cefalosporina de tercera generación.

A favor de meningitis post-neuroquirúrgica tenemos la fiebre, el foco neurológico, el antecedente de la resección tumoral y la hipoglucorraquia. En contra tenemos la persistencia de la fiebre, el cultivo negativo y la pleocitosis baja en el LCR. De todos modos, considero que es un diagnóstico que no puede descartarse.

En cuanto al absceso cerebral como complicación de una neurocirugía, la incidencia es del 10%. En la actualidad existe una disminución de la morbimortalidad debido al diagnóstico temprano. Es más frecuente en hombres, menores de 40 años. Suele cursar con fiebre, cefalea, foco neurológico, confusión, convulsiones, ataxia.

Los gérmenes causales a considerar en nuestro paciente son el S. Aureus y la Pseudomona.

A nivel de LCR suele hallarse hiperproteinorraquia, glucosa normal, pleocitosis variable, lactato elevado y cultivos negativos.

El tratamiento antibiótico se realiza por un período de 4 – 8 semanas, con seguimiento imagenológico. El inicio de la antibioticoterapia en forma temprana evita la progresión a la cerebritis. Aquéllos mayores a 2,5cm suelen requerir abordaje quirúrgico.

A favor para absceso cerebral tenemos la persistencia de la fiebre a pesar de los antibióticos, el foco neurológico y la imagen por TC con refuerzo patológico, reflejando un proceso inflamatorio, que no nos permite descartar la presencia de resto de tumor o bien la sobreinfección del mismo. En contra tenemos la glucorraquia baja y el marcado buen estado general que presenta el paciente. De todos modos considero que es un diagnóstico que no puede descartarse.

Como conclusión considero que en cuanto a la MOE, se trataría de una recidiva del astrocitoma cerebral con un fenotipo más agresivo, probablemente un glioblastoma multiforme. Y en cuanto al síndrome febril, no puedo descartar el desarrollo de una meningitis post-neuroquirúrgica o bien de resto de tumor abscedado. Por lo tanto como conducta, sugiero continuar los antibióticos por 4 – 6 semanas con nuevo control por imágenes en 2 semanas, en lo posible RMI. Por el buen estado del paciente podría plantearse la posibilidad de antibioticoterapia vía oral. Y plantearía la iniciación de radio o quimioterapia.

 

 

Bibliografía:

 

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Discusión

La discusión de este seminario corresponde al 4 de septiembre de 2008, a cargo de la Dra. María Victoria Ferreti.

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