Discusión del
caso clínico
Dra. Silvana Soli
Se presenta el caso de una mujer de 26 años, con dolor
lumbar, que luego progresa a miembros inferiores,
debilidad, alteraciones esfinterianas y edemas en ambas
piernas. En la Resonancia magnética por imágenes (RMI),
presenta una masa pelviana que compromete la región
sacro-coccígea. Es derivada a nuestro hospital con
diagnóstico de osteoclastoma y en la revisión de la
biopsia, se plantea la posibilidad de un tumor pardo.
Estos presentan en común, en la anatomía patológica
células gigantes multinucleadas.
Si recordamos la RMI de la paciente, la masa se
encuentra desplazando los órganos pélvicos, por la
compresión vascular se explican los edemas en los
miembros inferiores con compresión venosa adecuada por
ecografía y por la compresión de las raíces nerviosas,
se explican la debilidad y las alteraciones
esfinterianas.
Me voy a referir, en primer lugar, a los tumores
óseos de células gigantes (TCG), antiguamente
denominados osteoclastomas. Estos son tumores agresivos
a nivel local, representan el 20% de los tumores óseos
benignos. Se localizan en las epífisis de los huesos.
El fémur distal, tibia proximal, radio distal, húmero
proximal son las localizaciones más frecuentes, aunque
pueden afectar cualquier hueso del organismo. Aparecen
en general, una vez completado el crecimiento óseo, en
adultos jóvenes, de 20 a 40 años, con cierto predominio
en mujeres.
Clínicamente pueden ser asintomáticos. Pero lo más
característico es el dolor, la tumefacción de la zona y
la impotencia funcional. Para el diagnóstico, el
laboratorio suele ser normal. En la radiografía se
observan como lesiones radiolúcidas, que pueden
comprometer los tejidos blandos vecinos y que suelen
respetar los huesos adyacentes y las superficies
articulares hasta etapas avanzadas. La Tomografía
computada (TC) y la RMI son útiles para evaluar el
compromiso vecino de estructuras nerviosas y vasculares.
El centellograma óseo puede realizarse para evaluar la
presencia de otras lesiones. En la anatomía patológica
se observan abundantes células gigantes multinucleadas,
de gran tamaño y contienen en general más de 20 núcleos,
con escaso estroma.
Son
numerosas las lesiones óseas que poseen este tipo de
células, entre las que se encuentran granuloma reparador
de células gigantes, quiste óseo aneurismático,
osteosarcoma, Enfermedad de Paget, Histiocitoma y Tumor
pardo del hiperparatiroidismo entre otros.
La
clasificación de Campanacci, diagnóstica y pronóstica,
divide los tumores en:
·
Etapa
I: es una radiografía latente, localizado. Cortical intacta.
·
Etapa
II: es una etapa activa y destrucción ósea. Cortical adelgazada,
puede ser sintomático.
·
Etapa
III: la radiografía es agresiva, sintomática. Extensión
extracortical (afecta partes blandas) y subcondral.
A pesar
de la agresividad local, la histología es benigna en
todas estas etapas.
Las
complicaciones que se describen son la transformación
maligna espontánea o relacionada con tratamiento
radiante.
También
las
metástasis pulmonares (relacionadas con estadio III, con
recurrencia local). Presentan
buen pronóstico a largo plazo, aunque se reportan casos
de insuficiencia respiratoria y muerte.
Con respecto al
tratamiento, el
curetaje
y el implante óseo eran los más realizados, pero
presentan recurrencias del 25% al 50%.
Actualmente, se prefiere la
resección amplia (reduce la recurrencia al 7%
aproximadamente).
El Tumor pardo del hiperparatiroidismo, es
una lesión focal, expresión de un remodelado óseo
acelerado, secundario a la presencia de niveles elevados
de paratohormona (PTH).
Más frecuente en el hiperparatiroidismo primario y en
mujeres jóvenes.
Las lesiones pueden ser únicas o múltiples. En la
radiología, aparecen como lesiones radiolúcidas
expansivas. Puede afectar cualquier hueso del organismo
siendo más frecuente a nivel de maxilares y huesos
largos. Puede acompañarse de otras alteraciones óseas
del hiperparatiroidismo (osteopenia). Rara vez producen
complicaciones, aunque pueden comprimir estructuras
nerviosas o vasculares.
En la anatomía patológica, las células gigantes son
menos numerosas y contienen menos núcleos que en los TCG.
El estroma es abundante con fibroblastos y depósitos de
hemosiderina.
Los diagnósticos
diferenciales que hay que plantear son las metástasis óseas de tumores sólidos (pulmón, mama, riñón y
tiroides), osteomielitis,
los TCG, tumores de células plasmáticas (mieloma
múltiple, plasmocitoma) y tumores malignos primarios
óseos (osteosarcoma), entre otros.
El tratamiento, es el del hiperparatiroidismo. Están
descriptos casos de regresión y desaparición de los
tumores pardos. La cirugía se plantea cuando no hay
regresión o existe progresión y compresión de
estructuras nerviosas. Si solo son manejados de manera
local recidivan.
Brevemente, la hormona paratiroidea (PTH), aumenta la
calcemia, a través de tres órganos fundamentales, el
intestino, el riñón y el hueso. El aumento del calcio
entonces, produce inhibición de la producción de PTH. En
algunas circunstancias esto se encuentra abolido cómo en
el Hiperparatiroidismo primario (por adenoma,
hiperplasia y carcinoma de la glándula paratiroides). En
otras oportunidades, una hipocalcemia permanente
estimularía la producción de PTH, como en la
insuficiencia renal crónica, déficit de vitamina D, mala
absorción, entre otras. Estaríamos allí ante la
presencia de un Hiperparatiroidismo secundario. Esta
paciente no tiene datos que nos puedan hacer sospechar
un hiperparatiroidismo secundario, por lo cual lo
considero alejado.
El hiperparatiroidismo primario, puede cursar de forma
asintomática o en llegar a producir la crisis
paratiroidea con compromiso de la vida. Los síntomas y
signos podemos agruparlos esquemáticamente en los que
dependen de la presencia de la hipercalcemia
(neuromusculares y psiquiátricos, desde la astenia hasta
el estupor, coma; renales, gastrointestinales;
cardiovasculares como la HTA) y los que dependen de la
presencia de la PTH, como las manifestaciones óseas (osteopenia,
osteítis fibrosa quística y los tumores pardos) y las
manifestaciones renales (nefrocalcinosis y
nefrolitiasis).
Para el diagnóstico, lo más característico es la
hipercalcemia, hipofosfatemia, con o sin insuficiencia
renal, hipercalciuria y disminución de la concentración
de la orina, acompañado del aumento de la PTH. La
ecografía de alta resolución, la RMI y la TC son útiles
para localizar las glándulas paratiroideas.
Si recordamos el laboratorio de esta paciente, con
función renal normal, calcemia y fosfatemia normales,
cabría de esperar la determinación de la PTH.
Ante ésta situación, planteo los siguientes
interrogantes:
¿Puedo diagnosticar un hiperparatiroidismo en una
paciente con calcemia normal? El hiperparatiroidismo
normocalcémico cursa con
PTH elevada, calcemia normal, o pueden alternar
con hipercalcemia. En general son hiperparatiroidismos
secundarios. Las manifestaciones óseas son las más
frecuentes (osteopenia). Y el tratamiento es el de la
enfermedad de base (Síndrome de mala absorción,
hipercalciuria familiar).
¿Puedo diagnosticar un tumor pardo en un
hiperparatiroidismo sin otras manifestaciones? Si, hay
numerosos reportes de casos de diagnósticos de esta
patología a partir del estudio de una masa ósea, en
general mujeres, con calcemias entre 10 y 15.8 mg/dl,
con PTH mayores de 500 pg/ml.
¿Puedo diagnosticar un tumor pardo sin
hiperparatiroidismo? Definitivamente no.
Para concluir, es fundamental conocer los niveles de PTH.
Realizar un centellograma óseo para evaluar la presencia
de otras lesiones. Si se diagnosticara finalmente el
hiperparatiroidismo, determinar causa y su tratamiento.
Controlar las lesiones óseas. Plantear el tratamiento
quirúrgico por la compresión neurológica. Si la PTH
fuese normal, estaríamos frente a un tumor óseo de
células gigantes o a otra lesión ósea de características
similares, para lo cual sugiero el tratamiento
quirúrgico si eventualmente fuese posible.
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