Discusión del
caso clínico
Voy a discutir el caso de una mujer de 54 años con lupus
eritematoso sistémico, para lo cual realiza tratamiento
con corticoides, insuficiente renal crónica en
hemodiálisis trisemanal por catéter permanente subclavio
derecho, hipertensa, diabética, dislipémica, que ingresa
a nuestro hospital por cuadro de sepsis asociada a
catéter; y que durante la internación presenta un
déficit neurológico facio-braquial derecho con
hipoestesia y disartria.
Dentro de las posibles causas del déficit neurológico,
se encuentran las vasculares, infecciosas, metabólicas,
tumorales, y traumáticas. Estas dos últimas quedarían
descartadas porque el cuadro clínico no es compatible ni
existe el antecedente de traumatismo.
Cabe destacar que existen pacientes con ACV previos o
lesión encefálica, que durante un cuadro de fiebre o
sepsis pueden exhibir una hemiparesia, la cual
desaparece una vez resuelto el cuadro infeccioso. En
nuestra paciente persiste el foco neurológico a pesar de
la mejoría del cuadro infeccioso.
Por lo tanto voy a desarrollar posibles causas
vasculares e infecciosas.
Dentro de las causas vasculares voy a considerar a los
accidentes cerebrovasculares isquémicos, ya que
es lúpica, lo cual es un factor de riesgo independiente
para el desarrollo de ateroesclerosis acelerada; y más
aún sumado a la presencia de factores de riesgo
tradicionales como la hipertesión arterial, diabetes y
dislipemia.
Estos representan el 85% del total. Dentro de las causas
frecuentes se encuentran la trombosis de pequeños vasos,
dando lugar a los infartos lacunares, o de los grandes
vasos; y las embolias. Estas pueden ser
arterioarteriales o cardioembólicas en su mayoría (FA,
IAM, reciente, endocarditis infecciosa).
Como causas poco frecuentes voy a mencionar el síndrome
antifosfolípido y las vasculitis sistémicas como el
lupus eritematoso sistémico.
Con los avances en la terapia trombolítica, el estudio
inicial es la tomografía computada ya que tiene una
exactitud para descartar la hemorragia en un 100% de los
casos, circunstancia en la cual sería una
contraindicación dicho tratamiento. Pero debemos
recordar que la tomografía puede no detectar pequeños
infartos corticales o subcorticales ni lesiones en fosa
posterior.
De tal manera que la tomografía detecta un 58% de
lesiones en las primeras 24 hs de iniciados los
síntomas, mientras que la RMN detecta el 90% de los
mismos. La sensibilidad en la detección de lesiones
profundas y del tronco encefálico es de 39%, versus
60%, respectivamente. También es útil en estos casos la
realización de una angioresonancia, que permite evaluar
la circulación intracraneal y la extracraneal. A su vez
debe realizarse un ecocardiograma transtorácico en busca
de una posible fuente embolígena.
Un dato importante es que nuestra paciente es
insuficiente renal crónica en hemodiálisis, ya que se ha
visto que estos pacientes presentan un aumento del
estress oxidativo, lo que aumenta la incidencia de
ateroesclerosis. Entonces estamos ante una paciente
lúpica, insuficiente renal crónica en hemodiálisis,
diabética, hipertensa y dislipémica por lo que considero
a la patología vascular isquémica como un diagnóstico
probable.
Considero importante analizar la presencia de
manifestaciones neuropsiquiátricas del lupus eritematoso
sistémico. Estas ocurren entre el 10% y 80% de los
pacientes y pueden aparecer como la primera
manifestación de la enfermedad o durante el curso de la
misma. En cuanto a la fisiopatología, se postula la
presencia de una vasculopatía o de anticuerpos.
La manifestaciones se pueden dividir en centrales y
periféricas, dentro de las primeras voy a tener en
cuenta a la enfermedad cerebrovascular.
El lupus es un factor de riesgo independiente para el
desarrollo de ateroesclerosis acelerada, tal es así que
se ha visto un aumento significativo del riesgo de
accidente cerebrovascular y muerte prematura.
En un
estudio sobre 120 pacientes con lupus, el 7% presentaron
AIT o ACV. La mayoría de los eventos ocurrió en los
primeros 5 años de la enfermedad y se vio que existía
una fuerte asociación entre ACV y la presencia de
anticuerpos antifosfolípidos.
¿Por qué el lupus se asocia a ateroesclerosis
generalizada? Se ha visto que la presencia de
anticuerpos anti endotelio, productos activados del
complemento e inmunocomplejos circulantes inducen una
inflamación sistémica. Para prevenirla es necesario el
control agresivo de la actividad de la enfermedad y de
los factores de riesgo modificables.
En cuanto al síndrome antifosfolípido y el lupus,
hemos visto que este puede ser secundario al lupus. Se
caracteriza por presentar trombosis arteriales y/o
venosas y/o complicaciones obstétricas, junto con la
presencia de anticuerpos anticardiolipinas IgG o IgM a
títulos moderados o altos, o la presencia de
anticoagulante lúdico.
En el caso de nuestra paciente, los anticuerpos
anticardiolipinas son IgG negativos e IgM positivos a
títulos bajos, por lo cual sería un diagnóstico
descartado.
Igualmente hay que recordar que existe una alta
asociación entre la presencia de anticuerpos
antifosfolípidos y ACV en pacientes con lupus.
En un estudio de 96 pacientes con lupus y
manifestaciones del SNC (AIT, ACV convulsiones), el 55%
presentaban anticuerpos antifosfolípidos, versus 20% del
grupo control compuesto por pacientes con lupus sin
manifestaciones en el SNC. De éstos, sólo la mitad tenía
evidencia de lupus activo.
Aproximación diagnóstica en el paciente lúpico con
manifestaciones neuropsiquiátricas:
No existe un método
complementario definitivo para confirmar que los
síntomas neurológicos o psiquiátricos son debidos al LES
exclusivamente:
-
Dosaje de anticuerpos: En pacientes
con lupus definido, se ha demostrado, en algunos
estudios, la asociación entre síntomas
neuropsiquiátricos y algunos anticuerpos. En la práctica
clínica poseen escasa utilidad.
-
Análisis del liquido cefalorraquídeo:
puede ser normal como en este caso, o presentar aumento
de la celularidad y de las proteínas. El daño se
produciría a nivel de la barrera hematoencefálica por el
depósito de inmunocomplejos.
-
Electroencefalograma: Se encuentra
alterado en el 80% de los pacientes con neurolupus
activo, siendo mucho más sensible que específico.
-
Tomografía computada (TC) de cerebro:
es útil para detectar daño estructural o focal como
infartos o áreas de hemorragia.
-
Resonancia magnética (RM): es el
método por imagines más útil, siendo su sensibilidad
mayor que la de la TC. Se pueden observar múltiples
áreas de infarto, incremento de la señal o atrofia. La
RM de cerebro puede ser normal hasta en un 30% de los
casos de pacientes con diagnóstico de lupus eritematoso
sistémico y síntomas neurológicos.
Ahora bien, si
analizamos la posibilidad de actividad lúpica en nuestra
paciente, tenemos a favor de la misma la manifestación
neurológica, si bien también se podría considerar el
aumento de la VES pero recordemos que está cursando un
proceso infeccioso.
Es importante tener
en cuenta en este punto que en un número importante de
pacientes se superponen la presencia de un proceso
infeccioso y la reactivación del propio lupus.
En contra considero
la leucocitosis, la ausencia de otras manifestaciones de
actividad y que permanecía en tratamiento con
corticoides. Además debemos recordar que en los
pacientes insuficientes renales crónicos en hemodiálisis
se ha visto una disminución de las manifestaciones
extrarenales de la enfermedad y en menor medida de la
actividad serológica, lo que ha permitido en muchos
casos la suspensión del tratamiento inmunosupresor.
Si bien estamos a la
espera del laboratorio inmunológico, considero poco
probable la posibilidad de reactivación lúpica.
Otro punto a
analizar son las posibles causas infecciosas del déficit
neurológico. Debemos mencionar a la endocarditis
infecciosa, ya que nuestra paciente en el contexto
de un cuadro de sepsis instala un foco neurológico.
La misma se debe a la proliferación de microorganismos,
plaquetas y fibrina a nivel del endotelio cardíaco, con
la consiguiente formación de vegetaciones. Las válvulas
más frecuentemente involucradas son la aórtica y la
mitral. En los adictos a drogas se afecta con mayor
frecuencia la válvula tricúspide en un 50% de los casos.
Los microorganismos involucrados son múltiples y guardan
relación con la evolución de la enfermedad. Los más
frecuentes en nuestro medio son el S. aureus, S.
viridans, enterococo, bacilos Gram negativos, grupo
HACEK y cándida.
Las manifestaciones clínicas son variadas. Nuestra
paciente presentaba, fiebre y escalofríos, soplo
cardíaco, manifestación neurológica, leucocitosis y VES
elevada.
Para arribar al diagnóstico de endocarditis infecciosa
contamos con criterios diagnósticos (de Duke).
Los criterios mayores son la demostración del
microorganismo responsable en los hemocultivos y la
evidencia de afección endocárdica, sea por la presencia
de vegetaciones o bien por la aparición de un soplo
nuevo, o la exacerbación de uno previo.
Los criterios menores son la presencia de fiebre,
cardiopatía predisponerte o drogadicción endovenosa,
fenómenos vasculares o inmunitarios y datos
microbiológicos. Para el diagnóstico se requieren 2
criterios mayores, 1 mayor y 3 menores ó bien los 5
criterios menores. Si consideramos que las
manifestaciones en SNC se puede deber a una embolia
séptica, contaría con un criterio mayor (hemocultivos
positivos) y tres criterios menores (cardiopatía
predisponerte, fiebre, embolias).
El ecocardiograma transtorácico tiene una sensibilidad
del 65%, no pudiendo detectar vegetaciones menores de
2mm., mientras que el ecocardiograma transesofágico
tiene una sensibilidad mayor al 90%. Por lo tanto lo
considero un diagnóstico que no puede descartarse sin un
ecocardiograma transesofágico.
Las complicaciones neurológicas son las segundas en
importancia luego de las cardíacas, y ocurren en un 25 a
30 % de los pacientes:
ü
Encefalopatía aguda
ü
Meningoencefalitis
ü
Meningitis purulenta o aséptica
ü
ACV embólico
ü
Hemorragia cerebral
ü
Absceso cerebral o cerebritis
ü
Convulsiones
Voy a hacer
referencia al absceso cerebral como probable
causa del foco neurológico y complicación, tanto de la
endocarditis infecciosa como de la siembra hematógena a
partir de la sepsis asociada a catéter.
Las vías de
diseminación son las siguientes,
por infección contigua (OMA, infección dentaria,
mastoiditis, sinusitis) que ocurre en el 50% de los
casos, por diseminación hematógena en el 25%, post
trauma o neurocirugía en el 10%; siendo en el 15%
la vía desconocida.
Cuando la vía de diseminación es hematógena generalmente
son múltiples. El cuadro clínico se caracteriza por
fiebre, cefalea, convulsiones, déficit neurológico.
El diagnóstico se realiza con TAC o RMI, siendo esta
última más sensible.
Como conclusión creo que estamos ante la presencia de
una enfermedad vascular isquémica, cuya base es la
ateroesclerosis ya que como mencioné al inico presenta
múltiples factores de riesgo como hipertensión arterial,
diabetes, dislipemia uso crónico de corticoides,
insuficiencia renal en hemodiálisis, y sería importante
considerar al lupus como facto de riesgo independiente.
Si bien esta enfermedad no se encuentra activa,
seguramente contribuyó en la aceleración de la
ateroesclerosis en los momentos de actividad.
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