Discusión del
caso clínico
Dr. Eduardo
González
Voy a
discutir el caso de una paciente de 41 años, con
antecedente de Cáncer de Cérvix en estadio avanzado
localmente, hipotiroidismo y uropatía obstructiva
secundaria a la neoplasia. Presenta un cuadro clínico de
cefalea, convulsiones y fiebre, con datos en el
laboratorio de serología positiva para Virus de la
Hepatitis B, dos determinaciones negativas para la
serología del Virus de la Inmunodeficiencia Humana y en
el análisis del líquido cefalorraquídeo pleocitosis,
hipoglucorraquia, hiperproteinorraquia, análisis directo
con evidencia de Bacilos y hallazgo en el cultivo
micológico de Criptococcus neoformans, hallazgos
en los estudios de imágenes de hidrocefalia y refuerzo
leptomeníngeo, y mejoría clínica con corticoides y
antimicóticos. Como datos guía para esta discusión voy a
utilizar a la neoplasia maligna de Cérvix, a la
inmunodepresión ni VIH, al cuadro de meningoencefalitis
y al hallazgo de C. neoformans en LCR.
Cáncer de Cérvix
Presenta
mayor incidencia entre los 30 a 50 años y en pacientes
de condición socio económica baja. Presenta una relación
etiológica muy estrecha con genotipos virales de riesgo
del Papiloma Virus Humano (HPV) (subtipos 16, 18, 31 y
45), siendo indispensable su presencia para la formación
del cáncer. Otros factores implicados son: inicio precoz
de relaciones sexuales, múltiples parejas, pareja con
hábitos sexuales de riesgo, enfermedades autoinmunes,
infección por VIH y tabaquismo. Histológicamente se
divide en carcinoma de células escamosas (70%),
adenocarcinomas (20-25%) y carcinoma adenoescamosos
(5%). La prevención radica en la vacuna cuadrivalente
HPV (tipos 16, 18, 6 y 11), en tanto que el screening se
realiza mediante la citología cervical. El diagnóstico
definitivo es mediante biopsia guiada por colposcopia.
La presentación clínica puede ser por asintomática
(PAP), sangrado anormal o postcoital, flujo vaginal
amarillento, lumbalgia, edemas de miembros inferiores y
síntomas urinarios. La estadificación propuesta se
escalona en 5 niveles, desde el carcinoma in situ hasta
la invasión localmente avanzada y las metástasis a
distancia.
Un punto
importante a discutir es la posibilidad de diseminación
al sistema nervioso central. En una revisión japonesa de
1961 pacientes con cáncer de cuello durante 20 años,
solamente 8 presentaron metástasis a SNC. Esto muestra
la baja frecuencia e incidencia de la misma. Otro punto
importante es el pronóstico de la asociación, siendo el
mismo de 3 meses en promedio.
Inmunosupresión secundaria
Cuando
nos enfrentamos a un enfermo con una infección
oportunista, la primera pregunta que nos hacemos es: ¿es
VIH positivo? Este caso nos enseña a no olvidar toda las
otras causas de inmunodepresión no VIH.
En el
caso de nuestra paciente, considero que la
inmunosupresión que favoreció la infección por C.
neoformans puede estar explicada por la neoplasia
avanzada de Cérvix. Respecto a la inmunodepresión por
cáncer, se presente más frecuentemente en los
linfohematológicos; en tanto que en los sólidos puede
tener alguna relación con la inmunosupresión.
Criptococosis
Cryptococcus neoformans es un hongo encapsulado, que ingresa
por vía inhalatoria y se disemina por vía hematógena y
es característicamente patógeno oportunista en
inmunocomprometidos. Se presenta con mayor frecuencia en
VIH-SIDA, corticoideoterapia, trasplante de órganos,
diálisis peritoneal, diabetes, cirrosis, sarcoidosis,
lupus eritematoso sistémico y enfermedades
linfoproliferativas. Si bien puede afectar diversos
órganos (pulmón, piel, hígado), tiene predilección por
el SNC. Las manifestaciones clínicas pueden ser cefalea,
fiebre, parálisis pares craneales, cambios de la
personalidad, pérdida de la memoria, letargia y coma. La
presentación puede ser aguda, sub-aguda y crónica. El
diagnóstico radica en primera instancia en el análisis
cito-físico-químico del LCR, donde se evidencia un
recuento celular bajo en VIH (0 a 50/mm3) y más alto en
no-VIH (20 a 200/mm3), a predominio mononuclear,
hipoglucorraquia e hiperproteinorraquia.
La presión de apertura es
característicamente elevada (70% ≥ 20 cmH2O
en VIH). Respecto al examen directo, la tinción con
tinta china muestra al hongo encapsulado sin teñir en un
fondo negro, siendo la misma positiva en 50% en no-VIH y
75% en VIH. Respecto a la tinción de Gram, la misma
puede confundir, dada la variabilidad de forma del
hongo. Esto fue lo que motivó en un primer momento la
sospecha de meningitis por L. monocytogenes. La
confirmación es mediante el cultivo micológico del LCR,
que arroja resultados en 3 a 7 días, siendo hasta 90%
positivos en no-VIH. Otro pilar importante en el
diagnóstico es el estudio serológico. La determinación
del Antígeno criptocóccico polisacárido mediante ELISA y
aglutinación en látex posee un 90% de sensibilidad y
especificidad, siendo muy útil en criptococosis pulmonar
y con Ag positivo en sangre para descartar afección del
SNC. Respecto a las neuroimágenes, hasta 50% son
normales, siendo los siguientes hallazgos los más
relevantes: realce leptomeníngeo, criptococomas,
pseudoquistes gelatinosos, hidrocefalia y áreas de
infarto por vasculitis. No obstante, vale la pena
destacar que no existen imágenes patognomónicas. Es
importante destacar que en VIH con meningitis a C.
neoformans las lesiones pueden corresponder a
Linfoma o 2da infección, como ser toxoplasmosis.
Respecto al seguimiento imagenológico, se debe tener en
cuenta que puede mostrar empeoramiento de las lesiones
sin que ello signifique un fallo terapéutico, por lo que
debe ser analizado junto a la clínica del paciente. El
tratamiento de la enfermedad consiste en 3 fases
(inducción, consolidación y mantenimiento), siendo el
fármaco de elección para el inicio la Anfotericina B
para luego continuar con fluconazol. La respuesta al
tratamiento se realiza a las dos semanas de iniciado
según el grado de inmunosupresión y respuesta clínica,
mediante punción lumbar de control. En pacientes
trasplantados y con cáncer se postula hasta 12 meses de
tratamiento, en tanto que aquéllos con criptococomas el
mismo aumenta a 18 a 24 meses. Un punto importante en el
tratamiento, que tiene estrecha relación con el
pronóstico y la mobimortalidad, es el control de la
hipertensión endocraneana. El mismo puede realizarse
mediante punciones lumbares frecuentes y derivación
ventriculoperitoneal. La corticoideoterapia tiene un rol
controvertido, recomendándose el análisis particular en
cada caso, en tanto no se recomienda es uso de manitol y
acetazolamida. Los factores pronósticos son: carga
micótica, sensorio al ingreso, tinta china positiva,
altos títulos de Ag polisacárido, poca respuesta
inflamatoria en LCR y desarrollo de hidrocefalia.
Nuestra paciente presenta dos de ellos, lo que sumado a
su neoplasia avanzada nos marca un muy mal pronóstico.
Meningitis carcinomatosa
Si bien
el cuadro de la paciente puede explicarse en su
totalidad por la afección criptococóccica, creo
relevante mencionar a esta entidad dada la posibilidad
en este contexto. La carcinomatosis meníngea es
clínicamente evidente en el 5% de los cánceres
metastásicos, siendo este porcentaje mayor en autopsias.
La fisiopatología puede explicarse mediante la extensión
directa desde el parénquima cerebral, la diseminación
hematógena a través de vasos aracnoideos, la
diseminación desde los plexos coroideos, la extensión
desde MTS vertebrales, subdurales o epidurales, la
invasión retrógrada a través de nervios craneales o
periféricos o la formación de tumores leptomeníngeos de
novo. Los mecanismos productores de la clínica son:
efecto de masa, obstrucción al flujo de LCR, disfunción
de nervios craneales o espinales, invasión
parenquimatosa, edema cerebral y compromiso multifocal
de encéfalo. La clínica es variada, pudiendo presentar:
signos meníngeos, aumento de la presión intracraneana,
signos focales o difusos (encefalitis carcinomatosa),
invasión de pares craneales y compromiso radicular. El
síntoma más frecuente de presentación es el dolor,
siendo los más importantes el radicular, la cefalea, el
cervical y el lumbar. También puede manifestarse
inicialmente con convulsiones, alteraciones del estado
mental o debilidad. Como metodologías diagnósticas se
pueden mencionar la RMI, la tomografía computada por
emisión de positrones y el análisis del LCR. En RMN las
alteraciones características son el refuerzo tenue post
contraste de leptomenínges, los depósitos nodulares en
el espacio subaracnoideo, cerebelo o corteza y las masas
tumorales meníngeas. En tomografía por emisión de
positrones se demuestra la disminución del consumo de
glucosa en un cerebro de apariencia sana. El estudio
cito-físico-químico del LCR muestra:
hiperproteinorraquia (> 32 mg/dL), pleocitosis moderada
(linfocitos, eosinófilos), xantocromía (observada solo
en el melanoma), hipoglucorraquia (LCR/suero < 0,6),
siendo la presión de apertura mayor a 16 cm H2O. La
anatomía patológica presenta alta especificidad y
sensibilidad entre 80 – 95%. Para aumentar la
sensibilidad se requieren 10 ml por muestra, un rápido
procesamiento y una obtención desde líquido de un sitio
con compromiso conocido. Puede repetirse la PL si la
citología es negativa cuando la sospecha es alta. Un
punto importante es el uso de marcadores tumorales. Se
ha visto que una concentración en el LCR 2 a 3 veces
mayor que en el plasma avala el compromiso neoplásico
meníngeo. Por lo dicho anteriormente, el diagnóstico se
fundamenta en un enfermo con una neoplasia maligna
avanzada, con signos y síntomas neurológicos
multifocales, hallazgos imagenológicos típicos y
citología (+) células neoplásicas. Éste último punto
establece el diagnóstico; sin embargo, puede
establecerse el diagnóstico en casos de citología
negativa cuando las neuroimágenes son características o
existe un aumento importante de los marcadores tumorales
en el LCR. Previo al planteo del tipo de tratamiento,
debe considerarse en qué categoría pronóstica se
encuentra el paciente. Para los pacientes con buen
pronóstico (relativo), está indicado el control de la
hipertensión endocraneana con corticoides y sistemas de
derivación ventrículo peritoneal, la radioterapia y la
quimioterapia, tanto intratecal como sistémica. Para
aquéllos con pronóstico pobre, el objetivo del
tratamiento es la paliación de la signo-sintomatología,
no teniendo utilidad alguna la quimioterapia ni la
radioterapia.
Conclusiones y conductas
Para concluir, considero que estamos frente a una
paciente con una neoplasia maligna avanzada que
predispuso a la inmunosupresión, que permitió la
presentación de la meningoencefalitis criptococóccica.
En tanto a la enfermedad del SNC, considero puede ser
explicada por el hongo, quedando la afección neoplásica
más alejada dada su baja frecuencia. Además, creo que el
pronóstico de la misma es más que sombrío, dado que la
inmunosupresión es de carácter irreversible y que
presenta signos de herniación cerebral, lo cual acorta
el margen de tratamiento y aumenta la probabilidad de
complicaciones. Por lo tanto, planteo como conductas
completar 14 días de anfotericina B y evaluar inicio de
consolidación con fluconazol según respuesta clínica, no
evaluar respuesta mediante análisis LCR (riesgo
enclavamiento), continuar tratamiento con corticoides,
suspender tratamiento con acetazolamida, tratamiento
antimicótico prolongado, no avanzar el estudio de
enfermedad neoplásica en SNC, interpretación cuidadosa
de las neuroimágenes, evaluación neuroquirúrgica
(colocación catéter de derivación) y manejo
interdisciplinario del cáncer.
Por último, me permito decir que una citología cervical
tomada a tiempo hubiera evitado esta muerte. El
Papanicolaou y la colposcopía deben realizarse
anualmente en todas las mujeres que han iniciado su vida
sexual.
Bibliografías
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Young R. Neoplasias ginecológicas malignas. En:
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 3 de septiembre de 2009, a cargo del
Dr. Eduardo González. |
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