Discusión del
caso clínico
Dr. González
Eduardo
Voy a discutir el caso de una mujer de 85 años, con
antecedentes de insuficiencia cardíaca, hipertensión
arterial, enfermedad de Chagas con requerimiento de
colocación de marcapasos y fibrilación auricular, que
consulta por un cuadro de edemas, hiporexia, astenia y
oliguria, evidenciándose en la analítica leucocitosis,
hiponatremia e insuficiencia renal, hiperbilirrubinemia,
aumento de enzimas de colestasis e hipoalbuminemia. En
los métodos de diagnóstico por imágenes, consolidación
pulmonar con broncograma aéreo asociado a derrame
pleural derecho de tipo exudado y engrosamiento de la
pared vesicular, con litiasis biliar y vía biliar
extrahepática dilatada. Durante la evolución del cuadro
progresó la insuficiencia renal hasta el requerimiento
de diálisis de urgencia, acidosis metabólica y deterioro
hemodinámico.
Los datos guías que voy a utilizar son el deterioro
hemodinámico y la progresión de la insuficiencia renal,
y si estos dos pueden ser explicados, dado por el
contexto clínico, por un cuadro de insuficiencia
cardíaca o por un proceso infeccioso.
Insuficiencia cardíaca
La definición clásica es la incapacidad del corazón para
mantener un adecuado gasto para satisfacer las demandas
metabólicas del organismo y/o a expensas de un volumen
diastólico anormalmente elevado. Si bien este concepto
mantiene vigencia, es útil considerarla a la misma como
un síndrome, debido a las complejas alteraciones
funcionales, estructurales y biológicas que presenta y a
la repercusión que tienen sobre la terapéutica. Las
formas de insuficiencia cardíaca son: sistólica y
diastólica, con gasto cardíaco bajo y alto, aguda y
crónica y derecha e izquierda. Éstas últimas son de
interés en la paciente, ya que presenta una
insuficiencia tricuspídea con dilatación de cavidades
derechas. La izquierda se caracteriza por síntomas de
congestión pulmonar; y la derecha por edema,
hepatomegalia congestiva y distensión venosa sistémica.
Los factores que pueden precipitar una falla aguda son:
incumplimiento dietario, infarto de miocardio o isquemia
miocárdica, arritmias, discontinuación del tratamiento,
infecciones, anemia, drogas (calcio antagonistas,
betabloqueantes, AINES, antiarrítmicos clase (I, solatol),
Ac anti FNT), consumo de alcohol, embarazo,
empeoramiento de hipertensión arterial e insuficiencia
valvular aguda.
Respecto al caso en cuestión, planteo si los problemas
de la paciente pueden ser explicados en su totalidad por
la insuficiencia cardiaca o si ésta solamente es un
factor agravante. Respecto a las alteraciones en el
laboratorio hepático, podría plantearse a la
hepatopatía congestiva como causa. Ésta se
caracteriza por ser secundaria a enfermedades del
corazón derecho, como ser pericarditis constrictiva,
estenosis mitral, insuficiencia tricuspídea, cor
pulmonale y miocardiopatías. Puede ser asintomática y
ser un hallazgo de laboratorio, o presentarse con
ictericia. El patrón de laboratorio es de
hiperbilirrubinemia (no mayor de 3 mg/dL no conjugada),
FAL normal o con leve aumento, leve aumento de
transaminasas (2 – 3 veces) y prolongación leve del
tiempo de protrombina. El diagnóstico se basa en el
escenario de insuficiencia cardiaca derecha con aumento
de presión venosa central; y en los hallazgos de
laboratorio, habiendo descartado otras enfermedades
hepáticas. El tratamiento es el de la enfermedad
subyacente, presentando una rápida respuesta al
tratamiento diurético. Otro punto a analizar es el
estado edematoso, con predominio del mismo en los
miembros superiores. El edema cardiaco se
caracteriza por presentarse en zonas de declive, con
predominio en los miembros inferiores, por ser
vespertino y por afectar rara vez a la cara y a los
miembros superiores. Dado el cuadro clínico, creo
conveniente hacer mención a las enfermedades que
producen edema en miembros superiores: obstrucción
venosa, síndrome de vena cava superior, trombosis venosa
profunda, obstrucción linfática, distrofia del reflejo
simpático y la fascitis eosinofílica. Ninguno de éstos
parece encajar dentro del cuadro de la enferma, por lo
que considero que el estado edematoso en miembros
superiores no puede por el momento ser asociado a una
etiología cierta.
El siguiente punto a analizar es el derrame pleural.
En la insuficiencia cardiaca, en el 75% de los casos es
bilateral, afectando al lado derecho casi es su
totalidad cuando es unilateral. Es un trasudado,
pudiendo adquirir características de exudado luego de un
vigoroso tratamiento con diuréticos. Presenta un bajo
recuento de leucocitos (menos de 500/mm3) con predominio
mononuclear. La toracocentesis no está indicada de
rutina; no obstante en caso de sospecha de otra entidad
no debe ser demorada. Un punto importante a tener en
cuenta es que si un derrame pleural es clínicamente un
trasudado, pero los criterios de Light lo catalogan como
exudado, tiene utilidad la resta entre los valores de
albúmina sérica y pleural: si es mayor a 1,2 g/dL (baja
concentración de proteínas en el líquido pleural) es un
trasudado. Este análisis no debe hacerse en primera
instancia, solamente en caso de dudas en un derrame que
parece un trasudado pero que acorde a Light es exudado.
Es sabido que la insuficiencia renal asociada a
enfermedad cardiaca se debe una disminución del gasto
cardíaco con consecuente alteración en la
autorregulación renal. Ésta última se caracteriza por
una dilatación de la arteriola aferente con
vasoconstricción de la eferente en un intento de
aumentar la tasa de filtrado glomerular (TFG). No
obstante, cuando la presión arterial media (PAM) cae por
debajo de 80 mmHg este mecanismo de autorregulación se
pierde, con la consiguiente disminución de la TFG y la
producción de la hiperazoemia prerrenal en pacientes
ancianos y con enfermedades de la arteriola aferente,
como ser los diabéticos. Esto explica la vulnerabilidad
de esta población a los cambios en la hemodinamia renal.
Analizando el caso en cuestión, no es posible adjudicar
todo el daño renal a la enfermedad cardiaca, dado que si
bien la paciente presenta una insuficiencia cardiaca
derecha, la fracción de eyección del 50% no está tan
deprimida como para justificar el daño.
Por último, voy a analizar el deterioro hemodinámico
que presentó la enferma, pero antes hacer una mención al
shock: 4 son los tipos, hipovolémico (hemorragia,
deshidratación), cardiogénico (infarto de miocardio,
taponamiento cardíaco), obstructivo (tromboembolismo de
pulmón) y distributivo (shock séptico y anafiláctico).
Si bien es de análisis complejo, la colocación de un
catéter de Swan Ganz nos puede brindar importante
información sobre la hemodinamia con la posibilidad de
realizar diagnóstico en un cuadro de shock sin etiología
bien definida. A continuación se mencionan los patrones
clásicos. Hipovolémico: disminución del llenado
ventricular → baja wedge → caída del volumen minuto (VM)
→ vasoconstricción periférica → aumento de resistencia
vascular sistémica (RVS). Cardiogénico: falla
miocárdica → bajo VM → aumento de presión wedge
(congestión pulmonar) → vasoconstricción periférica →
aumento RVS. Distributivo: pérdida del tono
arterial (baja RVS) o venoso (baja wedge) → VM variable
(normal o elevado). A pesar que las mediciones en
nuestra paciente informaron una wedge alta, al no poder
contar con los otros datos creo poco prudente realizar
conclusiones sobre estas bases. Por lo tanto, y dado que
nuestra paciente presenta una fracción de eyección
conservada, creo que existe un factor extracardiaco que
provocó estas alteraciones en un paciente con un corazón
enfermo. Considero que éste factor es un cuadro
infeccioso.
Sepsis
Se define clásicamente a la sepsis como el síndrome de
respuesta inflamatoria sistémica, asociado a signos de
infección. Hay tres estados que se relacionan: el
inflamatorio, el procoagulante y el inmunosupresor. El
diagnóstico se basa en distintas variables que se
enumeran a continuación, según la guía del 2008 de
Surviving Sepsis Campaign.
Generales:
fiebre, hipotermia, taquicardia, taquipnea, alteración
del estado mental, edemas significativos o balance
hídrico positivo de 20 ml/kg en 24 hs e hiperglicemia en
ausencia de diabetes.
Inflamatorias:
leucocitosis, leucopenia, más de 10% de formas
inmaduras, aumento de proteína C reactiva y aumento de
procalcitonina.
Hemodinámicas:
hipotensión arterial (presión sistólica menor a 90 mmHg,
presión arterial media menor a 70 mmHg o caída de PAS
mayor de 40 mmHg en adultos).
Perfusión tisular:
hiperlactatemia, disminución del llenado capilar.
Disfunción orgánica:
hipoxemia arterial, oliguria aguda, incremento de la
creatininemia, anormalidades de la coagulación, íleo,
trombocitopenia e hiperbilirrubinemia.
Se denomina sepsis severa cuando existe disfunción
orgánica, en tanto que el shock séptico se define como
la hipotensión arterial refractaria a la expansión con
líquidos y que requiere el empleo de drogas vasopresoras
para mantener una PAM mayor de 70 mmHg.
Planteo como posibles focos infecciosos el pulmonar y el
abdominal. A continuación haré una breve mención sobre
cada uno de ellos.
Neumonía aguda de la comunidad.
El hallazgo de consolidación con broncograma aéreo,
derrame pleural de tipo exudado y la hipoxemia plantean
este diagnóstico como muy probable, a pesar de la falta
de síntomas respiratorios característicos. La neumonía
aguda de la comunidad es la 6ta causa de muerte general
en Argentina, siendo la 5ta en las personas mayores de
60 años. Presenta en ancianos casi un 20% de mortalidad.
Los síntomas clásicos son: tos (90%), disnea (66%),
expectoración (66%) y dolor pleurítico (50%). Un cuadro
clínico apropiado, asociado a una radiología compatible
establecen por sí es diagnóstico. Un punto importante a
mencionar es que la población anciana puede presentan
menos sintomatología que la general. Respecto al
tratamiento, y teniendo en cuenta que existen varias
recomendaciones, los fármacos de primera elección son
los betalactámicos, asociados o no a inhibidores de
betalactamasas y las fluoroquinolonas respiratorias.
Colecistitis litiásica aguda.
Los datos de engrosamiento de la pared vesicular, la
presencia de litiasis, la hiperbilirrubinemia, el
aumento de enzimas de colestasis y la dilatación de la
vía biliar extrahepática ponen a consideración esta
entidad, a pesar de la falta de la clínica específica.
La colecistitis aguda está provocada en el 98% por
enfermedad litiásica, siendo el 10% restante la
alitiásica propia de los enfermos críticos. Las
manifestaciones clínicas son dolor y masa palpable en
hipocondrio derecho, fiebre, leucocitosis, elevación de
proteína C reactiva y hallazgos imagenológicos
compatibles (en ecografía: engrosamiento de la pared
mayor 4 – 5 mm o edema, líquido perivesicular y sigo de
Murphy ecográfico). El tratamiento es médico (reposo
digestivo, hidratación parenteral, analgesia y
antibioticoterapia) y quirúrgico. Éste último se realiza
con preferencia en forma precoz, quedando diferido para
paciente en grave estado. Es de elección la
colecistectomía percutánea, quedando la colecistostomía
reservada para cuadros graves que no pueden someterse a
una intervención quirúrgica mayor. Está descripto que
estos cuadros en ancianos tienen presentaciones clínicas
poco llamativas, lo que demora el diagnóstico,
requiriendo para una buena evolución la intervención
temprana.
Conclusiones
Considero que estamos frente a un cuadro infeccioso,
quedando en primer término la neumonía de la comunidad,
pero sin poder descartar como responsable un cuadro
biliar dado los hallazgos imagenológicos. Este cuadro de
sepsis provocó la injuria renal (en un riñón
crónicamente enfermo) y el deterioro hemodinámico,
profundizando el daño hasta llegar al cuadro de shock
séptico. Todo esto en el escenario de la insuficiencia
cardiaca, que jugó un papel fundamental al incrementar
el daño provocado por el cuadro infeccioso. La buena
evolución parece estar sustentada en el buen manejo
hemodinámico y en el empleo de antibioticoterapia
apropiada.
Conducta
Continuar tratamiento antibiótico, con duración acorde a
la evolución clínica diaria. En caso de mejoría de la
función renal, realizar una tomografía de tórax con
contraste para definir mejor el compromiso
parenquimatoso. Profundizar el estudio del exudado para
descartar etiologías alternativas, como neoplasias o
colagenopatías. Evaluar la realización de la
colecistectomía, sopesando riesgos sobre beneficios. Y
por sobre todo, realizar una terapéutica y una
metodología diagnóstica acorde al estado general del
enfermo y a sus expectativas de vida.
“A partir de cierto punto no hay
retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar”. Franz
Kafka.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 19 de noviembre de 2009, a cargo del
Dr. González Eduardo. |
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