Discusión del caso clínico
Dra. Alejandra Izzicupo
Vamos a
discutir el caso clínico de un paciente transplantado
renal que actualmente recibe tratamiento inmunosupresor
que consulta por síntomas constitucionales, oliguria y
tos con expectoración hemoptóica. Luego de horas de su
ingreso al hospital comienza con deterioro súbito de la
función respiratoria, taquicardia, taquipnea, disnea,
tiraje generalizado, pudiéndose observar en el
laboratorio hipoxemia, acidosis metabólica,
trombocitopenia e insuficiencia renal, presentando en la
radiografía de tórax nuevos infiltrados pulmonares
bilaterales por lo que se realiza la intubación
endotraqueal y se coloca en asistencia mecánica
respiratoria (ARM). Estamos así ante un paciente con
síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS) e
inmunodeprimido.
En primer lugar debemos evaluar el riesgo de infección
luego de un transplante, y esto podemos hacerlo teniendo
en cuenta la epidemiología, el grado de exposición
individual a distintos patógenos, tanto de la comunidad
como nosocomiales, si está recibiendo profilaxis de
algún tipo y no olvidar la posibilidad de reactivación
de infecciones latentes tanto del receptor como del
donante del órgano.
El otro punto a evaluar es el grado de inmunosupresión:
el tipo de terapia inmunosupresora (dosis, duración y
secuencia temporal) la existencia de déficits inmunes
subyacentes, la integridad barrera mucocutánea, la
presencia de neutropenia o linfopenia y de condiciones
metabólicas asociadas como uremia, malnutrición, DBT,
alcoholismo y cirrosis y por último la infección con
virus inmunomoduladores (CMV, VEB, VHB, VHC,VIH).
El hallazgo que utilizaremos como dato guía y que nos
puede acercar al diagnóstico de nuestro paciente es la
presencia de infiltrados pulmonares bilaterales en un
huésped inmunocomprometido.
Así podemos evaluar las causas infecciosas y no
infecciosas de los mismos. Dentro de las primeras
obviamente tener en cuenta las infecciones bacterianas
que pueden presentarse tanto en pacientes
inmunocompetentes o inmunodeprimidos siendo en estos
últimos de presentación atípica.
En cuanto a las infecciones micóticas vamos a referirnos
al Aspergillus y al Pnemocystis Carinii.
La aspergilosis pulmonar, clásicamente comienza con
dolor torácico, disnea, hemoptisis, tos productiva
yalgunos casos pueden presentarse con fiebre o menos
frecuentemente en forma asintomática. La radiografía de
tórax puede ser normal en el 10% de los casos o
presentar consolidación alveolar, e infiltrados
nodulares
difusos. El diagnóstico puede ser dificultoso ya que el
rédito de la broncofibroscopia es del 50% y la biopsia
transbronquial ( BTB) no es útil ya que las lesiones son
parcheadas. Se puede realizar PCR o ELISA para
Aspergillus con una sensibilidad del 80-90% y una
especificidad del 95% para estos métodos ya que los
hemocultivos rara vez son positivos. No puedo descartar
esta patología como causal del cuadro clínico del
paciente y sería de suma utilidad realizar un lavado
broncoalveolar (BAL) o tomar una muestra para ELISA
para Aspergillus.
El Pnemocystis Carinii es un germen oportunista que
también se presenta en inmunodeprimidos. Comienza con
fiebre, diseña, tos seca, taquicardia, taquipnea, y
cianosis, y en el laboratorio hipoxemia, alcalosis
respiratoria, aumento LDH. En la radiografía de tórax
podemos encontrar infiltrados perihiliares
bilaterales e infiltrados nodulares pequeños bilaterales
y el BAL presenta un rédito del 80%. Del mismo modo que
en el caso anterior no podemos desestimar esta
infección.
El patógeno viral más común responsable de infecciones
pulmonares en pacientes inmunodeprimidos, ya sea de
forma latente o de novo, es el citomegalovirus (CMV).
La activación del virus latente es inducida por la
terapia con Ac. Anti linfocito, drogas citotóxicas, e
inclusive por infecciones sistémicas e inflamación. La
liberación de citoquinas que se realiza durante la
infección sistémica inicia la reactivación del CMV y el
órgano transplantado aparece como más susceptible a la
infección por este virus lo que se relaciona con la
perdida del injerto.
La relación con el virus es bidireccional, el CMV causa
rechazo del injerto, y la inflamación causada por el
rechazo aumenta la replicación viral.
Se presenta en 1 de cada 4 neumonías en transplantados
renales y comienza con fiebre, mialgias, síntomas
constitucionales y tos seca.
Como efectos indirectos se asocia con el rechazo del
injerto, la superinfección bacteriana o por otros
gérmenes oportunistas, y la enfermedad
linfoproliferativa post-transplante.
En el laboratorio, como en nuestro paciente encontramos
trombocitopenia y moderada hepatitis y en la
radiografía de tórax un infiltrado parenquimatoso focal
difuso o retículo-nodulillar.
El diagnóstico de infección aguda se realiza mediante
antigenemia pp65, PCR cuantitativa, o biopsia de tejidos
infectados, los test serológicos presentan escaso valor
ya que la producción de anticuerpos en pacientes que
reciben tratamiento inmunosupresor no es la adecuada.
El BAL y la BTB presentan alto rédito para el hallazgo
de CMV.
Sería importante en primera instancia conocer si el
paciente o el donante han estado en contacto con el
virus en algún momento, ya que por ejemplo, si el
donante presenta serología positiva para CMV, el
receptor del órgano tiene un 50 % de posibilidades de
desarrollar una infección aguda, de no mediar el
tratamiento adecuado. Por otro lado actualmente contamos
con la presencia de IgM CMV negativa, lo que no nos
permite descartar una infección actual.
La tuberculosis presenta una incidencia del 15 % en
pacientes con transplante de órgano sólido en áreas
endémicas y el riesgo parece ser mayor en transplantados
renales.
Aumenta su incidencia en el curso crónico de la
enfermedad renal y se presenta luego de los 9 meses
post-transplante.
Las manifestaciones más comunes son las pulmonares,
gastrointestinales y cutáneas observándose un infiltrado
pulmonar difuso en la radiografía de tórax en el 25% de
los casos.
El tratamiento puede interferir con la inmunosupresión
ya que utiliza la vía de metabolización de la Citocromo
P450 y solo está indicado cuando se confirma el
diagnóstico.
También es necesaria la realización de BAL por la alta
endemicidad de esta patología y para confirmar la
sospecha diagnóstica.
Más allá de las enfermedades más prevalentes en el
huésped inmunocomprometido debemos considerar las
antropozoonosis regionales como son la Fiebre
Hemorrágica Argentina (FHA), el Hantavirus y la
Leptospirosis. Como posibilidades diagnósticas más
alejadas de nuestro paciente se presentan éstas dos
últimas entidades, la FHA rara vez se presenta con
compromiso respiratorio, generalmente hallamos
leucopenia y VES disminuida y además la noción de foco
está ausente en este caso.
Del mismo modo el Hantavirus parece alejado ya que si
bien las manifestaciones clínicas y radiológicas son
compatibles con las que presentó nuestro paciente, no
existen viajes ni contacto alguno con la zona de los
Andes.
En cuanto a la Leptospirosis, aparece como una posible
causa del cuadro clínico del paciente, comienza de forma
abrupta con síntomas constitucionales, en examen físico
presenta inyección conjuntival, ictericia, aumento de la
sensibilidad muscular, hepatoesplenomegalia,
adenopatías, rash , y la auscultación pulmonar puede
ser inespecífica. También puede presentar necrosis
tubular aguda y SDRA.
En el laboratorio se puede observar glóbulos blancos en
un recuento menor de 10000 por ml/cúbico,
trombocitopenia, aumento CPK, transaminasas y ,
bilirrubina a predominio directa y en la orina completa
proteinuria, piuria y hematuria.
En la radiografía de tórax generalmente presenta
infiltrados difusos mal definidos y el diagnóstico se
realiza fundamentalmente por test serológicos como
ELISA, test de micro o macroaglutinación. Quedaría por
el momento aguardar los resultados de las serologías
solicitadas al ingreso al hospital para las
antropozoonosis anteriormente citadas para confirmar o
descartar el diagnóstico.
Cualquiera de los patógenos nombrados hasta el momento
pueden provocar una sepsis que se define como SRIS
asociada a infección demostrada, lo que podría explicar
el cuadro de shock que presentó el paciente al ingreso
a UTI.
Las alteraciones de laboratorio compatibles con un
cuadro séptico en el paciente fueron: trombocitopenia,
hipoxemia, acidosis metabólica, elevación de urea y
creatinina plasmáticas, hiperglicemia,
hiperbilirrubinemia, elevación de FAL, GGT y moderada
elevación de transaminasas, hipoalbuminemia,
hipertrigliceridemia y prolongación del TP.
Creo que nuestro paciente presenta un cuadro clínico
altamente compatible con una sepsis.
Por otra parte el único germen hallado es la
stenotrophomona maltophilia que es un bacilo gram
negativo, aerobio obligado, no esporulado, presente
tanto en la comunidad como en forma intranosocomial. Se
ha aislado de fuentes de agua, incluyendo ríos, desagües
y agua embotellada; también en legumbres, frutas,
pescado y leche, etc. Puede ser confundida con
Pseudomona, Bordetella y Burkholderia.
La bacteriemia puede ser secundaria a infección
pulmonar, urinaria o gastrointestinal y la vía aérea es
el sitio donde más comúnmente se aísla este germen en
pacientes hospitalizados generalmente asociado a la
utilización de ARM.
También es importante destacar la presencia de la
pseudobacteriemia asociada a la toma de muestras
contaminadas por otras sustancias (como pueden ser los
anticoagulantes de otros recipientes para toma de
muestras) que si son utilizados antes de la toma de los
hemocultivos podrían contaminar a estos últimos.
Si bien realizaría el tratamiento antibiótico eficaz
para este germen, no me parece que pueda explicar el
cuadro clínico del paciente por si solo.
De este modo concluiríamos así con las causas
infecciosas, por lo que vamos a referirnos a las causas
no infecciosas que son las responsables del 25-50% de
los infiltrados pulmonares en pacientes inmunodeprimidos
y que pueden ser entre otras ,la hemorragia alveolar
difusa, el SDRA, la toxicidad por drogas y por
radiación.
El síndrome de distress respiratorio agudo (SDRA) se
desarrolla entre 4-48 hs se caracteriza por infiltrados
pulmonares bilaterales, PaO2/FiO2 menor de 200 mmHg y
sin evidencia clínica de aumento de la presión de VI.
(presión capilar pulmonar de Wedge de 18 o menos).
Dentro de las múltiples causas que pueden producirlo,
la más importante y más frecuente es la sepsis, y la
que claramente puede explicar el SDRA que sufrió el
paciente en su ingreso a UTI y la consiguiente evolución
del mismo.
El edema pulmonar se presenta en pacientes que reciben
sobrecarga hídrica importante lo que puede aumentar la
presión hidrostática capilar pulmonar. Sumado a lo
anterior se puede presentar aumento de la permeabilidad
capilar en pacientes con injuria pulmonar por drogas,
radiación o sepsis.
El paciente se presentaba oligoanúrico, con
insuficiencia renal y si bien luego de la sesión de
hemodiálisis se observó una mejoría en la saturación de
oxígeno, no hubo cambios significativos en la
radiografía de tórax a pesar de la hemodiálisis diaria,
por lo que este diagnóstico parece bastante alejado.
Si nos referimos a las drogas que pueden producir
infiltrados pulmonares bilaterales, la única que
utilizaba el paciente era la azatioprina, pero es
fundamental para el diagnóstico la relación temporal
entre el uso del agente y el desarrollo subsiguiente de
los síntomas y la mejoría luego del retiro del fármaco.
Aunque no se ha suspendido el mismo, el paciente lo
recibe desde hace más de veinte años sin presentar
efectos adversos y no explica de ninguna forma la
situación actual del paciente.
Ante la tríada hipoxemia, descenso del hematocrito y
nuevos infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax
debemos sospechar la presencia de hemorragia pulmonar
y siempre debemos pensar en vasculitis sistémicas,
enfermedades del colágeno, coagulopatías, estenosis
mitral, drogas, SDRA, e infecciones en huéspedes
inmunocomprometidos como probables diagnósticos.
Generalmente comienza en forma brusca con tos, fiebre y
disnea. Algunos pacientes presentan severo distress
respiratorio requiriendo ARM y la
hemóptisis masiva puede presentarse en el 33% de los
pacientes con Sme. hemorrágico alveolar difuso de
cualquier causa, presentando nuevos infiltrados
pulmonares locales o difusos.
En el
laboratorio y dependiendo de la causa que la haya
originado podemos encontrar descenso de hematocrito y
hemoglobina, leucocitosis, aumento de VES, aumento de
creatinina sérica, hipoxemia, hematuria y
leucopiocituria y en la radiografía de tórax: opacidades
alveolares difusas.
Ante un paciente con insuficiencia renal y la tríada
anteriormente citada debemos pensar en el síndrome
pulmón - riñón y en cuanto a éste debemos considerar
que se relaciona con la presencia de una
glomerulonefritis rápidamente progresiva, en el caso de
nuestro paciente presentaba una glomerulonefritis
membranoproliferativa antes del transplante pero cabe
destacar que es la que más frecuentemente recurre luego
del mismo, por lo que restaría evaluar la histología del
injerto para investigar la afectación renal actual.
Por otra parte
el descenso del hematocrito fue de 3% en 12 horas,
utilizando diferentes métodos analíticos para la
determinación del mismo, lo que podría estar relacionado
con esta variabilidad no muy significativa.
Por último, los ANCA C y ANCA P que fueron negativos,
alejarían el diagnóstico de Granulomatosis de Wegener,
Poliangeítis microscópica y Churg Strauss. Y quedaría
pendiente el resultado de los Ac. Anti. MBG presentes en
el 40% del Sme de Goodpasture.
Hubiese sido
interesante la realización del BAL el cual es
diagnóstico al demostrar la presencia de macrófagos
cargados con hemosiderina.
Para terminar,
no podemos dejar de mencionar la posibilidad de un
rechazo agudo o crónico, ya que no podemos asegurar el
cumplimiento adecuado del tratamiento inmunosupresor por
parte de nuestro paciente.
El rechazo agudo se caracteriza por alteración de la
función renal en forma aguda, oliguria e hipertensión
arterial asociados con cambios histológicos. Puede
presentar también fiebre, dolor, aumento de la
sensibilidad o del tamaño del injerto.
Cuando se
produce generalmente no se logra la recuperación
funcional adecuada a pesar del tratamiento antirechazo,
y los que recuperan la función renal presentan una
disminución de la sobrevida del injerto, especialmente
cuando la creatinina plasmática no regresa al nivel de
base; también predispone al rechazo crónico.
Las situaciones más relacionadas con el rechazo son el
descenso brusco del tratamiento con corticoesteroides,
el empleo de fármacos que utilicen la vía de
metabolización Cit.P450, con la consiguiente disminución
de los niveles terapéuticos de drogas inmunosupresoras y
la falta de cumplimiento del tratamiento.
Si bien no podemos descartar este diagnóstico, ya que
hubiese sido necesaria la biopsia del injerto dentro
de los 3-5 días de iniciado el cuadro clínico, el
tratamiento (pulso de corticoesteroides) fue el
adecuado.
Ahora bien, en cuanto a la nefropatía crónica contra
injerto o rechazo renal crónico podemos decir que se
caracteriza por aumento lento y progresivo de la
creatinina plasmática, aumento de la proteinuria e
hipertensión arterial.
Los factores relacionados con el rechazo crónico que
presentaba nuestro paciente son: antecedente de rechazo
agudo, infecciones, tratamiento con ciclosporina (5mg/Kg/dia
) después del primer año post-transplante, alteración de
la función renal, enfermedad recurrente o de novo sobre
el parénquima renal hiperlipidemia y glomerulonefritis
menbranoproliferativa.
El diagnóstico también se realiza por biopsia del
injerto y el tratamiento fundamental es el control de
la presión arterial y de la dislipemia.
Como metodología de estudio hubiese sido interesante la
realización de BAL con eventual BTB, lo que nos ayudaría
a acercarnos al diagnóstico de infecciones causadas por
CMV, Pneumocystis Carinii,
M.Tuberculosis, Aspergillus, y gérmenes comunes.
También podría
realizarse hemocultivos micológicos y para BAAR, PCR o
ELISA para Aspergillus, Ag pp65 o PCR cuantitativa
para CMV.
La tomografía de tórax podría mostrar manifestaciones
poco evidentes en la radiografía y eventualmente podría
realizarse una biopsia pulmonar.
Por otra parte
la biopsia renal estimaría la posibilidad de rechazo de
transplante o de una glomerulonefritis rápidamente
progresiva asociada al Síndrome pulmón-riñón.
Como conclusión el diagnóstico más probable es la
sepsis, no se puede descartar rechazo agudo, podríamos
considerar un rechazo crónico y nos quedaría por evaluar
la posibilidad de comenzar tratamiento con Ganciclovir
hasta descartar la infección aguda por citomegalovirus
por métodos de mayor sensibilidad y especificidad.
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