Presentación del
caso clínico
Dra. Lucina Marazzi
Se
discute el caso clínico de un paciente de 63 años, con
antecedentes de HTA en tratamiento con IECA, gota
crónica en tratamiento habitual con AINES, edemas
periféricos en tratamiento con diuréticos y proteinuria
de meses de evolución, que ingresa con anasarca,
insuficiencia renal aguda y proteinuria en rango
nefrótico, y que en el contexto de la internación se
hallan signos sugestivos de hipertensión pulmonar.
Comenzaremos definiendo al edema como el
incremento del volumen del líquido intersticial
clínicamente manifiesto, cuando es generalizado se
denomina anasarca. Este puede ser producido por
aumento de la presión hidrostática capilar, descenso de
la presión oncótica, y aumento de la permeabilidad
capilar; además de la retención primaria de sodio y agua
por parte de los riñones. Interrelacionando éstos
mecanismos con los problemas actuales de nuestro
paciente, podemos decir que la falla cardiaca, el precoz
síndrome nefrótico y la insuficiencia renal, provocan un
disbalance entre el compartimento intra y extravascular,
teniendo como vía final una disminución del volumen
arterial efectivo, desencadenando mecanismos
compensadores, con la consiguiente retención de sodio y
agua y formación del edemas.
Hay
fundamentalmente tres variedades clínicas responsables
de la anasarca en cuestión: la falla cardiaca, que en
nuestro paciente se agrega una hipertensión pulmonar
como probable origen de la misma; la falla hepática, y
la falla renal con la asociación de insuficiencia renal
aguda (IRA) y proteinuria en rango nefrótico.
Para
poder diferenciar éstos cuadros hay ciertos parámetros
útiles como: la anamnesis y los antecedentes de
enfermedades y fármacos; la localización con el signo o
síntoma principal y el examen físico, fundamentalmente
la ingurgitación yugular.
Una
mención especial merece la insuficiencia renal y
tratar de determinar su etiología. Es claro su carácter
agudo, justificado principalmente por el antecedente de
función renal normal en laboratorio de 15 días
precedentes al ingreso; por ecografía con morfología y
tamaño renal conservados; y por las alteraciones de
laboratorio como hiperpotasemia y acidosis metabólica.
Esta
puede aparecer como consecuencia de trastornos que
altera el flujo sanguíneo renal (pre-renal), de
enfermedades renales intrínsecas que lesionan vasos,
glomérulos o túbulos (renal) o por problemas
post-renales, generalmente obstructivos, descartados en
nuestro paciente por una ecografía incompatible.
Ante
la disminución del volumen de sangre circulante, que
constituye el 40-80 % de causas de IRA, se ponen en
marcha ciertos mecanismos como: la estimulación del
sistema renina- angiotensina-aldosterona (SRAA), de la
antidiurética(ADH), del sistema nervioso simpático y de
las prostaglandinas (PG), generando vasodilatación de
arteriola aferente (por prostaglandinas) y
vasoconstricción de arteriola eferente (por angiotensina
II) como sistema regulador para garantizar el filtrado
glomerular.
En
nuestro paciente, ésta disminución de flujo sanguíneo
renal (FSR) pudo haberse debido a diuréticos de asa en
altas dosis, la ascitis como secuestro de liquido en
tercer espacio, y / o el uso de AINEs que inhiben las
PG, produciendo vasoconstricción de arteriola aferente;
y los IECA, que disminuyen el tono de la arteriola
eferente; y tener en cuanta a su vez, que los pacientes
medicados con IECA y AINEs son mas sensibles a la IRA
pre-renal cuando sufren algún estado de hipovolemia
efectiva de cualquier causa.
Como
datos a favor para pensar en ésta entidad en el
paciente, contamos con densidad urinario normal a alta,
sodio urinario bajo, EfNa < a 1 y sedimento urinario sin
cilindros al momento del ingreso; haciendo la salvedad
que dichos parámetros fueron evaluados en un paciente
que estaba ingiriendo diuréticos hace 3 meses aprox.
La
deficiencia duradera de la hipovolemia renal puede
evolucionar a NTA (necrosis tubular aguda), siendo en
éste caso, isquémica. También puede ser tóxica, causando
vasoconstricción renal, daño tubular directo u
obstrucción tubular. Esa toxicidad en el caso en
discusión, puede ser por fármacos, ya nombrados
anteriormente, y por ácido úrico. Ésta última se aleja
como causa debido a que el cociente uricosuria/creatinia.
es bajo (<1) en el paciente en cuestión, siendo sensible
para detectar excreción neta de uratos cuando ese
cociente es >1.
Otra
causa de IRA es la afectación tubulo-intesticial por
infecciones, procesos infiltrativos, inmunológicos, y
por fármacos, constituyendo las nefritis alérgicas. En
estos casos el sedimento contiene piuria, proteinuria,
hematuria, cilindros leucocitarios y eosinofiluria,
siendo muy distante del que presenta nuestro paciente.
Los
glomérulos pueden verse afectados tanto en forma
primaria como en el contexto de una enfermedad
sistémica, orientando a ésta posibilidad la presencia de
fiebre, artralgias, y síntomas respiratorios, entre
otros. En éste caso, la presentación será síndrome
nefrítico o nefrótico con el sedimento típico
correspondiente.
Por
último, la afectación de los vasos renales, tanto venas
como arterias, pueden causar IRA. Dado que el paciente
no presenta factores de riesgo para trombosis
arteriales, haré mención solo de la trombosis de venas
renales (TVR). Este cuadro puede tener una
presentación aguda o crónica, siendo ésta ultima más
frecuente y más compatible con la de nuestro paciente.
Hay ciertos cuadros asociados que son los traumatismos,
la compresión extrínseca, la invasión por carcinoma de
células renales, el embarazo o anticonceptivos orales, y
especialmente en pacientes ambulatorios, el síndrome
nefrótico, siendo la glomerulopatía membranosa una causa
frecuente de ésta complicación vascular (10-50 %).
Debemos sospecharla en todo síndrome nefrótico que se
complica con tromboembolismo pulmonar, hipertensión,
deterioro de la función renal no esperada y aumento
brusco de la proteinuria.
En ausencia de glomerulopatía primitiva, la TVR causa
una proteinuria mínima. Es decir, puede exacerbar una
proteinuria preexistente, pero casi nunca es la causa
del síndrome nefrótico, sino su complicación.
Puede
ser uni o bilateral y puede extenderse a la vena cava
inferior.
Se
han encontrado un 10-30% de los casos de TVR con
estudios de ventilación –perfusión pulmonar anormales
sugestivas de embolia pulmonar; aunque la mayoría son
asintomáticos.
El
gold standart para el diagnóstico es la venografía renal
selectiva con visualización del trombo oclusivo. Hay
otros estudios como TAC helicoidal, RMI y ecografía-
doppler si las venas renales logran ser visuliazadas,
pero éste último tiene posibilidad de falsos positivos y
falsos negativos ante trombos pequeños.
El
tratamiento es la anticoagulación y el de la enfermedad
de base. El objetivo es al prevención del
tromboembolismo pulmonar y secundariamente mejorar la
circulación renal.
En
relación a la proteinuria, la magnitud y la composición
de las proteínas urinarias dependen del mecanismo de
lesión renal que genera la pérdida. Los mecanismos
pueden ser por lesión glomerular, tubular, rebosamiento
y secretora; siendo en nuestro paciente, la
proteinuria de origen glomerular y de rango nefrótico.
Existen dos factores principales que determinan un
aumento de la filtración glomerular de proteínas
plasmáticas. El primero es el factor hemodinámico que
produce un aumento de la presión capilar glomerular o de
la fracción de filtración (filtración glomerular/flujo
plasmático renal) que pueden inducir una proteinuria
glomerular simplemente a través de un aumento de las
fuerzas de difusión en ausencia de alteraciones de la
permeabilidad intrínseca de la pared capilar glomerular.
Este mecanismo es el responsable de la proteinuria
encontrada en paciente con insuficiencia cardiaca e
hipertensión arterial. El otro factor es el producido
por daño glomerular.
Ahora
bien, ¿tiene nuestro paciente un síndrome nefrótico?.
Si somos estrictos con la definición, no. El
síndrome nefrótico es un complejo clínico caracterizado
por proteinuria mayor de 3,5 g por 1,73 m2 en 24 hs
(mayor de 3 a 3,5 g en 24 hs), hipoalbuminemia, edema,
hiperlipemia, lipiduria e hipercoagubilidad. Pero
conviene destacar que el componente esencial es la
proteinuria debida a la permeabilidad anómala de la
barrera de filtración glomerular para éstas; los demás
componentes y las complicaciones metabólicas asociadas
son secundarias a la pérdida urinaria de proteínas y
pueden ocurrir con grados menores de proteinuria o
estar ausentes en enfermos con proteinuria masiva.
Dado
que el paciente en cuestión no presenta una
hipoalbuminemia marcada, es importante considerar que la
interrelación entre la magnitud de la proteinuria y la
hipoalbuminemia es variable y refleja la
influencia de la excreción proteica urinaria sobre los
niveles séricos de albúmina, la ingesta dietética de
proteicas, la síntesis hepática de proteínas, el
catabolismo proteico y una modificación de la
distribución de la albúmina entre los compartimientos
vascular y extravascular. En ausencia de enfermedad
hepática o desnutrición coexistente, la síntesis
hepática de albúmina esta elevada en pacientes con SN.
Un
dato presente, pero no asociado en nuestro paciente es
la desproporción entre el edema y la hipoalbuminemia,
considerando que también se ponen en juego otros
factores como cardiopatías o enfermedades vascular
periférica, y teniendo en cuanta los mecanismos intra-renales
de retención primaria de sodio y agua.
Dentro de las causa más frecuente, considero a la
glomerulopatía membranosa como una posible causa,
teniendo en cuenta la asociación con neoplasias, siendo
que nuestro paciente en discusión es un hombre, de edad
avanzada, con VES elevada y anemia sin causa aparente.
Generalmente la malignidad ha sido diagnosticada o es
clínicamente evidente en el momento en que el paciente
presenta la proteinuria.; y ésta resuelve ante la
remoción del tumor.
La
incidencia de tumor oculto como causa de GNM es del 2
%. El tumor solo debe ser buscado con signos sugestivos
como anemia inexplicada, SOMF o pérdida de peso.
En
relación a la VES, el 66 % de los pacientes con síndrome
nefrótico tiene valores mayores de 60 mm/ 1ªh, y el 20 %
presentan títulos mayores de 100mm/ 1ªh. Este dato es
importante porque el hallazgo aislado no
obliga a la búsqueda de desordenes sistémicos
subyacentes.
En
toda proteinuria, inclusive de rango nefrótico, sin
ninguna otra manifestación de síndrome nefrótico debe
pensarse en mieloma múltiple o discrasias de células
plasmáticas.
Se define como la proliferación maligna de las células
plasmáticas derivada de un solo clon, produciendo una
inmunoglobulina monoclonal en el suero y/u orina.
Hay
ciertos datos a favor para pensar en ésta patología en
nuestro paciente, como la insuficiencia renal, la
proteinuria, la anemia, la hepatoesplenomegalia, el
aumento de VES, el aumento del ácido úrico; y los datos
en contra son los valores de calcio normales, la
ausencia de dolores óseos y el proteinograma por
electroforesis normal.
Igualmente queda pendiente descartarlo con Rx de huesos
largos y proteinograma por electroforesis urinario con
dosaje especifico de cadenas livianas, dado que la
terapéutica es específica, pero quedan sin consideración
muchos otros datos presentes en nuestro paciente, como
la marcada anasarca y la hipertensión pulmonar,
alejando la posibilidad de ser diagnóstico probable.
Se
define hipertensión pulmonar cuando la presión de la
arteria pulmonar es mayor de 25 mmHg en reposo, y mayor
de 30 mmHg en ejercicio. Las causas son heterogéneas,
pero es preciso reconocerlas, para poder emprender un
tratamiento adecuado. Se divide en primaria,
cuando se produce por enfermedades de los vasos
pulmonares y secundaria cuando se desarrolla como
consecuencia de enfermedades pulmonares parenquimatosas,
disfunción del ventrículo izquierdo, shunts
intracardíacos, tromboembolismo pulmonar crónico, o
enfermedades sistémicas del tejido conectivo.
Un
algoritmo a tener en cuenta en pacientes con
hipertensión pulmonar no explicada, como en nuestro
paciente, considera en primer lugar la RX tórax con o
sin campos pulmonares limpios; y si éstos son limpios,
propone realizar pruebas de función pulmonar. Nuestro
paciente presenta un patrón restrictivo, orientando a
pensar en hipertensión pulmonar o neumopatía
intersticial., casi descartando ésta última entidad por
una TAC helicoidal sin patrón de intersticiopatía
crónica, a pesar de tener antecedente de contacto
crónico profesional con pinturas y solventes.
Posteriormente se dosan los gases arteriales, y en el
caso que presenta normo / hipocapnia como nuestro
paciente, seria útil realizar gammagrafia de perfusión
pulmonar, la cual si evidencia defectos segmentarios o
de mayor tamaño, seria conveniente confirmar enfermedad
tromboembólica con angiografía pulmonar; y si informa
normal o defectos no segmentarios aislados, pensar en
enfermedades cardiológicas y realizar ecocardiograma
con eventual cateterismo.
Una
mención especial haré sobre la hipertensión pulmonar
tromboembólica crónica. Es causada por la embolia
pulmonar recurrente, a menudo asintomática dificultando
el diagnóstico diferencial con HT pulmonar primaria. Se
origina por una deficiente resolución fibrinolítica de
la tromboembolia, lo que permite la organización y
recanalización incompleta y la obstrucción crónica del
lecho vascular pulmonar. Se cree que existe una estrado
de hipercoagulabilidad de base que es el responsable del
desarrollo de ésta entidad dado por déficit de
antitrombina, proteína C y S, y anticuerpos
antifosfolipidicos, entre otras causas. Cursa con un
periodo asintomático largo, de meses o años,
desarrollando luego disnea, hipoxemia y falla
ventricular derecha. Clínicamente presentan disnea
progresiva, edemas de miembros inferiores, y
pre-síncope o síncope y todos los signos de
Insuficiencia cardiaca derecha obligando al diagnóstico
diferencial con enfermedad coronaria, cardiopatías,
intersticiopatías, asma, y disnea psicógena. Presenta
saturación de oxigeno y presión parcial de oxigeno
normales, desaturando ante el ejercicio físico de
maneras típica. El diagnóstico es clínico, radiológico
(con alargamiento de arteria pulmonar, áreas
hipo/hiperperfundidadas, enfermedad pleural o
cardiomegalia a expensas de cavidades derecha);
ecocardiograma 2D (dilatación de cavidades derechas con
movimiento paradojal del septum interventricular);
estudios de función pulmonar, estudios con radioisótopo,
entre otras más invasivas como cateterización
ventricular y pulmonar. La TAC helicoidal con contraste
tiene baja sensibilidad en detectar tromboembolismos
crónicos segmentarios periféricos.
En
resumen, la anasarca de nuestro paciente puede tener dos
orígenes:
1.
Cardíaca: por insuficiencia cardiaca derecha,
donde los datos a favor que presentan son: clínica
compatible dada por disnea y edemas de miembros
inferiores progresivos, de meses de evolución;
hepatoesplenomegalia por congestión ascitis, signos de
sobrecarga derecha en el ECG, cardiomegalia aexpensas de
cavidades derechas en la Rx tórax y ecocardiograma. El
liquido ascitico presenta un GASA > de 1,1,
representando, en contexto de nuestro paciente, posible
origen cardiaco de la ascitis, dado que las otras
posibles causas como cirrosis, metástasis hepáticas, y
vasculares como trombosis, fueron descartadas con
eco-doppler portal.
2.
Renal: tenemos como datos a favor al edema que es
típicamente facial y periférico con ascitis y que se
origina por retención primaria de sodio y agua debido a
enfermedad renal subyacente, o por disminución de
presión osmótica por hipoalbuminemia. Otro dato es la
proteinuria de rango nefrótico que nos orienta a pensar
en daño glomerular, pero se han ido descartando ciertas
causa de dicho daño, de tipo primario con un
laboratorio inmunológico normal; y secundarias como
DBT, fármacos, HIV, VHB y C, infecciosos y
colagenopatías con afectación renal, como LES, con
clínica no compatible y laboratorios pertinentes
negativos, quedando pendiente el estudio de búsqueda de
alguna neoplasia. El aumento de la urea y creatinina en
contexto de una insuficiencia renal aguda nos sitúa en
una posible complicación o debut de enfermedad renal,
pero también no debemos olvidar las causas hemodinámicas
“colaboradoras” o desencadenantes de IRA ya comentadas.
CONCLUSIÓN
Si
bien hay muchos factores puestos en juego en nuestro
paciente, considero que la causa mas probable de su
anasarca es la falla cardiaca secundaria a una
hipertensión pulmonar no explicada aún generando
retrógradamente hepatoesplenomegalia y ascitis. Además
se genera proteinuria mediada por plétora renal venosa;
agravada quizás por drogas (IECAS, AINES). Queda por
definir el daño renal intrínseco que llevó a la
insuficiencia renal.
Esta
teoría unicista no quita que el paciente presente otro
factor glomerular sobreagregado a su ya conocida
insuficiencia cardiaca derecha, de etiología a
determinar.
METODOLOGÍA DE ESTUDIO Y PASOS A SEGUIR
·
Ecocardiograma 2D con doppler para definir condición y
presión estimada de arteria pulmonar, con el
subsiguiente diagnóstico de hipertensión pulmonar.
·
Centellograma ventilación- perfusión para la búsqueda de
Hipertensión pulmonar trombo- embolica crónica como
causa de patrón restrictivo espirométrico
·
Proteinograma por electroforesis urinario y Rx huesos
largos para descartar mieloma múltiple.
·
Orina
de 24 hs y sedimento urinario seriados para control
evolutivo de la enfermedad actual
·
Biopsia renal. Es un decisión conflictiva, siendo lo
conveniente a mi considerar, esperar la respuesta al
tratamiento médico, que es favorable y re-evaluar en
diferido.
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