La educación médica continua Alcides A. Greca
Volvemos de tanto en tanto a las páginas de los viejos textos de medicina que nos acompañaron durante las largas horas de vigilia estudiantil. Sentimos ese sabor agridulce de la nostalgia, revisamos el índice y comprobamos una vez más el paso indetenible del tiempo. ¡Cómo ha avanzado la medicina! Hay áreas completas de muchas especialidades que no existían entonces, grupos enteros de fármacos, hoy de uso habitual, que tampoco encontramos porque no habían aparecido aún o porque recién se iniciaba su investigación. No han transcurrido varios siglos. Tan sólo unas pocas décadas.
Alguna mística extraña nos impide deshacernos de un libro, por más inservible que nos parezca. Lo retornamos entonces al anaquel de la biblioteca.
Se equivoca gravemente quien cree que con los conocimientos que tuvo que adquirir para alcanzar su título profesional le alcanzarán para ejercer la medicina de por vida. Si no estudia en forma cotidiana, si no asiste a cursos, jornadas y congresos, en pocos años, ya no podrá atender enfermos, como si hubiera olvidado lisa y llanamente el idioma que hablan los colegas. Será en verdad, un analfabeto funcional en Medicina.
Las cátedras universitarias y las sociedades científicas, conscientes de esta realidad indiscutible, se esfuerzan desde siempre por brindar a los médicos en distintos formatos didácticos, herramientas de actualización. La formación de postgrado sistematizada (en residencias médicas y en carreras de especialización) está en nuestro país al menos, desafortunadamente, al alcance de pocos. La gran mayoría de nuestros graduados deben iniciar y sostener su práctica en soledad, sobrellevando los tropiezos de una actualización informal, especialmente cuando debe emigrar de las grandes ciudades universitarias. Es por ello que siempre valora la posibilidad de tener cursos de actualización a su alcance.
En el siglo que transcurrimos, sin lugar a dudas simbolizado por la Internet, disponer de información actualizada es mucho más fácil que antaño. En muchos casos sin costo alguno, y en otros con suscripciones online, es posible acceder en forma inmediata a los artículos médicos en el momento mismo en que salen a la luz.
¿Se justifica entonces que siga habiendo encuentros presenciales para hablar de medicina? ¿No pueden ser reemplazados por foros de discusión en la red? ¿Debemos seguir brindando información como lo hicimos siempre, o ha cambiado la educación médica?
Probablemente lo que ha hecho la web es hacernos evidente lo que antes estaba disimulado por la carencia tecnológica. La verdadera educación desde los tiempos de los filósofos de la antigüedad, siempre se basó en alguien con sed de aprender y en un maestro que desafiándolo constantemente lo conminaba a pensar. La información resultaba entonces muy poco relevante, el conocimiento un objetivo mucho más importante y la sabiduría una meta lejana solamente accesible para aquellos elegidos que lograban alcanzarla tras una larga y laboriosa tarea de crecimiento espiritual.
Reunirse para pensar, al estilo de las antiguas tertulias, hoy lamentablemente en desuso, quizá por nuestra obsesión por lo inmediato, sigue estando vigente porque la educación en general y la educación médica en particular son hechos sociales; la web está allí, al alcance de la mano como una herramienta tan extraordinaria que sería de necios no aprovecharla. Tomar la información médica y discutirla, criticarla, desmenuzarla y recrearla, sin olvidar la formación humanística, es la esencia misma de la educación médica continua. |