Los Números, los Médicos y los Enfermos La alquimia de los números deslumbra a los pacientes y a la sociedad,
y se prefiere la seguridad de una respuesta errónea barnizada de estadística
a la incertidumbre de nuestra ignorancia.1
La observación de fenómenos biológicos en animales de experimentación o clínicos en seres humanos, requiere ineludiblemente para su publicación, un tratamiento estadístico que permita, de manera confiable, establecer nexos causales o correlaciones que no sean un simple efecto del azar. A medida que el conocimiento científico se ha ido incrementando y que el método de la ciencia, basado en la comprobación experimental de las hipótesis, se fue haciendo un instrumento de significación cada vez más importante, los números se apoderaron paulatinamente del pensamiento médico.
Sin embargo, la práctica de la medicina no es una ciencia (ya que a menudo utiliza el empirismo, sin ajustarse en forma estricta a los postulados científicos), ni tampoco un arte (en cuanto a lo que el arte tiene de creativo), como suele proclamarse. La medicina es ni más ni menos que una praxis, que utiliza conocimientos obtenidos a través de la ciencia y que procede a menudo como el artesano más que como el artista. Por otra parte, el ser humano es un entrecruzamiento de fenómenos biológicos, espirituales y sociales que no se pueden abarcar solamente con la herramienta científica. Otros saberes, provenientes de diferentes ramas del conocimiento y del pensamiento, se tornan imprescindibles.
Lo antes expuesto explica en buena medida que se yerre tan a menudo, cuando se pretende resumir en tablas numéricas y en scores, la interpretación de fenómenos tan subjetivos como el dolor, la angustia, la ansiedad, entre tantos otros. Asimismo, intentar aplicar hallazgos propios de las poblaciones a los pacientes individuales, no solamente puede llevar a error al médico sino ser una fuente de iatropatogenia muy perjudicial para el enfermo. Pensemos simplemente lo que implica informar al paciente o a la familia de éste, el porcentaje de sobrevida estimada en un plazo determinado para la enfermedad en cuestión. No pocas veces, estos pronósticos son desmentidos por la evolución, simplemente porque la forma en que los seres humanos sobrellevan su enfermedad depende de factores múltiples, muchos de los cuales no están al alcance del conocimiento del médico.
El deslumbramiento por la numerología médica lleva a cometer verdaderos despropósitos en cuando a fomentar el temor y el desasosiego en personas que hasta entonces disfrutaban de un razonable bienestar. Expresarle a una persona por ejemplo, que se encuentra en muy alto riesgo cardiovascular, porque según las tablas de prestigiosas sociedades científicas, su probabilidad de sufrir un infarto de miocardio en los próximos diez años supera el 20%, puede tener un efecto verdaderamente devastador. Sin duda, el manejo de estos números surgidos de la estadística para las poblaciones pero no para los individuos, da una imagen ilusoria de gran precisión, pero oculta una petulante intención de disimular la ignorancia. Más sincero, aunque menos impactante, sería decir: “Su forma de vivir le puede provocar problemas en el futuro, por lo que le aconsejo modificar algunos aspectos, aunque no puedo asegurarle que si lo hace, pueda efectivamente evitarlos”. Por sobretodo, será de gran trascendencia indagar cuáles son las prioridades en la vida para él o para ella, y qué cosas estaría dispuesto/a a resignar o no. Una prevención diseñada de manera personalizada y limitada a las medidas, no muy numerosas por cierto, cuya verdadera efectividad se ha probado sobre una base científica, sería mucho más efectiva y mucho más lógica que una retahíla de recomendaciones adocenadas.
Algo más deshumanizado ocurre con frecuencia frente a los pacientes críticamente enfermos en las unidades de cuidado intensivo en relación con los números de los resultados de laboratorio, los tests hemodinámicos o los de función pulmonar. Ante la expresión de un enfermo acerca de su profundo malestar o su sensación de muerte inminente, algunas veces se escucha a un médico preguntarse el porqué de tantos síntomas siendo que los parámetros antedichos se encuentran dentro de valores más que aceptables.
No es verdad que sólo lo que se expresa con números es lo que se conoce realmente. El ser humano es mucho más que una serie de variables biológicas cuantificables. Forma parte de la fantasía médica que los números puedan dar todas las respuestas, como lo es también que los avances médicos sean capaces de convertir el sufrimiento y la muerte en cuestiones opcionales.
1 Gérvas J, Pérez Fernández M. Uso y abuso del poder médico para definir enfermedad y factor de riesgo, en relación con la prevención cuaternaria. Gac Sanit 2006; 20 (supl 3): 66-71.
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