Discusión del
caso clínico
Dra. Evelín Cera
Voy a discutir el caso de una paciente de 33 años con
diagnóstico de HIV hace 10 años sin tratamiento, con 7
linfocitos CD4 en el último recuento, tabaquista y
adicta a drogas inhalatorias, que se presenta con
síntomas constitucionales (fiebre, astenia, pérdida de
peso, sudoración nocturna), tos con expectoración
mucosa, bicitopenia y lesiones reticulonodulillares
difusas en ambos pulmones. Además presenta
hepatoesplenomegalia con lesiones hepáticas nodulares
como hallazgo.
Voy a utilizar primeramente como datos guía los
infiltrados reticulonodulillares pulmonares en un
paciente VIH y posteriormente voy a analizar las
lesiones a nivel hepático.
El pulmón es el principal órgano afectado por
complicaciones en el VIH y más teniendo en cuenta el
terreno predisponente previo en esta paciente como lo
son el uso de drogas inhalatorias y la exposición al
tabaco. Existen múltiples causas de afectación pulmonar
en pacientes VIH (enumeradas en tabla 1), pero el
principal determinante para la específica aparición de
cada una de ellas es el estado inmunitario del paciente
reflejado a través del recuento de linfocitos CD4. Por
lo tanto, para acercarme al diagnóstico etiológico en
esta paciente me voy a referir a aquellas que aparezcan
con CD4 < de 200/mm3 y que puedan cursar con imágenes
reticulonodulillares.
La neumonía intersticial linfocítica es una
alteración linfoproliferativa con infiltración del
intersticio y espacios alveolares por linfocitos. Es de
etiología desconocida, pero se encuentra asociada a
causas autoinmunes e infecciones virales principalmente
en niños con HIV. En adultos es más frecuente en mujeres
y habitualmente se observa con CD4 mayor a 200/mm3.
Cursa con cuadro clínico y radiológico similares a los
de nuestra paciente y el diagnóstico definitivo se
realiza a través de biopsia pulmonar. Puede evolucionar
a linfoma y el tratamiento se realiza con
corticoesteroides. A favor tiene la clínica y las
imágenes compatibles, la falta de aislamiento de un
microorganismo y el género femenino y en contra el
status inmunológico, la rareza de esta patología y aún
más en un paciente adulto, por lo cual la considero un
diagnóstico alejado.
La inmunodepresión marcada, el propio virus del VIH a
través de la incorporación del genoma dentro de las
células y la frecuente asociación con otros virus
oncogénicos (VEB, HPV, Herpesvirus 8) hacen que estos
pacientes tengan mayor predisposición a padecer
neoplasias.A nivel pulmonar podemos pensar en linfoma,
principalmente no Hodgkin (LNH), aunque en contra
presenta niveles normales de LDH sérica. Otro
diagnóstico con imágenes pulmonares similares sería el
sarcoma de kaposi (SK), sin embargo no presenta
lesiones mucocutáneas ni endobronquiales por
boncofibroscopia (BFC) y además lo fundamental es que
este tipo de neoplasia se da casi exclusivamente en
hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. En
cuanto al carcinoma bronquioloalveolar puede
presentarse como masa solitaria o múltiples nódulos que
generalmente aparecen en pacientes jóvenes, en estadios
avanzados con escasa respuesta a los tratamientos
convencionales y alta tasa de mortalidad a corto plazo.
Si bien la paciente presenta una VES elevada y el
antecedente de tabaquismo a favor, presenta en contra un
estado general relativamente bueno y las lesiones
pulmonares no son tan típicas.
En cuanto a las masas hepáticas no presenta evidencia de
un tumor primario que haya dado metástasis a ese
nivel. Los tumores hepáticos primarios como hepato y
colangiocarcinoma, son poco probables debido a que
la paciente no presenta hepatopatía crónica, ni hábito
etílico y las serologías para virus VHB y VHC son
negativas, además no presenta colestasis crónica. El
LNH y el SK pueden dar raramente masas a
nivel hepático, sin embargo quedan prácticamente
descartados por la rareza de este tipo de presentación y
las razones expuestas en la descripción pulmonar de
estos tumores. Además en la impronta de tejido de la
biopsia hepática no se hallaron células neoplásicas.
Con respecto a las causas infecciosas, las neumonías
bacterianas quedarían más alejadas del diagnóstico
debido a que habitualmente no cursan con el patrón
presentado por la paciente en la radiografía de tórax,
se observan más a menudo con niveles de CD4 más altos y
no se obtuvo aislamiento de estos gérmenes comunes,
relativamente fáciles de hallar a través de los métodos
realizados en esta paciente. Asimismo, considero alejado
el diagnóstico de neumonía por Pneumocistis
jiroveci, que si bien es frecuente con bajo
recuento de CD4, no presenta disnea marcada, ni
hipoxemia ni elevación de la LDH, y además no se obtuvo
aislamiento en las muestras analizadas. El
citomegalovirus (CMV) raramente puede dar una
afectación pulmonar reticulonodulillar en el contexto de
VIH con recuentos menores a 12 CD4, sin embargo, aún no
está bien establecido su rol patógeno. Su presencia o
los efectos citopáticos hallados en el lavado
bronquioloalveolar indica un pobre pronóstico de
sobrevida a largo plazo por lo cual se desconoce si se
trata de un marcador del deterioro de la función del
sistema inmune o si se debe a la patogenicidad del virus
por sí mismo. Además habitualmente se aíslan otros
organismos realmente patógenos en forma concomitante.
Por lo tanto sólo estaría indicado su tratamiento cuando
se halla aisladamente. Considero improbable este
diagnóstico por el relativo buen estado general de la
paciente, la baja frecuencia de esta etiología y la
falta de aislamiento de este organismo.
La toxoplasmosis es un protozoo que puede dar
neumonitis como segundo órgano de choque tras la
afectación de SNC. Ocurre generalmente tras una
reactivación de infección latente con recuentos de CD4
menores a 100/mm3. Cursa con fiebre, tos no productiva,
infiltrados intersticiales o alveolares difusos y puede
dar lesiones nodulares y cavitadas. El diagnóstico se
realiza a través de la observación directa del parásito
con tinciones en muestras de BAL, biopsia transbronquial
o pulmonar convencional, o por toracoscopia. Considero
improbable este diagnóstico por presentar la paciente
serología IgG no reactiva y niveles de LDH normales,
además de la falta de aislamiento en las muestras
tomadas.
La tuberculosis es una enfermedad endémica que
puede aparecer en cualquier estadio inmunológico del
VIH, siendo que la afectación pulmonar aislada se
observa más frecuentemente con un recuento mayor a 200
CD4. Sin embargo, la incidencia de tuberculosis
diseminada es mucho mayor en pacientes con
inmunodeficiencia avanzada. Con menos de 200 CD4, como
es el caso de nuestra paciente, son frecuentes las
presentaciones pulmonares atípicas con ausencia de
granulomas. Se observa generalmente tuberculosis miliar,
con hepatoesplenomegalia o diseminada con localizaciones
extrapulmonares, siendo la más frecuente a nivel
ganglionar cervical.
Para el diagnóstico, el aislamiento de bacilos ácido
alcohol resistente (BAAR) en el directo y cultivo de
esputo es el método de elección. En pacientes que no
presentan expectoración franca se puede inducir el
esputo con nebulizaciones de cloruro hipertónico al 3%.
También se puede realizar broncofibroscopia con lavado
alveolar y esputo postBAL que aumenta el rédito
diagnóstico o biopsia transbronquial. También estaría
indicada la realización de aspirado gástrico matinal. El
problema del aislamiento a través de cultivos es su
lento crecimiento (2 meses). El 50% de los pacientes que
tuvieron esputo negativo presentaron cultivos positivos
posteriormente y la observación directa de BAAR en el
esputo es menor con mayor inmunodepresión. La detección
de BAAR por PCR de esputo tiene una sensibilidad mayor
al 95% que disminuye a 40-77% cuando el directo del
esputo es negativo. La PPD puede dar falsos negativos
con menos de 200 CD4, por lo cual no se considera útil
para el diagnóstico. A favor de esta etiología tenemos
la endemicidad, el cuadro clínico y las lesiones
pulmonares compatibles. En contra, cursa con un relativo
buen estado general para considerar una tuberculosis
miliar y no se observaron BAAR en las muestras tomadas
si bien puede presentar falsos negativos en casos de
tueberculosis miliar y en estadios avanzados de
inmunodepresión. Creo que debemos esperar el resultado
definitivo de los cultivos hasta 60 días y plantear la
realización de una biopsia de médula ósea para
descartarla con mayor seguridad, por lo cual lo
considero un diagnóstico probable. Además puede
considerarse como etiología de las masas hepáticas si
bien sería una presentación atípica.
Las micobacterias atípicas como avium,
intracelulare y otras entran al organismo por vía
gastrointestinal o respiratoria y dan enfermedad
diseminada en pacientes con recuentos de CD4 menores a
50/mm3, produciendo síntomas inespecíficos (fiebre,
sudoración nocturna, pérdida de peso) y dolor abdominal,
diarrea y tos. Pueden dar afectación reticulonodulillar
pulmonar, anemia y aumento de la FAL. El diagnóstico se
realiza tras hemocultivos y cultivo de adenopatías. Se
puede obtener crecimiento en 7-10 días con técnica de
BACTEC. El rescate en extendido y cultivos de médula
ósea sería más temprano que los anteriores. En estos
casos también se debe pedir TC de abdomen buscando
adenopatías (42%), hepatomegalia (50%), esplenomegalia
(46%), engrosamiento de intestino delgado (14%), e
imágenes normales en 25% de los casos. En nuestro medio
son poco frecuentes por lo que las considero poco
probables.
La neumonía por criptococo es la segunda
manifestación más frecuente luego de la
meningoencefalitis y habitualmente ocurre secundaria a
una reactivación de una infección latente. Puede cursar
con un cuadro compatible al de nuestra paciente, siendo
más sintomática con CD4 menor a 100/mm3. Puede hallarse
como coinfección de otros patógenos como Pneumocystis
jiroveci, micobacterias atípicas, tuberculosis,
citomegalovirus e histoplasmosis. Se diagnostica a
través de la observación de las levaduras encapsuladas y
puede realizarse la detección de su antígeno en suero.
Debido a que habitualmente los pacientes con compromiso
pulmonar tienen también tocameinto en SNC es necesario
en estos casos el análisis de LCR. Lo considero un
diagnóstico alejado ya que nuestra paciente no presenta
aislamiento en las muestras tomadas y tampoco síndrome
meníngeo.
La aspergilosis resulta alejada ya que
habitualmente se observa en pacientes neutropénicos. La
paracoccidiodomicosis si bien puede cursar con un
cuadro similar al de la paciente y puede permanencer
latente muchos años después del contacto y la infección,
no es una micosis endémica en esta región y la paciente
jamás visitó regiones endémicas para esta patología. La
histoplasmosis es una micosis endémica que se
adquiere tras la inhalación del hongo, fagocitosis del
mismo por macrófagos alveolares, los cuales por
mediación de la IL12, FNT e IFN gamma se activan para
provocar su destrucción con formación de granulomas,
limitando la enfermedad en pacientes inmunocompetentes.
Sin embargo, en presencia de una severa disfunción de la
inmunidad celular como es el caso de nuestra paciente,
los macrófagos no logran activarse actuando como
diseminadores del germen a través de la sangre y los
linfáticos al sistema reticuloendotelial, produciendo
una histoplasmosis diseminada. En el contexto del VIH
aparece con recuentos de CD4 menores a 100/mm3. Por lo
mencionado anteriormente, no se encuentran granulomas en
las biopsias y las intradermorreacciones son negativas
en estos pacientes. La enfermedad puede desarrollarse
tras una reinfección (nueva exposición al antígeno) o
reactivación (recuperación de la virulencia de los
organismos que se mantuvieron en estado latente, tras
disminución de la inmunidad celular), siendo esta última
menos problable. De acuerdo al grado de exposición y al
estado inmunológico del paciente puede dar formas
crónicas, subagudas o agudas. Los síntomas más comunes
son fiebre, fatiga, pérdida de peso y sudoración
nocturna. En las formas más crónicas se presenta con
hepatoesplenomegalia y pancitopenia secundaria a
infiltración medular.
La afectación pulmonar aislada aparece en menos del 5%
de los pacientes, sin embargo está presente en 70% de
los casos de histoplasmosis diseminada. Generalmente se
presenta con tos productiva o no, disnea y dolor
torácico. Los cambios radiológicos se observan en un
50-70% y cursa con infiltrados pulmonares intersticiales
difusos, formas miliares con múltiples nódulos de 1-4 cm
y en un 20% con adenopatías mediastinales. Es decir, la
afectación difusa del parénquima pulmonar hablaría a
favor de una histoplasmosis diseminada. La cavitación es
infrecuente, pero puede observarse en pacientes con
enfermedad parenquimatosa subyacente como EPOC,
enfisema. En formas agudas puede dar hipoxemia e
insuficiencia respiratoria secundaria a distress. Se
halló afectación suprarrenal en 80-90% de las necropsias
realizadas, pero la insuficiencia adrenal se manifiesta
en menos del 10% de los casos.
El compromiso gastrointestinal se observó en 70% de las
autopsias realizadas, sin embargo sus manifestaciones
clínicas fueron detectadas en solo un 10% de los casos.
Puede producir lesiones ulcerativas o polipoideas,
principalmente a nivel de región ileocecal y colon, pero
pueden hallarse a lo largo de todo el tracto
gastrointestinal incluyendo región orofaríngea. Pueden
complicarse dando obstrucción, perforación o sangrados y
cuadros de abdomen agudo.
Puede producir lesiones cutáneas con cualquier
morfología en 10-20% de los casos, con aislamiento del
organismo en 85% de las biopsias de piel. A nivel de
sistema nervioso central (5-20%) puede manifestarse como
meningitis, encefalitis o lesiones focales. Otras
manifestaciones más raras incluyen endocarditis (8%),
coriorretinitis, pericarditis, compromiso articular e
hipercalcemia secundaria a producción de calcitriol por
macrófagos activados, etc.
En el laboratorio puede presentarse con disminución de
las series hematológicas, alteración del hepatograma y
principalmente con elevación de la LDH como marcador de
enfermedad diseminada. El hallazgo de líquido
cefalorraquídeo anormal (pleocitocis linfocítica,
hiperproteinorraquia y disminución de los niveles de
glucosa) ocurre en 90% de los pacientes con síndrome
meníngeo. Lo ideal para arribar al diagnóstico es
dirigir los estudios primeramente a los probables
órganos afectados.
Para realización de diagnóstico rápido podemos mencionar
la detección de antígeno polisacárido del histoplasma
que es 93% positivo en orina y 70-80% en suero y BAL,
aunque también puede detectarse en LCR. Falsos positivos
en orina pueden ocurrir con blastomicosis,
paracoccidioidomicosis y coccidioidomicosis. Los títulos
de antígeno pueden utilizarse además para seguimiento
del tratamiento. Si el tratamiento es efectivo deberían
disminuir sus concentraciones al menos tras tres meses
de tratamiento. Además, incrementos en sus títulos al
menos en 2 unidades se han observado como indicador de
recaída en un 90%. Otro método rápido es el examen
histopatológico (con hematoxilina eosina o metenamina de
plata) de muestras de tejido y en un 40% de los casos se
pueden observar el microorganismo en extendidos de
sangre periférica. La detección de anticuerpos
antihistoplasma por inmunodifusión y fijación del
complemento es positiva en 2/3 de los casos de
histoplasmosis diseminada, pero presenta falsos
negativos en pacientes con severa inmunodepresión. Los
hemocultivos por técnica de lísis centrifugación son
positivos en un 50-70%. Los métodos por BACTEC tienen
una sensibilidad similar, pero tardan más tiempo en
positivizarse. Los urocultivos son positivos en un 10%.
Deben tomarse al menos en dos ocasiones muestras de
10-20 ml de LCR para cultivo micológico frente a la
sospecha de meningitis.
En presencia de enfermedad intersticial o
reticulonodulillar pulmonar puede utilizarse el esputo
(rédito diagnóstico del 10%), muestras de lavado
bronquioloalveolar o biopsia pulmonar, con este último
método se obtiene rescate en más del 70% de los casos en
el directo y 90% en el cultivo. La biopsia
transbronquial tiene un rédito diagnóstico del examen
directo en 69% de los casos, pero sólo 20% en el
cultivo.
En caso de citopenias o con otra evidencia clínica de
enfermedad diseminada, sin aislamiento en otras
localizaciones, la presencia de fiebre y frente a un
estado de inmunodepresión severa para descartar otras
etiologías concomitantes, estaría altamente indicado la
realización de biopsia de médula ósea. Ésta puede
analizarse por directo del extendido y cultivo, siendo
este último positivo en 75% de los casos. Se puede
arribar al diagnóstico a través del cultivo de la
biopsia de otras localizaciones (gastrointestinal,
ganglionar, hepática) en 1/4 de los casos.
Como datos a favor de este
diagnóstico tenemos la región endémica, el recuento de
CD4, el cuadro clínico y las imágenes pulmonares
compatibles con enfermedad diseminada y la respuesta al
tratamiento empírico con anfotericina B. En contra, no
se obtuvo aislamiento de este microorganismo. Sin
embargo, cabe destacar que no disponemos de los métodos
de diagnóstico rápido, que no se realizó biopsia de
médula ósea y que quedan pendientes los resultados
definitivos de los cultivos de las muestras tomadas,
debido a su lento crecimiento. Considero a este
diagnóstico como el más probable.
Como
conclusiones me arriesgo a decir que la causa de la
patología pulmonar y hepática puede explicarse a través
de una teoría unicista con el diagnóstico de una micosis
sistémica, de las cuales la más frecuente en nuestro
medio es la histoplasmosis. Si bien sería una forma de
presentación rara a nivel hepático ya que generalmente
cursa con compromiso hepatoesplénico granulomatoso
difuso. Si consideraramos que la afectación hepática y
pulmonar están dadas por dos enfermedades diferentes
creo que ambas serían de etiología infecciosa. En cuanto
a lesiones focales tumorales de origen infeccioso más
frecuentes podemos mencionar el absceso piógeno y el
ameboma, que sin embargo no presentan imágenes
compatibles con las de la paciente. Otros diagnósticos a
considerar, si bien son rarezas como modo de
presentación son la tuberculosis y las micobacteriosis
atípicas que pueden cursar con abscesos esplénicos y
nódulos hepáticos.
Como conductas a seguir en cuanto al diagnóstico, debido
a que ya se instauró tratamiento empírico con
anfotericina B con buena respuesta, me parece que se
podría esperar el resultado definitivo de los estudios
realizados.
Si no se arriba al diagnóstico, considero importante
realizar biopsia de médula ósea, cuya utilidad
además serviría para descartar otra patología
concomitante previo a iniciar tratamiento
antirretroviral, ya que podría tener múltiples
etiologías que expliquen su enfermedad actual.
Me parece fundamental descartar tuberculosis debido a
que se podría comenzar con un tratamiento ahora que la
paciente presenta un estado general aceptable y no
esperar a que la enfermedad avance. Además, si
sospechamos tuberculosis deberíamos descartarla previo a
la instauración de tratamiento antirretroviral, debido a
que puede presentar un síndrome de reconstitución inmune
con aumento de la morbimortalidad.
En cuanto a la terapéutica sugiero continuar con
anfotericina B hasta cumplir un gramo de dosis acumulada
y luego continuar con itraconazol por 6 meses a un año a
dosis terapéuticas (realizando mediciones de
concentraciones séricas a la segunda semana de
tratamiento). Continuar con mantenimiento con
intraconazol y comenzar tratamiento antirretroviral.
Continuar con profilaxis hasta 6 meses de iniciado
tratamiento antirretroviral, con CD4 > 150/mm3,
hemocultivos negativos y disminución de los títulos de
Ag del histoplasma.
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Tabla 1 Causas de compromiso pulmonar en HIV.
Infecciones |
•
Pneumocistis jiroveci
•
Neumonía bacteriana
S. pneumoniae
S. aureus
H. influenzae
B. catarrhalis
P. aeruginosa
Rhodococcus equi
Nocardia asteroides |
•
Mycobacterias
M. tuberculosis
Micobacterias Atípicas
•
Otras
Citomegalovirus
Aspergillus spp.
Criptococcus neoform.
Histoplasma capsulatum
Toxoplasma gondii |
Neoplasias |
•
Kaposi sarcoma
•
Linfoma No Hodgkin |
•
Linfoma Hodgkin.
•
Carcinoma bronquial |
Otras |
•
Neumonía intersticial linfocítica
•
Neumonía intersticial inespecífica
|
•
Hipertensión pulmonar
•
EPOC
•
Hiperreactividad bronquial
|
Comentario
Dr. Emilio A. Pastor
Jefe de residentes
Luego de la discusión a cargo de la Dra. Evelin Cera
tuvieron lugar las opiniones de los presentes. Haré una
breve síntesis:
Estamos ante una paciente VIH-SIDA con muy bajo recuento
de linfocitos CD4 que se presenta con fiebre prolongada,
imágenes pulmonares con múltiples nódulos, masas sólidas
hepáticas y bicitopenia.
En cuanto al cuadro pulmonar signado por imágenes
nodulares múltiples por frecuencia en nuestro medio en
un paciente VIH (+) con recuento de CD4 menor a 200/mm3
el primer diagnóstico es histoplasmosis y en segundo
lugar la tuberculosis. Además, a favor del primero, los
nódulos pulmonares no impresionan corresponder a una
siembra miliar por M. tuberculosis por su tamaño, y el
buen estado general de la paciente. La histoplasmosis
puede cursar con una radiografía sumamente alterada y
ser asintomática y oligosintomática hecho que no es
habitual en la tuberculosis.
Otro interrogante que se plantea es si las masas
hepáticas corresponden a una misma enfermedad que los
nódulos pulmonares. Por el tipo de imágenes
impresionaría que no, ya que las imágenes hepáticas no
reúnen las características habituales del compromiso por
histoplasmosis o tuberculosis. Debido a esto, no sería
suficiente la punción biopsia hepática y sería necesario
tomar una muestra de pulmón. Esto último podría hacerse
por punción bajo TC con un riego considerable de
hemoptisis y de neumotórax debido a la localización
bastante central de la lesión más representativa. Otra
opción es realizar una toracotomía mínima. Debe
considerarse además que pueden coexistir en este
paciente varias patologías pulmonares.
El otro procedimiento diagnóstico que se podría
implementar es la biopsia de médula ósea que tiene un
rédito alto en pacientes VIH con fiebre y alteraciones
de las series (aproximadamente del 40%). Tiene además la
ventaja de que tiene poca probabilidad de
complicaciones.
Se definió finalmente consensuar con Hematología la
realización de una punción biopsia de médula ósea.
Destaco los aportes acerca de la indicación de los
tratamientos empíricos. Los mismos estarían indicados en
las siguientes situaciones: cuando la epidemiología del
proceso infeccioso es muy bien conocida y se sabe de
antemano cuales son los agentes infecciosos más
probables y su sensibilidad antibiótica (por ejemplo:
una infección urinaria en una paciente que viene de la
comunidad sin comorbilidades), en las emergencias donde
el cuadro es rápidamente evolutivo y no hay tiempo para
esperar a los cultivos o cuando la toma de muestra es
muy dificultosa o riesgosa técnicamente. En todos los
demás casos es preferible el tratamiento dirigido y
saber qué es lo que estamos tratando. En este sentido,
sería muy útil obtener diagnóstico ahora que la paciente
se encuentra en buen estado general siendo que estos
cuadros pueden de un momento a otro evolucionar
tórpidamente y obligar a tratamientos de salvataje con
mayor probabilidad de fracaso.
|