Presentación del
caso clínico
Dra. Silvana Soli
Esta
es una paciente de 29 años, con diagnóstico de retraso
mental grave, que se encontraba institucionalizada en un
hospital de salud mental desde hace 45 días. A este
centro ingresó derivada por excitación psicomotriz.
Comenzó con registros febriles dos días previos al
ingreso a nuestro hospital. 15 días previos, presentó
febriles que se interpretaron como infección urinaria,
descartando otros focos.
Al exámen físico se encontraba febril,
taquicárdica, con las mucosas secas. Impresionaba
severamente desnutrida. Estaba vigil, con la mirada
fija. No respondía a órdenes y emitía sonidos guturales.
Con rigidez general, posición en flexión y resistencia a
la movilidad pasiva.
En el laboratorio presentaba aumento de
las transaminasas, fosfatasa alcalina, gamma glutamil
transpeptidasa y fosfocreatinquinasa.
Al ingreso se encontraba medicada con
haloperidol, risperidona, levomepromacina y lorazepam.
Con los hallazgos del examen físico,
podemos decir que esta paciente presenta un síndrome
catatónico. Primeramente me voy a referir su patología
de base y luego al cuadro actual.
El retraso
mental corresponde a alteraciones psíquicas determinadas
por un desarrollo intelectual insuficiente. Suele ser de
origen congénito. Se manifiesta en períodos precoces de
la vida. Hay alteraciones de las funciones
cognoscitivas, del lenguaje, motrices y en la
socialización.
Es característico el deterioro comportamental.
Los
criterios diagnósticos
propuestos en el DSM-IV (Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales) son:
A) Edad de comienzo previa a los
18 años.
B) Cociente
intelectual (CI) significativamente inferior al
promedio.
C)
Disminución concurrente de la capacidad adaptativa en,
al menos, dos áreas de la vida cotidiana
(comunicación,
cuidado personal, vida en el hogar, habilidades sociales,
utilización de la comunidad, autogobierno, salud y
seguridad, habilidades académicas funcionales, ocio y
trabajo).
Según el
coeficiente intelectual se pueden clasificar en
leve (CI 50-55 a 70),
moderado (CI 35-40 a 50-55),
grave
(CI 20-25 a 35-40) y severo o profundo (CI 20-25).
El retardo
mental de gravedad no especificada se utiliza cuando
existe claridad sobre el retraso mental, pero no es
posible verificar mediante los test.
Esta paciente tiene retraso mental grave, es
importante que analicemos cuales son las capacidades de
un paciente con este diagnóstico.
Aprenden a hablar
y puede aprender hábitos de higiene elementales.
Desarrolla
habilidades de autoprotección en nivel mínimo y necesita
un entorno controlado.
Mejora lo
aprendido con el entrenamiento. Incapaz de aprender un
oficio y manejar dinero.
La causa del
retraso mental es desconocida en la mayoría de la
población con funcionamiento intelectual límite.
Los trastornos más
frecuentemente relacionados son los cromosómicos y
metabólicos, como el Síndrome de Down, Síndrome X frágil
y la fenilcetonuria. Los
factores
perinatales que pueden asociarse a retraso son las
infecciones maternas (Toxoplasmosis, CMV, VHS, sífilis),
el síndrome alcohólico fetal, el bajo peso al nacer y el
retardo del crecimiento intrauterino.
Por último, los
trastornos
adquiridos en la infancia encefalitis, meningitis, los
traumatismos cráneo encefálicos y en nuestro medio, la
desnutrición tanto materna como infantil es uno de los
factores asociados más importante.
Al
examen físico pueden presentar microcefalia o
hidrocefalia., los rasgos característicos de las
enfermedades genéticas, déficit auditivo y visual.
También pueden presentar trastornos motores como
espasticidad o hipotonía, hiperreflexia, movimientos
involuntarios: coreoatetosis y alteraciones en la
coordinación.
Hay
mayor
prevalencia de trastornos de la conducta y
psicopatología en niños y adolescentes con retraso
mental que en la población normal.
Exhiben todo el rango de trastornos psiquiátricos
descritos en la población general,
esquizofrenia (1-3%), trastornos afectivos (5-45%) y el
trastorno por déficit de atención (8-11%).
Existen
factores que predisponen al desarrollo de trastornos
psiquiátricos como
las pérdidas/separaciones
repetidas, las dificultades en la comunicación, la baja
inteligencia que predispone a una mayor vulnerabilidad
al estrés, el fallo en la adquisición de las habilidades
sociales, las dificultades familiares, enfermedad en los
padres, conflictos conyugales, la baja autoestima por
fracasos repetidos, el rechazo ambivalente de la familia
y la apariencia física percibida como dismórfica o
inatractiva. Esta paciente posee varios de estos
factores mencionados.
Con respecto
al síndrome catatónico, catatonía indica una
perturbación del tono muscular. Se presenta con
anomalías motoras específicas que van desde la
inactividad a la hiperactividad.
Ha
sido comúnmente relacionada con la esquizofrenia.
Está
íntimamente relacionado con los trastornos del estado
del ánimo, el afecto, el pensamiento y la cognición.
Afecta tanto a adultos, ancianos, niños y adolescentes.
Son
numerosos los signos de este síndrome, los más
característicos son el
mutismo, la
inmovilidad con
estupor (extrema pasividad, marcada hipocinesia),
la hipercinesia, acinesia, posturas extrañas,
resistencia a los movimientos pasivos, negativismo,
oposición, catalepsia, obediencia automática, los
ecofenómenos (copia movimientos y palabras), se rehúsa a
comer o beber. Otros: estereotipias, manerismos,
impulsividad, hiperactividad. Con respecto a estos, en
dos publicaciones proponen que la presencia de 3 o más
de ellos indicarían síndrome catatónico, con una
sensibilidad del 100% y especificidad del 99%. También
pueden presentar
fiebre, la piel seborreica y brillante.
Los signos vegetativos son
sudoración profusa,
palidez,
dermografismo,
acrocianosis
periférica,
deshidratación,
oliguria,
taquicardia,
taquipnea
e hipo o
hipertensión arterial.
Los episodios
de comportamiento catatónico pueden aparecer en diversas
enfermedades. Dentro de las intracraneales las
encefalitis virales, los accidentes cerebrovasculares,
las epilepsias, tumores y traumatismos.
Las encefalopatías
metabólicas
como la cetoacidosis
diabética, la hipoglucemia, hipercalcemia, las porfirias,
uremia y la insuficiencia hepática.
Asociados a
fármacos y abuso de sustancias
como neurolépticos, opiáceos, levodopa, ácido
acetil salicílico, anfetaminas,
cannabis,
fenilciclidina y
el
alcohol. Los trastornos psiquiátricos como la
esquizofrenia, la depresión o la manía. Otras patologías
que se asocian son el retraso mental por si mismo, la
demencia el estrés y la idiopática
Como
complicaciones de este síndrome pueden mencionarse la
desnutrición, la deshidratación, la atrofia y
contractura muscular, las úlceras de decúbito.
También la trombosis venosa y embolia pulmonar. Y por
último las infecciones de partes blandas a partir de las
úlceras de decúbito, las infecciones respiratorias
secundarias a broncoaspiraciones y tos inefectiva y las
infecciones urinarias por la retención.
Un cuadro
descrito muy importante es la
catatonía maligna.
Es una urgencia
médica. De presentación aguda.
Con taquicardia,
taquipnea, hipotensión o hipertensión y fiebre. Puede
llevar rápidamente a la muerte y tiene hasta un 25% de
mortalidad.
Como
complicaciones puede presentar rabdomiólisis,
insuficiencia renal, CID y colapso circulatorio.
El diagnóstico
diferencial más importante con síndrome neuroléptico
maligno.
Que si recordamos puede presentarse
con hipertermia, acinesia, rigidez, catalepsia. Al
laboratorio presenta leucocitosis, velocidad de
eritrosedimentación, fosfocreatinquinasa y transaminasas
elevadas. Como complicaciones también la rabdomiólisis
con mioglobinuria e insuficiencia renal aguda,
coagulación intravascular diseminada, tromboembolismo
pulmonar e insuficiencia respiratoria. Está asociado al
uso de neurolépticos. Desde este punto de vista, algunos
proponen a este síndrome como un síndrome catatónico
asociado a los neurolépticos con hipertermia.
Con
respecto al tratamiento, numerosas publicaciones avalan
el uso de las benzodiazepinas como primera línea, sobre
todo el lorazepam o el diazepam, tanto por vía oral o
endovenosa dependiendo del estado general del paciente.
Las dosis dependen de la respuesta, sugieren hasta 24 mg
de lorazepam y 60 mg de diazepam por día. Como segunda
opción la terapia electroconvulsiva. Esta se encuentra
indicada en pacientes que no responden al tratamiento
inicial con benzodiazepinas. Debe realizarse en agudo.
Tiene una efectividad del 93% en remisión o mejoría del
cuadro. Los síntomas neurovegetativos o el embarazo no
contraindican su uso. Su uso es seguro, y el efecto
secundario es la amnesia del episodio.Los
antipsicóticos tradicionales serían de última elección,
no sólo por la mayor prevalencia de efectos
extrapiramidales, sino por los efectos deficitarios,
como retracción emocional, perdida de memoria o
dificultades de concentración, que agravan la
discapacidad.
Recomiendan retirarlos durante el curso del síndrome
catatónico si se encuentran dentro de la medicación del
paciente.
Como
conclusión, el síndrome catatónico que presenta esta
paciente puede haberse precipitado por su patología de
base, el retraso mental, por la medicación que se
encontraba realizando o secundario a una patología
psiquiátrica en estudio. Las alteraciones del
hepatograma y elevación de la fosfocreatinquinasa pueden
explicarse también por su cuadro actual. Tanto la
desnutrición y deshidratación como la infección urinaria
son complicaciones de este. Con respecto a la fiebre,
una vez descartadas las causas infecciosas como en esta
oportunidad, considero que también puede ser producida
por el síndrome catatónico.
El
diagnóstico de este síndrome es clínico. Requiere
hospitalización y un enfoque multidisciplinario. Hay que
descartar las causas orgánicas señaladas anteriormente.
La demora en su diagnóstico y tratamiento ensombrece el
pronóstico. Tratamiento farmacológico de elección son
las benzodiazepinas. El retiro de los antipsicóticos
está indicado. Hay que prevenir o tratar las
complicaciones, en este caso la desnutrición y las
úlceras de decúbito. Las serologías para virus de las
hepatitis y virus de la inmunodeficiencia humana son
importantes tanto por el cuadro febril como las
alteraciones del laboratorio. A demás tener en cuenta
que las personas con retraso mental pueden ser objeto de
abuso sexual. El seguimiento posterior debe ser en
conjunto con el servicio de psiquiatría. El tratamiento
familiar y la reinserción en la sociedad son de gran
importancia.
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