Discusión del
caso clínico
Dr. Sicer
Maximiliano
Se discute el caso de un hombre de 39 años con
diagnóstico de HIV en tratamiento con zidovudina,
atazanavir y lamivudina, hepatitis B, ex adicto a drogas
endovenosas, tabaquista y etilísta, con antecedente de
IAM e internación hace 2 años por síndrome anémico, que
es internado por cuadro de disnea, palpitaciones y
astenia, constatándose en el laboratorio anemia y
leucopenia. Por lo que tomaré como dato guía a la
bicitopenia.
La bicitopenia puede estar asociada a múltiples
entidades que produzcan disminución de las series
celulares hematológicas, ya sea por afección medular
central o periférica. Teniendo en cuenta el cuadro del
paciente, el eje de mi discusión se basará
principalmente en descartar causas infecciosas, efectos
adversos hematológicos asociados al tratamiento
antirretroviral, causas carenciales, y neoplasias
principalmente hematológicas.
Analizando el laboratorio del ingreso, se constata
anemia severa con macrocitosis, leve aumento de la
bilirrubina indirecta y LDH, con Test de Coombs directo
positivo, por lo que se presentan 2 interrogantes. El
primer interrogante es acerca de la indicación de
transfusión, la cual debe ser evaluada ante todo
paciente anémico. Si bien existen guías que se basan
principalmente en valores de hemoglobina y en el grado
de hemorragia, la indicación debe estar determinada
fundamentalmente por la condición clínica del paciente,
y no debe basarse en valores absolutos de laboratorio.
En este caso nos encontramos frente a una anemia severa,
sintomática, en un paciente con antecedentes
cardiovasculares, por lo que la indicación de
transfusión de glóbulos rojos es indiscutible.
El segundo interrogante es si nos encontramos frente a
una anemia hemolítica autoinmune, lo que determinaría la
administración concomitante de corticoides. El paciente
presenta un Test de Coombs directo positivo. Este es un
método que detecta anticuerpos en la superficie de
glóbulos rojos, cuya utilidad clínica radica en el
diagnóstico de anemia hemolítica autoinmune. Sin
embargo, en un porcentaje variable de casos, puede
presentarse positivo sin evidencias de hemolisis. Esto
sucede hasta en un 40% de los pacientes HIV. La
incidencia es aún mayor ante transfusiones previas como
en este caso, u otros cuadros como enfermedades
autoinmunes, mononucleosis infecciosa, tratamiento con
inmunoglobulinas, tumores hematológicos y antecedente de
trasplante. Por lo tanto, para darle jerarquía a este
test, debe constatarse evidencia de hemólisis. La misma
suele manifestarse en el laboratorio con aumento de LDH,
bilirrubina indirecta y reticulocitos, disminución de
haptoglobina, y hallazgo de esferocitos en el frotis de
sangre periférica. Según distintos reportes, la
combinación de LDH aumentada y haptoglobina disminuida
ofrece una especificidad del 90% para diagnóstico de
hemolisis. Sin embargo, la anemia hemolítica autoinmune
no siempre presenta los típicos hallazgos, cursando en
un 35% de casos con reticulocitos bajos, la haptoglobina
puede estar dentro de los valores normales debido a que
se trata de un reactante de fase aguda, y en los casos
severos pueden estar ausentes los esferocitos en el
frotis, haciendo difícil el diagnóstico.
En el caso de nuestro paciente, teniendo en cuenta que
la macrocitosis puede ser explicada como secundaria al
tratamiento con zidovudina, el leve aumento de la LDH y
bilirrubina en relación a la magnitud de la anemia, la
ausencia de esplenomegalia frente a una posible anemia
de larga data, y la posibilidad de Test de Coombs
directo positivo sin cuadro hemolítico, considero
alejado el diagnóstico de anemia hemolítica autoinmune.
Por lo tanto, considero correcta la decisión de haber
transfundido al paciente sin iniciar corticoterapia.
Además, desconocemos el perfil serológico actual de la
infección por VHB, siendo otro factor para evitar el uso
de corticoides.
Los bajos reticulocitos obtenidos en el transcurso de la
internación, en el contexto de la bicitopenia, nos
indican un trastorno hipoproliferativo a nivel medular.
En cuanto a la macrocitosis, esta puede deberse a
múltiples causas, como alteración en la síntesis de ADN
por déficit vitamínicos (anemia megaloblástica) o
secundario a drogas, aumento de formas inmaduras
(reticulocitosis), alteraciones primarias de la médula
ósea como los síndromes mielodisplásicos, alteraciones
lipídicas secundarias al hipotiroidismo, hepatopatía
crónica o displipemias, o por mecanismos desconocidos,
por el etilismo o en el mieloma múltiple.
La zidovudina es un nucleósido análogo que interfiere en
la síntesis de ADN a nivel mitocondrial. Con respecto a
los efectos hematológicos, en mas del 80% de los casos
se observa macrocitosis a las 2 semanas de comenzado el
tratamiento. Esta incidencia ha motivado que muchos
autores propongan a la macrocitosis como un indicador de
adherencia al tratamiento antirretroviral. Sin embargo,
según distintos reportes, el 1 a 10 % de los pacientes
presentará anemia y leucopenia. El primer marcador de
toxicidad a nivel medular lo constituye el descenso de
reticulocitos. Se observó que el uso concomitante de
vitamina B12 y acido fólico no ofrece una protección
hematológica. Frente a este cuadro, se recomienda la
suspensión de este fármaco, pudiendo ser sustituido por
tenofovir. El uso de factor estimulante de colonias
granulocíticas en caso de neutropenia persistente es
discutido, ya que no contamos con estudios randomizados
bien diseñados que lo avalen.
También debemos evaluar la posibilidad de causas
carenciales, principalmente de anemia megaloblástica.
Esta presenta mayor incidencia en pacientes HIV. Se ha
descripto que un 20 % de pacientes en fase SIDA
presentan déficit de vitamina B12, siendo vinculado el
propio virus como responsable de malabsorción a nivel
del íleon distal. Además, presentan mayor déficit de
acido fólico. Esta entidad debe sospecharse ante la
presencia de neutrófilos hipersegmentados en el frotis
de sangre periférica, pancitopenia y signos neurológicos
sin causa evidente. El diagnóstico se realiza a partir
del dosaje de estas vitaminas en sangre. Se recomienda
tomar la muestra al ingreso hospitalario, ya que los
valores pueden ser modificados por transfusiones o
ingesta de alimento. En caso de duda, pueden dosarse
metabolitos intermedios, como la homocisteína y el
metilmalonato.
El tratamiento consiste en la reposición vitamínica. La
vitamina B12 puede administrarse por la clásica vía
intramuscular, y también por via oral a altas dosis, que
ha mostrado eficacia similar, incluso en la anemia
perniciosa. El acido fólico se administra 1-5 mg/día via
oral. Cabe destacar, que no debe indicarse acido fólico
como monoterapia, sin antes haber descartado el déficit
de vitamina B12, ya que de existir este déficit,
empeoraríamos o provocaríamos los síntomas neurológicos.
Respecto a las causas infecciosas, debemos considerar a
las micobacterias, hongos y virus. Recordemos que nos
encontramos en área endémica de tuberculosis e
histoplasmosis. Estas infecciones presentan mayor
incidencia de manifestaciones extrapulmonares en
pacientes inmunodeprimidos. Si bien nuestro paciente no
refiere registros febriles ni síntomas constitucionales,
deberíamos descartar estas entidades estudiando la
médula ósea. En cuanto a las causas virales, el propio
HIV puede causar afección medular, principalmente cuando
el paciente presenta menos de 200 CD4 y carga viral
mayor de 50000 copias. El citomegalovirus (CMV), el
virus de Epstein Barr (VEB) y virus de hepatitis B (VHB)
y C (VHC) también pueden producir este cuadro. Si bien
no conocemos el perfil serológico de la infección por
VHB, el paciente no presenta signos al laboratorio de
actividad viral. Otro agente a descartar es el
parvovirus B19. Este es un virus ADN simple de
transmisión respiratoria, hematógena y vertical. Se
encuentra ampliamente distribuido, el 70% de los adultos
presenta serología frente al mismo. El cuadro clínico
esta determinado por la edad, el estado hematológico y
el estado inmunológico del paciente, pudiendo presentar
4 síndromes: hidropsia fetal, eritema infeccioso,
artropatía y trastornos hematológicos. Los trastornos
hematológicos incluyen 2 entidades: crisis aplásica
transitoria y anemia crónica arregenerativa. La primera
se manifiesta en pacientes inmunocopetentes con anemia
de base, que requiere alta tasa de eritropoyesis,
generalmente anemia hemolítica. Al producirse la
infección viral, cae la producción de reticulocitos con
la consecuente caída del hematocrito. El diagnóstico se
realiza con la determinación de Ig. M antiviral, que es
la que producirá el mejoramiento del cuadro dándole el
carácter de transitorio. La anemia crónica
arregenerativa se produce en pacientes inmunodeprimidos,
acompañada de neutropenia en un 40% de casos. Estos
pacientes no tienen la posibilidad de sintetizar los
anticuerpos necesarios, favoreciendo la cronicidad de la
infección. El diagnostico se realiza por métodos
directos como la PCR viral. No se han desarrollado
antivirales efectivos, por lo que el tratamiento
consiste en la administración de inmunoglobulina
endovenosa.
Por último, debemos considerar la posibilidad de
procesos neoplásicos a nivel medular. No sólo debemos
pensar en procesos que cursen con macrocitosis como los
síndromes mielodisplásicos y el mieloma múltiple, ya que
la alteración morfológica de los glóbulos rojos puede
ser explicada por el uso de zidovudina. Por lo que,
teniendo en cuenta la incidencia, debemos descartar en
primer lugar procesos linfoproliferativos, que también
requerirían de una biopsia de médula ósea.
Como conclusión, considero que nos encontramos frente a
un paciente HIV con bicitopenia, causada por afección a
nivel medular. Luego de haber evaluado las posibles
etiologías, destacando los antecedentes cardiovasculares
del paciente y la posibilidad de tratarse de un cuadro
multifactorial, considero necesario el tratamiento de
todas las causas reversibles y el control estricto
hematológico. Sugiero como conducta la suspensión de la
zidovudina, la búsqueda de causas infecciosas mediante
PCR para parvovirus B19, serología VHB, VHC, CMV y VEB,
determinación de carga viral de HIV y niveles de CD4, y
descartar afección medular por histoplasmosis o TBC.
Sugiero además el dosaje de vitamina B12 y acido fólico,
y de no poder realizarse, comenzar tratamiento empírico
con ambas vitaminas. Evaluar además, causas neoplásicas
mediante un proteinograma por electroforesis y biopsia
de médula ósea.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 22 de abril de 2010, a cargo del
Dr. Sicer Maximiliano. |
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