Uso
de opioides en pacientes con insuficiencia renal crónica no
dializados
Los analgésicos opioides constituyen una herramienta muy
importante para el manejo del dolor moderado a severo.
Por otra parte es sabido que la presencia de insuficiencia renal
complejiza la utilización de estas drogas por el mayor riesgo de
toxicidad. Sin embargo el temor a la toxicidad por los opioides
en pacientes con insuficiencia renal no debería constituirse en
un motivo para un control inadecuado del dolor.
El objetivo de esta revisión es actualizar y al mismo tiempo
repasar y condensar la escasa, dispersa y en ocasiones
controversial información referida a este tema, haciendo
especial hincapié en aquellos opioides que se utilizan con mayor
frecuencia en nuestro medio.
Codeína:
Esta droga es metabolizada fundamentalmente a codeína 6-glucurónido
en hígado (81%). La codeína y su derivado glucurónido son
excretados por riñón. En pacientes con función renal alterada la
excreción de la droga y sus metabolitos se deteriora y tiende a
acumularse. Se han descripto casos de narcosis prolongada e
incluso paro respiratorio asociado a codeína en falla renal
severa. Si bien algunos recomiendan disminuir la dosis a un 75 %
con clearence de creatinina entre 10-50 ml/min y bajar a un 50%
de la dosis con clearence menor a 10 ml/min. La sugerencia de
otros es evitar el uso de esta droga en falla renal severa.
Dextropropoxifeno:
Es una droga con metabolismo hepático siendo, el norpropoxifeno,
uno de sus principales metabolitos. Este último es un metabolito
activo y se le atribuye toxicidad respiratoria, cardiotoxicidad
y efectos tóxicos en sistema nervioso central. También se ha
asociado al propoxifeno con hipoglucemia en pacientes con
deterioro de la función renal. No debería utilizarse en
situaciones de falla renal severa (clearence de creatinina menor
a 10 ml/min). Debido a que no existen recomendaciones
específicas en pacientes con grados menores de deterioro renal y
habiendo otras opciones disponibles también debería restringirse
su uso en esos casos.
Tramadol:
Esta es una droga que se metaboliza principalmente en hígado.
Tiene un metabolitio activo el 0-desmetiltramadol que se excreta
por riñón. Existen reportes aislados de depresión respiratoria
por tramadol en insuficiencia renal. También es conocida la
capacidad epileptogéna de la droga en condiciones de bajo umbral
convulsivo tales como la uremia. Se recomienda que en pacientes
con clearence de creatinina menor a 30 ml/min se administre con
intervalos de 12 horas y hasta un máximo de 200 mg/día. Algunos
autores sugieren evitar su uso si el clearence de creatinina es
menor a 10 ml/min o no superar los 100 mg/día.
Fentanilo:
El Fentanilo es fundamentalmente metabolizado en el hígado
(norfentanilo) y menos de 10% se excreta como droga activa por
orina. Si bien tiene una vida media muy corta, la administración
continua, ya sea como infusión intravenosa o parches
subcutáneos, puede llevar a acumulación e incrementar el riesgo
de sedación prolongada y depresión respiratoria.
Algunos autores recomiendan disminuir la dosis a un 75% con
clearence entre 10-20 ml/min y un 50% de reducción si es menor a
10 ml/min y administrarlo por periodos de tiempo corto. Otros
sugieren que para mayor seguridad y disminuir el riesgo de
acumulación se podría administrar en forma de dosis repetidas y
no como infusión.
Meperidina:
Es bien conocida la neurotoxicidad asociada a su metabolito
activo la normeperidina, principalmente su potencial
proconvulsivante.
La administración repetida de meperidina en insuficiencia renal
lleva a acumulación de este metabolito por lo cual se
desaconseja totalmente su uso en esta circunstancia.
Metadona:
La principal vía de metabolización es por vía hepática a
metabolitos aparentemente inactivos; sin embargo existe una
amplia variación interindividual en la excreción renal. Por otra
parte, si bien la farmacocinética de la droga en pacientes con
insuficiencia renal ha sido poco estudiada, existen reportes que
sugieren que existiría muy poca afectación de los niveles de
droga en sangre en pacientes con insuficiencia renal que reciben
la droga por tiempo prolongado. Algunos autores recomiendan
disminuir la dosis un 50% si el clearence de creatinina es menor
a 10 ml/min.
Oxicodona:
La vida media de eliminación de esta droga está prolongada en
pacientes urémicos y la excreción de sus metabolitos
deteriorada. Esto lleva a acumulación de su principal
metabolito, la oximorfona. Existen reportes aislados de
neurotoxicidad y sedación con dosis usuales de oxicodona en
pacientes con insuficiencia renal. Debido a los escasos datos
existentes en la literatura acerca del uso de oxicodona en
insuficiencia renal no se recomienda su uso en esta situación.
Hidromorfona:
La insuficiencia renal lleva a la acumulación de uno de sus
metabolitos, la hidromorfona 3- glucurónido. Esto puede
desencadenar neuroexcitación y trastornos cognitivos. Sin
embargo existen reportes de su uso en pacientes con cifras de
urea y creatinina elevadas sin neurotoxicidad. Se debería usar
cuidadosamente y algunos recomiendan ajustar la dosis y el
intervalo de dosis en pacientes con insuficiencia renal moderada
a severa.
Morfina:
En el hígado es metabolizada a morfina 3- glucurónido, morfina
6- glucurónido y normorfina. Todos estos metabolitos se excretan
por riñón. La morfina 6-glucurónido es activo y tiene una
potencia analgésica mayor a la morfina. Además produce depresión
neurológica y con su acumulación en falla renal puede generar
depresión respiratoria.
Por otra parte la morfina 3 -glucuronido ha demostrado en
modelos animales que puede antagonizar el efecto analgésico de
morfina y de morfina 6- glucurónido. Asimismo sería capaz de
generar cuadros de agitación por mecanismos no vinculados a
receptores opioides. Hay casos reportados que vinculan la
acumulación de este metabolito con hiperalgesia y mioclonus.
Por lo antedicho la sugerencia es evitar la morfina en
insuficiencia renal. Si esta droga es necesaria debería
iniciarse el tratamiento titulando la dosis y comenzando con el
50-75 % de la dosis habitual según sea el clearence de
creatinina menor a 10 ml/min o entre 10-30 ml/min
respectivamente. Asimismo algunos autores recomiendan
inicialmente espaciar el intervalo de dosis y administrar la
droga cada 6-8 hrs.
Conclusiones:
En definitiva y de acuerdo a lo expuesto podríamos resumir que
en insuficiencia renal el opioide fuerte de elección es la
metadona. Dentro de los opioides débiles el tramadol sería el
más aconsejable tomando los recaudos pertinentes.
Siempre debería disponerse de naloxona cuando se administra
opioide a pacientes con falla renal.
Para finalizar es importante remarcar que siempre hay que
contextualizar las características farmacocinéticas de la droga
con el escenario clínico en el cual se aplica. Los opioides son
muy utilizados en el contexto de los cuidados paliativos de
enfermos terminales en los cuales la insuficiencia renal es una
situación frecuente. Lo fundamental es una elección inicial
adecuada, una titulación individualizada y cotejar en cada
paciente en particular el riesgo de acumulación y toxicidad en
función de la expectativa de vida relacionada a su enfermedad de
base a fin de evitar situaciones de control subóptimo del dolor
por temor a la toxicidad medicamentosa.
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Autor: Dr. Sebastián Reynoso
Fecha de recepción: 24/01/2007
Fecha de Aceptación: 30/01/2007
Correspondencia: sereynoso@yahoo.com |
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