Discusión del
caso clínico
Dra. María Lourdes Garibotti
Se discute el caso de un paciente de sexo masculino de
38 años de edad con antecedentes de vasculitis en
miembros inferiores diagnosticada hace un año y en
tratamiento con prednisona 35 mg/día que consultó por
ictericia, dolor abdominal, y disnea progresiva. En el
examen físico se detectó poliadenopatías,
hepatoesplenomegalia y lesiones eritematosas en piel a
nivel la pared posterior del tórax. En el laboratorio
presentó bicitopenia (leucopenia y plaquetopenia),
prolongación del tiempo de protrombina, aumento de
transaminasas y de bilirrubina, insuficiencia renal e
hipoxemia.
Las preguntas que me planteo ante este caso son las
siguientes: ¿cuál es la enfermedad de base de nuestro
paciente?, ¿puede las lesiones de miembros
inferiores que presentaba un epifenómeno de la
enfermedad actual?, ¿cuál es la causa de muerte?
Si analizó las posibles causas que podrían haber
provocado la enfermedad de base del paciente, las mismas
puede ser infecciosas, neoplásicas, inmunológicas y
otras. Dentro de las primeras se destacan aquellas
producidas por bacteria, hongos y virus. Entre las
causas bacterianas que pueden producir este cuadro
encontramos al Micobacterium tuberculosis, a las
micobacterias atípicas y a la infección por Treponema
pallidum. Con respecto a este último, se obtuvo una
VDRL negativo por lo cual se descarta el diagnóstico. La
tuberculosis es una enfermedad infectocontagiosa
producida por el Micobaterium tuberculosis, que
presenta una alta incidencia en nuestro país. Se
caracteriza por presentar clínicamente un compromiso
pulmonar y extrapulmonar. Este último se puede
presentar como tuberculosis ganglionar, pleural,
genitourinaria, gastrointestinal y miliar o diseminada.
La forma clínica miliar afecta más frecuentemente
pulmones, hígado y bazo. Puede afectar además médula
ósea, riñón, sistema nervioso, glándulas adrenales y
peritoneo. Los datos a favor para pensar en este
diagnóstico son el área endémica, que el paciente
recibió durante un año tratamiento inmunosupresor y el
cuadro clínico compatible. En contra del mismo el
paciente no presentaba un foco epidemiológico y en el
medulograma se observaron células atípicas en un 10 %.
Entre las causas micóticas se destaca la histoplasmosis,
coccidiomicosis y paracoccidiomicosis. La primera es una
micosis producida por el Histoplasma capsulatum y
el contagio es por vía inhalatoria. Puede presentarse de
forma aguda constituyendo la forma primaria aguda con
síntomas inespecíficos que va desde una enfermedad
gripal leve hasta un cuadro compatible con una neumonía
clásica o de forma progresiva, forma diseminada
progresiva, que se caracteriza por presentar compromiso
pulmonar, linfadenopatía con hepatoesplenomegalia,
lesiones cutáneo mucosas polimorfas, úlceras
oro-faríngeas profundas e indoloras. Puede afectar la
médula ósea y presentar pancitopenia.
Con respecto a estas micosis destaco que los estados de
inmunodepresión son un factor predisponente para el
contagio de las mismas.
Las causas virales (VIH, Virus Epstein Barr, Citomegalovirus)
quedan descartadas debido a que las serologías fueron
negativas.
Las neoplasias son otros de los diagnósticos que podrían
producir la enfermedad de base de este paciente. Las
voy a dividir en
hematológicas (linfomas, histiocitosis maligna,
leucemias agudas) y tumores sólidos.
Ahondando en las neoplasias hematológicas, la enfermedad de
Hodking es un trastorno linfoproliferativo que presenta
un
pico epidemiológico bimodal, a los 20 a 30 años y en la
quinta década, predomina en varones y presenta cuatro
variantes anatomopatológicas: predominio linfocitario,
esclerosis nodular, célularidad mixta y depleción
linfocitaria.
Clínicamente puede manifestarse por
adenopatías superficiales o profundas.
El bazo sería el lugar de inicio de la enfermedad
abdominal y la afectación hepática, de médula ósea y
hueso implican diseminación sanguínea. Las infecciones
virales, micóticas y oportunistas se asocian a esta
patología debido a que hay una alteración de la
inmunidad humoral. El Linfoma No Hodgkin se originan en
un 85 a 90% en células B y 10% en células T. Se
manifiestan por grandes adenopatías generalizadas e
indoloras. Los síntomas B aparecen en el 40% de los
casos y se diseminan a otras cadenas ganglionares, bazo
y médula ósea. Las formas extraganglionares son
frecuentes (hepática de un 25 a 50%). Los podemos
clasificar en indolentes y agresivos. Dentro de éstos
últimos vamos a referirnos específicamente al Linfoma
T periférico.
El linfoma T periférico
afecta a adultos, aunque también a niños. Es una
enfermedad diseminada, que ocasionalmente cursa con
eosinofilia, prurito o síndrome hemofagocítico. Puede
afectar ganglio linfático, piel, hígado, bazo y otras
vísceras. El curso es agresivo pero potencialmente
curable. Esta podría ser una variante posible para el
diagnóstico de nuestro paciente. En contra del mismo es
que no presenta eosinofilia ni prurito. La variante
linfoma anaplásico de células grandes tipo T es un
linfoma sistémico de células T que se caracteriza por
afectar a adultos jóvenes y niños (3% de linfomas no
Hodgkin del adulto y 25-30% en niños) y habitualmente a
varones. Clínicamente son muy agresivos, los síntomas B
son frecuentes y tiene frecuente afectación
extraganglionar, alrededor del 60 % (piel y médula ósea
5-30%). Las características clínicas coinciden con las
del paciente por lo cual considero a esta la variante
más probable.
El linfoma difuso de células grandes tipo B
representa el 30 % de los LNH. Es más frecuente en
varones y mayores de 60 años.
Se presentan como una masa única de crecimiento rápido.
La mitad tiene afectación extranodal siendo más
frecuente el compromiso del SNC, hueso y aparato
gastrointestinal.
Es rara la afectación de médula ósea. En este caso el
paciente era joven, presentaba poliadenopatías y no una
masa única de crecimiento rápido; además el compromiso
medular es claro por lo que este diagnóstico parece muy
poco probable.
Las Mastocitosis
engloban un conjunto de enfermedades caracterizadas por
un acúmulo de mastocitos en la piel, con o sin
afectación de otros órganos o sistemas. Las diferentes
formas clínicas se clasifican como:
1. Cutánea: a. Urticaria pigmentosa, b. Mastocitoma
solitario, c. Telangiectasia macularis eruptiva
perstans, d. Mastocitosis cutánea difusa.
2. Mastocitosis sistémica
3. Maligna (leucemia mastocítica).
Las formas cutáneas son generalmente propias de la infancia,
y se pueden acompañar de manifestaciones clínicas
generalizadas con o sin infiltración sistémica. Haré
referencia especialmente a la mastocitosis sistémica la
cual se caracteriza por presentar un incremento
patológico de mastocitos pero en otros tejidos distintos
al cutáneo.
La mastocitosis sistémica es más frecuente en adolescentes y
adultos. Los síntomas sistémicos pueden ser
inespecíficos (astenia, anorexia, pérdida de peso) o
específicos debidos a la liberación de los mediadores
inflamatorios (crisis de flushing, cefalea, diarrea). La
afectación más frecuente es la ósea (70%) y la
hepatoesplenomegalia (50 %) secundaria a infiltración
mastocitaria. Se puede afectar el aparato
gastrointestinal, con casos de úlcera péptica,
malabsorción por atrofia parcial de las vellosidades
intestinales que da lugar a diarrea, dolor abdominal y
vómitos. Puede haber infiltración de la médula ósea
asociada a una eosinofília periférica, anemia y
leucocitosis (en un 33% de los pacientes); como así
también de los ganglios linfáticos, con adenopatías
generalizadas.
La mastocitosis maligna es la transformación maligna de los
mastocitos, denominada también leucemia mastocítica.
Esta parece ser un proceso raro, aunque no excepcional.
La sintomatología es muy similar a la mastocitosis
sistémica pero con un curso más agresivo y fulminante.
Con respecto a nuestro paciente no presentaba compromiso óseo
que es muy frecuente en esta enfermedad, no tenia
eosinofilia periférica, afectación gastrointestinal ni
los síntomas derivados de la liberación de los
mediadores inflamatorios de los mastocitos.
La enfermedad maligna de los histiocitos son proliferaciones
malignas de las células terminales de la diferenciación
monocítica, es decir, histiocitos y células dendríticas.
Son muy raros y se observan en adolescentes. La médula
ósea es el órgano que se infiltra con más frecuencia;
también el bazo, el hígado y los ganglios linfáticos.
Su curso es rápidamente progresivo, a veces fulminante.
Clínicamente se puede manifestar con fiebre y mal estado
general, pérdida de peso, debilidad y sudación. Cursan
con hepatosplenomegalia, adenopatías y lesiones
cutáneas. Es raro observar infiltrados pulmonares,
lesiones óseas y afección del SNC. En sangre periférica
suele observarse pancitopenia secundaria a la
infiltración histiocítica de la médula ósea, y se pueden
detectar células histiocíticas atípicas circulantes. La
evolución de la enfermedad es rápidamente progresiva y,
sin tratamiento, el enfermo fallece en un plazo de 2-6
meses. Es importante realizar diagnóstico diferencial
con las histiocitosis reactivas, sobre todo aquellas
secundarias a virus y enfermedad de Hodgkin.
Las
leucemias agudas son proliferaciones neoplásicas de
progenitores inmaduros de la médula ósea. Mencionares
especialmente la leucemia linfoblástica aguda la cual representa
el 20 % de las neoplasias en los adultos. Puede
manifestarse con leucopenia o leucocitosis pudiendo
infiltrar hígado, bazo, testículos, pero principalmente
el SNC y pueden detectarse adenopatías periféricas. No
parece ser el caso de nuestro paciente debido a que
nuestro paciente no presenta compromiso ni del SNC ni
infiltración testicular.
Concluyendo en relación a la enfermedad de base,
considero que probablemente este paciente haya tenido
una enfermedad linfoproliferativa, particularmente el
linfoma T periférico
variante anaplásico de células grandes ya que suele
afectar a varones adultos jóvenes y tiene frecuente
afectación extraganglionar, sobre todo medula ósea lo
que explicaría la pancitopenia. La ausencia de síntomas
B quizás este en relación a que estaba en tratamiento
con corticoides por las lesiones cutáneas de las cuales
voy a hablar a continuación.
¿Las
lesiones en miembros inferiores que presentaba el
paciente pudieron estar relacionadas con su enfermedad
de base?
Existen
varias dermatosis paraneoplásicas que son poco
frecuentes y
de difícil reconocimiento. Se presentan
predominantemente en adultos jóvenes entre la tercera y
cuarta décadas de la vida y están asociadas con mayor
frecuencia a enfermedades linfoproliferativas. Pueden
aparecer antes o simultáneamente con la neoplasia,
siendo raro que aparezca posteriormente. Se reconocen
las siguientes entidades:
acantosis Nigricans, acroqueratosis Paraneoplásica (Sindrome
de Bazex), dermatomiositis, sindrome de Sweet, eritema
necrolítico migratorio, hipertricosis lanuginosa,
pénfigo paraneoplásico, eritema giratum repens,
queratosis seborreica eruptiva (signo de Leser – Trélat)
y pioderma gangrenoso. Voy a comentar este último por
frecuencia y debido a que las lesiones tenían estas
características. El pioderma gangrenoso se caracteriza
clínicamente por la presencia de
úlceras irregulares, de bordes socavados, base necrótica
y purulenta, perforaciones que drenan pus y escara
necrótica. Estas lesiones se localizan más
frecuentemente en miembros inferiores y tambien pueden
afectar glúteos, abdomen y cara. Se asocian a trastornos
mielo y linfoproliferativos,
Por otra parte las vasculitis paraneoplásicas pueden
encontrarse como manifestación de una enfermedad
linfoproliferativa. Este término se refiere
a la
inflamación y necrosis de las paredes vasculares cuya
expresión clínica es variable y que se caracteriza por
la
afectación frecuente de piel y tejido celular
subcutáneo.
Pueden ser marcadores de la presencia de un cáncer
visceral
y es importante su reconocimiento debido a que facilita
el
diagnóstico precoz de un cáncer oculto.
En los pacientes con vasculitis la asociación con una
neoplasia maligna tiene una prevalencia media del 5 %.
La vasculitis leucocitoclástica es la forma más
frecuente y en segundo lugar la panarteritis nodosa.
La aparición de la vasculitis puede ser previa,
simultánea o posterior a la neoplasia.
La incidencia es claramente mayor en relación con
neoplasias hematológicas que con tumores sólidos. Se ha
destacado la asociación con neoplasias linfoideas, en
especial sindromes linfoproliferativos (como la
tricoleucemia hasta un 20 %) y sindromes
mielodisplásicos (3 a 5 %). Se debe sospechar la
presencia de una vasculitis paraneoplásica en todos los
casos en los que el paciente no presente condicionantes
definidos para el desarrollo de vasculitis o la falta de
respuesta al tratamiento.
El granuloma de Churg Strauss, hallazgo histológico de
este paciente en la biopsia cutánea se
caracteriza por presentar necrosis basofílica central en
la dermis media y degeneración fibrilar del colágeno,
proliferación de histiocitos en empalizada rodeando el
área necrótica; infiltrados de eosinófilos y neutrófilos
(en 30 a 40% de los casos).
Recibe varias denominaciones: dermatitis granulomatosa
intersticial, granuloma necrotizante extravascular
cutáneo, pápulas reumatoides y dermatitis granulomatosa
neutrofílica en empalizada.
El hallazgo del granuloma extravascular cutáneo necrotizante
debe ser considerado un indicador de la presencia de una
enfermedad inmunorreactiva concomitante. Las
manifestaciones cutáneas
pueden ser maculopápulas eritematosas similares al
eritema multiforme, lesiones hemorrágicas, nódulos
cutáneos y en tejido celular subcutáneo, úlceras, livedo
reticularis y edema facial. El granuloma de Churg
Strauss y sus manifestaciones clínicas pueden
comportarse como lesiones paraneoplásicas.
Aparecen en asociación con linfomas en dos situaciones:
·
Con compromiso de la piel por una variante
granulomatosa de un linfoma de células T.
·
Puede detectarse en la piel de pacientes con linfomas
sistémicos sin evidencia de afectación cutánea por el
linfoma.
Si bien esta asociación es rara y hay pocos casos
reportados, podría haber sido la de nuestro paciente.
¿Cuál fue la causa de muerte de este paciente?
Si
asociamos la falla multiorgáncia, la taquicardia, la
taquipnea, la leucopenia y el hallazgo del desarrollo de
Pseudomona aeruginosa en sangre podemos afirmar
que este paciente presentó un cuadro de sepsis.
Posteriormente el paciente estando en terapia intensiva
agrega hipotensión y acidosis metabólica evolucionando a
shock séptico, el cual creo que es el que produce la
muerte de nuestro paciente. La presencia de una P.
aeruginosa en sangre define la sepsis como causa de
la falla multiorgánica.
Sabemos
que se llama sepsis a la presencia de
síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (fiebre
mayor de 38º C o hipotermia menor de 36º C, frecuencia
cardiaca superior a 90 lpm, taquipnea con más de 20 cpm,
o paCO2 menor de 32 mmHg, alteración del recuento de
leucocitos con más de 12.000 o menos de 4.000 leucocitos
por mm3, o más del 10% de cayados) secundario a
infección documentada. Se denomina sepsis grave cuando
se asocia a hipotensión y shock séptico hipotensión que
persiste a pesar de la administración de fluidos,
acompañada de alteraciones de la perfusión (acidosis
metabólica o hiperlactacidemia), o disfunción de órganos
o necesidad de fármacos vasoactivos para mantener la
presión arterial.
La P. aeruginosa, es un germen
que
se encuentra ampliamente difundida en la naturaleza,
constituyendo su hábitat el agua, las plantas, la tierra
húmeda, las colecciones artificiales de agua, como
piscinas, depósitos, incluso se la llega a aislar en
líquidos "desinfectantes”. Los factores de riesgo para
infección por P. aeruginosa son enfermedad
pulmonar estructural (bronquiectasias), terapéutica
prolongada con corticosteroides (más de 10 mg diarios de
prednisona), terapia con antibióticos de amplio espectro
el mes anterior durante más de 7 días, desnutrición,
infección por el virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH) y neutropenia. Clínicamente puede provocar:
bacteriemia, neumonía, endocarditis, osteomielitis y
artritis, meningitis, infecciones urinarias, infección
de partes blandas, infecciones oftálmicas y
otorrinolaringológicas e infecciones del tubo digestivo.
El compromiso pulmonar en las formas bacteriémicas
suelen aparecer en pacientes neutropénicos y tiene una
extraordinaria gravedad. La anatomía patológica muestra
necrosis de las paredes alveolares, hemorragia y
formación de microabscesos. Representa un 10%-20% del
total de sepsis por gérmenes gramnegativos y tiene una
alta mortalidad (40%-70%). Las puertas de entrada son
muy diversas: quemaduras (piel), tubo digestivo, pulmón,
vías urinarias y catéteres intravenosos.
Los
factores de mal pronóstico ante una bacteriemia por
P. aeruginosa son: neutropenia persistente o
inferior a 100 células/m, insuficiencia renal, focos
metastásicos, shock séptico, presencia de enfermedad
fatal, terapia antibiótica inadecuada y origen
pulmonar, cutáneo o desconocido.
Teniendo
en cuenta todos estos datos es lógico pensar que este
paciente con múltiples factores de riesgo para el
desarrollo de una infección por P aeruginosa (probable
neoplasia hematológica de base, tratamiento con
corticoides previo, etc) haya presentado una sepsis
grave que produjo el deceso.
Conclusión:
·
Enfermedad de base: Linfoma de alto grado probablemente
tipo T, variante anaplásica.
·
Lesiones dermatológicas con granuloma de Churg Strauss
pueden ser paraneoplásicas secundarias a un linfoma de
afectación sistémica.
·
Causa de muerte: sepsis por P. aeruginosa.
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