Discusión del caso
clínico
Dr. Gastón Chiganer
TRATAMIENTO DE LA
TUBERCULOSIS (TBC) EN PACIENTES CON ENFERMEDAD HEPÁTICA
El tratamiento de la tuberculosis en pacientes con
enfermedad hepática progresiva o inestable es problemático
por varias razones: Primero, la posibilidad de producir
hepatotoxicidad por drogas es mayor. Segundo, las
implicancias de hepatoxicidad por drogas en un paciente
con escasa reserva hepática son potencialmente serias,
incluso pudiendo comprometer la vida. Finalmente, la
fluctuación en los marcadores bioquímicos de función
hepática (con o sin síntomas) relacionados con la
hepatopatía previa dificulta el monitoreo de la función
hepática. Sin embargo debido a la efectividad comprobada
de estas drogas (particularmente rifampicina [RIF] e
isoniacida [INH]) deberían tratar de usarse a pesar de
existir enfermedad hepática previa. Si las concentraciones
de aspartato amino transferasa (ASAT) se encontraran tres
veces por encima de los valores basales antes de iniciar
el tratamiento se debería considerar esquemas con menor
número de agentes potencialmente hepatotóxicos e ínter
consultar a expertos en el tema. También se debe tener
presente que la tuberculosis compromete al hígado pudiendo
producir alteraciones en las pruebas basales, las cuales
retroceden al aplicar un tratamiento adecuado.
Posibles regímenes de tratamientos en pacientes con
enfermedad hepática
1. Tratamiento sin INH
RIF, pirazinamida (PZA) y etambutol (EMB) por seis meses.
2. Tratamiento sin PZA
Dos meses de INH, RIF Y EMB, seguido de 7 meses de INH y
RIF
3. Tratamiento con una sola droga hepatotóxica
RIF más EMB, fluoroquinolonas, cicloserina o agentes
inyectables entre 12 y 18 meses
4. Tratamiento sin drogas potencialmente
hepatotóxicas
En el contexto de una enfermedad hepática severa e
inestable. Incluye SM, EMB, fluoroquinolonas y otros
agentes de segunda línea. No hay datos sobre efectividad.
Según expertos la duración debería ser de 18 a 24 meses.
HEPATOTOXICIDAD POR TUBERCULOSTÁTICOS
Tres de los fármacos antituberculosos; INH, RIF y PZA
pueden causar daño hepático inducido por drogas, definido
como; valores de AST tres veces por encima del valor
normal en presencia de síntomas o cinco o más veces el
límite máximo normal en ausencia de síntomas. Si el nivel
de ASAT es menor a cinco veces el límite superior normal
se considera hepatotoxicidad leve, entre cinco y diez
veces moderada y mayor a diez veces (mayor a 500 IU)
severa. Además de la elevación de ASAT frecuentemente se
encuentran aumentos desproporcionados en la bilirrubina y
fosfatasa alcalina. Esta patente es más característica de
la hepatotoxicidad por RIF.
Es importante remarcar que un incremento asintomático en
los valores de ASAT ocurre en el 20 % de los tratados con
el régimen estándar de 4 drogas. En ausencia de síntomas
el tratamiento no se debería suspender por una leve
elevación asintomática, pero se debería incrementar el
número de controles clínicos y de laboratorio. En la
mayoría de los pacientes la elevación de las
aminotransferasas resuelve espontáneamente. Sin embargo si
los niveles enzimáticos se encuentran cinco veces por
encima del valor normal (sintomáticos o no) o tres veces
pero acompañado de síntomas las drogas hepatotóxicas
deberían suspenderse inmediatamente y el paciente ser
evaluado cuidadosamente. Similar medida debe tomarse con
aumentos significativos en los valores de bilirrubina y
fosfatasa alcalina. Se deben realizar serologías virales
para hepatitis A, B, C y un interrogatorio buscando otros
síntomas sugestivos de enfermedad del tracto biliar, al
igual que el consumo de otras drogas hepatotóxicas,
particularmente alcohol. El diagnóstico de hepatotoxicidad
por drogas es de exclusión, pero dadas las múltiples
causas presentes muchas veces resulta dificultoso. En un
estudio reportado por Ungo y colaboradores, se demostró
que el riesgo relativo de desarrollar hepatotoxicidad por
los fármacos antibacilares en pacientes con tuberculosis y
coinfección por hepatitis C (VHC) o por el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH) aumenta cinco y cuatro
veces respectivamente, y catorce veces si poseen ambas
infecciones.
Cuando se reinicia el tratamiento antituberculoso es
prudente indicar al menos tres drogas no hepatotóxicas (EMB,
estreptomicina (SM), amikacina o fluoroquinolonas) hasta
que se aclare la causa del daño hepático y se reinstaure
un tratamiento a largo plazo. Según las normas publicadas
en el 2003 por el CDC y la IDSA, se deben reintroducir una
por vez luego que el valor de ASAT retorne a menos de dos
veces por encima del valor normal (en pacientes con
elevación basal en el nivel de transaminasas por
enfermedad hepática preexistente, se debería esperar a
llegar al nivel basal previo.) Debido a que la RIF es
mucho menos probable que cause hepatotoxicidad que la INH
o PZA y es el fármaco más efectivo, se debería recomenzar
con este primero. Si no hay incremento en el valor de ASAT
luego de una semana se puede adicionar INH. PZA se puede
adicionar si luego de una semana de tratamiento con ambas
drogas no se modifican los valores de ASAT. Si reaparecen
los síntomas o se eleva la ASAT se deberás suspender la
última droga adicionada. Otros esquemas utilizables
consisten en la reintroducción de los cuatro fármacos
(INH, RIF, PZA y EMB) a dosis bajas, monitoreo más
frecuente de los parámetros clínicos y de laboratorio y el
ascenso progresivo de las dosis hasta alcanzar los niveles
previos.
TRATAMIENTO DE LA TBC EN PACIENTES CON INFECCIÓN POR
VIH
La epidemia del VIH contribuyó significativamente en el
aumento del número de casos de tuberculosis entre fines de
los 80 y principio de los 90, produciendo aumento de la
morbilidad por TBC.
La resistencia a las drogas antituberculosas es importante
considerar entre los infectados por el VIH con TBC, ya que
presentan un riesgo incrementado en comparación con los
sero negativos.
Las recientes guías del CDC y la American Thoracic Society
recomiendan un régimen de tratamiento de 6 meses para los
pacientes coinfectados por el VIH y la tuberculosis, pero
sugieren prolongar el tratamiento a 9 meses en quienes
tienen una tardía respuesta clínica o bacteriológica a la
terapéutica antibacilar (persistencia de cultivos
positivos luego de dos meses de tratamiento.) Algunos
expertos sugieren que para asegurar un óptimo resultado
todos los pacientes deberían ser tratados por un curso
prolongado (9 meses) o bien por 6 meses luego de la
negativización del cultivo de esputo.
Las recomendaciones para el tratamiento de la tuberculosis
en los pacientes adultos infectados por VIH son, con pocas
excepciones, las mismas que para los sero negativos. En
múltiples estudios se demostró el desarrollo de
resistencia adquirida a la rifampicina en pacientes VIH
positivos con severa inmunosupresión tratados con el
régimen de RIF bisemanal. Consecuentemente los pacientes
con conteos de CD4 < 100/ul deberían recibir rifampicina
diaria o trisemanalmente. La terapia de observación
directa y otras estrategias para promocionar la adherencia
son especialmente importantes en los pacientes VIH
positivos con tuberculosis.
El manejo de ambas infecciones en forma conjunta es
dificultoso y requiere de experiencia; ya que los
pacientes infectados por el VIH toman múltiples
medicaciones que interactúan con la medicación
antituberculosa. Una recomendación particular es la
interacción entre rifampicina y los agentes
antiretrovirales.
En ocasiones los pacientes con la coinfección entre VIH y
tuberculosis bajo tratamiento antibacilar, pueden
experimentar una exacerbación temporaria de los síntomas,
signos o manifestaciones radiográficas cuando se agrega el
tratamiento antiretroviral. Este empeoramiento clínico o
radiográfico (reacción paradojal) se cree que es debida a
una reconstitución del sistema inmune como consecuencia
del tratamiento antiretroviral eficaz. Los síntomas y
signos incluyen fiebre, linfadenopatías, lesiones
expansivas en el SNC, y empeoramiento de las imágenes
radiográficas. El diagnóstico debe ser echo luego de
descartar otras posibles causas como la falla del
tratamiento. Para las reacciones adversas severas
prednisona (1-2 mg/kg/día por 1-2 semanas y disminución
progresiva) puede ser usada aunque no hay trials que lo
avalen.
COADMINISTRACION DEL TRATAMIENTO ANTIRETROVIRAL Y
ANTITUBERCULOSO
La mayoría de los pacientes con tuberculosis tienen
enfermedad por VIH relativamente avanzada, por lo que está
indicada la terapia antiretroviral. La terapia
antiretroviral no se debería suspender por la simple razón
de iniciar el tratamiento antibacilar, si ya hubiese sido
indicada previamente. Si bien se cree que el inicio
temprano de la terapéutica antiretroviral disminuye la
progresión de la enfermedad, no es recomendable comenzar
ambos tratamientos en forma conjunta, dado que se
involucrarían al menos ocho drogas con múltiples
interacciones, posibles efectos tóxicos y reacciones
paradojales que pueden llevar a la discontinuación de
ambos tratamientos. Demorando el inicio de la terapia
antiretroviral hasta transcurridas 4-8 semanas de iniciado
el tratamiento antibacilar tiene las ventajas de facilitar
el descubrimiento de efectos adversos, disminuir las
reacciones paradojales y lograr mayor adherencia. La
decisión de comenzar el tratamiento debería ser
individualizada, basada en al capacidad inicial de
respuesta al tratamiento antibacilar, aparición de efectos
adversos y disponibilidad de medicación. Para los
pacientes con conteos de CD4 > 350/ul, el tratamiento
antiretroviral se debería comenzar en cualquier momento
luego de iniciado el tratamiento antibacilar. Para los
pacientes que ya recibían el tratamiento antiretroviral,
este debería continuarse, a pesar que debería modificarse
el esquena dadas las múltiples interacciones. Mientras se
decide postergar el inicio del tratamiento antiretroviral
se deben monitorizar las condiciones del paciente por
medio del exámen físico, dosaje plasmático del VIH ARN
(carga viral) y CD4, al menos cada tres meses.
INTERACCIONES FARMACOLÓGICAS
Las interacciones entre dos fármacos pueden modificar las
concentraciones de una o ambas drogas. En el caso de la
medicación antituberculosa hay relativamente pocas
interacciones que las modifiquen. Si bien la mayoría son
debidas a la RIF, esta droga no debería suspenderse por
miedo a posibles interacciones con los antiretrovirales.
La exclusión de esta droga del régimen de tratamiento
demora la negativización del esputo, prolonga la duración
del tratamiento y acarrea peores resultados. Una droga no
comercializada en la Argentina como la Rifabutina tiene
menos interacciones y puede ser utilizada con todos los
antiretrovirales.
Las categorías de agentes antiretrovirales permitidos
actualmente son los nucleósidos inhibidores de la
transcriptasa reversa (NITR), nucleótidos inhibidores de
la transcriptasa reversa (NtITR), Inhibidores de proteasa
(IP) y los no nucleósidos inhibidores de la transcriptasa
reversa (NNITR). Los NITR y NtITR no tienen interacciones
clínicamente significativas con la medicación antibacilar
de primera línea, por lo que pueden emplearse junto con la
rifampicina sin requerir ajustes de dosis. Los IP y NNITR
al actuar sobre la CYP450 requieren correcciones.
Las guías previas de la CDC contraindicaban la
administración conjunta de RIF con los IP o NNITR.
Actualmente existen nuevos esquemas que utilizan RIF junto
a efavirenz y 2 NITR, con ritonavir y uno o más NITR, con
ritonavir y saquinavir y con un triple plan de nucleósidos.
Cuando se inician los NNITR o IP en un paciente que
recibió RIF, se recomienda aguardar un período de “lavado
del fármaco” de dos semanas, entre la última dosis de RIF
y la primera de los antiretrovirales para permitir la
reducción de la actividad inductora enzimática de la RIF.
Si se administran los inhibidores de proteasa junto con
rifampicina (potente inductor de la CYP450), las
concentraciones sanguíneas de los inhibidores de la
proteasa (IP) (todos son metabolizados por la CYP450)
disminuyen marcadamente, al igual que la actividad
antiretroviral. Contrariamente, si se administra ritonavir
(potente inhibidor de la CYP450) junto con rifampicina,
las concentraciones de esta última se incrementan
notablemente, incluso hasta niveles tóxicos. El orden en
cuanto a potencia inhibitoria es ritonavir (el más
potente), indinavir y nelfinavir (intermedios) y
saquinavir (el menos potente.) Los tres inhibidores no
nucleósidos de la transcriptasa reversa (NNITR) tienen
diferentes efectos sobre la CYP450: nevirapina es
inductor, delavirdine es inhibidor y efavirenz es inductor
e inhibidor. En contraste a estos grupos de fármacos, los
nucleósidos inhibidores de la transcriptasa reversa (NITR)
(zidovudine [AZT], lamivudine [3TC], didanosine [ddI],
stavudina [d4T]) no son metabolizados por la CYP450. La
rifampicina produce aumento de la glucuronidación de la
zidovudine, con la respectiva disminución en las
concentraciones sanguíneas, sin importancia en la
respuesta clínica, por lo que no esta contraindicada su
asociación. Tampoco está contraindicada la asociación
entre los NITR, NNITR e IP con isoniacida, pirazinamida,
etambutol y estreptomicina (ninguna es inductora de la
CYP450.)
ASPECTOS PRÁCTICOS DEL TRATAMIENTO
Los fármacos de primera línea se deben administrar en
forma conjunta.
Las preparaciones a dosis fijas son más fáciles de
administrar, disminuyendo el riesgo de resistencia
adquirida y errores en la toma.
A pesar que la administración conjunta con las comidas
retarda o disminuye la absorción de la medicación
antituberculosa, tiene mínima significación clínica, por
lo que es preferible su administración conjunta en caso de
nauseas o epigastralgia antes que modificar el esquema por
fármacos de segunda línea.
Algunos expertos recomiendan la evaluación clínica mensual
para monitorizar la respuesta al tratamiento, adherencia y
efectos adversos, acortando los intervalos durante los
primeros días de tratamiento (cada 15 días.)
Finalmente, considerar que se debería solicitar serología
para el virus de la inmunodeficiencia humana a todos los
pacientes con diagnóstico de tuberculosis y serología para
hepatitis C a todos los VIH positivos.
Se agradece la colaboración
desinteresada brindada por los doctores Salvarezza, C;
Bessone, F; Rovere, A y Careno, E (Servicios de
Neumonología, Gastroenterología e Infectología Hospital
Provincial del Centenario.)
|
|
Discusión |
La discusión de este seminario se
llevó a cabo el jueves 10 de marzo,
y estuvo a cargo del Dr. Gastón
Chiganer. |
|
|
Imágenes |
|
|
Clic para ampliar |
|
|
|
|
|
|