Discusión del
caso clínico
Dr. Joaquín
Montero
Dentro de la extensa lista de problemas de este
paciente, voy a tomar como dato guía de mi discusión a
la disnea. Habiendo descartado el origen cardíaco por un
ecocardiograma normal, me enfocaré en ver si las drogas
que recibe este paciente, tumores, infecciones o su
propia autoinmunidad pueden ser los causantes de su
disnea.
Dentro de los efectos adversos de las drogas que
recibe este paciente tenemos:
-
Micofenolato: Cardiovasculares,
neurológicos, endócrinos, gastrointestinales. Existen
casos reportados de fibrosis pulmonar fatal, pero con
una clínica muy diferente a la de nuestro paciente
-
Ciclosporina: Nefrotoxicidad,
neurotoxicidad, hipertensión arterial (HTA),
alteraciones metabólicas, gastrointestinales. Es
importante en esta droga su dosaje en plasma que debe
ser de 200-250ng/ml los primeros 3 meses, y luego
80-120ng/ml.
-
Corticoides: DBT, HTA, osteopenia,
cataratas, hiperlipemia.
Como vemos, no parecen ser las drogas las causantes de
esta disnea.
Con respecto a los tumores, como todos sabemos,
el uso crónico de agentes inmunosupresores para prevenir
el rechazo de trasplante, incrementa el riesgo de
malignidad comparado con el resto de la población. Los
tumores más frecuentes son melanoma, cáncer de cérvix y
linfoma Hodgkin y no Hodgkin, entre otros.
El tiempo promedio de latencia entre el trasplante y la
aparición del tumor es de 3-5 años. Algunos llegan hasta
110 meses postrasplante. Recordemos que nuestro paciente
lleva más de 200 meses de trasplantado, lo que aleja
este diagnóstico.
Con respecto a los procesos infecciosos, haré
algunas consideraciones con respecto a pacientes
inmunodeprimidos.
Son comunes los procesos simultáneos, ya sean
infecciones (Pneumocystis jirovecii –PCP- y
Cytomegalovirus –CMV-) conjuntamente con otro
proceso (injuria pulmonar y toxicidad por drogas).
Las imágenes tempranas, diagnóstico anatomopatológico y
cultivos son cruciales. La terapia antibiótica debe ser
iniciada tan pronto como sea posible y el tratamiento
empírico se debe basar en los datos obtenidos (esputo,
antecedentes de infecciones, etc).
La reducción de los niveles de inmunosupresión
(particularmente corticoides) es tan importante como el
tratamiento antibiótico para una terapia exitosa.
En este tipo de pacientes son comunes, inicialmente,
signos subagudos, seguidos de
unas
severas
manifestaciones de infección.
Las infecciones en este tipo de pacientes se dividen en
tres grupos según el tiempo trascurrido postrasplante:
Dentro del primer mes, son habituales las infecciones
relacionadas con la hospitalización y las provenientes
del donante o del receptor.
Entre el primer mes y los seis meses posteriores al
trasplante es cuando el paciente presenta la mayor
inmunosupresión, y por lo tanto el mayor riesgo de
infecciones.
Luego de seis meses posteriores al trasplante, estos
pacientes continúan con una predisposición aumentada a
infecciones, pero de la comunidad, como neumonías o
infección urinaria.
Cuando, durante el tratamiento se requiere un aumento de
la inmunosupresión, las infecciones más frecuentes son
las del segundo grupo.
Nuestro paciente tiene un último dosaje de
Ciclosporinemia en el año 2005 con valores adecuados, y
si bien no tenemos un dosaje actual, podemos inferir que
si no se aumentaron las dosis de los fármacos, está
dentro del tercer grupo.
Algunas de las infecciones más frecuentes son:
Cytomegalovirus:
En ausencia de profilaxis, la reactivación ocurre en
50-60% de los pacientes, de los cuales 20-30%
desarrollan neumonitis, hepatitis o enteritis. Los
síntomas más comunes son artralgias, y en el laboratorio
el hallazgo más frecuente es leucopenia y
trombocitopenia. Son menos frecuentes la neumonía,
gastroenteritis, retinitis o hepatitis.
Nuestro paciente presenta un pp65 negativo por lo que
descarto este diagnóstico.
Otros virus respiratorios como el virus sincicial
respiratorio, parainfluenza, influenza
y adenovirus son poco comunes.
Tuberculosis:
El riesgo de padecer TBC en los pacientes trasplantados
está aumentado, con una incidencia de hasta un 15%. Es
más frecuente una reactivación de una infección latente,
aunque en zonas endémicas, puede ocurrir una infección
nueva.
Pneumocystis jirovecii (P.
carinii):
El riesgo es mayor durante los períodos de
inmunosupresión intensa y la incidencia de infección es
alta asociado a CMV. Existe un mayor riesgo con
inmunosupresión que incluya corticoides. La ciclosporina
puede contribuir al riesgo de infección y aumentar la
mortalidad. La profilaxis debe ser indicada a menos que
exista una contraindicación. En los receptores de
trasplantes es generalmente una infección aguda o
subaguda.
Neumonía de lenta
resolución:
Puede presentarse hasta en un 15% de los pacientes
internados por consolidaciones pulmonares. La mortalidad
es tres veces mayor en una NAC, y cinco veces mayor en
NIH de lenta resolución.
Puede definirse como una falta de resolución radiológica
luego de un mes de iniciado el cuadro.
Las causas pueden corresponder al un patógeno resistente
o no diagnosticado, a la susceptibilidad del huésped (EPOC,
alcoholismo, inmunodepresión, edad avanzada) o a
la citoquinas responsables de modular la relación entre
ambos.
La presencia de fiebre, leucocitosis y bacteriemia por
más de 6 días pueden ser un factor de riesgo para que
una neumonía no tenga una adecuada resolución. También
pueden corresponder a otros patógenos como infecciones
micóticas o por micobacterias. O por causas no
infecciosas como neoplasias, enfermedades inflamatorias,
drogas, enfermedades vasculares o TEP.
Las complicaciones como empiemas o abscesos también
pueden explicar una neumonía de lenta resolución.
Dentro de las enfermedades difusas del parénquima
pulmonar se encuentran las neumonías intersticiales
idiopáticas. Son un grupo de enfermedades difusas de
etiología desconocida. Existe una expansión del
componente intersticial, un infiltrado de células
inflamatorias, a veces acompañado por fibrosis. Una de
ellas es la neumonía organizada criptogenética, que se
puede definir como una forma idiopática de neumonía
organizada. Se ha visto asociada a enfermedades del
tejido conectivo, drogas, neoplasias y otras neumonías
intersticiales.
Se da principalmente en personas de entre 50 y 60 años.
Los pacientes presentan síntomas por lo menos durante
dos meses. La clínica es similar a la de una neumonía
aguda de la comunidad, aunque más frecuente se presenten
con tos no productiva, persistente, disnea y pérdida de
peso. Al examen físico podemos encontrar rales y/o
sibilancias. El laboratorio es inespecífico, con
leucocitosis y VES aumentada.
En los estudios por imágenes se pueden observar
opacidades alveolares difusas bilaterales, con volúmenes
pulmonares normales, infiltrados lineales irregulares,
nodulares o en panal de abejas, derrame pleural,
engrosamiento pleural y cavitaciones, que se ubican más
frecuentemente en la periferia y zonas basales.
La espirometría muestra un patrón restrictivo medio a
moderado. La capacidad de difusión de gases está
reducida, siendo reflejado en la hipoxemia durante el
ejercicio, que está presente hasta en un 80% de los
casos. En el lavado bronquiolo-alveolar se encuentra una
proporción mayor de linfocitos, neutrófilos y
eosinófilos y menor porcentaje de macrófagos que una
neumonía aguda de la comunidad.
El diagnóstico es por exclusión, y es necesaria la
biopsia pulmonar.
Con respecto a patologías autoinmunes, creo que
estamos frente a un paciente con una enfermedad
autoinmune que, aunque se haya reemplazado el órgano de
choque, no significa curación de la enfermedad.
La hepatitis autoinmune puede estar asociada con otros
desórdenes autoinmunes (ej. Sme poliglandular autoinmune
tipo).
Algunos reportes aseguran que hasta un
36% de los pacientes con hepatitis autoinmune presentan
otra enfermedad autoinmune asociada.
En la hepatitis autoinmune los anticuerpos anti Músculo
liso y Factor Anti Núcleo (FAN), comúnmente desaparecen
y reaparecen. Los títulos de auto-anticuerpos al
diagnóstico, y el comportamiento de los mismos durante
el tratamiento no son índices de la severidad ni del
pronóstico de la enfermedad.
Los autoanticuerpos persisten elevados a títulos bajos
en el 77% de los pacientes luego del trasplante y hasta
un 20% de los pacientes puede desarrollar hepatitis
crónica autoinmune.
Existe una larga lista de trastornos autoinmunes
relacionados con la hepatitis autoinmune, entre ellos:
Tiroiditis autoinmune, enfermedad de Graves, diabetes
mellitus, insuficiencia suprarrenal, anemia hemolítica
autoinmune, trombocitopenia autoinmune, artritis
reumatoidea, lupus eritematoso sistémico (LES), fibrosis
pulmonar, y pericarditis, entre otros.
Recordemos que nuestro paciente presenta internaciones
previas por poliserositis y anemia hemolítica.
Al pensar en estos antecedentes y el actual título de
FAN de 1/640, me pregunto si es posible la asociación
entre hepatitis autoinmune y LES.
La superposición de Hepatitis Autoinmune (HAI) y LES es
una condición rara (1.3-1.7%). Se han reportados algunos
casos de HAI que desarrollaron LES años posteriores.
Algunos autores recomiendan investigar LES en todo
paciente con HAI.
Por otro lado la afectación hepática en el LES es poco
frecuente. Existen reportes de casos de pacientes sin
antecedentes, con hepatitis como primera manifestación
de LES.
Por último, debo descartar la recurrencia de la
hepatitis autoinmune. Esto se presenta del 17-35% de los
pacientes en un tiempo de 5+/- 1 año aproximadamente,
aunque puede darse hasta luego de 15 años postrasplante.
En una serie de casos, la recurrencia fue asintomática
en 4 de 7 pacientes. Los cambios histológicos pueden
preceder a los bioquímicos hasta en un 23% de los casos.
Una inadecuada inmunosupresión es un factor de riesgo
para la recurrencia, ya que aunque responden al aumento
de la dosis de inmunosupresión, suelen ser más
agresivas. Existen casos reportados de HAI recurrentes
en hígados trasplantados, sin elevación de las
transaminasas, como es el caso de nuestro paciente.
Como conclusión creo que la cronología en la
solicitud de los diferentes estudios complementarios no
ayudó a un razonamiento clínico lógico y ordenado ya que
tenemos unas imágenes de TC que no se correlacionan con
lo hallado en la espirometría. Y por otro lado, los
títulos altos de FAN no juegan un rol claro en la
enfermedad actual del paciente.
Entre las imágenes objetivas de una tomografía y la
subjetividad de un estudio como la espirometría, tomaría
a la primera como guía para continuar estudiando al
paciente.
Creo que estamos frente a un paciente con una enfermedad
autoinmune, y que la elevación de los anticuerpos puede
corresponder a una reactivación de su hepatitis
autoinmune, a otra enfermedad asociada como un LES o
sólo una elevación asintomática e irrelevante de los
mismos. Sólo podremos descifrar este interrogatorio a
través de una biopsia hepática.
Lo que creo infrecuente es que esta autoinmunidad esté
jugando un rol crucial en su disnea.
Mis diagnósticos presuntivos son: neumonía de lenta
resolución o neumonía organizada criptogenética.
Propongo como conductas: continuar tratamiento
antibiótico, indicar corticoides a dosis
inmunosupresoras previa biopsia hepática y repetir la
espirometría en un tiempo prudencial. Si aún continúan
los interrogantes, realizar una tomografía de alta
resolución.
El dosaje de AC anti-músculo liso y anti-LKM, junto con
un proteinograma por electroforesis, nos ayudarían a
estudiar su inmunidad.
Finalmente, si las dudas no se aclaran, realizar una
biopsia pulmonar.
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