Discusión del
caso clínico
Dr.
Maximiliano Sicer
Se discute el caso de un hombre de 43 años con
antecedentes de infección por virus hepatitis B, virus
hepatitis C, etilista y ex adicto a drogas endovenosas,
que ingresa por un cuadro de ictericia, dolor abdominal
y vómitos. Se constata al examen físico
hepatoesplenomegalia, ascitis y durante la internación
presenta signos de encefalopatía, presentando en el
laboratorio alteraciones compatibles con hepatitis y
colestasis, interpretada como intrahepática, ya que
presenta vía biliar de calibre conservado por métodos
por imágenes.
Considero que estamos frente a un paciente con
hepatopatía crónica descompensada. Dentro de las
etiologías que pueden estar causando esta
descompensación, creo que las entidades a descartar
principalmente en este paciente, son la hepatitis
alcohólica y las hepatitis virales.
Con respecto a la hepatitis alcohólica, si bien
puede presentarse a cualquier edad, tiene una mayor
incidencia en etilistas de 40 a 60 años,
afectando frecuentemente a pacientes con antecedentes de
consumo mayor a 100gr/día de alcohol por año.
Clínicamente el signo cardinal es la ictericia,
pero además puede acompañarse de fiebre y
descompensación de una hepatopatía de base.
En el laboratorio lo característico es el aumento de
ASAT mayor de 2 veces, a predominio sobre la ALAT,
con aumento de bilirrubina y prolongación del TP.
Además puede hallarse neutrofilia.
Con estos criterios, en ausencia de otra causa que
justifique el cuadro, se realiza el diagnostico de
hepatitis alcohólica, sin necesidad de realizar una
biopsia hepática. Sin embargo la misma puede tener
utilidad en el caso que se sospechen otras etiologías.
Se han desarrollado sistemas de puntuación para evaluar
la severidad de esta patología. Los más utilizados son
el Score de Madrey, MELD, Glasgow y Lille. Estos se
calculan principalmente a partir de datos de laboratorio
y han mostrado una buena correlación tanto con la
mortalidad a corto plazo como con los cambios
histopatológicos.
En cuanto al tratamiento, el pilar fundamental es la
abstinencia alcohólica. Otro punto importante es la
nutrición adecuada, ya que todo paciente con hepatitis
alcohólica debe considerarse un malnutrido. La nutrición
adecuada y precoz en estos pacientes disminuiría la
mortalidad.
El beneficio del uso de corticoides en estos pacientes
ha sido motivo de controversia, el mismo reduciría la
mortalidad a corto plazo en un subgrupo de pacientes,
que presentan una hepatitis alcohólica severa, definida
con los sistemas de puntuación enunciados anteriormente.
El tratamiento sugerido es con prednisolona 40 mg/día
por 28 días. Cabe destacar que a pesar de la
corticoterapia, la mortalidad es del 40% en los primeros
6 meses. Algunos autores recomiendan evaluar respuesta
al tratamiento realizando el score de Lille a la semana,
interrumpiendo el mismo ante un valor mayor a 0,45.
Otra alternativa es el uso de pentoxifilina. Si bien
algunos estudios sugieren disminución de la mortalidad
en pacientes con hepatitis severa, aún se requieren
estudios con mejor diseño para aseverar este beneficio.
La indicación de trasplante es controversial. La mayoría
de los centros solicitan 6 meses de abstinencia para
enlistar a estos pacientes. Esto hace que la mayoría de
los casos severos no puedan ser candidatos, teniendo en
cuenta que la mayor tasa de mortalidad se produce en los
primeros 3 meses.
En cuanto a nuestro paciente, debido al antecedente de
etilismo y por presentar un cuadro de ictericia, con
laboratorio y scores compatibles con hepatitis
alcohólica severa, considero a este como un diagnostico
probable.
Con respecto a la hepatitis B, es causada por un
virus de contenido ADN para el cual se han identificado
7 genotipos. Es un virus altamente infectivo que puede
transmitirse por vía sexual, parenteral o vertical.
La historia natural de la infección está determinada por
la relación entre la replicación viral y la respuesta
inmune. Recordemos que este no es un virus citopático,
sino que el principal mecanismo patogénico está dado por
la reacción inmune frente al hepatocito infectado.
La clínica presenta un amplio espectro de
manifestaciones, tanto en la infección aguda como en la
crónica.
La infección aguda es asintomática en el 70% de los
casos. La respuesta serológica se caracteriza por la
aparición en etapa pre-clínca del HbsAg (el cual aparece
en 1º-10º semana de infección), el HbeAg (es un marcador
de replicación sintetizado a partir del precore viral) y
ADN viral (marcador directo de replicación viral). En
fase temprana de la etapa clínica aparece Ig M anti
HBc. La combinación de HbsAg y IgM anti Hbc posibilitan
el diagnóstico de hepatitis B aguda. En la fase de
recuperación, se producen las seroconversiones,
apareciendo Ig anti HbsAg (la cual deja inmunidad frente
al virus) y Ig anti HbeAg (asociada a disminución del
ADN viral). Posteriormente se produce el switch de IgM a
IgG anti Hbc.
Sólo el 5% de los pacientes con VHB adquirido en edad
adulta evolucionará a la infección crónica, asociado
generalmente a un factor de inmunosupresión.
La infección crónica por VHB es definida como la
persistencia del HbsAg por más de 6 meses. La misma
comprende 2 entidades: la de portador
caracterizado por transaminasas normales, HbeAg negativo
y ADN viral indetectable o a bajos títulos, y la de
hepatitis crónica caracterizada por aumento de
transaminasas y ADN viral elevado, pudiendo presentarse
de manera asintomática, inespecífica o con
exacerbaciones que asemejen un cuadro agudo. A su vez,
la hepatitis crónica puede presentar HbeAg positivo o
HbeAg negativo.
Esta última estaría producida por un virus que ha
sufrido una mutación a nivel del precore, la cual impide
la síntesis de este antígeno a pesar de existir
replicación viral. Esta variante molecular se produce
generalmente en pacientes con hepatopatía avanzada y
suele presentar actividad necroinflamatoria fluctuante.
Es esencial poder diferenciar el estado de portador y el
de hepatitis crónica con HbeAg negativo. Para esto el
principal método es la determinación de la carga viral.
Diversos autores proponen como punto de corte 2000
UI/mL, pero recomiendan la medición seriada debido al
carácter fluctuante antes descripto.
El tratamiento tiene como objetivo disminuir la
replicación viral. Dentro de los fármacos disponibles
para lograr dicho objetivo se encuentra el interferon
(IFN), el cual no estaría recomendado en cirróticos,
inmunodeprimidos y hepatitis crónica con HbeAg
negativo. Los nucleósidos análogos como la lamivudina,
adefovir, entecavir, tenofovir, telmivudine
representan un nuevo grupo de fármacos que ofrecen
similar eficacia y menos efectos adversos que el IFN.
Con respecto a la infección crónica por VHB, el
tratamiento no estaría recomendado en pacientes
portadores o con ALAT elevada menos de 2 veces del valor
normal, ya que presenta escasa eficacia. El mismo
estaría indicado en pacientes con ALAT elevada más 2 de
veces, con ADN viral mayor a 20000 UI/mL, y en pacientes
cirróticos o con hepatitis con HbeAg negativo con ADN
viral mayor a 2000 UI/mL.
Como mencioné anteriormente, una de las formas de
manifestación de la hepatitis B crónica es la
exacerbación. Esta se produce por una alteración en el
balance replicación viral y respuesta inmune, ya sea
espontáneamente o asociada a inmunosupresión. La
asociación más estudiada es en pacientes infectados
sometidos a quimioterapia, y otros escenarios descriptos
son el trasplante de órgano solido, la corticoterapia y
la coinfección con HIV.
Clínicamente puede ser asintomática, o más
frecuentemente presentarse con ictericia y
descompensación de hepatopatía, con una mortalidad del
60% según distintos reportes.
El laboratorio se caracteriza por aumento brusco de ALAT
mayor a 3 veces, aunque pacientes cirróticos pueden
presentar predominio de ASAT. Además, pueden presentar
alfafetoproteina elevada y reaparición de IgM anti Hbc.
El tratamiento consiste en la administración de
nucleósidos análogos. El más estudiado es la lamivudina,
si bien existirá la intención de emplear otros más
potentes para lograr efecto sobre la replicación viral
más rápidamente. La disminución de la mortalidad está
principalmente relacionada con el inicio precoz del
tratamiento.
El IFN está contraindicado en estos casos. Actualmente
hay ciertos estudios que indicarían algún beneficio con
el uso concomitante de corticoides, pero aún no están
recomendados.
Por otro lado, en pacientes portadores que van a ser
sometido a quimioterapia, está bien documentado el uso
de lamivudina como profilaxis de la exacerbación.
En cuanto a nuestro paciente, estamos frente a una
infección crónica por VHB, ya que presenta HbsAg
positivo por más de 6 meses. Al no contar actualmente
con la carga viral para diferenciar estado de portador
con el de hepatitis crónica con HbeAg negativo, no
puedo descartar una exacerbación de hepatitis B crónica
como causante del cuadro, por lo que la considero un
diagnóstico probable.
La infección por virus hepatitis C está dada por
un virus de contenido ARN. A diferencia de lo que ocurre
con el VHB, el 80% de los pacientes infectados por VHC
progresan a la cronicidad, debido principalmente a la
capacidad de mutaciones del virus. El 20% de estos
pacientes evolucionará a la cirrosis, presentando un
riesgo anual de 1-4% de desarrollar hepatocarcinoma.
Cabe destacar, que la presencia de coinfecciones con
otros virus y el uso concomitante de alcohol, como es el
caso de nuestro paciente, acelera este proceso y produce
hepatopatías más severas.
El diagnóstico se realiza a partir de IgG anti VHC y PCR
viral. La biopsia hepática es el mejor indicador
pronóstico. Los fármacos disponibles para el tratamiento
son el IFN pegylado y la ribavirina. Hay que tener en
cuenta que el mismo está contraindicado en cirróticos
descompensados.
La coinfección VHB y VHC como presenta nuestro
paciente, tiene una incidencia del 10%. Como mencioné
anteriormente, presentan hepatopatías más severas. A
nivel de la replicación viral interaccionan de manera
inhibitoria, sin embargo esta inhibición no tiene
traducción clínica, presentando ambos virus menor
respuesta al tratamiento.
Por último, quiero hacer una breve referencia a la
biopsia hepática, que es uno de los métodos
complementarios a evaluar en nuestro paciente.
La misma tiene utilidad diagnóstica y pronostica al
establecer el grado (patrón necroinflamatorio) y el
estadio (patrón de fibrosis) de la hepatopatía.
Puede obtenerse de manera percutánea. La misma presenta
como contraindicaciones la falta de colaboración del
paciente,
la
diátesis hemorrágica, que representa la principal
limitante en estos pacientes (TP > 3-5 seg que el de
control, plaquetas <50000/mL, uso de AINES en última
semana), imposibilidad de transfusión y la sospecha de
tumor vascular o quiste hidatídico.
Frente a estas contraindicaciones y la necesidad de
realizarla, estaría indicada la biopsia transyugular.
Como conclusión, creo que estamos frente a una
hepatopatía crónica descompensada, en la que luego de
analizar las entidades principales, considero como
primera causa de esta descompensación a la hepatitis
alcohólica severa, y al no contar con la carga viral del
VHB no puedo descartar que no estemos frente a una
exacerbación de hepatitis B crónica HbeAG negativo.
Por lo tanto, debido a la mala evolución del paciente,
sugiero comenzar con régimen de corticoides para
hepatitis alcohólica y el uso concomitante de lamivudina.
Esta última tendría indicación tanto en el estado de
portador de VHB como profilaxis, o como parte del
tratamiento en caso de exacerbación de hepatitis B
crónica.
A su vez, recomiendo una nutrición adecuada, y control
estricto clínico y de laboratorio, quedando pendiente la
determinación de la carga viral VHB.
Con respecto a la biopsia hepática, evaluando los
riesgos- beneficios , considero realizarla una vez
superado el cuadro actual, ya que desde el punto de
vista operativo no modificaría la conducta sugerida en
este momento.
Bibliografía
1.
Mathurin, P, Mendenhall,
CL, Carithers, RL Jr, et al. Corticosteroids improve
short-term survival in patients with severe alcoholic
hepatitis (AH): individual data analysis of the last
three randomized placebo controlled double blind trials
of corticosteroids in severe AH. J Hepatol 2002; 36:480.
2.
Sorrell, MF, Belongia, EA, Costa, J, et al.
National Institutes of Health Consensus Development
Conference Statement: management of hepatitis B. Ann
Intern Med 2009; 150:104.
3.
Nakamura Y, Motokura T, Fujita R, Yamashita T, Ogata E.
Severe hepatitis related to chemotherapy in hepatitis B
virus carriers with hematologic malignancies. Cancer
1996;78:2210–5.
4.
Chien RN, Lin CH, Liaw YF.
The effect of lamivudine therapy in hepatic
decompensation during acute exacerbation of chronic
hepatitis B. J Hepatol 2003;38:322–7.
5.
Lechner F, Wong DK, Dunbar
PR, et al. Analysis of successful immune responses in
persons infected with hepatitis C virus. J Exp Med
2000;191:1499-512.
6.
Liang, TJ, Rehermann, B, Seeff, LB, Hoofnagle, JH.
Pathogenesis, natural history, treatment, and prevention
of hepatitis C. Ann Intern Med 2000; 132:296.
7.
Alberti A, Pontisso P,
Chemello L. The interaction between hepatitis B virus
and hepatitis C virus in acute and chronic liver
disease. J Hepatol 1995;22:38–41
8.
Van Leeuwen DJ, Wilson L, Crowe DR. Liver biopsy in the
mid-1990s: questions and answers. Semin Liver Dis
1995;15:340-59.
|