La
sepsis en las Unidades de Cuidados Intensivos continua
siendo el gran reto para los médicos que practican la
Medicina Crítica, ya que es el origen de una importante
población de enfermos graves que sufren toda una odisea
que los lleva en el mejor de los casos a una tórpida
estancia hospitalaria y en el peor a la muerte por
disfunción orgánica múltiple, según lo demuestran
innumerables trabajos de investigación publicados en la
literatura, así como estudios multicentricos realizados
en América y Europa como la Campaña de Supervivencia
de la Sepsis. Sólo en
los Estados Unidos de Norteamérica se ha observado a
pesar de los avances conseguidos en los Cuidados
Intensivos modernos, que continúa incrementándose a
pesar de éstos. Este problema se presenta en 750.000
pacientes anualmente, con una mortalidad alrededor de
30% y un costo económico de 16.7 billones de dólares. En
la campaña mencionada anteriormente que da
recomendaciones basadas en evidencia del manejo adecuado
del proceso séptico, se establece como un parámetro de
resultados satisfactorios a la detección y control
temprano de los focos sépticos, ya que esta situación
permite no sólo un pronto control de los focos sépticos
por vía quirúrgica, sino la aplicación de un régimen
antimicrobiano apropiado y temprano. En particular para
la sepsis originada por un proceso peritoneal
incontrolado, la dificultad en precisar la persistencia
de la infección se ha convertido en una necesidad
imperiosa que evite retrasos terapéuticos, así como
también intervenciones quirúrgicas innecesarias, con sus
consecuentes efectos metabólicos y nutricionales en los
pacientes graves. Similitud de circunstancias se
encuentran cada día más en la práctica del intensivista
en el tratamiento de las neumonías graves, adquiridas en
la comunidad o en las nosocomiales, así como en procesos
bacterémicos. (1)
Para la
detección de los procesos sépticos se ha transitado
desde los datos clínicos como la fiebre y signos
acompañantes, pasando por las determinaciones de cuenta
leucocitaria, tinciones especiales de los gérmenes,
cultivos con su diferimiento para obtener los
microorganismos causales, intervenciones mediante
procedimiento de imagenología simple o con
intervencionismo hasta métodos de detección más actuales
que pueden incluirse dentro de las categorías de
sistemas derivados de calificaciones en parámetros
relacionados al cuidado intensivo como el APACHE 2 hasta
marcadores bioquímicos como las mediciones de factor de
necrosis tumoral (FNT), diversas interleucinas como
IL-1, IL-6, IL-8 y proteína C reactiva (PCR) entre otras
pruebas, las cuales desafortunadamente en el paciente
grave son muy inespecíficas sobre todo para el
diagnostico temprano, que permita realizar un
tratamiento precoz y lo más dirigido posible. La
experiencia sin embargo no ha demostrado todavía la
existencia de una prueba relativamente sencilla, rápida,
que sea mínimamente invasiva y confiable para
diagnosticar tempranamente la sepsis, sobre todo de
origen intraabdominal, lo que llegaría a considerarse un
“estándar de oro” para el diagnóstico.