Introducción
La tromboembolia pulmonar (TEP) continúa
siendo una enfermedad, además de común, muy conflictiva,
no solo en los aspectos clínicos o epidemiológicos sino
aun en la terapéutica temprana que permita disminuir la
mortalidad elevada en los hospitales de todo el orbe.
Solo en los Estados Unidos de América se presentan
aproximadamente 600 000 episodios anuales, de los cuales
el 50% son mortales por enfermedad tromboembólica, solo
un 7% de los cuadros de TEP son diagnosticados y
tratados a tiempo y hasta un 59 % de los pacientes que
tienen este problema nunca son diagnosticados. En un
estudio basado en hallazgos de autopsia se encontró que
la incidencia anual de la TEP ajustada a edad y sexo
variaba entre 48 a 69 episodios por cada 100 000
defunciones. En el ámbito de la Medicina Crítica (MC) y
específicamente en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI)
de tipo médico-quirúrgico, se ha detectado que entre el
10 y 30% de los pacientes graves presentan en la primera
semana de internamiento episodios de TEP de severidad
variable, mientras que en UCI que atienden pacientes
traumatizados, la incidencia puede ser hasta de 60% en
las primeras dos semanas de internamiento.
Los diagnósticos en las áreas de MC y en
particular en los Servicios de Urgencias, requieren cada
vez más rapidez en los estudios que fundamenten las
causas del estado crítico de los pacientes, en
particular en entidades clínicas como la TEP, lo que de
pautas a los médicos para la toma de decisiones no solo
de la ubicación del paciente, así como de la terapéutica
a establecer que modifique el pronóstico de los
enfermos. La TEP representa una emergencia universal que
compromete la vida y en donde el diagnóstico ha
representado siempre un reto para el internista o el
médico especialista en MC.
El amplio repertorio de estudios de que
se dispone en la actualidad para el diagnóstico de esta
entidad es variable e incluye desde la detección de los
síndromes clínicos que se manifiestan por dolor
pleurítico, disnea súbita o infarto pulmonar, a los
exámenes de laboratorio como las gasometrías arterio-venosas,
que no colaboran directamente al diagnóstico, pero
auxilian en la evaluación funcional de la falla
cardiopulmonar del paciente con TEP. En el ámbito del
laboratorio clínico recientemente se agregó el dímero D
que ha sido mas útil para la trombosis venosa profunda,
que para el embolismo. El electrocardiograma tampoco ha
sido un estudio diagnóstico certero pues solo identifica
respuestas cardiacas asociadas a los cambios secundarios
al TEP como las taquiarritmias acompañantes. Los
estudios de imagen no invasivos incluyen desde la
radiología simple del tórax, poco útil, la tomografía
axial de tórax, asociada al uso de medio de contraste
permite sobre todo en su variedad de cortes
helicoidales hacer el diagnóstico de lesiones
intravasculares < de 1 mm y aun en la periferia
pulmonar. El ultrasonido sobre todo en la variedad
Doppler está dirigido a la detección de los problemas
venosos y el ecocardiograma tampoco ha redituado lo que
se esperaba de él, dado que muchos pacientes tienen
estudios totalmente normales y padecen TEP, pero su
utilidad radica en el diagnóstico diferencial de
entidades que semejan el embolismo, como el infarto del
miocardio y el tamponamiento cardiaco. La gammagrafía
pulmonar ventilatoria-perfusoria es la segunda línea de
diagnóstico después de la angiografía pulmonar, que está
contraindicada en enfermos intolerantes a los medios de
contraste radiológicos o cuya función hemodinámica está
muy inestable. El hallazgo de defectos en 2 segmentos
pulmonares de ubicación diferente hace de este estudio
altamente probable el diagnóstico de TEP. Últimamente la
resonancia magnética se ha agregado para estudiar
pacientes no solo con TEP sino con enfermedad venosa
profunda que tienen daño renal o alto riesgo de
padecerla, con el inconveniente de no detectar lesiones
pulmonares muy periféricas o pequeñas.
Algunos de estos estudios, sobre todo
los de mayor complejidad tienen una disponibilidad
restringida en muchos centros hospitalarios, lo que hace
difícil usarlos en forma habitual. En cuanto a estudios
con invasividad, solo la angiografía pulmonar permanece
como el elemento diagnóstico más importante a realizar
en algunos pacientes seleccionados dado que es un
recurso que solo se realiza en centros de Imagenología
especializados y que representa además un estudio con
importantes complicaciones muchas veces letales.