Conclusión.
1.- Es razonable y prudente revisar los paradigmas de tanto en tanto.
2.- La Medicina Interna sigue siendo central en la formación del médico y su práctica integrada, indispensable para una mejor, más criteriosa y menos costosa atención de los enfermos.
3.- Los seres humanos enfermamos de diversas maneras y convivimos con diferentes enfermedades (en especial las crónicas, no transmisibles), lo cual hace necesario que médico y paciente lleguen a establecer con ellas un verdadero pacto de convivencia pacífica.
4.- El criterio del médico, su perspicacia y su experiencia deben complementarse con la información emanada de los grandes ensayos clínicos. Esto requiere que el médico sepa interpretarlos adecuadamente, en términos metodológicos, pueda detectar sus fortalezas, sus sesgos y sus resultados tendenciosos. La aplicación acrítica de tales resultados constituye una forma más de mala praxis.
5.- El médico debe conocer los límites de su responsabilidad, hacerlos conocer al paciente y a la sociedad, renunciando con sensatez a la omnipotencia.