¿Es este paciente hipertenso?
Cómo medir la presión arterial
Does this patient have hypertension? How to measure
blood pressure.
Reeves RA. JAMA. 1995 Apr 19;273(15):1211-8
La Hipertensión
Arterial (HTA) es una entidad muy frecuente,
clinicamente silente, que incrementa el riesgo
cardiovascular (CV) y disminuye la expectativa de vida.
Hace alrededor de 15 años, cuando se redactó este
artículo, encuestas estimaban su prevalencia en un 20%
en Estados Unidos; sin lugar a dudas estas cifras se han
ido incrementando considerablemente con el paso del
tiempo obedeciendo esto a múltiples causas. Debido a
esta elevada incidencia, todo paciente debería ser
evaluado con cierta regularidad para descartar el
padecimiento de esta patología.
El gold estándar para la medición instantánea de la
presión arterial es la medición intra-arterial o
“directa” de la misma. La medición con el
esfingomanómetro se denomina “indirecta”, y es una
estimación de la primera. Por ello, debe realizarse
siguiendo una técnica adecuada, y con la mayor
rigurosidad posible, para que los datos obtenidos sean
fidedignos y comparables. La Asociación Americana del
Corazón (AHA) delineó en el año 1993 los estándares para
realizar de modo correcto este procedimiento; esta
declaración de posición(1) mantiene aún su vigencia.
Como recomendación se establece que en primer lugar, al
decidirnos a efectuar una medición de la presión
arterial, se debe explicar al paciente lo que se va a
realizar, para intentar conseguir con ello la máxima
relajación; esto debe incluir, además, 5 minutos de
reposo previo a la toma. Luego de esto, hay una serie de
pasos a seguir:
- tener papel y
lápiz para poder registrar de inmediato la medición
- sentar al
paciente en un sitio tranquilo y silenciosos, con los
pies apoyados en el piso y la espalda sobre la silla, y
el brazo apoyado sobre alguna estructura de modo tal
que, el punto medio del húmero se encuentre a la altura
del corazón.
- estimar, mediante
la observación o la medición con una cinta, la
circunferencia del brazo desnudo en el punto medio entre
el acromión y el olécranon, con el fin de elegir un
manguito correcto. El tamaño ideal es aquel que cubre el
80% de la circunferencia del brazo en adultos, y el 100%
en niños menores de 13 años. Cuando se esté en duda,
debe optarse por uno de mayor tamaño. Si el manguito
disponible es demasiado chico, esto debe ser consignado
junto a la medición.
- Palpar la arteria
braquial y colocar la cámara de aire que se encuentra
dentro del manguito de modo que cubra a ésta; luego
asegurar el manguito alrededor del brazo de forma
cómoda. Colocar el manguito demasiado suelto lleva a
sobreestimar los niveles tensionales. El borde inferior
del manguito debe colocarse unos 2 cm por encima de la
fosa antecubital, sitio donde la campana del
estetoscopio debe situarse. Asimismo, debe evitarse
arremangar la ropa, a fin de que forme un torniquete
ajustado en la parte superior del brazo.
- Colocar el
manómetro de modo tal que la columna de mercurio o el
dial del esfingomanómetro aneroide queden a nivel de los
ojos del observador, con los tubos del mismo no
obstruidos.
- Inflar el
manguito rápidamente hasta los 70 mmHg, luego
incrementar de a 10 mmHg mientras se palpa el pulso
radial. Debe notarse el nivel en el cual el pulso deja
de palparse, y reaparece al desinflar el manguito. Este
procedimiento, el método palpatorio, provee una
necesaria aproximación preliminar de la presión arterial
sistólica (PAS) para asegurar un adecuado nivel de
insuflación al realizar el método auscultatorio. El
método palpatorio es especialmente útil para evitar la
insuflación insuficiente en pacientes con un “gap
auscultatorio” acentuado, y la sobreinsuflación en
aquellos con cifras tensionales bajas.
- Cambiar la cabeza
del estetoscopio hacia la forma de “campana”, que es
aquella que permite percibir los sonidos de baja
frecuencia.
- Colocar la
campana del estetoscopio sobre la arteria braquial,
justo por encima de la fosa antecubital, pero por debajo
del final del manguito. Mantener la campana firme, pero
no demasiado apretada, asegurándose que toda su
superficie haga contacto con la piel. Colocar el
estetoscopio debajo del manguito puede dejar libre una
mano, pero provoca la auscultación de ruidos extraños,
al tiempo que contribuye a aumentar falsamente los
niveles de presión arterial.
- Inflar el
manguito de modo rápido y constante hasta una presión 20
a 30 mmHg por encima del nivel de presión previamente
determinado por palpación; luego comenzar a desinflar el
manguito a una velocidad de 2 mmHg/seg mientras se
aguarda la aparición de los ruidos de
Korotkoff.
- A medida que se desinfla el manguito se debe precisar
el nivel de presión a partir del cual comienzan a oirse
sonidos repetitivos; esto corresponde a la fase I de
Korotkoff. La “amortiguación” o disminución en
intensidad de los sonidos oidos corresponde a la fase IV,
y la desaparición de los mismos marca la fase V.
Mientras los ruidos de Korotkoff son audibles se debe
desinflar el manguito a una velocidad de 2 mmHg por cada
latido auscultado; de esta manera se adecua el
procedimiento tanto a ritmos rápidos como lentos.
- Luego de la desaparición de los ruidos de Korotkoff se
debe continuar con el desinflado lento por al menos 10
mmHg más, de modo de asegurarnos que no aparecerán
nuevos sonidos. Posteriormente se procederá a desinflar
por completo el manguito, y permitir que la persona
descanse al menos 30 segundos antes de una nueva toma.
- La presión sistólica (fase I) y la diatólica (fase V)
deben registrarse de inmediato, redondeando los valores
a cifras pares enteras (alrededor de 2 mmHg), y siempre
“hacia arriba”. En niños y cuando los sonidos oidos se
aproximen a los 0 mmHg la fase IV debe también
registrarse (ej. 108/64/56 mmHg). Asimismo es importante
consignar siempre el día y la hora de la medición, el
brazo empleado, la posición de la persona y el tamaño
del manguito empleado para el procedimiento.
- La medición debe repetirse luego de al menos 30
segundos, y las dos mediciones deben ser promediadas.
Dependiendo de la situación clínica mediciones
adicionales pueden efectuarse, en el mismo brazo o en el
opuesto, y en la misma o en distinta posición.
En la primera consulta es recomendable medir la PA en
ambos brazos; luego de esto, las mediciones ulteriores,
para control, deben efectuarse en el brazo donde se
hayan registrado las mayores cifras tensionales. En las
visitas subsiguientes, 2 o más mediciones de PA deberían
ser efectuadas en el mismo brazo, y las cifras halladas
promediarse entre si. Una aproximación práctica
propuesta por el autor de esta revisión es realizar
mediciones adicionales hasta alcanzar un valor estable
de presión, cuando en las primeras dos tomas se
registren diferencias superiores a los 5 mmHg de PAD.
La variación de las cifras de PA registradas pueden
tener su origen en el individuo, el equipo, el
examinador y/o el procedimiento; otro aspecto importante
y muchas veces desestimado es el ambiente en el cual se
realiza la medición. Así, sitios muy bulliciosos o
temperaturas ambientales bajas pueden ser causa de
aumento en los niveles tensionales -puede existir un
descenso de 6 mmHg en las presiones medidas en
estaciones cálidas respecto de las frías-. Sin embargo,
la mayor proporción de las fluctuaciones aleatorias
obedecen a sesgos incluidos por el examinador. Si bien
bajo circunstancias “ideales”, la medición de PA solo
debería diferir mínimamente, incluso en circunstancias
de investigación las diferencias reportadas son
considerablemente altas, tanto como 7/5 mmHg en
mediciones separadas por escasos minutos. En la práctica
diaria, las mediciones se efectúan de modo menos
cuidadoso; así, diferencias de 10/8 mmHg son comunes.
Incluso hay trabajos que han demostrado que en
mediciones sucesivas de PA ésta puede variar tanto como
15/12 mmHg. Un trabajo interesante realizado por White
et al. efectuó mediciones intra-arteriales de PA a 48
pacientes hipertensos y las compararon con los
resultados obtenidos mediante medición indirecta con el
método habitual, realizado por médicos experimentados;
lamentablemente debe decirse que los autores encontraron
menores discrepancias y mayor similitud entre los
medidores automáticos de PA que con la medición manual
de la misma, por médicos especialistas. Esto enfatiza
nuevamente la necesidad de una rigurosidad extrema en la
técnica de medición.
El monitoreo intra-arterial ha demostrado que la PAS y
la PAD varían con cada latido cardíaco, al igual que con
el ciclo respiratorio. Incluso varían de minuto a
minuto, con las horas y aún más entre un día y otro.
Esta notable variación explica los cambios en las cifras
halladas en mediciones reiteradas. Pero la mayor
variación observada ocurre entre visitas, y no dentro de
un mismo día, razón por lo cual más visitas son
recomendadas para lograr una mejor precisión clínica,
antes que relizar mayor número de determinaciones
durante una misma consulta.
Las frecuencias cardíacas irregulares, especialmente la
fibrilación auricular, genera dificultades en la
determinación de la PA debido a que origina una
variación considerable de presión entre un latido y
otro; esto genera, a su vez, una mayor variabilidad
inter e intra-observador. En el caso de concreto de la
fibrilación auricular, probablemente el mejor abordaje
consiste en desinflar el manguito de modo más lento, con
el propósito de establecer el nivel de presión a partir
del cual “la mayoría” de los latidos son detectados
-correspondiente a la PAS-; de modo similar se tratará
de precisar el punto a partir del cual “la mayoría de
los latidos” se dejan de oir -el cual representará la
PAD-. Otra alternativa válida es realizar mayor número
de mediciones y promediarlas. En este contexto los
sonidos de Korotkoff esporádicos deben ser desestimados
porque no representan adecuadamentente el promedio de PA
de la persona.
Las mediciones de PA realizadas con el método directo e
indirecto tienen una adecuada correlación; sin embargo
con el método indirecto los ruidos de Korotkoff I
aparecen 4 a 15 mmHg debajo de la PAS medida con el
directo, y a su vez, los sonidos de la fase 5
desaparecen 3 a 6 mmHg por encima de la verdadera PAD
determinada de forma directa. Si estas diferencias se
aplican a todos los pacientes, ellas serían, entonces,
simplemente académicas; pero la importancia clínica de
esto radica en que hay pacientes que presentan una
discrepancia inusual. Este tipo de pacientes son con
frecuencia ancianos -donde en ellos las cifras
falsamente elevadas se llama “pseudohipertensión”- u
obesos; pero hay otras causas de elevaciones falsas en
las mediciones con el esfingomanómetro, que no tienen
aún explicación firme. La pseudohipertensión puede
parecer una variante de la PA normal; sin embargo, la
mayoría de los pacientes que la presentan en realidad
son hipertensos crónicos, en quienes se sobreimpone la
detección de un valor excesivamente elevado de forma
falsa. Clásicamente se ha descripto la maniobra de Osler
como forma de detección de la pseudohipertensión; la
misma consiste en insuflar el manguito del
esfingomanómetro por encima de la PAS mientras se palpa
la arteria radial. Si una vez ocluido el flujo a través
de la misma la arteria continúa siendo palpable como “un
tubo”, se dice que la maniobra es positiva y ello es
altamente sugestivo de pseudohipertensión. Sin embargo
este procedimiento ha sido cuestionado por tener
moderada correlación intra-observador y menor
correlación inter-observador.
En la revisión que hoy se comenta se hayan enumerados de
forma extensa un gran número de sesgos que pueden ser
introducidos a la hora de realizar mediciones de la
presión.
Entre los errores
que pueden elevar la presión arterial de modo falso
podemos citar (entre paréntesis las cifras aproximadas
de elevación de PAS/PAD en mmHg):
- medición en un
brazo parético -secuela de un accidente cerebrovascular-
(2/5)
- consumo agudo
reciente de: tabaco (6/5), alcohol (8/8), cafeína (11/5)
- vejiga distendida
(15/10)
- manguito:
demasiado estrecho (de -8 a +10 de PAS y de 2 a 8 de PAD),
no adecuadamente centrado (4/3), sobre la ropa (5 a 50).
- espalda no
apoyada (6 a 10)
- brazo no apoyado
(7/11)
- desinflado del
manguito demasiado lento (2/6)
- desinflado
demasiado rápido (solo alteraría la PAD)
- estación invernal
(6/3 a 10)
Entre los errores
que podrían conducir a cifras falsamente descendidas
podemos destacar:
- error al
identificar el “gap” auscultatorio (10 a 50 mmHg de PAS)
- lectura del
siguiente valor inferior de presión terminado en 0 o 5
(hasta 10 mmHg tanto de PAS como PAD)
- tendencia
deliberada al registro de valores más bajos que los
reales -presumiblemente con el objetivo de evitar
institucionalizaciones o tratamientos a la largo plazo-.
- codo demasiado
alto (5/5)
- presión sobre la
campana demasiado grande (alrededor de 10 mmHg)
No afectan las
mediciones de la PA el consumo crónico de cafeína, la
fase del ciclo menstrual, la delgada manga de una
camisa, el uso de campana o diafragma del estetoscopio,
entre otros.
Quizá el error técnico más comun es el empleo de un
manguito de tamaño insuficiente. En una encuesta, solo
el 25% de los médicos de APS tenían un manguito grande.
Otra cuestión no menor son los errores introducidos por
el equipo. Los tensiómetros anaeroides frecuentemente se
descalibran, y usualmente lo hacen “hacia abajo”. Un
trabajo citado encontró que 34% de los médicos sólamente
empleaba tensiómetros anaeroides, de los cuales 30%
estaban descalibrados en 10 mmHg o más. A su vez, los
tensiómetros de mercurio también aportan sesgos
potenciales si el menisco de la columna de mercurio no
descansa sobre el 0, o si el descenso de la columna de
mercurio es impedido por aire dentro de ella.
Un dato sumamente llamativo es el hecho de que se ha
demostrado que incluso cuando se emplean medidores
automáticos de PA, existen diferencias sistemáticas de
registro entre los operadores, sugiriendo diferentes
reacciones frente a la exploración. También llama la
atención que distintos trabajos hayan comunicado
importantes inconsistencias -no sólo en cuestiones
metodológicas, sino también conceptuales- entre médicos
de distintos sitios, a la hora de diagnosticar a un
paciente como hipertenso.
Existe también otro fenómeno, que implica la reducción
de las cifras tensionales durante las consultas
sucesivas, y que no se relaciona con errores en la
técnica de medición. Los cambios sistemáticos en la PA
entre las visitas ocurren por varios motivos: por un
lado, en la medida en que los sujetos examinados se
familiarizan con el examinador, el ambiente y el
procedimiento, los niveles de PAS disminuye de 0 a 7
mmHg y, a su vez, las cifras de PAD se comportan de
forma similar, con descensos de 2 a 12 mmHg. Este
fenómeno puede acentuarse aún más en personas con rasgo
ansioso marcado. Otro factor, probablemente más
importante, es el de “regresión a la media”, la cual
constituye la tendencia de cualquier valor, ya sea
inusualmente alto o bajo, a caer próximo a los valores
promedios cuando es repetido. Este fenómeno se distingue
del efecto placebo puesto que ocurre aún en ausencia de
cualquier tratamiento. También existen otros fenómenos,
no siempre bien apreciados, que contribuyen a
influenciar en las cifras tensionales. Debido a esto, la
mayoría de los ensayos de tratamiento antihipertensivo
han empleado como protocolos 2 ó 3 mediciones realizadas
en 2 o más visitas, con el objetivo de incrementar la
precisión y, sobre todo, controlar parcialmente el
fenómeno de regresión de la media y habituación. En la
práctica, el empleo de protocolos similares incrementa
la posibilidad de obtener los beneficios publicados en
nuestros pacientes.
Riesgo Relativo de la
elevación casual de la Presión Arterial
Distintos trabajos han demostrado que una medición
aislada de PA, especialmente si se obtienen valores
anormalmente elevados de PAS, es predictor de
hipertensión arterial en hombres jóvenes, estudiantes de
medicina, adultos y niños. En un estudio de grandes
dimensiones una determinación de PAD mayor o igual a 90
mmHg predijo el diagnóstico ulterior de hipertensión en
el 69% de los hombres y el 49% de las mujeres. La
contrapartida de estos hallazgos es el hecho de que un
tercio a un cuarto de los sujetos con PA inicialmente
elevada son, en el seguimiento, normotensos. Por
ejemplo, en un estudio australiano el 28% de los sujetos
con una PAD entre 95 y 104 mmHg en las 4 primeras
mediciones durante las 2 consultas iniciales,
posteriormente tuvieron presiones menores a 90 mmHg
durante los 4 años siguientes.
¿Pueden ser los valores
elevados de presión arterial normales alguna vez?
En sujetos normotensos, el ejercicio aeróbico causa
aumento de la PAS, mientras que la PAD se mantiene casi
invariable. Pese a esto, el ejercicio aeróbico es
reconocido no sólo como un hábito de vida saludable,
sino también, como otro elemento de utilidad para a
disminuir los valores de PA. Esto se debe a que luego de
la fase aguda, los niveles vuelven a sus valores basales
y, con el tiempo, se producen descensos modestos pero
considerables.
Desde el momento en que el aumento de la PA forma parte
de la respuesta de “lucha o huida” el dolor, al igual
que otras actividades y factores estresantes provocan
aumento de la misma, incluso a cifras muy elevadas. Esta
elevación “reactiva” no representa hipertensión arterial
verdadera, siempre que la presión retome a cifras
normales luego del evento.
Por todo lo antes mencionado, utilizar el promedio de
los valores obtenidos en varias visitas es más adecuado
para predecir no solo futura hipertensión, sino también
secuelas cardiovasculares. No debemos olvidar que una
medición de PA perfectamente efectuada, realizada en un
momento particular del día, puede no representar la
presión diaria habitual del sujeto. La correcta
interpretación de un valor de presión aterial, aún
medido con la máxima perfección, requiere tener en
cuenta al paciente de forma global, ya que existen otros
factores de riesgo que influyen de modo muy importante
en el riesgo cardiovascular global.
Comentario
La medición de la presión arterial es sin duda un
procedimiento de suma importancia, el cual se ve muchas
veces trivializado por la escasez de tiempo y la falta
de jerarquización de quien lo realiza. Es innegable que
muchas veces se recurre a este procedimiento en
distintos contextos, de forma tal que en situaciones de
urgencia no puede pretenderse el cumplimiento
pormenorizado de todos los pasos mencionados. Sin
embargo, cuando se dispone del tiempo suficiente
dificilmente haya excusas para desestimar la importancia
de la rigurosidad en la toma de la presión arterial.
La importancia de la rigurosidad en la técnica de
medición de la presión arterial se ve reflejada en el
hecho de que las guías de las sociedades más reconocidas
a nivel local y mundial (2-5) enfatizan como necesidad
para el diagnóstico de esta patología la realización de
una adecuada técnica en la medición.
Respecto a la técnica de medición de la PA es
conveniente agregar a lo antes expuesto, que para no
alterar los valores de presión, los sujetos no deben
haber ingerido alimentos ni fumado 30 minutos antes de
la determinación, además de haber transcurrido 5 minutos
en reposo sentados. Si bien la declaración de posición
de la AHA(1) propuso un lapso mínimo de 30 segundos
entre una medición y la siguiente, la mayoría de los
autores actualmente sugieren un período algo mayor, el
cual oscilaría entre 1 y 2 minutos (2-7). Por último, en
lo que concierne al grado de presión que se debe ejercer
con el manguito sobre el brazo del paciente, se ha
propuesto como parámetro el permitir la introducción de
dos dedos del examinador debajo de él(6).
Mención aparte merece la consideración de la
significación clínica que tiene la detección de cifras
tensionales muy disímiles entre ambos miembros
superiores, determinación que como ya hemos establecido,
se debería realizar, al menos, en la consulta inicial de
un paciente hipertenso. Se ha postulado que diferencias
notorias de presión obedecerían a una marcada
arteriopatía periférica, lo cual implicaría peor
pronóstico. Un trabajo reciente encontró que diferencias
mayores a 10 mmHg entre ambos miembros superiores era un
predictor aislado de mal pronóstico, al tiempo que
incrementabla considerablemente la mortalidad de los
individuos(8). Esta conclusión fue cuestionada por una
editorial en la misma revista (9) que planteaba la
posibilidad de que el mencionado trabajo haya tenido
algunos errores metodológicos. Independientemente, este
es un punto sobre el cual se está investigando y, sin
aventurarnos aún a establecer conclusiones irrefutables,
quizá esto sea una forma simple de detectar grupos de
mayor riesgo.
Las causas cardiovasculares son hoy en día la primera
causa de muerte en el mundo occidental, superando
ampliamente a todas las neoplasias malignas en conjunto.
La hipertensión arterial constituye una patología de
suma trascendencia, ya que al mismo tiempo se comporta
como un factor de riesgo para otras enfermedades. Su
correcta valoración implica, necesariamente, una
adecuada aproximación a la misma; y en esta tarea, la
medición de las cifras tensionales es una tarea
fundamental para un correcto diagnóstico, para su
correcto seguimiento y, especialmente, para disminuir el
riesgo de morbilidad y mortalidad de nuestros pacientes.
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